En un reciente discurso pronunciado en la embajada italiana en Washington, el pasado 13 de octubre, el Secretario de Estado norteamericano sorprendió al mundo con las mismas manidas falacias sobre la lucha de Estados Unidos contra el terrorismo. Según él, «los terroristas tienen ahora menos lugares para escaparse y esconderse, o lanzar ataques mortíferos». Desde […]
En un reciente discurso pronunciado en la embajada italiana en Washington, el pasado 13 de octubre, el Secretario de Estado norteamericano sorprendió al mundo con las mismas manidas falacias sobre la lucha de Estados Unidos contra el terrorismo. Según él, «los terroristas tienen ahora menos lugares para escaparse y esconderse, o lanzar ataques mortíferos». Desde luego, en lo primero que pensé al escuchar esta noticia fue en Posada Carriles y sus cómplices, recientemente liberados en Panamá en una sucia confabulación orquestada por el propio Powell, la ex presidenta Mireya Moscoso y varios representantes de grupos terroristas radicados en Miami.
¿Cómo es posible, reflexioné, creer a Powell, cuando él mismo presionó al gobierno panameño de la Moscoso para liberar a estos cuatro probados terroristas, cuya criminal hoja de servicios incluye acciones terroristas, asesinatos, atentados y otros actos criminales en varios países, incluidos los propios Estados Unidos?
Parece imposible creer en la honestidad del Secretario de Estado cuando por todos es conocido cómo tres de estos terroristas, Guillermo Novo Sampoll, Pedro Crispín Remón y Gaspar Jiménez Escobedo, fueron aceptados en Estados Unidos, luego de esa fuga oficializada por la mandataria panameña, usando incluso documentación falsa para perpetrar tal ignominia. Son estos mismos criminales, con los que las autoridades norteamericanas han estado comprometidas hasta el tuétano durante cuatro décadas, favoreciéndolos y armándolos es su obcecada beligerancia contra la Revolución Cubana, los que gozan de absoluta impunidad en esa nación y los cuales, por tanto, son excluidos de la cruzada antiterrorista defendida por Powell a ultranza. Son estos mismos criminales los que reciben bochornosos indultos, irrisorias condenas y cuestionados perdones presidenciales en pago por sus favores a la Casa Blanca.
¿Qué pensarán, pregunto, los familiares de las víctimas del terrorismo promovido contra el pueblo cubano al conocer estas palabras de Colin Powell? ¿Qué pensarán también los propios norteamericanos honestos, cada día más conocedores de la confabulación de sus líderes políticos con el terrorismo, sobre sus continuas e hipócritas peroratas contra el terrorismo?
Y para causar todavía más malestar a la justicia y a la verdad, para pisotear aún más también a la razón, Colin Powell se atrevió a agregar: «. cada día los terroristas tienen menos ayudantes silenciosos (.) más adversarios que se pronuncian en su contra y más naciones e individuos dispuestos a enfrentarlos para confrontar el salvajismo, el odio y el nihilismo que definen al terrorismo». ¿Habrá pensado en Cuba, acaso, víctima frecuente y encarnizada enemiga del terrorismo, al pronunciar estas palabras? ¿Habrá tenido en su conciencia la imagen de Cinco Héroes cubanos encarcelados por su propio gobierno, sometidos a condenas irracionales y a un salvaje tratamiento, por haber cometido el «cuestionable» delito de defender a su Patria del flagelo del terrorismo?
Es bochornoso hablar de la valentía de los luchadores antiterroristas cuando se les encarcela a ellos y se protege a los terroristas. Es repudiable permitir la entrada en territorio norteamericano a tres insensibles criminales, otorgándoles honores y reconocimientos, cuando se niega a dos mujeres y una niña, Olga Salanueva, Adriana Pérez O´Connor e Ivette González, respectivamente, la posibilidad de visitar en las prisiones a sus esposos y padre; severo castigo perpetrado contra ellos, como pena adicional, por su condición de luchadores contra el terrorismo beatificado por Bush y Colin Powell.
Y para dar el puntillazo de la desvergüenza, Colin Powell expresó en otro discurso, durante un banquete en ocasión de conmemorarse el 60 Aniversario de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados, perteneciente a la Universidad John Hopkins, otra mentira aún mayor: «Trabajar para propagar la libertad y la democracia no es un asunto de mero idealismo, sino una cuestión de interés propio esclarecido». El mundo ya conoce los horrores de este trabajo norteamericano en favor de la libertad y la democracia. Lo aprecia con indignación en las matanzas cometidas en Afganistán e Irak, lo siente como amenaza diariamente y lo repudia en calles y escenarios de todo el mundo.
Cuba, por su parte, no quiere ni esa libertad, ni ese tipo de democracia defendida por Powell y sus secuaces. Tiene su propia libertad, alcanzada con el sacrificio de sus mejores hijos y no renunciará a ella. Esa es la verdad y no la que proclama ese mentiroso defensor del terrorismo.