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No crearse falsas esperanzas

Lo último del proceso que vive Turquía

Fuentes: Infosnews Service

Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García

La concentración realizada el domingo pasado en Yenikapi, Estambul, es una muestra importante de la extensión de la movilización política en Turquía que ha tenido lugar en el último mes. El mitin, que reunió a cinco millones de personas y a los líderes de los partidos de la oposición (salvo el HDP), que mostró la «unidad de los defensores de la democracia», tuvo en realidad muchos mensajes dirigidos tanto a los políticos nacionales como a los del extranjero. Durante el fallido golpe de Estado, que puede ser descrito como el choque de grupos de poder dentro del Estado, da la impresión de que el presidente Erdogan y el gobierno AKP se las han arreglado para atraer a distintos grupos políticos en su «política para el golpe de Estado».

¿Qué pasó?

Aquí donde vivimos, el Estado está directamente relacionado con la existencia de las fuerzas armadas, sobre todo si se considera su relación con el proceso fundacional. La expresión ‘golpe de Estado’ tiene un importante lugar en la vida política de la república de Turquía. Es posible ver que el golpe de Estado es una realidad política inevitable de la existencia del Estado en estas comarcas y, si se tiene en cuenta el último golpe ocurrido -el de 1980-, afecta a las habituales políticas de Estado. Lo que pasó el pasado 15 de julio, tiene el carácter de la continuidad de esta realidad política. El ejército, que quería intervenir en el poder político, intentó controlar edificios estatales de importancia estratégica, muchos burócratas con cargos importantes fueron tomados como rehenes, el parlamento y los organismos de inteligencia fueron bombardeados, puentes y aeropuertos fueron bloqueados por militares, hubo enfrentamientos entre soldados y policías. El intento de golpe de Estado, que duró cinco horas, fue sofocado mediante diferentes y rápidas maniobras del gobierno actual, especialmente del presidente Erdogan. Entre estos movimientos, los más notables fueron el control de los medios y, a partir de ellos, el control de la movilización ciudadana; además, el control del cumplimiento de la ley a cargo del ministerio de Asuntos Interiores.

La movilización

Desde el 15 de julio, el poder político actual fue capaz de mantener una importante movilización mediante lo que llamó «democracia vigilante», que se enfocó sobre todo en la calle y las zonas militares. Para crear la movilización civil que interrumpió el avance de los tanques que se dirigían hacia los puentes bloqueados por soldados desde la noche anterior, el AKP había hecho uso de todas las instituciones estatales. Desde el 15 de julio, mientras esta movilización se identificaba con los sagrados valores del Estado y quienes perdieron la vida en ella eran declarados «mártires» por su heroísmo, se trató de instaurar un estado de vigilancia continua machacando sin cesar sobre la necesidad del odio y la venganza. La gran concentración mencionada en el comienzo de esta nota es una extensión de ese estado de vigilancia. Nosotros, los integrantes del colectivo DAF, vemos que parte de la movilización en la calle tiene también en la mira a varios sectores (los kurdos, Alevi, Oposición) que se plantan en contra del Estado en diferentes aspectos. El AKP y Erdogan, que mantienen el poder político vigente, se han convertido en una plataforma para las formaciones nacionalistas islámicas. Esto ha quedado patente en la simbología creada por el proceso.

La cobertura democrática

Todos los golpes de Estado son un proceso mediante el cual la opresión violenta se muestra en toda su dimensión. Solo se trata de presionar a los oprimidos mediante el uso de la fuerza y la violencia para hacerse con el poder político. Como revolucionarios que vivimos el periodo en el que el golpe de Estado militar de 1980 -e incluso el periodo siguiente- nos asesinó, torturó y reprimió sin reparos, sabemos demasiado bien qué es en realidad un golpe de Estado.

También sabemos, desde el 15 de julio, lo que es ser llevados un tribunal con la excusa de la supuesta «lucha democrática» contre el golpe. La condición de ser «un poder elegido» por el pueblo que se invoca como argumento contra sectores que tramaron el golpe de Estado tiene un papel importante en la legitimación de la posición actual del AKP y Erdogan. De hecho, todo el discurso político que ha surgido a partir del 15 de julio está relacionado con esta tapadera democrática.

Ya hemos puesto de relieve antes que el AKP y Erdogan han hecho explícito su carácter de tribuna de los sectores nacionalistas islámicos. Sobre todo si se tiene en cuenta la lucha de esos sectores contra los grupos de poder -laicos y radicales- kemalistas partidarios del golpe de Estado desde la fundación de la república, puede verse que hay una contradicción existencial entre esta plataforma y el ejército y los burócratas republicanos. A pesar de que buena parte de esta contradicción tiene apariencia pro-democrática, en realidad está muy lejos de ello. Para ver la distancia existente, solo basta echar una mirada a las «reivindicaciones» en la calle. Pena de muerte, poderes extraordinarios para la presidencia, y muchas otras basadas en los mismos valores islamistas y nacionalistas que se esconden bajo la tapadera de la democracia.

Mientras la democracia es santificada por el actual poder político, las reivindicaciones del 51 por ciento que votó a favor de este poder político en las últimas elecciones son descritas como la voluntad popular. La realidad está incluso mucho más lejos de esto. El poder político de este momento está intentando vender sus planes y estrategias como si se trataran de reivindicaciones populares. Dado que esta plataforma es contraria a todos los «valores políticos de Occidente», su juego en pro de la democracia es una falacia.

Por otra parte, debe hacerse notar que no deberíamos caer en la misma trampa que han caído algunas organizaciones socialistas mientras hacían su análisis. Nuestra crítica de más arriba no significa que nosotros abracemos los valores democráticos del sistema. De hecho, es el propio sistema democrático el que hace posible «que la mayoría oprima a la minoría» en el juego en pro-democrático. En el interior de este sistema democrático, cuando el islamismo radical se hace con el poder lo hace en favor de la democracia; como también los hacen los nacionalistas o los liberales. Este es exactamente el mensaje que el AKP y Erdogan quieren mandar a Occidente: «Nosotros somos demócratas».

¿Quién planeó el golpe de Estado?

En nuestra valoración inicial, nosotros señalamos que el actual proceso es el resultado de la lucha por el poder que libran diversos grupos dentro del Estado. Es sabido que desde las primeras elecciones, el AKP empezó a trabajar para mantenerse en el poder; el AKP está vinculado con la Comunidad Gulem, que ha estado adquiriendo popularidad especialmente en los medios internacionales. Incluso el mismo Erdogan declaró en un acto reciente que él tuvo vínculos con la Comunidad Gulem y que fue engañado, por lo que pidió disculpas al pueblo.

Fethullah Gulem -una autoridad religiosa y líder comunitario- ha tenido una influencia cada vez mayor en la política turca durante los últimos 30 años. Esta creciente influencia llagó hasta el poder político junto con el AKP y esto abrió la puerta a la organización de significativas posiciones políticas dentro de importantes agencias estatales turcas. El poder actual del AKP también se ha beneficiado de esta ventaja posicional. La identidad conservadora del partido lo permitió. Hasta hace cuatro años, Fethullah Gulem fue visto como un importante líder espiritual por los integrantes del AKP y el propio Erdogan. Debido a diversos cálculos políticos y económicos, el punto culminante en esta lucha por el poder ha sido el intento de golpe de Estado del pasado julio. Considerando la profundidad de las relaciones descritas y los vínculos de los conspiradores golpistas con la Comunidad Gulem, el proceso define algo muy diferente a las contradicciones clásicas entre kemalistas y conservadores. Se trata de un conflicto de intereses. Fethullah Gulem y su comunidad, que han sido acusados de traición por el poder político, no son más que una parte de una sociedad rota.

Los escenarios

Como lo que está en cuestión es el poder político del país, es obvio que el choque político de grupos de poder dentro del Estado tenga un sitio en los esquemas internacionales. Desde el mismo día del intento de golpe de Estado, todos los canales de televisión, los periódicos, las radios -excepto los medios revolucionarios- se convirtieron en escenarios mediáticos que todavía hoy continúan haciéndose oír. La mayor parte de esos escenarios expusieron que el golpe de Estado era obra de Estados Unidos, que contó con el apoyo de la Comunidad Gulem, debido a que Gulem reside en ese país. Los escenarios decían frecuentemente que el intento de golpe de Estado había sido diseñado por la CIA como respuesta a la política exterior anti-occidental del gobierno de Turquía.

Otros escenarios dijeron que el fallido golpe de Estado había sido planificado y puesto en marcha por el AKP y el mismo Erdogan. Estos medios destacaron el hecho que de esta manera, Erdogan reforzaría su poder y eliminaría cualquier oposición. Por supuesto, la opresión política contra los kurdos desempeña un importante papel en la creación de un contexto de no oposición. El AKP, el CHP y el MHP, que desde el comienzo actuaron como una «unidad por la democracia» que explícitamente dejaba fuera al HDP creando una supuesta «coalición democrática», acusó al HDP y al movimiento kurdo de formar parte de una conspiración para invalidar así al HDP.

Otro escenario que forma parte del mimo proceso de inhabilitación es el bélico. En este escenario, después de las violentas operaciones desarrolladas durante un año sobre todo en el Kurdistán Norte, se ha destacado el hecho de que el Estado se está preparando para realizar matanzas en una escala incluso mayor. En el contexto de una coyuntura en la que en los últimos 10 años se ha borrado la línea que separa la guerra civil de la convencional con un país extranjero, es imposible dejar de pensar que uno de los fines de la guerra es Rojava y Siria. Teniendo en cuenta solo a Siria y la movilización en Oriente Medio, es posible pensar que el fracasado golpe de estado formara parte de otros esquemas internacionales.

El estado de emergencia, ¿para quién?

Para nosotros, revolucionarios anarquistas, es importante analizar bien todos los escenarios señalados más arriba como posibilidades respecto de nuestras perspectivas de corto y largo plazo. Necesitamos estrategias revolucionarias que tengan en cuenta ambas perspectivas. Sin embargo, más allá de todos esos escenarios, como revolucionarios nos sentimos afectados por las repercusiones prácticas del Estado de Emergencia vigente desde el 20 de julio.

Desde esta fecha, el Estado está en proceso de reconstrucción. Las operaciones que se dan en el ejército, la policía, la justicia, los centros económicos, los ministerios, los ayuntamientos, etc., todavía no han acabado. El Estado, que es un dispositivo de opresión y violencia, se hace aún más opresivo y violento con esta legislación delegada; aparte de los sectores vinculados con la Comunidad Gulem, aprovechando el proceso se han incrementado los ataques contra los revolucionarios.

La oposición populista comprometida con el poder y los grandes medios se ha convertido en la voz del poder político, y los mecanismos para asegurar el cumplimiento de la ley trabajan a las órdenes directas de Erdogan; una masa fascista lista para movilizarse según los valores del nacionalismo islámico, un ejército listo para atacar territorios cercanos dentro del contexto de la coyuntura internacional… En estos territorios, a los oprimidos y los revolucionarios les esperan potenciales peligros.

La lucha por el poder se da entre los grupos políticos que pretenden adueñarse de un dispositivo basado en la injusticia económica y política; eso no es más que la hegemonía de los opresores contra los oprimidos prolongándose en el tiempo para destruir su libertad. Ni la aparente o insinuada dictadura, ni las fuerzas armadas o las formaciones civiles, ni los golpes de estado o las elecciones de los poderes políticos enemigos del pueblo tienen relación alguna con la voluntad popular. Nosotros, que creemos que una vida libre no puede ser el fruto de un golpe de Estado ni de unas elecciones, sabemos de la existencia del Estado por su ataque constante a la libertad; nuestra rebelión durará hasta la creación de un mundo libre. Lo que todos necesitamos es no esperanzarnos con las peleas entre grupos de poder, sino convencernos de que la única esperanza es la revolución por la libertad.

Huseyin Civan es integrante del colectivo DAF. DAF es un colectivo anarquista de Turquia con gran actividad, publica el periodico Meydan, posee cafés sociales en la capital, Estambul, para la difusión de sus ideas. En esta «nueva etapa» en Turquia temen represalias de todo carácter por parte del gobierno kemalista de Erdogan.

Fuente: http://www.ainfos.ca/ainfos336/ainfos76075.html

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la misma.