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Lecciones de la huelga en la enseñanza pública de Chicago

Fuentes: En Lucha

Ha llegado la hora de realizar el balance, extraer lecciones, de lo que ha significado la huelga de enseñanza en Chicago que echó atrás la reforma educativa. No solo para los y las trabajadoras de la enseñanza o los servicios públicos, sino para el movimiento obrero en su conjunto. Pero antes de entrar a valorar […]

Ha llegado la hora de realizar el balance, extraer lecciones, de lo que ha significado la huelga de enseñanza en Chicago que echó atrás la reforma educativa. No solo para los y las trabajadoras de la enseñanza o los servicios públicos, sino para el movimiento obrero en su conjunto.

Pero antes de entrar a valorar el impacto que pueda tener esta victoria en las luchas venideras, aprovechemos el momento para saborear una de las luchas sindicales más importantes desde hace años.

Empecemos por el primer día, cuando decenas de miles de afiliados y afiliadas del sindicato de enseñanza de Chicago (CTU), ataviados con sus camisetas rojas, y sus simpatizantes paralizaron el tráfico frente la sede de la Junta Escolar y el Ayuntamiento, en lo que un reportero de una radio local calificó acertadamente como «una versión más madura y respetuosa del Occupy Chicago».

En realidad, los lemas de las pancartas y los cánticos dirigidos contra el alcalde Rahm Emanuel que comenzó a meterse con las y los enseñantes de Chicago incluso antes de acceder al cargo, no parecían tan respetuosos. El segundo día, hubo otra marcha masiva. Tras los piquetes matinales en las escuelas de cada barrio por toda la ciudad, la gente se dirigió al centro y en esta ocasión se dedicaron a dar vueltas alrededor de la Fuente de Buckingham y luego se concentraron a la orilla del lago para recordar las históricas luchas de los obreros de Chicago.

Al día siguiente, hubo tres grandes manifestaciones en las escuelas secundarias del Sur, del Oeste y en los populosos barrios habitados fundamentalmente por latinos y afroamericanos. El soporífero calor veraniego no quebró la determinación de los enseñantes para movilizarse, ni la de la gente para aclamarlos.

El entusiasmo no sólo se vivió en las grandes manifestaciones. Quien se acercara a los piquetes de huelga en las escuelas podía observar no sólo la impresionante solidaridad entre el personal docente, sino también el gran apoyo cosechado por la CTU entre los padres, las madres y la mayoría de la gente. En la calle, la gente paraba a los huelguistas con camisetas rojas de la CTU, o del colectivo por la Solidaridad con los maestros de Chicago, para agradecerles lo que estaban haciendo. También se oían bocinazos amistosos desde los coches.

Cuanto más aumentaba el apoyo a los maestros, más bajo caía Rahm Emanuel

Este hombre, conocido por su dureza, intentó provocar una reacción violenta de los padres contra los huelguistas mediante interminables ruedas de prensa al inicio de la huelga. Pero eso no funcionó. Los comentarios insultantes de Emanuel, sudoroso y bebiendo compulsivamente una botella de agua, sólo consiguieron ampliar el apoyo de la población a la CTU.

Cuando, al entrar la huelga en su segunda semana, el alcalde solicitó una orden judicial para poner fin a la misma, el juez no se plegó al alcalde y optó por no tomar una decisión en tanto no se reuniera los delegados de la CTU y llegaran a un acuerdo.

Hemos informado profusamente de los detalles de este acuerdo, pero merece la pena señalar que publicaciones como el Wall Street Journal tienen claro que quién ganó fue la CTU y no Emanuel.

Ya cuando era jefe del personal de la Casa Blanca, Emanuel ayudó a acelerar la reforma escolar a través del programa Racetothe top impulsado por la Administración de Obama. Desde el comienzo de su campaña para la alcaldía, Emanuel dejó clara su intención de desarrollar una gestión empresarial para las escuelas de Chicago a la que los enseñantes tendrían que adaptarse; de lo contrario…

Pero la CTU se negó a someterse a Rahm y comenzó a prepararse para una confrontación larga mucho antes incluso de que se iniciaran las negociaciones.

A principios de año, cuando Emanuel y su Junta Escolar fijaron el cierre o la reconversión de 17 centros escolares, la CTU, junto a las asociaciones de padres y otros colectivos, comenzó a impulsar las movilizaciones. Esto permitió reforzar los lazos con los grupos que apoyaban críticamente la huelga. Entre tanto, los dirigentes de la CTU (que pertenecen a la oposición que desbancó a la antigua dirección del sindicato en 2010) desarrollaron una campaña para movilizar a toda la base del sindicato.

Todo esto dio sus frutos en un convenio que puso límites a la agresiva política de Emanuel. Si bien la CTU tuvo que aceptar dolorosas concesiones en lo que respecta a las indemnizaciones de los profesores despedidos, el alcalde no pudo imponer medidas que para él eran más importantes: vincular los salarios a los «méritos», utilizar los resultados de los exámenes para evaluar al profesorado y despido-exprés para aquellos cuyos alumnos obtuvieran malos resultados.

También tuvo que aceptar que la mitad de las nuevas contrataciones fueran profesores despedidos afiliados de la CTU, a lo que se había opuesto repetidamente de forma categórica. En la letra pequeña del acuerdo, también se reconoce el poder de la CTU en áreas clave, e incluye una disposición contra el acoso escolar que permitirá a la gente defenderse de los abusos excesivos.

No ha sido sólo una gran victoria para la CTU sino también para todos los maestros y maestras que se oponen a las concesiones de sus sindicatos en estas importantes cuestiones.

Lecciones para el movimiento obrero en general

Sin lucha, no hay victoria. Durante los cinco años que llevamos de crisis económica, las concesiones de los sindicatos se han convertido en el pan nuestro de cada día. Al margen de que la patronal sea un gobierno estatal o local con escasos recursos o una multinacional rentable como Caterpillar o Verizon, las medidas son parecidas: se congelan o rebajan los salarios, se reducen las pensiones y se incrementa el precio de atención sanitaria.

Los maestros de Chicago nos muestran que hay otra alternativa. Es cierto que una huelga no garantiza automáticamente una victoria (hace poco, la Asociación Internacional de Maquinistas sufrió una severa derrota en Caterpillar tras seis semanas de huelga). Pero la renuncia a la lucha sólo garantiza nuevas concesiones.

No basta con luchar, hay que organizarse. En los últimos 20 o más años, el «modelo de movilización» sindical era una norma para las organizaciones laborales progresistas. Para muchos sindicatos la realización de grandes manifestaciones y la construcción de alianzas con la comunidad y los movimientos sociales se han convertido en una práctica habitual.

Existe una gran diferencia entre enviar autobuses llenos de gente a una manifestación y el esfuerzo sistemático por organizar a la gente dentro y fuera de la empresa. El trabajo interno de la CTU estuvo orientado a hacer del sindicato un instrumento útil, ágil y eficaz en cada centro escolar; cuando llegó el momento de organizar los piquetes, se vio la utilidad del trabajo desarrollado.

La implicación de los sindicatos en los movimientos sociales es esencial; especialmente en el sector público. Desde mediados de 1990, la marginación de los sindicatos les llevó a impulsar las luchar junto a organizaciones comunitarias y religiosas. El apoyo que otorgaron a Occupy Wall Street el otoño pasado fue un paso importante en esa dirección.

Pero la CTU fue más allá. El grupo que lidera el sindicato, el Caucus de Educadores de Base (CORE); comenzó a luchar contra el cierre de escuelas años antes de llegar a la dirección del sindicato, y cuando llegó continuó en la misma línea. Si bien la lucha para salvar las 17 escuelas a principios de año fracasó, el sindicato estrechó los vínculos con los grupos comunitarios opuestos al cierre y esos grupos le apoyaron en el momento del acuerdo.

La CTU explicó su alternativa para la educación pública en Chicago en el documento «La escuela que necesitan los estudiantes de Chicago», exigiendo su completa financiación pública, la reducción del número de alumnos por aula y la mejora de los planes de estudio.

La no aceptación de las concesiones impuestas por los dirigentes nacionales. Oponiéndose a la vinculación de los salarios a los méritos y defendiendo el derecho a la titularidad, la CTU se mantuvo firme allí donde la Federación Americana de Maestros (AFT) había claudicado.

Las negociaciones en Chicago comenzaron con los negociadores de la Junta Escolar poniendo sobre la mesa una copia del «acuerdo colectivo» de New Haven, Connecticut, conocido como el «contrato fino»; un convenio que anulaba derechos laborales del personal docente ganados en las décadas anteriores. RandiWeingarten, presidente de la AFT, se implicó personalmente en las negociaciones de New Haven, que consideraba «modélico». La CTU se opuso a ese acuerdo e impulsó la huelga para defender los derechos.

Los sindicatos del sector público no tienen por qué aceptar concesiones porque las exijan los políticos demócratas. Los gobernadores demócratas Jerry Brown, de California, y Andrew Cuomo, de Nueva York, lograron concesiones salariales importantes y beneficios por parte de los sindicatos del sector público. Los líderes sindicales las aceptaron argumentando que era mejor aceptar algunos sacrificios que tener a alguien como el gobernador republicano de Wisconsin, Scott Walker, tratando de suprimir completamente el derecho a la negociación colectiva. La CTU se opuso a ello explicando que los demócratas están tan comprometidos como los republicanos en la ofensiva contra los sindicatos de la enseñanza en nombre de la «reforma».

Los sindicatos del sector público pueden liderar al conjunto de la clase obrera en la lucha contra la austeridad. Desde que Scott Walker justificara la reforma educativa por razones presupuestarias, tanto los Republicanos como los Demócratas afirman que hay que estrujar a los sindicatos para beneficiar a los contribuyentes.

La huelga de la CTU dio la vuelta a ese argumento al obtener el apoyo popular y afirmar que el verdadero problema está en ver donde se sitúan las prioridades para la ciudad: en el recorte de los impuestos o en la financiación de la educación. Si los sindicatos del sector público quieren poner freno a la ofensiva actual, tendrán que seguir el ejemplo de la CTU y explicar que los servicios que prestan son en beneficio del conjunto de la clase obrera.

La democracia sindical es fundamental para reconstruir un movimiento obrero combativo. Como en la mayoría de los sindicatos, el presidente de la CTU tiene un poder enorme. Sin embargo, desde el principio, el equipo que dirige actualmente el sindicato trató de ampliar al máximo la democracia sindical. Desde que el viejo equipo dio paso al nuevo, la dirección colectiva se ha revitalizado y las reuniones de las delegadas y delegados se han convertidos en verdaderos foros de debate donde se discute la política del sindicato.

Estos delegados y delegadas tomaron la decisión de prolongar la huelga una semana más para disponer de tiempo y poder debatir la posibilidad del acuerdo escuela a escuela. Durante esos días, delegados de cientos de escuelas organizaron reuniones al aire libre para debatir los pros y contras del acuerdo. Toda una lección de democracia sindical que es un ejemplo para todo el movimiento obrero.

Para ser eficaces, las huelgas deben bloquear la actividad y ejercer presión sobre el patrón. La CTU asombró a Rahm Emanuel al abandonar la vieja práctica de realizar concentraciones rotatorias de dos horas frente a edificios vacíos. En su lugar, la CTU impulsó numerosas manifestaciones que reforzaron el sentido de la solidaridad en la base del sindicato y galvanizó el apoyo comunitario.

Ahora bien, también es verdad que una huelga de enseñantes no se enfrenta al riesgo de ser reemplazados o a las amenazas de las empresas de seguridad que se dedican a romper las huelgas, como ocurre en la empresa privada. Aún así, la huelga de la CTU puede constituir un ejemplo para los sindicatos de la industria: los piquetes masivos y la solidaridad pueden ejercer presión sobre el empresario, y cuanto mayor sea la solidaridad menos posibilidades de éxito tendrán las maniobras de los esquiroles o los mandamientos judiciales.

Podíamos seguir con la lista de las enseñanzas de ésta huelga, pero para un movimiento obrero hambriento de éxitos desde hace tanto tiempo, éste es un excelente comienzo.

Lee Sustar es militante de la ISO, organización revolucionaria de Estados Unidos.

Fuente: http://enlucha.org/site/?q=node/17754