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Las guerras, grandes ausentes en las elecciones

Fuentes: Miradas al Sur

Si un turista extranjero totalmente desinformado del papel que ejerce Estados Unidos en el mundo visitara estos días preelectorales ese país, difícilmente se enteraría que está involucrado de lleno en las dos guerras más cruentas que sufre el planeta actualmente. Aunque leyera los programas del Partido Demócrata y del Partido Republicano y fuera a numerosos […]

Si un turista extranjero totalmente desinformado del papel que ejerce Estados Unidos en el mundo visitara estos días preelectorales ese país, difícilmente se enteraría que está involucrado de lleno en las dos guerras más cruentas que sufre el planeta actualmente. Aunque leyera los programas del Partido Demócrata y del Partido Republicano y fuera a numerosos mítines o hubiera seguido los debates por radio o televisión, no tendría oportunidad de conocer que las dos guerras lideradas por Estados Unidos, la de Afganistán y la de Irak, han devastado esos dos países y han provocado la muerte de cientos de miles de personas, agudizando como nunca antes el enfrentamiento entre Occidente y el mundo árabe y musulmán. Tampoco se enteraría de qué contienen los 90.000 documentos secretos sobre la guerra en Afganistán y los 400.000 sobre la de Irak revelados por Wikileaks.

La impresionante documentación hecha pública por esta organización, accesible en http://wikileaks.org, supone la más documentada reconstrucción de los partes de guerra diarios y acciones militares hecha sobre una guerra en toda la historia moderna. A pesar de que organizaciones poderosas como Aclu habían logrado ya en el pasado a través de los tribunales que se desclasificaran muchos documentos relacionados con Guantánamo o Abu Ghraib, lo revelado por Wikileaks tiene un valor único. Las comunicaciones internas del Ejército de Estados Unidos permiten reconstruir, con lujo de detalles, los innumerables abusos, torturas y ejecuciones extrajudiciales cometidos tanto por las tropas estadounidenses como las del Ejército iraquí, con tolerancia de los mandos norteamericanos. «Secuestro», «decapitación», «violación», son palabras que aparecen constantemente en los partes, mostrando, además, en mapas interactivos, dónde se produjo cada muerte. De los documentos se concluye que de las 150.000 personas que murieron violentamente en Irak desde 2003, el 80% eran civiles, una cifra registrada con precisión por Estados Unidos pero nunca reconocida públicamente.

En Estados Unidos han hablado poco los medios de esto, mucho menos que en Europa. Y prácticamente no se habla nada en la campaña electoral. ¿Será que es un tema ajeno a las preocupaciones del ciudadano? Cuesta creerlo si se tiene en cuenta que en Irak, a pesar de la retirada parcial de tropas, sigue habiendo 50.000 efectivos y que en Afganistán superan los 100.000, a los que hay que sumar los más de 100.000 mercenarios empleados por las compañías privadas contratadas por el Pentágono. Esas 250.000 personas tienen familias, amigos, compañeros. Como tenían familias y amigos los 5.000 soldados que ya murieron en esas dos guerras o los tienen los 30.000 soldados que resultaron heridos, muchos de los cuales quedaron mutilados. Y aún a aquellos que no tienen ni han tenido amigos ni familiares ni compañeros involucrados en esas guerras, tal vez les preocuparía, como contribuyentes, saber que su gobierno está gastando 12.000 millones de dólares por mes para financiar esas guerras, a razón de 3.500 dólares por ciudadano desde 2001 hasta 2010, según el National Priorities Project de Masachussetts.

Pero ese desinformado turista extranjero no se enteraría nada de eso. Los dos grandes partidos que se baten a duelo este martes no parecen considerar que haya cosas importantes que discutir sobre el curso de estas guerras. En las 48 páginas del ideario del programa del Partido Republicano, titulado «A pledge to America», hay sólo unos párrafos sobre el tema, en los que se dice: «Haremos todo lo necesario para proteger nuestra patria, para apoyar a nuestras tropas y veteranos que honrosamente nos protegen, y asegurar que nuestro gobierno tenga una estrategia coherente para enfrentar y derrotar la amenaza terrorista». En otro pasaje se deja claro que «los terroristas extranjeros no tienen los mismos derechos que los ciudadanos extranjeros» y que rechazan que los prisioneros de Guantánamo sean juzgados por tribunales civiles y menos aún que sean trasladados a Estados Unidos. Para ellos, los «provida», las cosas están muy claras con respecto a las guerras y los derechos humanos, seguir la senda abierta por Bush. Y los demócratas, que no saben cómo cerrar de una forma beneficiosa económica y estratégicamente para Estados Unidos esas guerras que abrieron los republicanos, tampoco tienen interés de que se hable de ellas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.