Es interesante indagar en los valores que los estadounidenses consideran más adecuados para un político. Hemos tenido la oportunidad de apreciarlo en declaraciones de algunos de ellos explicándonos las cualidades de los dos candidatos a vicepresidente. Sobre el candidato demócrata al segundo cargo del gobierno, Joe Biden, el propio Barack Obama, quien lo eligió como […]
Es interesante indagar en los valores que los estadounidenses consideran más adecuados para un político. Hemos tenido la oportunidad de apreciarlo en declaraciones de algunos de ellos explicándonos las cualidades de los dos candidatos a vicepresidente.
Sobre el candidato demócrata al segundo cargo del gobierno, Joe Biden, el propio Barack Obama, quien lo eligió como segundo, nos explicó sus méritos. Según respondió a una entrevista de la agencia IPS el 3 de septiembre:
El senador Joe Biden no es un político: es un estadista. (…) Desde hace años, toma el tren todas las noches de Washington a su casa en Delaware. Ha mostrado firmeza ante los líderes de nuestro propio partido cuando lo sintió necesario y su experiencia en política exterior no tiene parangón en el Senado. Lo elegí con el interés de mi país en mente, no siguiendo las políticas del momento.
Es decir, el vicepresidente que siempre hubiéramos querido: no se mete en política y toma el tren.
Vayamos ahora al partido republicano. Ahí la candidata a vicepresidenta es una mujer, Sarah Palin. Quien nos explica sus talentos es el gobernador de California, el republicano Arnold Schwarzenegger en una entrevista al diario El País el 20 de septiembre:
Ha hecho un trabajo fantástico en la convención. Tenía un aspecto estupendo, su discurso fue divertido. La contemplaron 37 millones de espectadores, casi tantos como a Obama. Eso significa que McCain ha tomado una magnífica decisión.
Y por si había alguna duda de lo que interesa en política, el musculoso actor/gobernador lo termina aclarando:
Yo siempre he dicho que no son los contenidos los que deciden los resultados. ¿Qué ciudadano de a pie se acuerda al día siguiente de lo que han dicho los oradores de la convención del partido? Cuando había elecciones en Austria y se presentaban los candidatos, mi madre decía: «Pues ése era muy simpático y parecía sincero». Lo que queda de una convención de partido son los chistes buenos, los ataques contra el adversario.
Y el pobre Julio Anguita proponiendo programa, programa, con lo importante que es hacer buenos chistes.