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Las voces de los «inadaptados» en Wall Street

Fuentes: Rebelión

Cuando recibí la llamada telefónica de una radio en Miami, la coordinadora de un programa me dijo: «Queremos que nos ofrezca un comentario sobre los inadaptados que están protestando en Wall Street». Esta fue la tercera llamada de una radio que, como Editor del semanario La Tribuna Hispana USA, recibí (las dos anteriores fueron desde […]

Cuando recibí la llamada telefónica de una radio en Miami, la coordinadora de un programa me dijo: «Queremos que nos ofrezca un comentario sobre los inadaptados que están protestando en Wall Street». Esta fue la tercera llamada de una radio que, como Editor del semanario La Tribuna Hispana USA, recibí (las dos anteriores fueron desde Argentina) después de haber escrito un par de artículos de análisis sobre el movimiento «A Ocupar Wall Street». Yo accedí a la entrevista, que se realizaría unos días después, pero me quede pensando: Por qué esta persona -así como muchos medios de comunicación- llaman «inadaptados» a los que se han unido al movimiento «A Ocupar Wall Street». Desde un punto de vista, este adjetivo calificativo es correcto. Sí, los que están allí son unos inadaptados. Pero, desde otro enfoque, ellos NO son unos inadaptados sociales o hippies revoltosos anti capitalistas, como varios medios de comunicación los llaman despectivamente. Ellos son gente del pueblo, el 99%, que NO se quieren ADAPTAR al futuro que les está imponiendo la clase dominante, los verdaderos dueños del poder: el 1% de la población. Ellos NO se quieren ADAPTAR a vivir endeudados toda su vida con los préstamos estudiantiles forzados a obtener para lograr un grado universitario o endeudados con tarjetas de crédito virtualmente impagables por los voraces intereses bancarios -una variante, individualizada, de las deudas impagables de los países del Tercer Mundo-; NO se quieren ADAPTAR a la nueva economía de servicios donde solo hay empleos de bajos salarios, porque los empleos donde antes se ganaban bien han sido exportados al extranjero, a causa de la desindustrialización del país causada por la avaricia corporativa y los manipuladores de Wall Street.

NO se quieren ADAPTAR a tener que vivir en refugios o en cuartos alquilados porque la avaricia de las instituciones financieras -a pesar de las advertencias del FBI- causaron una burbuja inmobiliaria a través de procesos fraudulentos, lo que ha causado que millones de familias pierdan sus casas o estén en ese proceso; NO se quieren ADAPTAR a un futuro donde no puedan tener una independencia financiera y estén obligados a vivir en las casas de sus padres y postergar decisiones importantes en sus vidas porque, aun con un título universitario, sus perspectivas de ascenso social y económico, como la tuvieron sus abuelos y padres, virtualmente no existen. Por eso, y por muchas razones más, ellos NO se quieren ADAPTAR al nuevo sistema de esclavización financiera y explotación laboral, impuesto por los dueños del sistema-mundo capitalista. Y he aquí lo que algunos de los ocupantes Zuccotti Park, o la Plaza de la Libertad (donde está el campamento e improvisado cuartel general del movimiento Occupy Wall Street) expresaron en el reportaje «Who is occupying Wall Street? Not just your average Joe», de msnbc.msn.com.

Amigos y estudiantes en la universidad, Luis Lliguicota, 20, and Ashley Valdespino, 19, son además trabajadores a tiempo parcial quienes han tenido que tomar préstamos para pagar por su educación. Ellos estudian en un colegio universitario al norte de la Ciudad de Nueva York. ¿Por qué están aquí? Por «los préstamos estudiantiles y la ayuda financiera disponible. Básicamente, es un círculo vicioso de deuda… Yo ya debo dinero. Y pienso que la educación debe ser gratuita o al menos costo posible», dice Valdespino. Lliguicota, quien trabaja en una bodega donde las horas de labor han sido cortadas, dice: «¿Cómo vamos a salir de la deuda si ni siquiera podemos ganar dinero? Trabajamos cada día que podemos, cada semana, viviendo cheque tras cheque».

Sade Adona, 25 años y de Oakland, California, ahora residente en Brooklyn, ha estado viviendo en el campamento de Liberty Plaza desde finales de septiembre. Ella relató que en uno de sus tres trabajos, las horas que tenía fueron reducidas drásticamente, y en otro cortaron el programa donde ella estaba enseñando. Sus problemas financieros la obligaron a dejar su apartamento y dejar de estudiar el semestre en la escuela. Ella ahora renta un cuarto donde vive un amigo.

Jon Reiner, un neoyorquino de 49 y despedido tres veces desde el 2001 de empleos de ejecutivo de marketing, ha estado sin trabajo por cinco años a pesar de haber enviado más de 2,000 resumes. Ahora es un padre que debe quedarse en casa, con dos hijos. ¿Qué espera en que se convierta este movimiento? «Mi esperanza es que, como todos los grandes movimientos sociales, crezca en tamaño, número e influencia y, fundamentalmente, cambie las prioridades de nuestros funcionarios electos, que ellos crean que su obligación es servir a los individuos y no a las corporaciones».

Una pareja de retirados de New York City, Elizabeth y Dennis Carbone, de 64 y 69 años. En un tiempo ellos tuvieron que vivir en un refugio, y ahora están en una disputa por el pago de su alquiler y pueden terminar en un refugio otra vez. Su hijo de 51 años murió de una enfermedad a principios de este año, a solo unos días de que su casa fuera embargada. ¿Por qué están aquí y que quieren? «El pueblo (norte)americano quiere un pedazo del pastel. Ellos (Wall Street y lo que representan) tienen más que suficiente… (a cauda de) la rampante avaricia», dijo Elizabeth Carbone. Queremos «que traigan a casa a todas las tropas» y «remover el estatus de exención de impuestos… a cada casa de oración (iglesias)», agregó.

Las abuelas y amigas, Gloria Earls, de 66 años una maestra retirada de Middletown, Connecticut, y Sue VanDerzee, de 65 años y una editora de periódicos retirada de Durham, Connecticut, dicen que viajaron a Occupy Wall Street para protestar «contra la avaricia corporativa» y «porque estamos preocupadas por nuestros nietos, también… Yo quiero que nuestros nietos crezcan… en un mundo que los (norte)americanos solíamos crecer», dijo VanDerzee. ¿Qué es lo que quieren y que esperan?: «Que el dinero no influya en la política» y «detener las guerras», dijo VanDerzee. «Sí tiene que haber una revolución, este es el tiempo -y estaré deseosa de trabajar por ello», dijo Earls.

Jim Weatherby, de 50 años y padre de tres niños adultos de New Britain, Connecticut, es un empleado estatal y su esposa es una maestra, quienes, dice él, son una familia de clase media que lucha para cubrir sus necesidades y no pueden ahorrar dinero porque el gran problema es que no pueden salir de las deudas de las tarjetas de crédito. «Los excesos de Wall Street, el colapso económico que ocurrió bajo George W. Bush y que llevó al rescate financiero, dos guerras innecesarias y mal administradas que han llevado a la situación económica que hoy vive el país… ha llegado el tiempo de que los ricos paguen su parte».

Ocupa Wall Street y las Elecciones 2012

Las opiniones de estos manifestantes son solo unos mosaicos de un gran cuadro, que sirven como una ilustración para comprender cómo el actual sistema, controlado por el 1% en complicidad con la clase política de los partidos Republicano y Demócrata en el Capitolio y la Casa Blanca, no está funcionando para la mayoría de los norteamericanos. La misma expansión de las protestas de Ocupa Wall Street en 45 de los 50 estados del país, es un indicio de que estas manifestaciones no son únicamente el enojo de jóvenes entre 20 y 30 años, que ahora se les conoce como la «Generación Perdida», sino también de un vasto segmento de la sociedad inconforme con el futuro, de más pobreza y menos oportunidades, que los verdaderos dueños del país intentan imponerles. Como lo remarcó el economista -premio Nobel- Paul Krugman en su columna del New York Times: Estamos «viendo el surgir de un movimiento popular que, a diferencia del Tea Party, está furioso con la gente indicada». Y agrega que «la acusación de los manifestantes contra Wall Street, como una fuerza destructiva, económica y políticamente, es completamente correcta».

Y Krugman advierte que «ahora, con sindicatos y un número creciente de demócratas expresando por lo menos un apoyo calificado de los manifestantes, Ocupa Wall Street empieza a verse como un acto importante que eventualmente podría ser visto como un punto crítico».

El punto crítico de una semilla que puede convertirse en algo nuevo porque, bajo el actual sistema, difícilmente podrá emerger algo mejor para el 99%.

En el 2012 habrá una elección presidencial y si el movimiento Ocupa Wall Street crece no solo en número sino también en influencia sobre la consciencia de la gente, éste puede convertirse en un jugador clave en las elecciones. ¿Cómo? De hecho, no con candidatos sino como un medio donde la inmensa mayoría de la gente pueda expresar que los partidos políticos oficiosos, el Republicano y el Demócrata, no son más una opción real.

Hay que recordar que alrededor de un 50 al 40 por ciento de la gente con derecho a votar no lo hace por una serie de razones, entre ellas porque no cree en los partidos políticos. Entonces si un amplio sector de esos votantes, así como muchos inconformes de los partidos actuales, puede mostrar una tercera opción -el voto en blanco o viciado- y que este iguale o supere al de los partidos tradicionales, esto puede ser un final y un renacimiento.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.