En los Estados Unidos hay más de 300 millones de armas de fuego en manos de la población. Aproximadamente un arma por cada habitante del país. Es un arsenal enorme, pero la Generación del Milenio podría causar que esa cifra baje en un futuro cercano. El cálculo de la cantidad de armas proviene de diversas […]
En los Estados Unidos hay más de 300 millones de armas de fuego en manos de la población. Aproximadamente un arma por cada habitante del país.
Es un arsenal enorme, pero la Generación del Milenio podría causar que esa cifra baje en un futuro cercano.
El cálculo de la cantidad de armas proviene de diversas fuentes, entre ellas el Servicio de Investigación del Congreso, la Oficina Federal de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) y la Asociación Nacional del Rifle (NRA), esta última una asociación promotora de la posesión de armas por civiles.
La cifra no se puede conocer con exactitud porque la ley federal prohíbe crear un registro nacional de armas de fuego, y hay que calcular la cantidad de pistolas y fusiles en poder de la población usando estadísticas de fabricación, importación y venta de armas. Pero todos coinciden en esa cantidad: más de 300 millones.
Uno podría preguntarse cómo es posible que pese a que la población está armada hasta los dientes, el índice de crímenes que padecen los Estados Unidos sea el más alto de los demás países desarrollados.
¿Acaso las armas no garantizan la defensa personal, como afirma la publicidad? ¿No las tenemos para mantener a raya a los criminales, como aseguran nuestros guerreros civiles?
Un artículo del Consejo de Acción Nacional de Víctimas de las Armas (NGVAC), divulgado el pasado 30 de marzo, ofrece datos que podrían hacernos pensar de otro modo. Según el artículo, es 22 veces más probable que un arma de fuego en la casa cause un accidente o se use en un suicidio o un homicidio que para la defensa personal. Un arma en la casa aumenta tres veces el riesgo de homicidio y cinco veces el de suicidio.
Ahora bien, la enorme cantidad de armas en la nación está en manos de la tercera parte de los hogares, según la Encuesta Social General de principios de este año. La proporción puede parecer alta, pero en 1977 en la mitad de los hogares había armas. O sea, que hoy todavía hay muchas armas, pero en menos casas.
¿Qué ha pasado? Una vez más, la juventud marca la pauta. En la Generación del Milenio (los jóvenes entre 18 y 25 años de edad aproximadamente) la mitad apoya leyes más estrictas de control de armas de fuego, y solo el 18 por ciento de los milenios tiene un arma. No están interesados en ir de cacería o al campo de tiro. Prefieren dedicar su tiempo libre a la pareja, los medios sociales, las fiestas y los automóviles. En los hogares encabezados por madres solteras el índice de posesión de armas también es muy bajo.
La juventud y el cambio demográfico están dejando anticuada la retórica apocalíptica en la que se basa la publicidad de las armas, un discurso exaltado contra el excesivo poder del gobierno, los siniestros planes de los liberales, el supuesto intento de desarmar a la gente y otras teorías conspirativas. Los milenios tienen en la mira otras ideas que no apuntan a los objetivos de la NRA.