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El 70% de los trabajadores de la 'zona cero' sufre enfermedades respiratorias

Las otras víctimas de las Torres Gemelas

Fuentes: El País

Al desplomarse las Torres Gemelas murieron 2.726 personas. Pero ese desgarrador número palidece si se compara con las víctimas potenciales que la nube tóxica que cubrió el sur de Manhattan puede provocar en las próximas décadas. Han tenido que pasar cinco años para que las autoridades locales y federales comiencen a admitir, con la boca […]

Al desplomarse las Torres Gemelas murieron 2.726 personas. Pero ese desgarrador número palidece si se compara con las víctimas potenciales que la nube tóxica que cubrió el sur de Manhattan puede provocar en las próximas décadas. Han tenido que pasar cinco años para que las autoridades locales y federales comiencen a admitir, con la boca pequeña, que quienes estuvieron expuestos al polvo generado por el derrumbamiento de las torres, se enfrentan a graves problemas de salud.

Más de 40.000 personas participaron en las labores de rescate y desescombro de la zona cero, que se prolongaron hasta mayo de 2002. Y unos 200.000 vivían o trabajaban (y aún lo hacen) en un área que nunca fue descontaminada. Todos ellos inhalaron restos de mercurio, cristal, cemento, plomo, aluminio, magnesio, titanio y decenas de metales, convertidos en polvo al implosionar los edificios. Oficialmente el aire estaba en perfecto estado. Lo dijo alegremente una semana después del 11-S Christie Whitman, la entonces responsable de la Agencia federal de Protección Medioambiental (EPA). «El aire en la zona cero es seguro», afirmó, e invitó a residentes y trabajadores a regresar a sus hogares, oficinas y colegios. Mientras, quienes limpiaban el área se quitaron las mascarillas de protección. Y nadie les obligó, como sí se hizo en el Pentágono, a volvérselas a poner.

Hoy miles de ellos padecen enfermedades respiratorias, enfermedades de la piel, del estómago y nerviosas, y algunos, como el detective James Zadroga, han fallecido por envenenamiento pulmonar y cáncer. Su muerte, el pasado enero, fue la primera que relacionó, a través de un informe forense, el polvo del 11-S a un fallecimiento.

Pero de momento lo único que parece innegable es la conexión entre la nube tóxica y las enfermedades respiratorias. El primer informe sólido al respecto llegó esta semana a través del hospital Mount Sinai. De los 9.500 participantes en el estudio, el 70% sufre enfermedades respiratorias, muchas de ellas crónicas, lo que trasladado estadísticamente al total de los afectados, arroja un balance de decenas de miles. «No debería quedar ninguna duda respecto a los efectos sobre la salud del World Trade Center. Nuestros pacientes están enfermos y van a necesitar atención médica el resto de sus vidas», dijo esta semana Robin Herbert, codirectora del estudio.

Ahora se sabe que Whitman mintió, que los niveles de contaminación eran altos y que desde la Casa Blanca, a Rudolph Giuliani, presionaron a la EPA para que suavizara la realidad.

Pero todo se paga. Hay dos demandas en los tribunales: 8.000 trabajadores contra el ayuntamiento por exponerles a toxinas letales y vecinos y oficinistas contra la EPA por engañarles.