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Llorar o reir

Fuentes: La Jornada

La tragicomedia cotidiana en Estados Unidos se manifiesta en varios actos: En la esquina de Broadway y Bleecker hay un hombre con un carrito que promueve una nueva marca de alimentos para perros regalando paquetes de lo que, promete, es una fórmula muy nutritiva. Justo frente a él, sobre la misma banqueta, está un hombre […]

La tragicomedia cotidiana en Estados Unidos se manifiesta en varios actos:

En la esquina de Broadway y Bleecker hay un hombre con un carrito que promueve una nueva marca de alimentos para perros regalando paquetes de lo que, promete, es una fórmula muy nutritiva. Justo frente a él, sobre la misma banqueta, está un hombre sentado sin expresión en el rostro con un cartón sobre el cual ha escrito: Veterano de Afganistán; toda contribución de dinero o alimento será agradecida. Ni uno ni otro se miran cuando pasa el torrente de turistas, modelos, empleados de servicios de paquetería, estudiantes y más.

¿Cuáles son los actos públicos más vistos del país en medio de un año electoral? ¿Las convenciones, los debates presidenciales, los noticieros, los programas de análisis político? La noticia más importante de estos últimos días, y el debate más intenso durante semanas ha sido la resolución de la disputa laboral, no de las decenas de miles de maestros en Chicago, ni la ofensiva contra sindicatos del sector público a escala nacional, sino entre los árbitros y los dueños de la Liga Nacional de Futbol (americano). Fue La Noticia nacional esta semana, cuando se anunció un nuevo acuerdo para un contrato colectivo, y con ello el retorno de los árbitros y el fin de la ineptitud de sus esquiroles. Hasta el gobernador más antisindical, Scott Walker, de Wisconsin, estaba del lado del sindicato para acabar con la comedia de los esquiroles. Y es que se trata de algo sagrado. El año pasado, nueve de los 10 programas de mayor público televidente fueron partidos de futbol americano. El futbol es la pasión nacional, el gran espectáculo público de Estados Unidos del siglo XXI, escribe Nicholas Dawidoff en The New Yorker.

La semana contra la censura de libros arranca esta semana en el país, cuyo presidente acaba de declarar ante el foro mundial de la ONU que el derecho universal más sagrado es la libertad de expresión. Según la Asociación Bibliotecaria de Estados Unidos (ALA, por sus siglas en inglés), más de 11 mil 300 libros han sido objeto de intento de censura desde 1982 (algunos han sido remtirados de bibliotecas, escuelas y librerías, pero la mayoría son sólo sujetos de retos de comunidades u oficiales que buscan su censura). En 2011 se registraron 326 retos, pero ALA considera que más de 70 por ciento de estos intentos no se dan a conocer. En 2011, entre los libros más rentados en diversas localidades o estados estaban Un mundo feliz, de Aldous Huxley; Los juegos del hambre, de Suzanne Collins (que se convirtió en película este año), y un libro del famoso autor indígena Sherman Alexie. En años anteriores estaban en esta lista un examen de la pobreza y explotación laboral por Bárbara Ehrenreich; El color púrpura, de Alice Walker; el clásico Catcher in the Rye, de JD Salinger; Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain; Of Mice and Men, de John Steinbeck, y Beloved, de la premio Nobel de Literatura Toni Morrison. Las justificaciones casi siempre son por escenas sexuales o personajes desnudos, aunque otros son por lenguaje inaceptable (mayor información bannedbooksweek.org/).

Estados Unidos en pleno siglo XXI: La elección decidirá los métodos de interrogación en casos de terrorismo en el futuro, afirmó la cabeza de la nota en el New York Times, la cual informa que en esta elección, entre otras cosas, se determinará si Estados Unidos empleará o no la tortura en el futuro.

Uno de cada cinco fallecimientos de soldados estadunidenses es por suicidio, según cálculos de la revista Harper’s.

Un general brigadier del ejército que cumplió cuatro giras de combate en Irak y Afganistán ha sido acusado de sodomía forzada, adulterio, tener material pornográfico y mantener relaciones inapropiadas con varias de sus subordinadas, informaron oficiales del ejército a la agencia Ap.

Cuando su jefe de policía renunció, el pueblo de Vaughn, en Nuevo México, se quedó sólo con un integrante oficial de su fuerza de seguridad pública: Nikka, el perro antinarcóticos. El jefe de policía Ernest Armijo decidió retirarse del cargo al hacerse público que no podía portar un arma de fuego por tener antecedentes penales, reportó Ap.

Los 400 individuos más ricos del país tienen fortunas superiores a mil millones de dólares (el más rico, Bill Gates, tiene como 66 mil millones). Un familia promedio estadunidense tardaría más de 20 mil años en gastar mil millones. Pero los ricos también tienen problemas: el Daily Show descubrió que hay sicólogos especializados en atender los problemas de los más ricos, incluyendo tratamiento para algo llamado síndrome de riqueza repentina.

Tal vez no son los terroristas los que representan el mayor riesgo a los aviones comerciales, sino ciudadanos estadunidenses que, con leyes que permiten portar armas ocultas en universidades, bares y hasta iglesias en varios estados del país, ya se les hace tan común y tan fácil, que se les olvida que las tienen. La Administración de Seguridad de Transporte (TSA), agencia federal encargada de la seguridad en los aeropuertos, reporta que este año hasta la fecha han encontrado mil 105 armas de fuego (el año pasado el total fue de mil 320). La gran mayoría, dice, son de personas con licencias para tenerlas, a las que simplemente se les olvidó al pasar por seguridad. Los dueños de armas deberían saber dónde las tienen, para nuestra seguridad y la de aquellos con quienes vivimos y los que están a nuestro alrededor. Yo siempre sé dónde está la mía. Es algo bastante básico. Las armas son peligrosas, comentó Nico Meléndez, oficial de TSA, al New York Times.

Pan (y falta de), circo, libertad condicional de expresión y libros peligrosos, tortura, traumas entre guerreros, seguridad pública canija, ricos con problemas personales y armas por todas partes. Risa loca y lágrimas de desolación en Estados Unidos.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/10/01/opinion/025o1mun