Rick Rozzoff en su artículo ‘La batalla por la Antártica’ denuncia una estratégica batalla por recursos naturales silenciada por los medias. El botín. Según cálculos la plataforma ártica contiene minerales y un quinto del petróleo y casi un tercio del gas natural no descubiertos del mundo. En el Polo Sur se encuentran una capa de […]
Rick Rozzoff en su artículo ‘La batalla por la Antártica’ denuncia una estratégica batalla por recursos naturales silenciada por los medias.
El botín. Según cálculos la plataforma ártica contiene minerales y un quinto del petróleo y casi un tercio del gas natural no descubiertos del mundo. En el Polo Sur se encuentran una capa de 500.000 millones de toneladas de carbón, el 75% del agua fresca de la Tierra, abundantes suministros de peces y bajo el mar una incalculable riqueza de gas, minerales y unos 60 mil millones de barriles de petróleo.
Conquista británica. A pesar que el año 1959 Gran Bretaña firmó el Tratado Antártico el 2007 anunció que presentaba una demanda para expandir el territorio antártico en un millón de kilómetros cuadrados y que también presentaría «otras cuatro demandas… por territorio del lecho marino atlántico alrededor de las Georgias del Sur y las Islas Malvinas (Falkland) y también alrededor de la Isla Ascensión en el Sur del Atlántico, cerca de la Bahía de Vizcaya en el Norte del Atlántico, y en la cuenca Hatton-Rockall frente a las costas de Escocia.» Peticiones que formalizó el año 2009.
Para utilizar en conjunto Rockall a fin de penetrar el Ártico, Londres inició conversaciones con Islandia, Irlanda y Dinamarca
Conquista australiana. El año 2008 «la Comisión de la ONU sobre los Límites de la Plataforma Continental – a través de quién sabe qué combinación de docilidad ante los pocos escogidos y negligencia internacional – otorgó a Australia 2,5 millones más de kilómetros cuadrados en el Océano Antártico…» lo que podría asegurarle reservas de petróleo y gas bajo el mar.
El jefe adjunto de la expedición rusa a la Antártica, Vladimir Kuchin, dijo entonces que «El Tratado Antártico no reconoce ninguna reivindicación de derechos, y la ONU no posee ningún territorio y por lo tanto no puede aprobar expansiones territoriales.»
«Un año después, Australia dio a conocer su mayor crecimiento militar desde la Segunda Guerra Mundial, que proyecta un aumento de 72.000 millones de dólares en gastos militares y la adquisición de doce submarinos «hunter-killer», tres nuevos destructores interceptores de misiles, todos equipados con misiles crucero Tomahawk con un alcance de 2.200 kilómetros, y 100 F-35… estadounidenses…»
Esa nueva maquinaria bélica contará ahora con otros 2,5 millones de kilómetros cuadrados para desplegarse y maniobrar, sobre del Océano Antártico, que según estipula el Tratado Antártico debe mantenerse libre de equipamiento y armamento militares.
La misma campaña occidental, actuando en diversas coaliciones ad hoc o antiguas, pero especialmente en el condominio militar colectivo que es la OTAN, es realizada en el Círculo Ártico…, el Golfo Pérsico…, la cuenca del Mar Caspio… y el continente africano, particularmente en el Golfo de Guinea…»
Rozzoff explica: «Esta política a costa de otros es parte de un modelo acelerado de las principales potencias occidentales y sus puestos avanzados militares por conseguir el control de los recursos del mundo, y a un ritmo vertiginoso.» (1)
La explotación libre de los recursos de la naturaleza en el necesario crecimiento económico constante lleva al capitalismo a un colapso inevitable. Las corporaciones y sus estados lo saben y se adelantan apoderándose de espacios terrestres que les permitan ser un orden privilegiado en el poscapitalismo.
El poder del mundo desarrollado pasa por sobre la legalidad y hace sentir su fuerza como lo ha hecho la burguesía en la historia.
El Tratado Antártico de 1959 estipula que: «ningún acto o actividad que tenga lugar mientras el presente Tratado esté en vigencia constituirá una base para afirmar, apoyar o negar una reivindicación de soberanía territorial en la Antártica o crear algún derecho de soberanía en la Antártica.»
Dmitry Yevstafyev del Centro de Estudios Políticos en Moscú advierte que se abre una puerta para una re-división en gran escala del mundo convirtiendo la lucha por los recursos en una guerra global.
En un artículo Tanya Thompson caracterizó lo que está en juego en el proyecto de dividir la mayor área sin explotar del planeta. «Desde la Edad de Oro del Imperio, Gran Bretaña no había reclamado su derecho a un área tan vasta de tierra en la escena mundial… la Antártica ha emergido como el último campo de batalla para potencias rivales que compiten en diversos frentes para conseguir territorios ricos en petróleo.»
El capitalismo morirá, pero la burguesía quiere traspasar privilegios a la época que le seguirá.
1 Ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=85648
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