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La victoria del «Can Vies no se cierra»

Fuentes: Cuarto Poder

El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, ha anunciado que se paraliza el derribo de Can Vies. Pero antes ha tenido que arder el barrio de Sants durante varias noches. La causa, el desalojo del centro social okupado y el rechazo de la actuación policial y las detenciones que superan las 60 personas. Los partidos de […]

El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, ha anunciado que se paraliza el derribo de Can Vies. Pero antes ha tenido que arder el barrio de Sants durante varias noches. La causa, el desalojo del centro social okupado y el rechazo de la actuación policial y las detenciones que superan las 60 personas. Los partidos de orden y bastantes medios de comunicación se quedan en la espuma de los contenedores quemados y las imágenes de jóvenes corriendo o lanzando objetos. Como ejemplo de manipulación, La Vanguardia incluye esta información en la sección de sucesos. El antropólogo Manuel Delgado lo deja claro: Estos días se volverá a hablar del tema de violencia urbana pero no se hablará de la violencia urbanística; quemar una papelera se considera kaleborroka pero destruir un barrio lo llaman «reforma urbana».

Toda violencia es rechazable. Pero hay que reconocer que el primer acto de violencia fue el desalojo por la fuerza y el establecimiento de un estado de sitio en el barrio por los Mossos d’Esquadra, incluyendo el cierre de estaciones ferroviarias y de metro. Imagino la biblioteca, los materiales y enseres arrasados por la excavadora. He visto en las redes sociales la oreja partida de un joven y he leído testimonios de vecinos apaleados en los portales. Cuando se hace mal uso de la potestad que da el Estado de Derecho a la policía, se convierte en fuerza del desorden.

Pongamos la lupa en el trasfondo del conflicto. Can Vies es un centro social autogestionado que lleva 17 años de existencia. Conocido en BCN y fuera de ella, es un símbolo de los movimientos sociales alternativos, un espacio de creatividad y de encuentro. Los vecinos, la oposición, otros movimientos sociales, los urbanistas, coinciden en el papel dinamizador que cumple en el barrio. Lugar de asambleas, laboratorio de ideas y de proyectos, impulsor de iniciativas de todo tipo: cooperativas, revistas de comunicación, actividades de cultura popular (bastoners), etc. Los vecinos conocían a los chicos y chicas, se habían ganado el respeto, convivían de forma armónica, el centro estaba integrado en el barrio. Es una falacia interesada la insistencia del concejal de CIU del distrito en las supuestas quejas de los vecinos para justificar el atropello. Es normal que siempre algunas personas de ideología conservadora se quejen de estas actividades, pero no más de las que lo hacen en cualquier otro barrio por un bar o una terraza debajo de su casa.

Han creado un problema donde no lo había. El apoyo de los vecinos ha quedado patente en la participación en las manifestaciones y concentraciones (de hasta 7.000 personas), así como en las caceroladas desde los balcones. También la resolución de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona es contundente. Además de rechazar el desalojo señala que «el viento de revuelta anuncia temporal». Concluye que «el mapa de las manifestaciones se parece demasiado a la geografía de las desigualdades y las injusticias que está rompiendo Barcelona». Porque ése es el tema de fondo.

El desalojo tiene que ver con otras cosas. Con la visión del modelo urbano para Barcelona que tiene la derecha nacionalista que hoy la gestiona. Piensa más en una ciudad dual, orientada al turismo y con barrios empobrecidos, que en una ciudad inclusiva y plural. La orienta hacia los intereses privados, frente a los intereses colectivos y sociales. Intentando que no se vea la miseria o la marginación, en vez de buscar soluciones integradoras. En este sentido Can Vies era una isla, un jardín extranjero (en el sentido pasoliniano del término) donde enraíza la resistencia en medio de la desolación de barrios abandonados a su suerte por los intereses del poder especulativo. Por eso han intentado eliminar una pieza clave que venía funcionando.

Prueba de ese trasfondo es que el ayuntamiento ha tenido 3 años para poder paralizar el proceso judicial de desalojo y no lo ha hecho. No era algo en absoluto inexorable. Se podía y se debía haber evitado. La decisión del desalojo por la fuerza y la política de hechos consumados de iniciar el derribo es la que ha provocado el conflicto.

Fue el Ayuntamiento quien encendió la mecha de un polvorín. El alcalde Trias, por su responsabilidad, no puede ser ni un político torpe ni desinformado ni debe perder su «infinita paciencia«. Debía ser consciente de las consecuencias del desalojo. Lo era cuando al criticar ladimisión del director general de los Mossos decía: «si estás en una operación como la de estos días, pues intentas no dimitir cuando tendrás follón seguro». No hay, por tanto, ninguna improvisación ni error de cálculo sobre el conflicto que se iba a desatar. Otra cosa en que se le haya ido de las manos por la amplitud y la radicalidad de las movilizaciones.

La situación creada recuerda el desalojo del emblemático centro social y cultural okupado de Hamburgo, el Rote Flora, en enero. Supuso también un recorte de libertades de los vecinos y colocó a la policía al servicio de los intereses urbanísticos especulativos y en contra de todo florecimiento de pensamiento crítico y alternativo.

La pregunta es ¿por qué se activa la orden de desalojo de un centro que llevaba 17 años de vida y cuando se estaba en fase de negociación desde hacía meses? Hay zonas oscuras en la operación contra Can Vies. Se produce exactamente un día después de la derrota de CIU en las elecciones europeas. Quizá la clave hay que buscarla en el propio resultado del 25M: en ellas se ha producido el sorpasso de ERC a CIU.Como si parafraseara a Gil de Biedma, ERC le estaba diciendo a CIU que «la independencia iba en serio»; CIU parece contestar con esta decisión que «la política va en serio«, y tiene costes. Es evidente que Mas conocía la decisión y la apoyaba.

Casi toda la oposición progresista se ha posicionado en contra del desalojo, desde ICV a la CUP, que se ha prestado a la mediación. Todas las miradas se vuelven hacia los flamantes ganadores de las elecciones del 25 de mayo. Cualquier posición sobre Can Vies tiene coste político para ERC: de sectores emergentes o de los de orden de la sociedad catalana. La tibia nota de ERC llamando a la no violencia y negociación, pero sin condenar el desalojo, indica su incomodidad ¿Es éste un maquiavélico juego de provocación de CIU?¿Cómo afectará al soberanismo y al 9N?

Otro episodio oscuro es la dimisión del director de los Mossos en el momento de iniciarse el conflicto. No son nada creíbles las razones personales esgrimidas por alguien que se había agarrado al cargo, a pesar de los escándalos del caso Ester Quintana y de la muerte de un empresario en el Raval. ¿Qué relación tiene con un desalojo que estaba cantado que iba a provocar una explosión de indignación y rabia?

Ahora dice el alcalde que detiene el derribo, que quiere negociar. Pero ya hay bastantes destrozos hechos. Y no solo del edificio, también de la desconfianza de los colectivos de Can Vies hacia un ayuntamiento que les ha mentido demasiadas veces. No es la primera vez que promete soluciones y luego no cumple. A pesar de ello, la vía es la negociación, la retirada de la policía del barrio y la libertad de los detenidos. Y si los activistas quieren reconstruir el edificio, que lo hagan. Si estuviera en Barcelona, me acercaría a sacar una carretilla de escombros y a poner un ladrillo para el nuevo Can Vies. La utopía y la lucha están ganando la partida a la intransigencia, la especulación y las maniobras políticas.

Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/la-victoria-del-can-vies-se-cierra/512