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Las ONG´s denuncian que ochocientas mil personas pasan hambre en el sur de la Florida

Fuentes: AIN

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Aunque parezca insólito, en el sur del estado de la Florida, Estados Unidos, el país que blasona de ser el más rico del mundo, unos 800 mil

desposeídos tienen hambre y hoy están clamando por comida. En el condado Miami-Dade se ubican 454 mil hambrientos, 200 mil más en Broward y 133 mil en Palm Beach.

Son cifras aportadas localmente por el Banco de Alimentos Daily Bread, cuyos ejecutivos piden ayuda públicamente a través de la edición digital del diario El Nuevo Herald, del viernes 16 de junio, con el propósito de contribuir a amortiguar necesidades básicas de la comunidad.

Judith Gatti, directora de la entidad citada, precisó que solo en uno de los condados más de 295 mil niños viven en la pobreza. La ejecutiva recordó los daños ocasionados por el huracán Wilma y subrayó: «Pudimos ver su desolación… Los rostros que la comunidad observó el año pasado por la televisión son los mismos rostros que lo s voluntarios del banco de alimentos vemos cada día; rostros de hombres y mujeres que realmente necesitan ayuda…»

Obviamente, transcurrido un año de haber sido damnificadas por inclemencias atmosféricas, las familias pobres continúan sin recibir la ayuda necesaria por parte de un gobierno que solo en un día gasta cientos de millones de dólares en armamentos, proyectiles, explosivos, aviones y barcos de guerra, y ataúdes para soldados…

En realidad las cifras aportadas no sorprenden demasiado si sabemos que la Oficina del Censo de EE.UU. admitió que la tasa de pobreza en ese país subió por cuarto año consecutivo y más de 37 millones de estadounidenses viven en ese nivel social. Para el reverendo estadounidense Randall Mitchel, sus compatriotas tomaron conciencia de la magnitud de la miseria padecida por una buena parte de sus vecinos solo después que huracanes azotaran el sur del país.

Entonces algunos medios de prensa mostraron imágenes de inundaciones, muertes, hambre y otras calamidades que parecían corresponder a Haití o algún remoto sitio subdesarrollado de África. Resulta increíble para los propios ciudadanos norteamericanos e inmigrantes que aspiran a realizar «su gran sueño» en el país norteño , que las imágenes observadas en las pantallas de los televisores estaban sucediendo allí mismo.

¿Descubrir la pobreza en EE.UU. ocurrió así exactamente? El predicador Mitchel opina que «los habitantes de Estados Unidos conocían la magnitud del problema mucho antes de las tormentas. El problema es que se habían acostumbrado a convivir con ella». Jane Knitzer, directora del Centro Nacional de Niños Pobres, opina que si bien los estadounidenses admiten la existencia de la pobreza, prefieren no pensar en ella.

Evidentemente, Knitzer se refiere a norteños de nivel económico medio y alto, pero no a las decenas de millones de ciudadanos pobres, principalmente de procedencia hispana, asiática, de Europa del este o de ascendencia africana.

Opina Knitzer que »con frecuencia la gente piensa que no hay solución a la pobreza, que es insoluble… Es un secreto con el que nadie quiere lidiar».

¿No es acaso un secreto a voces? ¿Qué hace el gobierno del señor

George W. Bush para afrontar esa realidad?

Lamentablemente las respuestas aparecen implícitas en la larga desidia de gobiernos cuya intencionalidad ha privilegiado a los poderosos, y que actualmente se expresa en la voluntad política de los usufructuarios del poder, como dejaba entrever un cable de la agencia EFE en febrero de este año: «Senadores demócratas y grupos hispanos acusaron al presidente George W. Bush de hipotecar el futuro de los hispanos al reducir los programas sociales en el presupuesto para financiar el recorte de impuestos a los más pudientes.»

Miles de millones de dólares en asistencia diversa para el presupuesto del año 2007, incluidos sectores claves como educación y salud, han sido cercenados por los legisladores republicanos y santificados por el mandatario W. Bush.

En la Florida, los funcionarios del banco de alimentos han hecho un llamado a la ciudadanía para que donen comida y otros recursos a los menesterosos.

La representante federal Eleanor Sobel afirma en la mencionada edición del Herald: «Vivimos en un país y un estado de gran abundancia con el más alto estándar de vida en el mundo».

Luego, la propia legisladora se pregunta: «¿Por qué residentes de la Florida tienen que escoger entre poner comida en la mesa, pagar alquiler o comprar medicinas? ¿Por qué hay todavía hambre en la Florida?»

Las respuestas continúan pendientes.

En noviembre habrá elecciones legislativas en EE.UU. Los hambrientos, si son ciudadanos norteamericanos, votan.