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Las sorpresas que esconde una Iglesia Universalista en Carolina del Norte

Fuentes: Moncadista.org

Esta semana pasada ha sido muy rara e intensa. Dos magníficos documentales sobre la guerra y la esperanza en Colombia y una charla sobre Irán y la política internacional estadounidense. Es de esto último de lo que quiero escribir. El miércoles Ray McGovern, un antiguo miembro de la CIA habló en la Iglesia Comunitaria Universalista […]

Esta semana pasada ha sido muy rara e intensa. Dos magníficos documentales sobre la guerra y la esperanza en Colombia y una charla sobre Irán y la política internacional estadounidense. Es de esto último de lo que quiero escribir. El miércoles Ray McGovern, un antiguo miembro de la CIA habló en la Iglesia Comunitaria Universalista unitaria, o al menos es así como lo traduzco literalmente. El acto era organizado por la «Coalición por la Paz con Justicia», «Acción por la paz de Carolina del Norte» y «Mayores por la Paz». De hecho yo creo que por la media de edad la mayoría venían de la última organización. Pensábamos que iba a ser un rollazo, una iglesia, un ex-de la CIA, hablando sobre Irán. Será propaganda, pero bueno, nos atrevimos.

Cuando entramos no pude cerrar la boca de mi asombro. Mesas con información sobre Palestina, donde podías comprar pañuelos palestinos auténticos (no los de Zara) y libros sobre la ocupación israelí, panfletos, y uno de esos impresionantes mapas con la pérdida de territorio palestino con los años.

Lo que no sabíamos es que Ray McGovern además era un activista político, y la charla se titulaba:»Irán: amenazas y exageraciones – ¿Quién se está quedando con quién?. «La charla explora las decepciones y tergiversaciones en el discurso público sobre Irán, así como los potenciales peligros de una agresión de un aliado de EEUU a Irán».

El tipo, un hombre mayorcete, empieza saludando a los miembros del FBI presentes en la sala, aunque ninguno saludó. Y empezó a hablar, paró casi dos horas y media después. Resumiré lo que dijo (y lo que entendí):

Cuando empezó en la CIA, una de sus primeras misiones fue cubrir el conflicto en Irlanda. Él se refirió a ello como hacerle el juego al imperio británico, que había maltratado, robado sus vacas y saqueado sus tierras, las de sus abuelos. Sí, es católico e irlandés.

Enseguida entra en materia, hace una breve exposición histórica de Irán, de cómo en el ’53 se produjeron las primeras elecciones democráticas en Irán y ganó un tipo al que no se le ocurrió otra cosa que «darle al pueblo el petróleo que estaba en manos de la BP». Entonces la CIA organiza un golpe que puso en el poder al Sha, uno de «los dictadores más sanguinarios que se han conocido en medio oriente». El Sha fue derrocado por otra revolución y hasta nuestros días.  Explica con todo lujo de detalles cómo tanto la inteligencia estadounidense como israelí han enseñado que Irán no está preparando armas nucleares, que antes «tendrían que echar a la agencia de la energía atómica de allí». Sin embargo, tanto el gobierno israelí como sobre todo los medios se empeñan en la guerra.

Pero antes de hablar en detalle sobre la situación actual entre Irán e Israel cuenta cómo Truman sabía que Pearl Harbor iba a ser atacado, de cómo ciudadanos estadounidenses han sido asesinados con la complicidad del gobierno, por ejemplo Rachel Corrie, o USS Liberty. De esto último cuenta una anécdota muy interesante. Resulta que ese barco estadounidense fue atacado por Israel, de tal mala manera que no lo hundieron, y al darse cuenta los israelíes salieron por patas. Los supervivientes lanzaron el SOS y unos aviones fueron al rescate. El mando de esa operación de rescate recibió una llamada de Robert McNamara, secretario de defensa entonces, ordenando que los aviones se volvieran. El que estaba al mando se negó, «señor, hemos sido atacados, no abandonamos a nuestros hombres heridos en combate, pongame con su supervisor». Y efectivamente, su superior, el presidente Lyndon Jhonson, ordenó que no se rescatara a esos hombres porque sería una vergüenza para la nación, atacados por «fuego amigo».

Habló largo y tendido sobre «el genocidio palestino», de cómo los palestinos viven en una cárcel al aire libre con el apoyo militar, económico y político del gobierno estadounidense. Y es que según él, el 50% de los impuestos de los contribuyentes estadounidenses va a la guerra.

La parte más interesante es cuando empieza a contar cómo los sionistas mandan en este país. Dice que los generales israelíes entran en el pentágono como si estuvieran en su casa. El sionismo está en todas las estructuras del Estado, pero donde más poder o influencia tienen es en los medios de desinformación. De hecho, Obama y Clinton, aunque muy tímidamente, se oponen a un ataque a Irán, pero según McGovern, se le teme tanto al sionismo que nadie se atreverá a contradecir lo que un presidente israelí diga y entrarán «inevitablemente» en guerra con Irán si Israel finalmente decide atacar. Cuándo será eso o si será es algo que nadie parece tener claro. Unos dicen que Israel esperará a después de las elecciones en EEUU, así Obama no le temblará el pulso para corresponder a su principal aliado. Otros que será antes porque así Obama no «le quedará otro remedio que entrar en la guerra» porque no hacerlo sería algo imperdonable por el electorado demócrata pro-sionista, pero sobre todo por los medios de comunicación que lo machacarían.

Preguntaba alguien en el público por qué los medios de desinformación  son tan pro-guerra, más que los mismos políticos. Él dio una respuesta clara y contundente: La General Electrics, una de las principales compañías de armamento, es una de las principales propietarias de los medios de comunicación que a su vez son controlados por los «halcones sionistas». Se cierra el círculo.

Durante el debate alguien le pregunta sobre la National Patriot Act, o Ley patriótica nacional, que firmó Obama hace unos meses (de la que he publicado varias traducciones) y que permite al ejército detener indefinidamente y ejecutar incluso a ciudadanos estadounidense sin control judicial. Dice que es un despropósito, algo que no pasaba desde la Guerra Civil, y que fue el propio gobierno el que insistió en que se metiera esa enmienda que incluyera a ciudadanos estadounidenses. Según él, la ley se aprobó en plena efervescencia del movimiento Occupy (el15M estadounidense), al que temían se convirtiera en un movimiento tan poderoso que desbordara las capacidades represivas «normales» del Estado (policía) y necesitaran de un apoyo extra, como son las desapariciones y ejecuciones con un velo legal. Algo que siempre se ha hecho, pero ilegalmente. Y aquí es cuando empiezo a estar en desacuerdo con este grupo (como no podía ser de otra manera, ¿verdad?):

Los asistentes, como decía, son un grupo de veteranos y hippies setentones blancos, muy blancos. Sólo un negro en la sala (con alrededor de 40-50), el que llevaba la cámara. En una ciudad donde el 50% de la población es negra. La «progresía» estadounidense tiene un problema (entre otros muchos), la segregación racial política. El «1%» no está asustado de Occupy, sino de los que realmente representan a la mayoría de la población, los pobres: blancos, negros y latinos. Esas 3 comunidades no sólo no se hablan entre ellas, ni se reconocen como iguales, pero es que ni siquiera hablan los mismos idiomas (en un sentido literal y metafórico). Y hasta que no se miren y comuniquen, hasta que la «intelectualidad» no sea capaz de integrar las reivindicaciones populares con las del fin de la guerra y el imperialismo, nada cambiará a mejor en este país. Eso, y que son unos chovinistas, por muy progres que sean no son capaces de mirar más lejos de su ombligo, lo que realmente les fastidia de la Ley Patriótica es que afecta a compatriotas.

Fuente: http://moncadista.org/