Recomiendo:
0

Entrevistas a Mamadou Ouattara, delegado general del RDR para el Benelux y Toussaint Alain, consejero UE de Laurent Gbagbo

Las doce menos cinco en Costa de Marfil

Fuentes: Afiavi

Traducido para Rebelión por Rocío Anguiano

En vísperas de una más que probable intervención militar contra Costa de Marfil, Afiavimag ha hablado con dos representantes de los dos campos que, desde hace un mes, reivindican de forma violenta el poder presidencial. Toussaint Alain, Consejero UE de Laurent Gbagbo y Mamadou Ouattara, Delegado general del RDR para el Benelux. Dos visiones de la democracia y de la soberanía confrontadas. En nombre del futuro de Costa de Marfil y de toda África…

Mamadou Ouattara

Delegado general del RDR para el Benelux

«¡Por Costa de Marfil, Gbagbo debe retirarse!»Afiavimag: ¿Una intervención militar de la comunidad internacional encauzará Costa de Marfil por la senda de la estabilidad política y la democracia?

Mamadou Ouattara: No recurrimos al uso de la fuerza de(largo) buen grado. Pero tenemos que ser realistas. Si para conseguir que se respete el voto de los electores es necesario recurrir a la fuerza militar, habrá que hacerlo.

¿Qué piensa de la mano que ha tendido Laurent Gbagbo a Alassane Ouattara con su propuesta de crear un «comité de evaluación internacional» para salir de la crisis?

¿Cómo quiere que la contemple sino como una estratagema más que no engaña ya a nadie? Además, ¿cómo puede el perdedor de unas elecciones democráticas «tender la mano» al ganador? Es hora de que en África tengamos el valor de decirnos a nosotros mismos la verdad y de optar por vías que nos permitan esperar un futuro mejor. Lo hemos visto antes en Zimbabue y en Kenia: todos los compromisos que se inscriben al margen de la verdad democrática generan resultados insatisfactorios que no responden a lo esperado. ¡Para nosotros esta propuesta de Gbagbo no tiene ningún valor! Además no hay diálogo o negociación posible. ¡Por el bien de Costa de Marfil, de África y de la democracia, Laurent Gbagbo debe retirarse! Si queremos que el día de mañana el pueblo marfileño tenga el valor de volver a las urnas, es preciso respetar su veredicto.

¿Hubo fraudes en el norte del país durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales?

No lo creo. En la medida en que la Comisión Electoral Independiente (CEI) y los distintos responsables de estas elecciones no han detectado fraudes susceptibles de enturbiar el buen desarrollo de ese escrutinio. De forma global, le respondo que no, incluso si en algún sitio han podido producirse situaciones lamentables como tentativas de fraude, amenazas y asesinatos. Casos de estos se han dado en todo el país, lo que es deplorable.

¿Entonces su partido no ha puesto una denuncia por fraudes electorales?

No. Las irregularidades detectadas no han llegado a alterar los resultados de la votación.

El Consejo Constitucional de Costa de Marfil (CC) ha considerado que había habido fraudes en el norte del país y ha anulado esos resultados parciales al tiempo que proclamaba la victoria de Laurent Gbagbo. Además, según el artículo 64 nuevo de la Ley Electoral, en caso de que el CC detecte fraudes, este deberá invalidar el conjunto de las votaciones para volver a convocarlas en el plazo de 45 días. ¿Cómo explica que el CC no haya tomado esa decisión?

Ha dado en la clave del problema. Nuestros textos son muy claros. El Consejo Constitucional no puede a anular una parte de las elecciones. Este organismo puede, en un momento dado, anular el conjunto de las elecciones, pero esta decisión debe ser resultado de una petición de la CEI. Esto queda claramente definido en el artículo 59 de la Ley Electoral: «En los tres días siguientes a la votación, la Comisión Electoral Independiente facilitará al Consejo Constitucional, al representante del Secretario General de las Naciones Unidas en Costa de Marfil y al representante de los mediadores, un ejemplar del acta acompañada de los documentos justificativos». Eso supone que si el trabajo de la CEI se considera nulo, el trabajo del Consejo Constitucional no llegará a realizarse. En resumen, el Consejo Constitucional marfileño no ha dado muestras de independencia pero sirve de instrumento para mantener de forma antidemocrática el poder de Laurent Gbagbo.

Por una parte, el presidente del Consejo Constitucional estaría al servicio de Laurent Gbagbo; por otra, es el presidente del CEI quien estaría siendo manipulado por Alassane Ouattara. ¿Estos dos organismos de Costa de Marfil son realmente independientes?

Basta con observar cómo se creó cada uno de ellos. El Consejo Constitucional es un producto creado exclusivamente por Laurent Gbagbo. En cambio, la CEI fue creada por el conjunto de los partidos políticos, firmantes de los acuerdos de Marcoussis. En el seno de la CEI, el reparto de representantes ha sido ratificado con el acuerdo de todos y unos y otros están representados de forma igualitaria (dos por formación política). ¿Ahora pretenden que creamos que la CEI está al servicio de la oposición? ¡No! Hay una estrategia clara. Dado el compromiso de la comunidad internacional en la organización de estas elecciones y la exacerbación de los ánimos en Costa de Marfil, se decidió, de forma unánime, establecer sistemas que no despertaran ninguna sospecha. Hoy, los hechos nos demuestran que el Consejo Constitucional fue creado por Laurent Gbagbo con el único fin de eludir a la CEI.

Sus adversarios les acusan de participar en un complot franco-americano contra la soberanía de Costa de Marfil. Alassane Ouattara trabajó para el FMI y su boda la ofició el ex alcalde de Neuilly, Nicolas Sarkozy. ¿Ouattara es el hombre de los americanos?

¡Alassane Ouattara no está al servicio de nadie! Ni de Francia ni de Estados Unidos. Es un hombre que piensa que tiene cualidades y competencias que puede poner al servicio de su país. Y esa es la razón de que abandonara sus funciones en el FMI para contribuir al desarrollo de Costa de Marfil. Ni Francia ni Estados Unidos le empujaron a dejar el FMI para presentarse a las elecciones. Para Costa de Marfil, la llegada legítima de Ouattara al poder, es la garantía de un futuro mejor para todos sus ciudadanos. No solo se garantizará la soberanía del país sino que le aseguro que, frente a otros, Ouattara no ambiciona el poder por dinero. Si pretendiera llenarse los bolsillos, lo tendría más fácil en cualquier otro sitio que aquí con la situación a la que se enfrenta actualmente… Francamente, las acusaciones de nuestros adversarios son las de personas desprovistas de argumentos democráticos y pertinentes.

Teniendo en cuenta que hay 900 soldados franceses en Costa de Marfil, el pasado colonial francés y la flema paternalista del Presidente Sarkozy (que en 2007 declaraba en Dakar que «El hombre africano no ha entrado en la Historia»), ¿Francia es el país adecuado para hacer de árbitro en esta crisis?

Es normal querer abordar el problema desde esa perspectiva. Yo mismo, no comparto todos los puntos de vista de Sarkozy. Sin embargo, en este caso, creo que a Nicolas Sarkozy le mueve más bien la preocupación por conseguir que se respete la democracia. No niego la presencia militar francesa en Costa de Marfil ni los vínculos históricos entre nuestros dos países, pero, a pesar de ello, es importante analizar el problema desde distintas perspectivas. Y la perspectiva que usted plantea no es siempre la predominante. La intervención de Nicolas Sarkozy se enmarca más en una voluntad de hacer respetar las reglas democráticas que en una voluntad paternalista. Desde luego, podemos discutir del empleo de los términos y de la forma elegida. Pero eso sigue siendo secundario respecto al fondo.

Teniendo en cuenta el compromiso franco-americano, el pasado de África y el papel depredador de las grandes potencias occidentales en el continente, ¿a quién beneficiará esta crisis? ¿A la sociedad marfileña o a la defensa de los intereses occidentales en el país?

Dada la historia de África, puedo entender el razonamiento de algunas personas. Sin embargo, para nosotros los africanos, ya es hora de salir de ahí. Como sabe, hace cincuenta años, el nivel de vida medio de África era superior al de Asia. Hoy el mundo solo tiene ojos para Asia. ¿Por qué esta diferencia de desarrollo? Porque los asiáticos han conseguido salir de la infantilización que consiste en echarle la culpa siempre al exterior. Cuando uno se enfrenta a dificultades, primero hay que sentarse y reflexionar en su parte de responsabilidad. Antes incluso de intentar identificar la responsabilidad de los demás. Evidentemente, es más fácil echarle la culpa a los otros, pero esto no resolverá nuestros problemas. Debemos hacernos cargo de nosotros mismos y eso no significa rechazar de forma sistemática lo que los demás piensan. A veces tengo la impresión de que muchos africanos se han quitado un complejo para adquirir otro. Tras liberarse del complejo de inferioridad, la mayoría tiene hoy un complejo reaccionario. ¡Ni uno ni otro harán avanzar la causa africana! Necesitamos tomar conciencia de nuestros valores y de nuestros límites para encontrar las mejores vías y medios para el progreso de África.

Una guerra en Costa de Marfil podría conducir a una «situación somalí» y quizá llevar a esta potencia de África del Oeste a convertirse en otro nido de terroristas…

Personalmente, no creo en una guerra civil tal como usted la plantea. ¡Los marfileños están cansados y no quieren una guerra! Los que dicen apoyar a Gbagbo lo hacen porque han sido manipulados o no tienen elección. El motor de la actual crisis es el resultado de una minoría instrumentalizada por el poder saliente. La mayoría de los marfileños quiere vivir en paz.

Más allá de las convicciones, al pedir una intervención militar exterior, ustedes plantean también el tema de la finalidad de la ONU: ¿agente de la paz mundial o garante de un orden planetario en beneficio de Occidente?

La ONU constituye un medio cuyo fin es que el mundo funcione mejor. Me atrevo a pensar que esa es la razón misma de su existencia. Lo que le confiere un papel primordial en la resolución de los conflictos. A pesar de los errores cometidos aquí y allá, no creo en el postulado de que las intervenciones de la ONU se derivan siempre de una elección interesada. Y me alegro de que, en el caso de Costa de Marfil, la ONU, la UE y la CEDEAO hayan entendido que la única solución viable para una estabilidad soberana de mi país radica en el respeto de los resultados electorales. Es lo que nos piden las poblaciones y es la definición precisa de la democracia.

«¡Si se embarcan en una aventura militar, perderán!»

Toussaint Alain

Consejero UE de Laurent Gbagbo

Afiavimag: A propósito de Costa de Marfil, usted declaró en Bruselas: «¡El golpe de Estado ha fracasado!». ¿Qué entiende por eso?

Toussaint Alain: Alassane Ouattara es autor del golpe de Estado más largo de la historia del mundo. En septiembre de 2002, con una banda armada, intentó quitarle el poder al presidente Gbagbo. Ese golpe de Estado se transformó en una rebelión armada que provocó la división del norte y el sur del país. De acuerdo de paz en acuerdo de paz, de gobierno de reconciliación nacional en gobierno de reconciliación nacional, hemos llegado a las elecciones presidenciales de 2010. Ahora, creemos que Ouattara, con su postura y su comportamiento, amenaza la ya precaria estabilidad de Costa de Marfil y el conjunto de la subregión de África del Oeste. Es necesario que la opinión pública europea comprenda que Alassane Ouattara está lejos de ser un demócrata. Es el artífice, el patrocinador, el beneficiario de una rebelión armada que ya ha causado más de cinco mil víctimas en Costa de Marfil. Un día ese señor y sus acólitos tendrán que responder de sus crímenes ante los tribunales marfileños o internacionales.

¿Se prepara Costa de Marfil para enfrentarse a una intervención militar exterior?

Creo que se trataría de una iniciativa totalmente suicida. No hay que olvidar que Costa de Marfil tiene 22 millones de habitantes entre los que hay un 40 % de residentes extranjeros, principalmente originarios de África del Oeste (Burkina Faso, Senegal, Malí, Nigeria, Gana). Si quisieran poner a esos ciudadanos en peligro, estos países africanos, que defienden una intervención militar contra Costa de Marfil, no actuarían de otra manera. Así que hay que optar por la vía de la razón, que es la de la negociación y las conversaciones. Costa de Marfil no ha emprendido una acción beligerante contra sus vecinos o contra un Estado extranjero. ¡Se trata de un conflicto electoral! Si hubiera que declarar la guerra a todos los gobiernos que están en la misma situación que la nuestra, toda África se vería afectada. No podemos descartar la posibilidad de una guerra declarada desde el exterior, pero nosotros no la deseamos.

La ONU, la UE, Francia, EEUU, la CEDEAO y Nigeria se muestran cada día más decididos a recurrir a la opción militar para «desalojar a Laurent Gbagbo»…

Si ellos están decididos a que haya guerra, nosotros estamos decididos a que haya paz. ¡Si se embarcan en una aventura militar, perderán! En la actualidad, tenemos la capacidad y los medios para enfrentarnos a ese tipo de peligro. Sin embargo, una aventura militar tendría graves consecuencias para todos los implicados en el proceso. Es una de las razones por las que nosotros anteponemos el diálogo. Por otra parte, analicemos la situación en Nigeria. Ese país se enfrenta a graves problemas internos, rivalidades y enfrentamientos interétnicos, secuestros de extranjeros europeos y norteamericanos. Nigeria haría mejor en limpiar su casa antes de lanzarse a una aventura bélica. En resumen, nosotros queremos la paz, pero si nos vemos obligados a ir a la guerra, no seremos los vencidos…

¿En vísperas de un posible ataque, Costa de Marfil cuenta con el apoyo de uno o de varios países de los llamados «emergentes» (China, India, Brasil, etc.)?

Solo hay que fijarse en la reunión especial sobre Costa de Marfil que se celebró en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra (23 de diciembre de 2010). Y con examinar el comunicado final elaborado por esa Comisión. La propuesta inicial fue rechazada por unos cuantos países… Es todo lo que puedo decirle. Que cada uno saque las conclusiones oportunas. Yo añadiría que Costa de Marfil no está precisamente sola en África del Oeste, central, del Norte y del Sur ni tampoco en Europa. Tenemos aliados también en América Latina y Asia. Costa de Marfil tiene socios razonables que no están cegados por el odio anti Gbagbo. ¡Hace diez años que perdura la inestabilidad en nuestro país! Y la «comunidad internacional» nunca ha pensado en una intervención militar ni siquiera en sanciones contra la rebelión armada para acabar con la división territorial. Ahora, con la excusa del conflicto electoral, ¿se trataría de atacar nuestro país con tropas extranjeras para, como usted dice, «desalojar a Laurent Gbagbo»? Es hora de que las grandes potencias se tomen un poco más en serio…

El último informe de la ONU sobre los crímenes cometidos en Costa de Marfil recoge setenta muertos, y los autores de estos crímenes serían principalmente partidarios de Laurent Gbagbo…

El que quiere ahogar a su perro, le acusa de tener la rabia… Les recuerdo a los autores de ese informe el conjunto de hechos y crímenes que se han producido en Costa de Marfil desde septiembre de 2002. No hay que hacer diferencias entre los muertos; contar las víctimas de un bando y olvidar las del otro. ¡Es preciso que se tengan en cuentan todas las violaciones de derechos humanos cometidas en Costa de Marfil! Desde esta perspectiva, quien tendrá que presentarse ante la CPI (Corte Penal Internacional) no es quien ustedes creen. Ouattara y Soro (Primer Ministro designado por Alassane Ouattara, N. de la R.), los cabecillas de la rebelión, saben perfectamente que son responsables de miles de crímenes en la zona del norte que ellos ocupan. Si ha habido una investigación de la ONU sobre los recientes sucesos, no podemos por más que alegrarnos. Pero los muertos de 2010 no deben hacer olvidar los de años anteriores. Estos son obra esencialmente de Alassane Ouattara que mandó asesinar a miles de mujeres y niños en Costa de Marfil.

Ustedes creen que Costa de Marfil es víctima de un «complot internacional» dirigido por la Francia de Sarkozy. ¿Cómo ha podido Sarkozy convencer a Obama, a una mayoría de dirigentes de la UE, a la ONU y a la CDEAO para que se conviertan en cómplices de un golpe de Estado?

Desde septiembre de 2002, fecha del comienzo de la rebelión, Francia ha tomado siempre la iniciativa en todas las decisiones relacionadas con Costa de Marfil. En las Naciones Unidas, las reuniones sobre la crisis marfileña se celebran a petición de Francia. Francia optó por apoyar a otros dirigentes frente a Laurent Gbagbo. Esta es la lógica que permanece, año tras año. Dure lo que dure el tiempo que Gbagbo esté en el poder, Francia estará contra él. Ahora, no se sabe por qué arte de magia, el poder francés ha conseguido embarcar a Obama en una aventura bélica. Se trata de proteger los intereses occidentales en un momento en que China, y más ampliamente Asia, ha abierto una brecha económica extraordinaria en el continente africano. Lo que le interesa a Francia y a Estados Unidos no es tanto la protección de la democracia como los recursos petrolíferos, mineralógicos de Costa de Marfil y del Golfo de Guinea. En la actualidad, para transportar el petroleo del Golfo Pérsico a Estados Unidos hacen falta tres meses, con todas las amenazas terroristas que pesan sobre los petroleros. Desde el Golfo de Guinea, el mismo transporte se puede hacer en solo en tres semanas hasta la Costa Este estadounidense. Se trata de intereses geopolíticos y de geoestrategia. Está también la amenaza de AQMI (Al Qaeda Magreb Islámico) en África del Norte. Teniendo en cuenta este dato, Estados Unidos también necesita aliados en África del Oeste. Pero el presidente Gbagbo nunca ha actuado contra los intereses franceses y estadounidenses. Muy al contrario, ya que ha permitido a seiscientas empresas aumentar su parte de mercado en el territorio marfileño.

Sus adversarios marfileños han considerado nula y sin valor la propuesta de Laurent Gbagbo de crear un «comité de evaluación internacional» para salir de la crisis. ¿Qué carta les queda para restablecer el diálogo con el partido de Alassane Ouattara?

Sé que la razón acabará venciendo. Ouattara se sentará en una mesa de negociación con el Presidente Gbagbo. Porque tendremos que volver a la dimensión nacional de la crisis. Se ha creado una crisis internacional de manera artificial con una sustitución de actores. Ahora, los principales implicados deben reunirse. El presidente Gbagbo y su esposa, Ouattara, Soro y Bédié deben reunirse para hablar. Creo que esto ocurrirá dentro de unos diez días. ¡Porque la situación de bloqueo no le conviene a nadie! Ni al presidente Gbagbo, ni a Outtara ni a sus padrinos.

Volvamos al «conflicto postelectoral». El Consejo Constitucional de Costa de Marfil (CC) consideró que había habido fraudes en el norte del país y anuló esos resultados parciales al tiempo que proclamaba la victoria de Laurent Gbagbo. Además, según el artículo 64 nuevo de la Ley electoral, en caso de que el CC detecte fraudes, este deberá invalidar el conjunto de las votaciones para volver a convocarlas. ¿Por qué no ha tomado el CC esa decisión?

Es un artículo entre otros. El Consejo Constitucional, la Constitución, la Ley electoral marfileños prevén que el candidato que desee interponer un recurso tenga que comunicárselo al CC. Este organismo deberá pronunciarse en un plazo de uno a siete días. Tras examinar el posible recurso, el CC proclama los resultados definitivos. En los dos textos, hay más de setenta artículos. Cada uno hace sus cálculos, se fija en el artículo que le interesa de forma oportunista e ignora el resto de artículos. Por lo que se refiere al tratamiento y al anuncio de los resultados, se presentó un recurso ante el CC en fecha y forma. Esto se hizo después de la segunda vuelta. Cuando el CC constató que había 2200 actas de escrutinio manipuladas, las descartó y después proclamó los resultados…

¿La CC tenía derecho a anular los resultado parciales?

¡Claro! La misma decisión se tomó en Francia en las elecciones presidenciales que enfrentaron a Ségolène Royal y a Sarkozy. Tras la segunda vuelta, hubo una o dos circunscripciones francesas en las que se anularon los votos. Anulación que obligó a rehacer los cálculos antes de la proclamación de los resultados. Las normas constitucionales son las mismas en la dos Repúblicas. La diferencia es que la irregularidad detectada en Costa de Marfil no se limita a una o dos circunscripciones, sino que se da en departamentos, ciudades y regiones. Ha habido industrialización del fraude. Esta es además la razón de que la oposición rechazara el recuento electrónico. Los ordenadores son parámetros: por ejemplo, si tiene más votantes que inscritos en una circunscripción, la máquina rechaza automáticamente los resultados. Este es el tipo de anomalía que se ha detectado en las actas de escrutinio controvertidas de Ouattara. . En resumen, casualmente el fraude se ha concentrado en el norte del país y beneficia a Ouattara. Este último, que sin embargo suele querellarse, no ha interpuesto ningún recurso ante el CC. Ni siquiera contra los resultados del sur que le son desfavorables. Lo que significa al menos una cosa: en el sur del país (favorable a Laurent Gbagbo, N. de la R.), las votaciones en su conjunto se han desarrollado de forma satisfactoria.

Sus adversarios afirman que Ouattara no es el hombre de Estados Unidos. Si tuviera que poner un ejemplo de lo contrario, ¿cuál sería?

En primer lugar, la rebelión se promovió y se financió desde Uagadugu (Burkina Faso). Costa de Marfil ha quedado dividida en dos y el norte del país está controlado por Burkina Faso, potencia extranjera que por muy pequeña que sea ha apoyado al candidato Ouattara. Entre las dos vueltas de las elecciones, Ouattara estuvo en Senegal a invitación del presidente Wade; esta es una prueba complementaria. El presidente de Nigeria, Jonathan Goodluck, financió con mil millones de FCFA la campaña electoral de Ouattara. La agitación, la excitación de la ONU, Estados Unidos y Francia muestra claramente que Alassane Ouattara es el candidato del exterior. Es un títere, un instrumento que ellos necesitan para apropiarse de Costa de Marfil. Dada la cantidad de problemas que hay en el mundo más graves que el enfrentamiento postelectoral marfileño, está conmoción no deja de extrañarnos. Para Somalia, Sudán, Líbano, Gaza e Israel/Palestina todavía no se ha encontrado una solución, ¿pero la ONU no tiene otra cosa mejor que hacer que ocuparse de los problemas postelectorales de Costa de Marfil? Este organismo inventa masacres, crea psicosis, habla de una futura guerra civil… Seamos serios: ¡Alassane Ouattara es un agente americano al servicio de intereses extranjeros!

Más allá de las convicciones, la crisis marfileña reaviva un tema central: ¿tras el cincuentenario de las independencias africanas, este continente es realmente libre e independiente?

Todo el mundo sabe que actualmente África no es libre… La mayoría de los países africanos tienen al frente dirigentes manejados por las capitales occidentales. Son presidentes a sus ordenes; su política va encaminada esencialmente a empobrecer a los africanos y a enriquecer a las grandes potencias coloniales. En efecto, las independencias son un tema central y lo que pase en Costa de Marfil será sin duda determinante para el futuro de África. Por eso, deseamos que este conflicto se resuelva en la paz. La época de los africanos que vendían a otros africanos a potencias negreras no debe recomenzar. Cuando se plantea la posibilidad de que Nigeria, ayudada por mercenarios burkineses, senegaleses y togoleses, ataque Costa de Marfil para restablecer yo no sé a qué «presidente electo», se nos vienen recuerdos de otros tiempos, de la traición africana en la trata de negros. Esta lucha por una verdadera independencia debe ampliarse e intensificarse. De forma pacífica, mediante el debate de ideas y la confrontación de opiniones. ¡Kwamé N’Krumah, Patrice Lumumba, Sekou Touré y otros no han vivido ni luchado en vano! El presidente Gbagbo es de la casta de los padres fundadores de África. A la luz de lo que vivimos hoy, entendemos mejor lo que Occidente ha llamado «la sabiduría de Félix-Houphouët Boigny» (primer presidente de Costa de Marfil, fallecido en 1993, N. de la R.). Houphouët era prisionero del sistema de la Francáfrica. Eligió entre vivir y dirigir su país sin molestar o ser asesinado y provocar una guerra civil. Esta «sabiduría» es ser sumiso y dócil. Cuando no se elige esta opción, deseada por el amo blanco, se es «xenófobo», un «belicista» y un «estafador electoral». Laurent Gbagbo es un patriota y un panafricano auténtico que ha elegido la libertad frente a la esclavitud. En Abidjan, Francia hubiera querido un burócrata al servicio de París, al servicio de sus ambiciones. El presidente Gbagbo es un jefe de Estado, aunque sea de un país que no tiene voz en las resoluciones tomadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Declaraciones recogidas por Olivier Mukuna

Fuente: http://afiavi.free.fr/e_magazine/spip.php?article1411