Desde hace algún tiempo se ha desatado en los Estados Unidos de Norteamérica la furia antiinmigrantes, la ley aprobada en Arizona es buena prueba de ello y eso hace despertar el entusiasmo en otros estados cercanos. Es algo que responde a una política racista de corte imperial, incapaz de enfrentar el problema creado por su […]
Desde hace algún tiempo se ha desatado en los Estados Unidos de Norteamérica la furia antiinmigrantes, la ley aprobada en Arizona es buena prueba de ello y eso hace despertar el entusiasmo en otros estados cercanos. Es algo que responde a una política racista de corte imperial, incapaz de enfrentar el problema creado por su sistema propagandístico y la aspiración de llegar al llamado sueño americano y alcanzar el «American Way of Life».
Pero si alguien pensara seriamente en el territorio estadounidense tendría mucho cuidado, no fuera a ser que pudieran expulsar a su controvertido presidente, Barack Obama por su origen afro-hawaiano. Y es que, si vamos a las raíces de la nación capitalista más poderosa del mundo, llegaríamos a la conclusión de que los verdaderos nativos de ese país se encuentran en la actualidad marginados, en áreas de reservas con permanencia fija, controladas y sin presencia alguna en el gobierno.
La contradicción histórica es que la población mayoritaria de los Estados Unidos, está formada por emigrantes en su mas alto por ciento del total del país. Así se formó la nación norteamericana, de los indios apaches, cherokees, pies negros y otras etnias, se oye hablar poco; los seminolas habitantes de la Florida son los más conocidos por su control del juego en la zona de los Everglades. Así, vemos que los descendientes o nativos de Gran Bretaña, Irlanda, Italia, México, República Dominicana, Bolivia, Israel, árabes, rusos, asiáticos, hasta cubanos y venezolanos, sin contar los provenientes de África, llegados como esclavos, son la mayoría de los ciudadanos llamados norteamericanos.
Sería bueno preguntarse quiénes son los que a nombre del país excluyen de hecho a otras personas, a los que llaman extranjeros aireando banderas de la ultraderecha racista y pro nazi, en avanzada indetenible en el país norteño, ¿a nombre de quién se atribuyen la propiedad exclusiva de la nacionalidad?, ¿de dónde salieron, y sus padres y abuelos dónde están?
Dentro de los múltiples problemas que enfrenta el actual gobierno, la burbuja creciente de la emigración hacia los Estados Unidos, puede estallar en cualquier momento, unida a la situación laboral, la crisis económica, las drogas, la delincuencia y las guerras foráneas. Ello hace dudar al mundo racional de hasta donde podrá aguantar el sistema imperial la fusión de todo esto.
Encima de lo dicho anteriormente, hay un aumento desmedido de violencia racial y antisemita, organizaciones de corte fascista como la «Aryam Nations y la Church of JesusChristy Christian», en Idaho, liderada por Gerald O’brien, para perseguir y eliminar negros y judíos, a pesar de estos últimos ser un conocido sostén económico de los partidos llamados democráticos: republicano y demócrata. Los representantes del denominado «Tea Party«, independientemente de su filiación con los republicanos, mantienen elementos altamente discriminatorios en sus programas, con independencia de quienes serían los afectados.
Mientras tanto, los ciudadanos del gigante del norte, continúan su vida sin que les pueda faltar su gasolina, su televisión manipulada, su prensa controlada, sus gobiernos sordos y sus leyes protectoras de los grandes bancos y los mayores capitales en manos de la minoría.
Reina el silencio hasta ahora. Pero la esperanza nunca debemos perderla y rogamos porque algún día, los grandes oprimidos hagan sentir su peso en todos los campos, en que de una forma u otra, son los más afectados de la nación comandada por la elite encumbrada en el poder del dinero y las armas. Así es el capitalismo «made in USA».