El éxito de su debate contra Obama en la Universidad de Denver el pasado miércoles, 3 de octubre, ha reavivado las esperanzas de Mitt Romney de disputar todavía una campaña reñida. Pero algunos escépticos estrategas de su partido ya están pensando en un objetivo más asequible y acorde con la política obstruccionista de los republicanos: bloquear el Senado norteamericano.
He aquí una breve lista de demócratas que ocultamente esperan que Mitt Romney consiga darle la vuelta a su campaña presidencial rápidamente y le haga sudar tinta a Obama: Heidi Heitkamp, candidata demócrata al Senado por Dakota del Norte; Jon Tester, senador demócrata por Montana, y el republicano Shelley Berkley, candidato demócrata al senado en Nevada.
¿Y por qué? Pues porque están en una carrera apurada al Senado, y andan todos inquietos por una avalancha potencial de fondos republicanos en sus respectivos estados si la campaña de Romney empieza a parecerse a una propuesta que lleva las de perder.
Sólo en las dos últimas semanas, la organización Crossroads GPS, asesorada por el estratega republicano Karl Rove, [1] se gastó 387.000 dólares en anuncios de televisión en Dakota del Norte, 615.000 en Montana y 847.000 en Nevada.
La razón es sencilla. Si bien la primera opción de los conservadores consistiría, por supuesto, en ocupar la Casa Blanca, el Senado supondría un premio de consolación y una poderosa restricción para Obama en caso de que obtuviera un segundo mandato. Y el control del Senado, que ahora mantienen los demócratas, está disponible. Los republicanos sólo necesitan conseguir cuatro escaños para hacerse con la mayoría.
Hasta hoy, Crossroads y otros grupos independientes que recaudan fondos han agotado la mayor parte de su dinero en la campaña presidencial, de acuerdo con los registros recopilados por la fundación independiente Sunlight. Pero el equilibrio parece ir desplazándose hacia la carrera del Senado y la Cámara de Representantes.
En este punto, Crossroads GPS y su filial, American Crossroads, todavía tienen planes para seguir invirtiendo en la carrera presidencial, según me confió un portavoz. El mes pasado, Rove declare ante un auditorio de donantes que su presupuesto era de 200 millones de dólares para la Casa Blanca, 70 millones para el Senado y 32 millones para la Cámara de Representantes.
Pero no eran más que «proyecciones generales», según afirmó el portavoz de Crossroads, Jonathan Collegio, en un correo electrónico.
En público, Rove afirma que todavía cree que puede ganar Romney. Pero otros estrategas del GOP han hecho notar que el número de votantes indecisos ha ido menguando rápidamente; para cuando se celebre el último debate presidencial, el 22 de octubre, puede quedar poca gente a la que convencer.
En ese punto, si no antes, Rove y sus colegas podrían decidir desviar el dinero que queda de la apuesta más alta a las demás carreras en las que contará sobremanera, entre ellas esa competición por el Senado en Dakota del Norte, Montana y Nevada.
Los estrategas de campaña tienen un término para las inyecciones de fondos en el último minuto: «bombas de dinero», y Rove se encuentra en situación de lanzar unas cuantas. American Crossroads informó la semana pasada de que tenía disponibles 32 millones de dólares, y aún esperaba más. Se cree que su aliado organizativo de «bienestar social», Crossroads GPS, tiene incluso más dinero, pero no se le exige revelar su situación financiera hasta el año que viene.
La gente que ha hablado recientemente con Rove (yo no he tenido ocasión), afirma que se muestra apasionado cuando de trata de hacer labor de zapa en la carrera del Senado por todo el país y decidir en dónde pueden inclinar la balanza sus organizaciones de financiación.
Durante la Convención Nacional Republicana en Tampa, Florida, un reportero de Bloomberg News logró tomar asiento, pasando inadvertido, en una sesión informativa a puerta cerrada de Rove con donantes. El titular de la historia rezaba: «Olvidaos de Mitt Romney, los ojos de Karl Rove están puestos en el Senado».
«Estamos comprometidos hasta el cuello» en Dakota del Norte, les dijo a los donantes. Afirmó que creía que el GOP [Grand Old Party, sobrenombre del Partido Republicano] tenía buenas oportunidades de vencer en Nebraska, Wisconsin, Montana y Florida, entre otros estados.
Declaró que había tratado de que presionar a Todd Akin, candidato del GOP en Misuri, para que abandonase la carrera después de que Akin afirmara que las mujeres rara vez se quedan embarazadas en casos de «legítima violación».
«Tendríamos que hundir a Todd Akin. Si resulta misteriosamente asesinado, no me preguntéis por dónde ando», bromeó Rove.
Pero Akin desoyó el consejo y siguió en la campaña. El grupo de Rove afirma, con todo, que no le prestará apoyo, pero otros grupos conservadores, están pensándose si poner dinero en su carrera.
En Dakota del Norte, los donantes de Rove han sufragado anuncios de televisión atacando a Heitkamp, antigua fiscal general de dicho estado, en varios frentes.
«Heidi Heitkamp apoya el Obamacare», advierte un anuncio en tono desaprobatorio. «No es ese el cambio que nos hace falta. Dile a Heidi que el Obamacare es malo para Dakota del Norte».
Otros anuncios atacaban a la candidata demócrata por gastar dinero del estado en vuelos en avionetas privadas (una acusación que resultó ser falsa) y por aceptar contribuciones de un abogado de Washington que no trabajaba para el estado (cierto). Los anuncios los financió Crossroads GPS.
«Se creen que el escaño del Senado sale a subasta», ha declarado Heitkamp en sus discursos de campaña. «Y no es propiedad de Karl Rove ni de sus amigos multimillonarios».
Pero su argumento se ve debilitado por el hecho de que también ella está aceptando todo el dinero externo que puede encontrar. Desde mediados del verano, Heitkamp va por detrás de su oponente republicano, Rick Berg, en la recaudación tradicional de fondos; Berg cosechó cerca de 4 millones de dólares frente a los cerca de 2,1 millones de Heitkamp, aunque ella ha recibido más de 2,7 millones de dólares de grupos externos, comparado con los 2,4 millones de Berg.
Y ese puede constituir el mayor logro de Rove este año. Tenga o no éxito en ayudar al GOP a apoderarse del Senado, le ha cambiado la cara a la financiación de la campaña. Parece probable que la alianza de grupos de recaudación de fondos creada por él pueda perdurar años y años, y ya está sirviendo de modelo de recaudadores de fondos y estrategas del otro lado.
«Toda conspiración necesita un dirigente con capacidad de visión, que piense en un futuro a largo plazo, que desarrolle la partida en su cabeza yendo muchas jugadas por delante» declaró Rove a un grupo conservador en el año 2005. Bromeaba acerca de la conspiración, pero no respecto a la estrategia a largo plazo.
Nota del t.:
[1] Karl Rove (1950), celebérrimo consultor político republicano, fue el verdadero «hacedor» de George W. Bush, como estratega electoral, «arquitecto» de sus campañas desde los años 70 — incluyendo las de gobernador de Tejas y las presidenciales de 2000 y 2004-, y consejero áulico ya en la Casa Blanca.
Doyle McManus es columnista político del diario californiano Los Angeles Times.
Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón