El chismorreo implacable empapa las elecciones presidenciales: el interminable cotorreo de los medios acerca de las cualidades de Sarah o la ausencia de ellas, el carácter «heroico» de McCain, el vínculo o la ausencia de él de Obama con la gente verdadera. En medio de tal «comentario analítico», los cotorreros de los medios examinan la […]
El chismorreo implacable empapa las elecciones presidenciales: el interminable cotorreo de los medios acerca de las cualidades de Sarah o la ausencia de ellas, el carácter «heroico» de McCain, el vínculo o la ausencia de él de Obama con la gente verdadera. En medio de tal «comentario analítico», los cotorreros de los medios examinan la vida sexual y hábitos alimentarios de los candidatos; sus códigos de vestir son aún más escudriñados. ¿Tenía puesta la insignia con la bandera? ¿Luce mejor sin corbata?
Mientras la economía norteamericana continua deslizándose en casa por el simbólico inodoro y su imagen se hunde en todo el mundo, ni sus políticos ni sus medios aprovechan la oportunidad para decir la verdad. ¿Quién se atrevería a decir, ya sea en los discursos de campaña o en el Congreso, que los más de $700 mil millones del presupuesto de defensa no defienden al país, contribuyen al conflicto en todo el mundo y se tragan fondos que se necesitan urgentemente para programas sociales? Además, el gobierno ha salvado a gigantes financieros fracasados, de los cuales el último fue de $85 mil millones para AIG.
McCain atribuye la crisis a la avaricia, pero aparentemente olvidó que esta legislatura le abrió el camino a la avaricia al institucionalizar la insaciabilidad financiera. McCain apoyó la Ley Gramm-Leach-Bliley redactada por su compinche y gurú económico, el ex senador por Texas Phil Gramm. Esa ley permitió la fusión de bancos, compañías de seguro y de corredores de bolsa. McCain culpa de la actual crisis hipotecaria y el colapso financiero al propio vicio que su acto alentó. Sin embargo, no aprendió nada de su error. Ayudó a desmantelar la regulación que evitaba tal comportamiento avaricioso, pero McCain sigue insistiendo en desregular más –como la seguridad social. ¿Se sentirían ustedes seguros si sus pensiones cayeran en manos de los bribones que destruyeron a Lehman Brothers, Merrill Lynch, Bear Stearns y otros?
Sorprendentemente Wall Street se desploma, McCain sonríe y asegura al electorado que la economía norteamericana tiene una base sólida. Los sistemas de educación, transporte y salud se tambalean en varias etapas de crisis; los caminos, puentes y diques necesitan rápida atención. Acueductos y alcantarillados requieren una reparación, si no queremos beber agua de albañal –¿o lo estamos haciendo ya?
Comparen estas necesidades con las exigencias de la «defensa». McCain insiste en que necesitamos un nuevo juego de armas nucleares y que debemos, por razones de seguridad, que mantener 761 bases en todo el mundo y continuar peleando en dos guerras dudosas. Obama, menos belicoso, aumentará los esfuerzos solo en Afganistán, dice él, mientras que reduce los de Irak. McCain y Palin casi garantizan al público que ellos mantendrán los actuales conflictos e iniciarán otros –solo si los electores amantes de la paz los eligen.
Palin reveló en una entrevista con Charles Gibson en ABC el 11 de septiembre su singular combinación de política neoconservadora y populismo de extrema derecha. «¿La Doctrina Bush?» Ella hizo una pausa, pensando: «¿reformada o sin reformar?»
Mientras Sarah se reúne con la prensa, McCain se niega a permitir que los miembros de los medios saquen una copia de su historia clínica. Sencillamente él aseguró a todos que su peligroso melanoma había desaparecido y no se atrevan ustedes a dudar de la palabra de un héroe y patriota acerca de ese tema médico.
Mientras tanto, el oropel del espectáculo de Palin hizo cundir el pánico entre algunos liberales. «¡Dios mío! Me marcho de este país si McCain y Palin ganan». Abogados y médicos se presentaron como voluntarios para recorrer los distritos electorales de Pennsylvania y Ohio
para inscribir a electores de estados claves. Inscribieron a electores y les aseguraron de la superioridad de Obama en temas tales como la economía, la guerra y la paz y, no menos importante, su promesa de designar a jueces que no rechazaran automáticamente cualquier reclamación de una persona pobre o de color.
Los inventores republicanos de historias alardean de que Sarah y John son «gente común», mientras que Obama es un elitista. No importa que McCain posea nueve casas (Paul Begala en «Real Time,» 4 de septiembre) y que nunca haya representado a una persona pobre. McCain, el cristiano serio, engañó a su primera esposa -quien estaba bajo sufrimiento físico–y luego la dejó por una mujer muy rica. ¿Será este el verdadero sentido de disidente?
El ama a su país, apoya a los hombres y mujeres en las fuerzas armadas, pero vota en contra de los beneficios a veteranos y de programas que ayudan a los pobres. Él ha adornado la historia de su propio heroísmo –derribado sobre Hanoi, un área de civiles, y sufriendo cinco años como prisionero de guerra (un verdadero modelo de prisionero)– lo que ilustra el proverbio del Talmud: «Cuando se adorna la verdad, se le substrae algo».
Obama hizo un llamado a enseñar una educación sexual responsable, apropiada a cada edad, incluyendo el uso de control de la natalidad. Los charlatanes republicanos insisten en que él quiere enseñar a los niños de pre-escolar todo acerca de hacer cochinadas. Irónicamente, los republicanos parecen creer que la gente no se va a dar cuenta del embarazo de la hija adolescente de Sarah Palin. ¿Un ejemplo de la defensa de la abstinencia? Palin se negó a permitir la educación sexual en el sistema educacional de Alaska. Bueno, su hija dice que solo se equivocó una vez.
En una cafetería del norte de California, dos mujeres discutían las elecciones: «Puede que sea una cabrona», dijo un ama de casa de mediana edad, «pero lo cuenta como es».
Me pregunto a qué es lo que cuenta.
«Es cierto», dijo su compañera más joven, limpiando huevo de la barbilla de su niña de siete años. «Pero no parece saber mucho. Vi la entrevista esa la otra noche y no estoy segura de que esté calificada para ese puesto. A lo mejor McCain tiene cáncer o algo y puede que muera después que gane».
«Quizás, no sé», dijo la otra. «A mí Hillary no me gustaba mucho. Era como una cabrona esnobista. Pero me gusta Sarah. No tiene paz con nadie. Me gusta lo que hizo para proteger a su familia». (Esto, supongo, se refiere a la investigación que se le hizo a Sarah por tratar de despedir a un funcionario estatal en Alaska que se negó a despedir a su ex cuñado que había maltratado a la hermana de Sarah, o acerca de lo publicado en Enquirer de que Sarah había forzado al joven que impregnó a su hija de 17 años a casarse con ella –en contra de la voluntad del muchacho.)
Otra conversación de mercado: «Yo iba a votar por McCain, pero luego me di cuenta de la cosa de la hija de 17 años de Sarah. Si no puede controlar a su familia, ¿cómo va a controlar al país?»
Como señaló H. L. Mencken: «Nadie se arruinó por subestimar la inteligencia del pueblo norteamericano». Pero después de recibir una golpiza de manos de Bush durante ocho años, después de sufrir la ineptitud y corrupción a una escala que supera a todas las administraciones anteriores, el público de clase media debiera decir masivamente: «ya tenemos suficiente de esta gente». (Piensen en ENRON, los escándalos de Cheney por ignorar la Constitución para violar los derechos de los ciudadanos, las sangrientas guerras en Afganistán e Irak, hacer una rutina de la tortura, la «respuesta» ante Katrina, la politización del Departamento de Justicia.) Pero «pensar» es una palabra inapropiada en la era de la ansiedad masiva, donde la distracción y el súper estrés se adueñan de la situación.
¿Con quién prefieren tomarse una cerveza? ¿No es fantástico que Sarah llame a su esposo «El Primer Tipo»? ¡Qué familia tan original! El gran tipo fue condenado hace tiempo por manejar borracho y no hizo estudios universitarios. ¡Hasta quiso que Alaska se declarara independiente! Esa familia tiene carácter.
Tales afirmaciones se sucedían al mismo tiempo que Merrill Lynch, Lehman Brothers y AIG se desmoronaban; otros amenazan con hacer igual. Hewlett Packard despidió a 25 000 trabajadores. La séptima economía del mundo, California, no puede tener un presupuesto que asigne los fondos mínimos para mantener sus sistemas de educación y salud.
Los electores conducen en carreteras atestadas, se preocupan porque vayan a ser despedidos, llegan tarde a recoger a un hijo, pagan $60 dólares por la gasolina. Escuchan las noticias en la radio o los programas de comentarios donde los temas se convierten en el equivalente de una gran bola de papel ensalivada radial. Toda la noche la TV envuelve en imágenes esta cacofonía de lamentos, agrega gritos urgentes, jadeos desesperados y guiños de flirteo de cómo olvidar los mensajes depresivos (noticias) que ustedes acaban de ver y oír, y salgan a comprar algo. Durante las elecciones, los candidatos deben usar estos mismos medios para hacer llegar sus propios mensajes urgentes: voten por mí para terminar con el calentamiento global, solucionar los altos precios del combustible y, por supuesto, poner el clásico pollo en todos los potes.
Los buscadores de cargos aseguran a los ciudadanos que ellos representan sus intereses. Pero no dicen la verdad. Decir la verdad comprometería su elegibilidad, dicen los manipuladores políticos. Los charlatanes de campaña emplean la sabiduría de Maimónides. «A la gente le gusta la opinión a la que se han acostumbrado. Se aferran a las opiniones habituales».
Así que no piensen ni dialoguen. Simplemente canten: «Sí, Podemos. ¡USA, USA, USA!»