Recomiendo:
0

Itziar González, exregidora del distrito de Ciutat Vella en Barcelona

«La verdadera salud de la política está en el activismo ciudadano»

Fuentes: La Marea

Itziar González fue regidora del distrito de Ciutat Vella en Barcelona como independiente durante parte del mandato del alcalde socialista Jordi Hereu (de 2007 a 2010). Desde allí trató de atender las demandas y necesidades de los ciudadanos hasta que topó con la enorme influencia de los lobbys económicos instalados en la ciudad. Su oposición […]

Itziar González fue regidora del distrito de Ciutat Vella en Barcelona como independiente durante parte del mandato del alcalde socialista Jordi Hereu (de 2007 a 2010). Desde allí trató de atender las demandas y necesidades de los ciudadanos hasta que topó con la enorme influencia de los lobbys económicos instalados en la ciudad. Su oposición a la construcción de un hotel por parte del saqueador confeso del Palau de la Música, Fèlix Millet, acabó por hacerla dimitir tras recibir amenazas de muerte y presiones dentro de su propio partido.

Entonces comenzó a dedicarse a la tarea de empoderar a la ciudadanía para cambiar las estructuras de poder que veía que estaban secuestrando a la democracia. Desde hace un año, conjuntamente con otras 70 personas, impulsa el Parlamento Ciudadano, una iniciativa que pretende aglutinar el conocimiento y la capacidad organizativa de los movimientos sociales para constituir un contrapoder ciudadano frente a las instituciones tradicionales. «Tenemos a dirigentes completamente incultos al frente de una ciudadanía que está absolutamente ilustrada», asegura.

Habla de su tarea con pasión, y asegura que el futuro de la democracia «no puede pasar por unos partidos que no son democráticos en sí mismos». Es, afirma, un trabajo a largo plazo, por eso se centra en formar a los jóvenes «que acabarán liderando» la democracia del futuro. «El día que las instituciones defiendan el bien común -afirma- estas serán el parlamento ciudadano».

¿De dónde surge la idea organizar un Parlamento Ciudadano?

De la intuición de que donde está la verdadera salud de la política es en el activismo ciudadano. Hay una definición de política, de la buena política, que la analizamos en tres pasos: el sujeto político sano es aquél que tiene capacidad de entender la realidad, es decir, que hace una lectura relativamente objetiva y contrastada de lo que sucede, por lo tanto de tener criterio, no ser fácilmente manipulado; el segundo paso es ser una persona con capacidad empática, de ponerse en el lugar del otro; y tercero, que tiene la intuición de que la única manera de transformar la sociedad es haciéndolo con el otro, juntarse con los demás.

Parece la definición de muchos de los movimientos sociales actuales…

Sí, todo esto lo encontramos mayoritariamente en plataformas ciudadanas y en el activismo. Ponemos el ejemplo de la PAH, que a mi me resulta modélico y admirable. Unas personas que han estado durante años analizando qué pasa y han dedicado tiempo a entender las cosas, y no solo eso, sino a tratar de explicarlas. Hay más personas en estos momentos en las asambleas de la PAH en todo el Estado que saben qué le ha pasado económicamente a España que seguramente en muchos consejos de bancos o en muchas cúpulas de los partidos.

Un gran capital humano…

En el inicio, las élites, porque tenían formación y cultura, eran las que más claramente quedaban justificadas para hacer despotismo ilustrado. En este momento es exactamente al contrario. Hay más conocimiento en la ciudadanía que en nuestros partidos políticos e instituciones. Podemos tener a dirigentes completamente incultos, como nos pasa, al frente de una ciudadanía que está absolutamente ilustrada. Es la generación mejor formada de la historia de España que ahora pretenden que se exilie, porque es la munición que puede cambiar las cosas. Parlamento Ciudadano pretende retener todo ese conocimiento que está disperso en la ciudadanía y hacerlo funcionar como una mente.

¿Para que sea un contrapeso ciudadano a las instituciones de gobierno?

Tenemos un Parlament que es un reduccionismo de la política. Yo lo comparo con un futbolín, un lugar donde el campo de juego es reducido, donde los diputados quedan enganchados en la disciplina de partido y en donde los golpes que mueven a estas personas son los lobbies, los intereses privados. Hemos diseñado unas instituciones que no preservan la voluntad ciudadana de los poderes particulares.

Eso lo vivió en su paso por el Ayuntamiento de Barcelona…

Sí, en la punta de arriba del triángulo está el alcalde. Los regidores de distrito tenemos contacto con la gente, con las organizaciones, los barrios, etc. Pero en el medio está el staff realmente importante, que son los tenientes de alcalde, que quedan en la zona opaca de la estructura de poder, y que son quienes realmente reciben y gestionan el máximo presupuesto y las prioridades. Y es en las puertas de esta gente donde entraron el señor Millet y el señor Montull, y donde entran el señor Gaspart y los lobbies.

¿Cómo se cambia esta dinámica?

Es una revolución total de sistema. Aquí no llegaremos en un solo día. La manera es cambiar la base social, y por lo tanto empoderarla. En este caso apostamos por hacerlo en Cataluña, porque hay una tradición, de siempre, de autogobierno y autoorganización. Parlamento Ciudadano permite ser un espacio de contrapeso con todos los sectores en los que la ciudadanía se ha ido organizando de forma especializada. En temas financieros, urbanísticos y de vivienda, energéticos, de soberanía alimentaria, educación, sanidad, etc. Todo este abanico de respuestas cultas a la insensatez política partidaria y de lobby. Creemos que como concepto de un quinto poder trata de hacer las funciones que no hace el Parlament.

¿Cómo cuáles?

Primero, legislar, que en este momento se hace a partir de las presiones de los lobbies y además lo hacen cuatro asesores, no están aprovechando la riqueza de conocimiento que hay disperso en el mundo; nosotros queremos hacer propuestas legislativas, de hecho muchos de estos movimientos hacen ILPs… tienen capacidad de redactar leyes. Segundo: un control del ejecutivo, que tampoco lo hace; la capacidad de control del ejecutivo la tenemos con acciones de desobediencia civil y campañas. Y tercero, algo que debería hacer un Parlamento decente es consultar sistemáticamente, por lo tanto las consultas. Nosotros prepararemos multi-referéndum, y articularemos una manera de consultar a la gente sistemáticamente.

¿Cómo se vehicula la participación de la ciudadanía en el Parlamento Ciudadano?

Estamos diseñando herramientas digitales y de acceso al activismo. Para que cualquier adolescente, cualquier joven, cualquier mujer asqueada por su realidad en el barrio, que quiera cambiar las cosas encuentre cómo. Encontrar su camino de activismo. Puede llegar a ser una gran universidad de cultura política y seguramente una manera de mejorarla. De tal manera que, cuando llegue el momento de las elecciones, el voto sea cada vez más consciente, y que los partidos políticos que pretendan entrar en el círculo institucional tengan que ser más exigentes consigo mismos.

¿Y cómo se incorpora a esta dinámica a los millones de personas que no se movilizan ni tienen una vida política activa?

Ayudando a todos los activistas a ampliar y amplificar su tarea, contextualizarla, hacer pedagogía, explicar para qué sirve convertirse en sujeto político consciente de lo que pasa, empático y transformador. Yo tengo la ilusión personal. Al dimitir tuve esta toma de conciencia de mi compromiso con la política. Yo no lo sabía, pensaba que tenía un compromiso con mi barrio, mi distrito. Vi que las estructuras me preocupaban, creía mucho en la participación y veía que no teníamos a la ciudadanía preparada para gobernar. Por lo tanto no es extraño que estén gobernando personas que no tienen ni idea. Me di cuenta de esto y pensé que empezaba una tarea lenta, pero que debía hacerse con pasión, de pedagogía política.

¿Cómo influiría este Parlamento Ciudadano en las instituciones políticas?

Que la ciudadanía tenga una vida política rica de tal manera que se produzca una mimesis. Mostrar la mejor cara de la política para que los políticos que lleguen a la vida institucional estén inspirados por esta manera de hacer y vayan regenerando las nuevas organizaciones políticas. Debe ser un espacio que no llame a un determinado voto ni partido, un espacio que se regirá por la Carta de los Derechos Humanos. Es el lobby ciudadano, el grupo de presión de la ciudadanía, y se inspira en la filosofía del bien común.

¿El parlamento ciudadano representará a la ciudadanía?

Este parlamento no representa a nadie porque es democracia directa 100%. Por lo tanto no hay representación. No saldrá un representante que habremos votado, habrá consultas ciudadanas y trasladaremos a las instituciones la movilización. Tampoco necesitamos ninguna sede ni ningún edificio. Seguramente acabaremos teniendo nuestro servidor propio, plataforma digital, abiertamente accesible a los espías, a las policías, a todo el mundo, porque no tendremos nada que esconder. Con una voluntad de transparencia absoluta.

¿Puede frenar el creciente descrédito y falta de confianza en la política y las instituciones?

Somos un airbag que evita que las instituciones, como casa del bien común, se estampen contra la pared. Como ha habido un mal uso y una privatización de estas instituciones por parte de los partidos y los lobbies, sale el airbag de activismo que lo para. Si hay un buen Gobierno, si las instituciones y las organizaciones políticas que aparezcan en nuevas hornadas son realmente democráticas, el Parlamento Ciudadano se irá convirtiendo en algo raquítico, porque si las instituciones defienden el bien común, ellas serán el parlamento ciudadano.

¿De qué dependerá que las instituciones acaben reconociendo y siendo permeables al Parlamento Ciudadano?

Porque los disolveremos continuamente. Es decir, por la vida cortísima de sus mandatos de gobierno. Ya se ha visto, en su momento el señor Mas vio una movilización ciudadana que lo impresionó, la quiso utilizar y disolvió un Parlament. Ha creado un Parlament en el que no ha cambiado nada. Ahora ya a la causa de la independencia se suma la causa del diseño del nuevo Estado, y las causas sociales. Esto es imparable, estamos recuperando nuestro poder, el famoso empoderamiento, y por lo tanto verán que no pueden gobernar porque los colapsaremos.

¿Los partidos han perdido entonces su influencia?

Creo que ellos mismos se están autodestruyendo, porque no son democráticos, no son transparentes, son verdaderos espacios privativos. Es de una decadencia moral tan grande, tienen tan pocas ideas, que nadie quiere estar con ellos. Nadie que tenga un poco de prestigio intelectual dará la cara por un partido político. Todo esto los está vaciando.

¿Este contrapeso ciudadano podría acabar «salvando» a los partidos?

Seguramente generaría vocaciones políticas y la regeneración de los partidos. Tengo un respeto absoluto por los militantes base de todas las organizaciones, donde hay un buen número de personas con vocación. A estas bases, y a esta gente interesada realmente por el bien común, les gustará mucho ver toda esta organización ciudadana y eso les ayudará a regenerarse. No descarto que regeneremos el tejido organizativo político. Los partidos están absolutamente obsoletos, son como un elefante, muy grandes, con toda una serie de hombres y mujeres de la patria que hicieron grandes servicios en su día y que no saben ya dónde colocarlos… En fin, es una cosa tan patética que la nueva generación no tendrá ningún miramiento con ellos.

El proyecto pues se plantea como un trabajo a largo plazo…

A mi me interesa prioritariamente la gente joven. Trabajo pensando en dos generaciones vista. Claramente es la que acabará liderando todo esto, la que acabará dándole la vuelta. Los demás simplemente debemos ser generosos.

A ninguna generación se le pueda pedir que cambie las cosas, porque esto genera frustración. La generación de mi padre, que hizo una incipiente democracia en España, no podemos decir que ha fracasado. Ellos hicieron una parte de la tarea. La generación siguiente son los que realmente la han desperdiciado. Ahora, si la generación de mi padre, los padres de la Constitución, no ponen en crisis el inmovilismo de esta, entonces son insolidarios y desleales con una construcción común.

¿Qué generación viene ahora?

Hay cadenas de luchas que se hacen más visibles o no en distintos momentos, pero están. De la misma manera que a veces el nieto se parece más al abuelo que al padre, es posible que entre los jóvenes de hoy haya más vínculos con los anarquistas, los libertarios y las clases populares de los años 30 que con nuestra generación de la transición. A los jóvenes de 30 años no les interesa Felipe González, y se están mirando la República, el Frente Popular, otras cosas. Están enlazando con nuestros tatarabuelos. Cada generación debe entender que es una cadena más de una construcción conjunta.

Fuente: http://www.lamarea.com/2013/09/14/entrevista-itziar/