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Las fotos de la muerte de un hombre desarmado confirman una larga historia asesina de EE.UU.

«Liberales» felices en EE.UU. preguntan «¿a quién matamos ahora?

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Puede que los simpatizantes rojillos del terror y la banda del «Estado de derecho» pongan peros y gimoteen ante la falta de corrección legal en la ejecución de Osama, pero eso no tiene importancia para el EE.UU. liberal. Durante muchos años, lo que podría llamarse el segmento «progresista» de los votantes estadounidenses se ha irritado por los sarcasmos de que su héroe Obama es un debilucho, tanto más porque en lo más profundo de su ser muchos pensaban que la acusación tenía cierto algo de verdad.

Pero ahora el ex profesor de derecho constitucional es un estadounidense de verdad. Ha sacado su certificado de nacimiento largo como un Cadillac, no solo el cortito poco convincente que ha andado por ahí durante años. Mejor todavía, tiene cojones. Más cojones que los de George Bush, quien dijo que la captura de Osama no le interesaba. Obama no dijo a los SEAL de la Armada: «Si Osama no muestra señales de resistencia, es vuestro deber según las leyes traerlo vivo para que se enfrente a un juicio justo». No. Les dijo: «Aseguraos de que es Osama, y luego matadlo».

Tenemos que agradecer al senador Jim Inhofe de Oklahoma la aclaración de las órdenes de Obama. En una entrevista con Eliot Spitzer de CNN describió las fotografías, que hasta ahora no se han mostrado al pueblo estadounidense, pero se pusieron a disposición del Congreso:

Inhofe:

«Tres de las primeras 12 fotos son de Osama vivo. Las hicieron con la intención de poder mirarlas y ver la nariz, los ojos y su relación con fines de identificación positiva. Y eso estuvo bien.

«Uno de los disparos le entró por una oreja y salió por la órbita del ojo, o entró por la órbita del ojo y salió -y luego estalló. Era ese tipo de munición. Eso causó que el cerebro estuviera colgando por la órbita del ojo de un modo bastante horripilante.

«Pero las fotos reveladoras, pensé en realidad, fueron las tres que se tomaron en el USS Vinson en el Mar Arábigo del Note y son las que lo muestran durante el período de limpieza… habían sacado bastante sangre y material de su cara de modo que era fácil identificar de quién se trataba.»

De modo que los SEAL agarraron a Osama, sacaron las fotos en vivo, luego arrojaron a su hijo a un lado y lo hicieron: dos veces en la cabeza, una vez en el pecho. Hay que tener en cuenta que Inhofe varía algo en su informe sobre las fotos. En una entrevista con Fox parece decir que las tres fotos de Osama vivo eran antiguas, negando así la brusca secuencia vivo/muerto implicada por Inhofe ante Spitzer de CNN, cuyas observaciones en la transcripción arriba citada parecen totalmente claras,  particularmente con la frase «y lo hicieron…» He llamado a la oficina de Inhofe, sin haber recibido respuesta todavía «debido al gran volumen de llamadas», sin duda de George Monbiot que trata de forjar una alianza con Big Jim de Oklahoma a favor de la expansión de la energía nuclear. Y fotos antiguas, entonces, ¿cómo de antiguas? También, si la cámara en el caso del SEAL estaba funcionando, en todo caso habrían sido imágenes vivo/muerto en secuencia.

Maureen Dowd sostiene el lado liberal del panel de columnistas del New York Times. Son muchas las columnas irascibles que ha escrito durante el último par de años criticando severamente a Obama por venderse a los bancos y por ser demasiado sumiso ante sus atacantes republicanos.

Es extraordinario lo que logran hacer dos balas explosivas en la cabeza de un hombre desarmado. Dowd ha escrito nada menos que tres columnas seguidas, dando a conocer su éxtasis. Llamadlos sietemachos espirituales. Unos ejemplos de los rescoldos de su resplandor:

«No es de extrañar que los máximos generales del presidente lo llamen ‘Cool Hand Luke’ [Película estadounidense distribuida en español como La leyenda del indomable, N. del T.] [En realidad los generales tienden a darle nombres mucho menos halagadores.] Si pudiéramos haber visto algo que se desarrolle en tiempo real, habría tenido el mismo efecto dramático que los «flashes» de la película preferida del presidente, El padrino, cuando Michael Corleone actúa tranquilamente como padrino en el bautismo de su sobrino en la iglesia, incluso mientras sus lugartenientes realizan los sangrientos asesinatos que ha ordenado contra mafiosos rivales.

«Basta con sustituir ‘Dejad el helicóptero, llevaos el cadáver’ por ‘deja la pistola, llévate el pastel’…»

«El semblante meditabundo, frío e inescrutable del presidente podrá haberlo distanciado a veces del público en momentos de crisis ardiente. Pero en el tan esperado enfrentamiento con el Enemigo Público Nº 1, esas cualidades le sirvieron perfectamente…

«Quiero recuerdo, y justicia, y venganza… La culpa liberal podrá tener su utilidad, pero no debe derrocharse en esta misión de asesinato. Moral y operacionalmente fue contraterrorismo en su mejor momento. No tenemos que disculparnos por nada.»

Le tocó al joven columnista conservador del New York Times, Ross Douthat, formular la sensata observación de que: «Ahora que los demócratas han aprendido a dejar de preocuparse y a asumir la presidencia imperial, EE.UU. carece de un fuerte control institucional de la tendencia a la excesiva arrogancia ejecutiva y a la extralimitación en tiempos de guerra… La ausencia de cualquier protesta, apoyada por la disposición de la Casa Blanca a asesinar a ciudadanos estadounidenses sin proceso también debería ser inquietante.»

La referencia a «ciudadanos estadounidenses» tiene que ver con Anwar al-Awlaki. Hacia finales de abril Obama aprobó tres asesinatos: el de Osama, el de Gadafi (falló por poco) y el de Anwar al-Awlaki (falló), el clérigo nacido en EE.UU. del que se cree que está en Yemen. El Pentágono dice que se efectuó un atentado contra la vida de Awlaki mediante un ataque de un drone el 5 de mayo y que piensa que no lo alcanzaron sino que dieron en un coche en el que podían haber estado o no algunos tipos malos. Oye, ¿quién cuenta? Hace unos años volaron otro coche en el que pensaron erróneamente que iba Awlaki, un ataque que provocó mucha furia en Yemen.

El coro de aprobación a los SEAL cubre todo el espectro liberal. Jeremy Scahill de The Nation se regocijó, como lo hizo Gary Wills en New York Review of Books, con una apología eufórica: «El Equipo Estrella del Presidente», en la que concluye: «debemos recordar las cosas espléndidas que pueden hacer nuestros SEAL de la Armada. Y en algún sitio de nuestras mentes debemos recordar que, en última instancia, quien apretó el gatillo en ambas acciones de los SEAL fue el presidente de EE.UU.» Típico entre este gente de think-tanks liberales es Thomas Ricks, ex del Washington Post y que ahora escribe para ForeignPolicy.com y está ubicado en algo llamado el Centro para la Nueva Seguridad Estadounidense. Ricks llama seriamente a que EE.UU. declare la guerra a Pakistán, se apodere de sus centros nucleares o los destruya y envíe equipos de SEAL a asesinar agentes sospechosos del ISI.

Obama no es ciertamente el primer presidente de EE.UU. que se toma mucho interés en los asesinatos. El asesinato ha sido siempre un arma de la política exterior de EE.UU., en los períodos de turbulencia, en los años sesenta; también ha sido un arma de represión interior. Vale para ambos lados de la orden ejecutiva que el presidente Gerald Ford promulgó en 1976 prohibiendo asesinatos. «Ningún empleado del gobierno de EE.UU. se involucrará o conspirará para involucrarse en asesinatos políticos», decía la Orden Ejecutiva 11905, actualmente inoperativa.

Colocad en una fila a Obama con los otros asesinos, desde Eisenhower hasta Bush, y creo que es el más repelente del montón, junto con Woodrow Wilson. Ninguno de sus rivales puede equiparar el instintivo egotismo que permite que Obama afecte la seriedad de un hombre que se coloca en un plano moral más elevado mientras ejecuta un programa cínico de campaña electoral mediante asesinatos.

Cínico pero efectivo. Los republicanos están en un estado de confusión total y no tienen un candidato plausible que presentar contra Obama. Los progresistas apoyan sólidamente a su hombre.

Andrew Cockburn escribe sobre temas de seguridad nacional y otros relacionados. Su libro más reciente es: «Rumsfeld: His Rise, Fall and Catastrophic Legacy» Es coproductor de «American Casino,» el largometraje documental sobre el actual colapso financiero. Para contactos, diríjase a [email protected].

Fuente: http://www.counterpunch.org/cockburn05132011.html

rCR