La Agencia Central de Inteligencia hizo públicos datos sobre sus actividades ilegales entre los años 1959 y 1973, en los que aparecen las operaciones clandestinas realizadas para atentar contra la vida de dirigentes extranjeros, pero principalmente del presidente cubano, Fidel Castro. Es la primera vez que la CIA desclasifica voluntariamente documentos controvertidos; esta parte consta […]
Es la primera vez que la CIA desclasifica voluntariamente documentos controvertidos; esta parte consta de 702 páginas, pero otras siguen censuradas con el pretexto de que la seguridad nacional impide revelarlas totalmente.
Los textos liberados describen la vigilancia de personalidades, artistas e intelectuales opuestos a la guerra en Vietnam, actividades ilegales, escuchas a periodistas estadounidenses y hasta la experimentación con drogas en seres humanos para controlar sus mentes.
Por algo David Barrett, profesor universitario y autor de un libro sobre la CIA, declaró a The New York Times: «sabemos todo lo que pasa, pero parece que ya hay suficientes pruebas como para afirmar que hoy las cosas no son diferentes».
Los documentos comenzaron a recopilarse 14 años después de los primeros hechos, cuando el director de la CIA, James Schlessinger, se alarmó por lo que la prensa escribía respecto al papel de su agencia como promotora del espionaje contra Cuba.
Una de las personalidades más intensamente perseguidas, Fidel Castro, iba a ser asesinado al inicio de los años 60 por dos de los mafiosos más buscados de la época, a quienes pagarían 150 mil dólares por el trabajo: Momo Salvatore Giancana y Santos Trafficante.
Algunas noticias sobre el plan de atentado circuló en la prensa norteamericana en 1971, pero es ahora que se confirma por el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington bajo el título Las Joyas de la Familia.
Schlessinger, designado después Jefe del Pentágono, fue sustituido por William Colby. Este se refirió a los documentos como «esqueletos escondidos en un closet».
El diario The New York Times denunció la infiltración de la Agencia en los grupos anti-guerra. La ley que creó la CIA prohibía el espionaje dentro de Estados Unidos. Aquello «fue solo la punta del iceberg «, exclamó el Secretario de Estado en aquella fecha, Henry Kissinger.
Este advirtió que «correría la sangre» si se divulgaban otras acciones, «por ejemplo, que el propio Robert Kennedy controló personalmente la operación para el asesinato de Fidel Castro». El hermano del presidente era entonces Fiscal General de Estados Unidos.
Murió después asesinado, al parecer víctima de una conspiración, cuando aspiraba a la presidencia en las elecciones de 1968, en las que, al faltar tan fuerte candidato, se facilitó la elección del republicano Richard Nixon.
El bloqueo, la asfixia económica, los ataques piratas y los atentados se multiplicaron, pero los planes de asesinato y otros hechos sangrientos comenzaron bajo las administraciones de Eisenhower y Nixon.
Los documentos desclasificados ahora recogen elementos sobre la vinculación CIA-mafia para asesinar al líder cubano, contra quien se fraguaron 638 atentados.
Para la operación Caos, desarrollada desde 1969 durante al menos siete años, la CIA creó un escuadrón especial con la misión de infiltrarse en grupos pacifistas e investigar «las actividades internacionales de radicales y militantes negros».
De esa forma compiló más de 300 mil nombres de ciudadanos y organizaciones norteamericanas, así como extensos archivos de siete mil 200 personas.
También espió a varios periodistas como Jack Anderson, artistas de la talla de Jane Fonda y John Lennon, los movimientos estudiantiles de la Universidad de Colombia, registró casas y realizó ensayos con ciudadanos norteamericanos para probar la reacción del ser humano a determinadas drogas.
Para The New York Times, las largas secciones censuradas muestran que la CIA aún no puede exponer todos los esqueletos de sus closets y muchas actividades desarrolladas en operaciones en el exterior, revisadas años atrás por periodistas, investigadores congresionales y una comisión presidencial, no están detalladas en los documentos.
Howard Osborn, el entonces director de Seguridad de la CIA, hace un resumen de las «joyas» compiladas por su oficina. Enumera ocho casos, incluyendo el reclutamiento del ganster Johnny Roselli para el golpe contra Fidel Castro, pero tacharon del documento el número uno de la lista inicial de Osborn.
«La joya número uno debe estar muy buena, sobre todo cuando la segunda es la lista del programa de asesinato de Castro por Roselli», dijo Thomas Blanton, director de los Archivos de Seguridad Nacional, quien solicitó la desclasificación de Las Joyas de la Familia hace 15 años bajo el Acta de Libertad de Información.
El general Michael Hayden, actual director de la CIA, al anunciar la decisión declaró: «Los documentos ofrecen un vistazo hacia tiempos muy distintos y a una Agencia muy diferente».
Pero expertos consultados por The New York Times expresaron cómo la revelación es un intento de distraer la atención sobre las recientes controversias y escándalos que rodean a la CIA y a una administración en los peores momentos de su impopularidad.
«Todo lo que aquí se describe se sigue haciendo, solo que de manera más brutal y alrededor de todo el planeta, incluyendo el número creciente de acciones ilegales dentro de los propios Estados Unidos», afirmó Fidel Castro en sus reflexiones del 30 de junio último.
Desde 2002, la CIA mantuvo a cerca de 100 personas detenidas por terrorismo en cárceles secretas en el extranjero y está seriamente acusada de haber torturado a muchos de ellos.
El relator especial del Consejo de Europa, Dick Marty, reveló a principios de junio último su segundo informe sobre el tema, en el que cuestiona especialmente a Rumania y Polonia por haber prestado su territorio para albergar centros de detención de la CIA entre 2003 y 2005.
Detalla el informe asimismo los malos tratos y torturas infligidas a los prisioneros: música atronadora, aire acondicionado sofocante o helado, estar detenidos desnudos durante semanas, entre otras degradaciones morales y físicas.
La existencia de prisiones secretas de la CIA fue revelada en 2005 en la prensa estadounidense. El presidente, George W. Bush, reconoció su existencia en septiembre de 2006.
Una afirmación que sorprendió a organizaciones de derechos humanos, fue la noticia de que cerca de 40 personas detenidas por la CIA, luego no dieron señales de vida.
Fidel Castro, en su reflexión del 30 de junio, sostiene que «el imperio ha creado una verdadera máquina de matar, no sólo constituida por la CIA y sus métodos».
«Bush ha instrumentado poderosas y costosas superestructuras de inteligencia y seguridad, y ha convertido a todas las fuerzas de aire, mar y tierra en instrumentos de poder mundial que llevan la guerra, la injusticia, el hambre y la muerte a cualquier parte del planeta, para educar a sus habitantes en el ejercicio de la democracia y la libertad», significó el líder cubano.