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Una breve nota

Los 462 catalanes más vigilados por el franquismo

Fuentes: Rebelión

La revista catalana de divulgación histórica Sapiens tiene como subtítulo «Descobreix la teva història». No hace falta traducirlo. Con ese objetivo, en el último número, julio de 2012, publica una exclusiva: «Fitxats! Trobem la llista dels 462 catalans més vigilats pel franquisme».[¡Fichados! Encontramos la lista con los 462 catalanes más vigilados por el franquismo»]. Luego, […]

La revista catalana de divulgación histórica Sapiens tiene como subtítulo «Descobreix la teva història». No hace falta traducirlo.

Con ese objetivo, en el último número, julio de 2012, publica una exclusiva: «Fitxats! Trobem la llista dels 462 catalans més vigilats pel franquisme».[¡Fichados! Encontramos la lista con los 462 catalanes más vigilados por el franquismo»]. Luego, en el cuerpo del artículo, se destacan cinco casos. Los de Andreu Mas-Colell, Frederic Prieto, Monserrat Avilés, José Luis López Bulla y Josep Espar Ticó.

Vale la pena aclarar, para evitar confusiones, algunos puntos:

1. No es obvio que la lista abarque a todos los que fueron más vigilados por el franquismo. Están los que son pero faltan nombres también muy vigilados.

2. Es obvio que muchos ciudadanos y ciudadanas catalanes no fueron en absoluto opositores al franquismo y no sólo vivieron cómodos e instalados en el régimen franquista -como luego en el monárquico- sino que fueron parte sustantiva de él. Ejemplos, tres entre miles y miles: López Rodó, Juan Antonio [después Joan Antoni] Samaranch y Fabián [a veces Fabià] Estapé.

3. La lista muestra lo que es sabido por combatientes antifranquistas, historiadores sin anteojeras y personas informadas con canas o el cabello blanco: la presencia de luchadores de orientación comunista es abrumadora, ampliamente mayoritaria en los ocho listas que publica la revista (tal cual, sin alteran el desorden policial) donde se castellanizan los nombres catalanes. Josep Fontana, por ejemplo, es José Fontana y Joaquim Sempere es Joaquín Sampere (con a).

4. Hace años la cosa estaba meridianamente clara y catalán era todo aquel que vivía y trabajaba (o intentaba hacerlo) en Catalunya [2]. Lema del PSUC, ninguna fuerza política hizo tanto como el partido de los comunistas catalanes para evitar muros de separación étnico-lingüística, que en su momento fue plagiado para bien por Jordi Pujol y el catalanismo político que él representaba. Ahora, en cambio, tal vez haya más dudas sobre la catalanidad.

Hay que señalar por ello que entre estos catalanes había muchos -«muchos» es muchos- que no eran catalanes de origen y que algunos de ellos de hecho no se sentían tales o no se sentían así de forma exclusiva y mucho menos excluyente. Citaré tres: Manuel Sacristán Luzón, Cipriano García y Enrique Ruiz-Capillas.

La cosa tiene precedentes: entre los designados como inmolados por Catalunya, los asesinados entre 1939 y 1953, figuran personas que no tenían sólo la libertad de Catalunya entre sus finalidades poliéticas esenciales. Mi abuelo asesinado es un ejemplo de esto último.

5. Hay más: muchos de estos catalanes vigilados lo fueron por participar en acciones relacionadas con las libertades nacionales de Catalunya. Entre los participantes, detenidos en ocasiones, los Fernández, López, Pérez, Iglesias, Martínez, García,.., recién llegados al país de Salvat-Papasseit, Joan Comorera y Federica Montseny solían estar muy presentes

La lista, desde luego, contiene numerosos errores. Considerar, por ejemplo, a Carlos Barral, el editor que luego fue senador real, y a Josep Maria Castellet como comunistas es mucho considerar.

Sea como fuere, los nombres publicados no deberían alimentar el mito que Catalunya como tal, en su conjunto, en su globalidad, fue una nación que se opuso firmemente al franquismo ni hacernos olvidar que la ciudadanía de otras ciudades resistieron desde siempre -y heroicamente: torturas, detenciones, asesinaos, maltratos- el fascismo español. La aquí tan denostada ciudad de «Madrid» por ejemplo.

Notas:

[1] Sònia Casas Codinach, «Sota sospita». Sapiens, núm 118, juliol de 2012, pp. 24-33.

[2] Algunos, con punta crítica y algo de ironía, añadía: «y quieran serlo».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.