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Bush sigue arriba en sondeos

Leve recuperación de Kerry tras el debate

Fuentes: La Jornada

Un día después del primer debate presidencial trasmitido a nivel nacional entre el presidente George W. Bush y su contrincante demócrata, John Kerry, el consenso entre la mayoría de los observadores profesionales y las encuestas es que este último ganó el debate, pero que eso no ha afectado aún la tendencia del voto que se […]

Un día después del primer debate presidencial trasmitido a nivel nacional entre el presidente George W. Bush y su contrincante demócrata, John Kerry, el consenso entre la mayoría de los observadores profesionales y las encuestas es que este último ganó el debate, pero que eso no ha afectado aún la tendencia del voto que se registraba antes del evento.

Kerry tenía que ganar el debate de anoche para permanecer como candidato viable. Se ha ubicado debajo de Bush en casi todas las encuestas durante el último mes y una perdida hubiera sido probablemente el fin de esta competencia electoral y asegurado el triunfo para Bush en noviembre.

Este viernes por la mañana, hasta los republicanos estaban reconociendo que Kerry recuperó terreno. «Fue una muy buena noche para Kerry», afirmó el comentarista conservador influyente William Bristol.

De acuerdo con una encuesta hecha hoy por Gallup/CNN, 53 por ciento de los entrevistados opinaron que Kerry ganó el debate, contra 37 por ciento que se manifestaron a favor de Bush.

Pero cuando se les preguntó si este debate cambiaría su intención de voto en noviembre, casi todos respondieron que no tanto a los encuestadores de CNN como a los de encuestas separadas de ABC News y CBS News.

De hecho, una mayoría de la encuesta de CNN opinaron que Bush sería un mejor presidente que Kerry en asuntos de política exterior.

Por tanto, todo cambió y nada cambió como resultado del debate. Al no perder, Kerry no sólo no está descontado, sino ahora puede intentar tomar la ofensiva en esta pugna electoral. Pero, a la vez, no se registraron cambios significativos en las tendencias de voto después del debate, y por tanto mucho queda igual entre el electorado que antes del debate.

Kerry utilizó el evento para enfrentar el intenso y sostenido ataque republicano de que es un político sin principios y posturas firmes, quien cambia sus opiniones constantemente.

«He sostenido una posición, una posición consistente: que Saddam Hussein era una amenaza y había una manera correcta para desarmarlo y una incorrecta. El presidente optó por la incorrecta», subrayó Kerry anoche

Al señalar sus diferencias sobre la guerra en Irak -el punto central del debate anoche- Kerry logró presentar sus argumentos efectivamente, dejando la impresión en muchos analistas de que hubo un gran intercambio «sustantivo», que permitió identificar las «claras» diferencias entre los dos candidatos en torno a la política exterior y los próximos pasos en el país árabe.

¿Diferentes?

Pero en los hechos es difícil identificar las diferencias entre los dos, más allá de las propuestas de cómo mejor «ganar» la guerra. Bush reiteró su visión optimista de que todo procede hacia el florecimiento de la democracia en Irak, lo cual es «una tarea difícil», pero que se está logrando.

Kerry acusó a Bush de «engañar» al pueblo estadunidense sobre la guerra y en torno a que él convocaría una cumbre internacional para enfrentar esa crisis.

Pero Kerry no ofreció una alternativa a la guerra, ni la posibilidad de que Estados Unidos se retire del país invadido en el corto plazo. Al contrario, expresó que «nadie está hablando de retirarse… estamos hablando de ganar y cómo hacer esta tarea correctamente».

El debate fue esencialmente que sería el mejor comandante en jefe para ganar la guerra en Irak y regresar las tropas a casa.

Bush argumentó que cambiar de comandante en jefe en medio de la guerra contra el «terrorismo» e Irak podría llevar a la tragedia, mientras Kerry insistió en que se necesita nuevo liderazgo, pues el actual ya ha cometido demasiados errores y no sabe cómo salirse de este desastre.

Kerry, al parecer, ganó esta jugada anoche. Jay Nordlinger, el editor administrativo de National Journal, la revista más importante del sector conservador nacional en este país, comentó: «sobre la base de ese debate, si yo fuera un tipo cualquiera, bastante conservador, quien apoya la guerra, yo votaría por Kerry, sobre la base de ese debate».

Eso es precisamente lo que el demócrata deseaba lograr: convencer a votantes conservadores centristas indecisos, los cuales, dicen los expertos, determinarán el resultado de esta elección.

Sin embargo, Bush no está abandonando su táctica exitosa hasta el momento de acusar a Kerry de tambalear y cambiar de posición por motivos políticos de conveniencia y que está demasiado enamorado de la comunidad internacional y sus instituciones.

El viernes, en un acto electoral en Pennsylvania, Bush repitió estas acusaciones y atacó en particular a su adversario demócrata por sugerir la necesidad de consultar más con la comunidad internacional antes de lanzar una guerra.

«El senador Kerry anoche dijo que América tiene que someterse algún tipo de examen mundial antes de que usemos tropas estadunidenses para defendernos. Quiere que nuestra seguridad nacional se sujete a la aprobación de un gobierno extranjero. Yo continuaré trabajando con nuestros aliados, pero jamás sujetaré la seguridad estadunidense a un examen internacional».

Irónicamente, aquí no hay gran diferencia con su contrincante. Kerry advirtió anoche que jamás permitiría que un gobierno extranjero tuviera el «poder de veto» sobre la política exterior estadunidense.

Por tanto, ambos candidatos defienden el derecho a la guerra preventiva, a mantener supremo el poder estadunidense a escala mundial y a imponer las definiciones estadunidenses de «seguridad nacional» en el planeta. Sólo que lo harían con diferentes tácticas. En los hechos, Kerry estaba proponiendo regresar al esquema estratégico del padre del actual presidente.

El debate sobre seguridad y política exterior fue bastante limitado, con poca «sustancia» y detalles sobre cómo abordar los problemas internacionales más complejos. México y América Latina desaparecieron del planeta en este debate, y temas enteros, como comercio mundial, la crisis mundial del sida o el desarrollo económico internacional, no se mencionaron.

El gran logro, al parecer según los comentarios de los analistas, es que ambos candidatos lograron presentar claramente sus posiciones. En gran medida, no eran posiciones, sino diferentes formas de cómo proyectar el poder político y militar estadunidense para el mismo objetivo, no fue comentado.

Kerry, según estos argumentos, ganó al lograr presentarse como un sujeto que podría hacer lo mismo que Bush en el ámbito internacional de manera más efectiva y tal vez menos riesgosa. O sea, también podía defender los intereses estadunidenses, pero mejor.

A la vez, ninguno cometió un error fatal y demostraron ser capaces de responder más o menos coherentemente a preguntas poco sorprendentes con respuestas practicadas y consignas de sus campañas desde detrás de un podio.

Sin embargo, como aquí se insiste en que el intercambio fue más interesante de lo esperado, los comentaristas dicen que se incrementará el público que sintonizará para ver los próximos dos debates presidenciales programados en las próximas dos semanas.

Todos secretamente esperan alguna sorpresa, algo fuera de lo coreografiado, un error garrafal, algo. Pero los candidatos y sus estrategas harán todo lo posible para evitarlo. Ojalá y fracasen.