La próxima vez que ustedes oigan a un economista o a un morador de Wall Street hablar acerca de cómo le va por estos días a la «economía de Estados Unidos», cuiden sus billeteras. Existen dos economías norteamericanas. Una está en reparación. La otra aún se sigue deshaciendo. La que está en reparación es la […]
La próxima vez que ustedes oigan a un economista o a un morador de Wall Street hablar acerca de cómo le va por estos días a la «economía de Estados Unidos», cuiden sus billeteras.
Existen dos economías norteamericanas. Una está en reparación. La otra aún se sigue deshaciendo. La que está en reparación es la economía del Gran Dinero de Estados Unidos. Comprende a los operadores de la Bolsa de Wall Streets, a los grandes inversionistas, a los mejores profesionales y ejecutivos de las corporaciones.
A la economía del Gran Dinero le va muy bien por estos días. En parte eso es gracias a Ben Bernanke, cuya Reserva Federal mantiene las tasas de interés casi en cero imprimiendo dinero tan rápidamente como puede. En esencia es dinero gratuito para la economía del Gran Dinero de Estados Unidos.
Casi siempre el dinero gratuito puede ponerse al servicio de crear más dinero. Las grandes corporaciones están recuperando sus paquetes de acciones y de esa manera aumentan las ganancias corporativas. Están comprando otras compañías o fusionándose con ellas.
Y viajan al extranjero en busca de clientes.
Gracias a países de rápido crecimiento como China, India y Brasil, las gigantescas corporaciones están acumulando ventas. Están vendiendo todo a los consumidores asiáticos y latinoamericanos, desde autos a teléfonos celulares, elegantes programas de Internet e iPads. Cuarenta por ciento de las 500 mayores corporaciones, según S&P, están realizando más del 60 por ciento de sus negocios en el exterior. Y los mayores inversionistas de Estados Unidos también se van al extranjero para obtener una buena ganancia con su dinero.
Así que no se preocupen por la economía del Gran Dinero de Estados Unidos. Según una encuesta de The Wall Street Journal revelada el jueves, la compensación total en servicios financieros aumentará 5 por ciento este año, y los empleados de algunos negocios, como administración de valores, obtendrán aumentos salariales de 15 por ciento.
El Promedio Industrial de Dow Jones ha regresado al lugar donde se encontraba antes de que la declaración de bancarrota de Lehman provocara el colapso financiero. Y las ganancias de las mayores corporaciones de EE.UU. están aumentando.
Pero existe otra economía norteamericana y no está reparándose. Llamémosla economía del Trabajador Promedio.
El informe de empleo del pasado viernes mostró 159 000 nuevos empleos del sector privado en octubre. Eso es una mejoría con relación a meses anteriores. Pero se necesitan 125 000 nuevos puestos de trabajo solo para mantener el ritmo del crecimiento de la fuerza laboral norteamericana. Así que otra manera de expresar lo que sucede a los empleos en octubre es decir que solo se agregaron 34 000 sobre lo que necesitamos para mantenernos al día.
Sin embargo, la economía norteamericana ha perdido 1,5 millones de empleos desde que comenzó la Gran Recesión. Y si se agrega el crecimiento de la fuerza laboral -incluyendo a todos los que están demasiado desencantados como para buscar trabajo-necesitamos 22 millones.
O para decirlo de otra manera: en materia de empleo, aún estanos en las últimas.
Uno de cada ocho sostenes de familia aún está desempleado. La mayoría de las familias de la economía del Trabajador Promedio depende del sostén de dos personas. Así que si uno de cada ocho no está trabajando, lo más probable es que los ingresos familiares hayan descendido en comparación con lo que eran hace tres años.
Y eso significa que no se están pagando las facturas.
Según una reciente encuesta de The Washington Post, más de la mitad de los norteamericanos -53 por ciento- está preocupado por el pago de su hipoteca. Esto es mucho más de los que estaban preocupados hace dos años, cuando la Gran Recesión tocó fondo. Por entonces, 37 por ciento expresaron preocupación.
La tasa de mora en los préstamos para vivienda está en aumento. Las ventas forzosas han aumentado como por ciento de las ventas totales.
La mayor parte de las personas en la economía del Trabajador Promedio poseen unas pocas acciones, si acaso tiene alguna. Su patrimonio es su casa. Pero con todas las moras y las ventas forzosas, el mercado de la vivienda tiene un exceso de casas en venta. Como resultado, los precios de las viviendas siguen descendiendo. Así que el valor del patrimonio de la mayoría de los norteamericanos aún está cayendo.
E incluso a pesar de que las tasas de interés están descendiendo, la mayor parte de las personas de la economía del Trabajador Promedio no puede refinanciar su casa. No pueden obtener un préstamo para comprar una casa. Los bancos no quieren prestar a la economía del Trabajador Promedio porque la consideran un mal riesgo crediticio. Aún deben mucho dinero, los ingresos familiares están por el suelo y su valor neto ha disminuido.
Y según una encuesta de Reuters/Universidad de Michigan entre los consumidores norteamericanos, las expectativas acerca de las finanzas personales están en su punto histórico más bajo.
Los habitantes de la economía del Gran Dinero están celebrando las victorias republicanas de la semana pasada. Ellos creen que las regulaciones financieras serán eliminadas, las regulaciones medioambientales descartadas, la reducción de impuestos de Bush extendidas al 1 por ciento de mayores ingresos, y para los trabajadores será más difícil formar sindicatos.
Los habitantes de la economía del Trabajador Promedio no están tan seguros. Su economía está tan mal que están disgustados con los políticos. Demostraron su disgusto en las urnas. Se desquitaron con los detentores de los cargos.
Pero si nada cambia en la economía del Trabajador Promedio, habrá graves consecuencias.
Robert Reich es profesor de Política Pública en la Universidad de Californio en Berkeley. Ha servido en tres administraciones nacionales, la más reciente como secretario del Trabajo con el presidente Bill Clinton.