Ambos estados han sufrido cortes de luz y agua masivos por la mala planificación del país frente a los incendios o las temperaturas extremas.
Cuando el año pasado California sufrió apagones generalizados durante los incendios forestales y la «tormenta de calor» del verano, los legisladores republicanos de Texas se apresuraron a ridiculizar las políticas energéticas del estado costero. «California es incapaz de hacer funciones que son básicas en un mundo civilizado, como tener una red eléctrica adecuada», tuiteó el senador Ted Cruz durante la ola de calor que batió récords en agosto.
La semana pasada, esos mismos republicanos, incluido Cruz, tuvieron que tragarse sus palabras cuando una enorme tormenta invernal se llevó por delante la red eléctrica de Texas, dejando a casi cuatro millones de personas sin electricidad ni calefacción en medio de un frío polar.
Las crisis vivida en California y la originada ahora en Texas son diferentes, en escala y gravedad. Mientras que un estado tuvo que lidiar con un incendio, el otro se enfrentó a una tormenta de nieve. Sin embargo, los expertos afirman que los cortes de suministro eléctrico en ambos estados evidencian una realidad: ninguno de los dos está preparado para el caos que podría generar una crisis climática.
«Se aprecian muchas similitudes entre lo que ha ocurrido en Texas y en California», señala Roshi Nateghi, investigador de la Universidad de Purdue que estudia la sostenibilidad y la resistencia de las infraestructuras. «En ambos casos, se ha producido un evento climático o meteorológico extremo. Y en ambos casos, los estados no estaban preparados». De hecho, Nateghi indica que en los últimos 20 años, en todo Estados Unidos, las inclemencias del tiempo han sido la principal causa de los cortes de energía prolongados.
Un análisis de los datos del Departamento de Energía publicado en septiembre reveló que los cortes de electricidad relacionados con eventos climáticos han aumentado un 67% desde 2000. Se espera que en las próximas décadas el cambio climático siga alimentando olas de calor más intensas, tormentas invernales más duras y huracanes más feroces. Como han descubierto California y Texas en los últimos años, las centrales eléctricas, los generadores y la red eléctrica no están diseñados para soportar las catástrofes que se avecinan. Y mientras tanto, los combustibles fósiles de los que dependen ambos estados para alimentar estos sistemas defectuosos están impulsando la crisis climática y acelerando el colapso de las infraestructuras.
«Estamos viendo los efectos del cambio climático», dice Sascha von Meier, profesor de Ingeniería eléctrica de la Universidad de California en Berkeley. «Tendremos más situaciones como estas y se agravarán».
Las carencias del sistema eléctrico
El sistema eléctrico de California está sometido a presión en dos frentes, el suministro y la demanda. En los últimos años, los grandes proveedores de electricidad del estado, Pacific Gas and Electric en el norte y SoCal Edison en el sur, han cortado el abastecimiento siempre y cuando su equipamiento haya corrido el riesgo de desencadenar incendios forestales en condiciones de sequía y fuertes vientos. En todo el estado, las líneas eléctricas obsoletas y defectuosas han provocado incendios forestales que han causado muertos, y las compañías han afirmado que modernizar sus redes llevará años.
Los apagones durante la ola de calor de agosto se produjeron después de que las agencias estatales no consiguieran suministrar suficiente electricidad para que millones de residentes hicieran funcionar sus ventiladores y aires acondicionados a la vez. La tormenta de calor fue un «acontecimiento extraordinario», según afirmaron en un informe la Comisión de Energía del estado, el Operador del Sistema Independiente y la Comisión de Servicios Públicos. «No obstante, es nuestra responsabilidad y nuestra intención prever este tipo de acontecimientos, que son cada vez más frecuentes en un mundo que se ve rápidamente afectado por el cambio climático», reconocieron.
Texas tampoco estaba preparada
Los republicanos de todo el país aprovecharon los apagones para ridiculizar las políticas climáticas y de fuentes de energía verde de California, argumentando que es culpa de la dependencia de las fuentes de energía renovables, como las turbinas eólicas y los paneles solares. Sin embargo, según Von Meier, el problema no es que California no pueda producir suficiente energía, sino que no ha invertido en instalaciones que le permitan acumular y almacenar energía.
Texas, como le ocurrió a California el verano pasado, no había previsto los episodios climáticos extremos a los que se enfrenta ahora. Y al igual que en California, su infraestructura está obsoleta.
A principios de mes, los operadores de la red eléctrica de Texas descubrieron que sus estimaciones sobre la cantidad de electricidad que necesitarían los residentes este invierno eran erróneas. Al mismo tiempo, las autoridades habían permitido que varias centrales eléctricas permanecieran fuera de servicio mientras llevaban a cabo labores de mantenimiento. A medida que bajaban las temperaturas, los hogares consumían cada vez más energía para conservar el calor, lo que provocó apagones. La semana pasada, la tormenta de nieve también dejó fuera de juego a las centrales eléctricas, lo que redujo aún más el suministro de energía del estado.
En un estado que depende en gran medida del gas natural para la generación de energía, la infraestructura no estaba preparada para soportar las fuertes nevadas y las bajas temperaturas. Los pozos se congelaron, y los cortes de energía hicieron imposible el bombeo del gas. «Se necesita electricidad para generar electricidad, lo que realmente hace que estos desastres se agraven», puntualiza Nateghi. Y como la mayor parte del estado opera su red eléctrica independiente del resto de la parte oeste del país, en gran medida para evitar las regulaciones federales. Texas no pudo importar fácilmente energía de los estados vecinos.
Los más afectados
Tanto en Texas como en California, los problemas en el suministro de electricidad han puesto en mayor peligro a los residentes ancianos, pobres y discapacitados.
Cuando PG&E en California empezó a cortar la electricidad de forma preventiva durante la temporada de incendios de 2019, muchas personas discapacitadas se encontraron en una situación precaria después de que sus dispositivos médicos se quedaran sin energía y los medicamentos que requerían refrigeración empezaran a estropearse.
El año pasado, cuando la tormenta de calor desencadenó apagones, el corte de electricidad provocó un fallo en una planta de tratamiento de aguas residuales, obligando comunidades de clase trabajadora, muchas de minorías, en Oakland a elegir entre abrir las ventanas para enfriar sus hogares, o cerrarlas para esquivar el hedor mientras 50.000 galones de aguas residuales sin tratar fluían en la bahía cercana. Asimismo, la semana pasada en Texas, los barrios más pobres del estado fueron los primeros y los más afectados por los prolongados apagones.
Nateghi explica que los reguladores deciden los apagones «supuestamente de la manera más eficiente, sin tener en cuenta la equidad». «Las comunidades de minorías con bajos ingresos son siempre las más afectadas, por los apagones, por la contaminación causada por la generación de energía y por el clima extremo y el cambio climático».
Para abordar todos estos problemas, los científicos y las organizaciones de defensa de los derechos humanos abogan cada vez más por un sistema energético descentralizado que permita a las comunidades generar y almacenar su propia energía, utilizando fuentes renovables, al tiempo que se invierte en infraestructuras que permitan a las regiones compartir la energía cuando se produzca un desastre. En este sentido, Von Meier indica que las microrredes, pequeños sistemas energéticos autónomos que podrían aprovechar los paneles solares de los tejados, las turbinas eólicas cercanas y otras fuentes, así como las redes regionales más grandes, permitirían a las comunidades generar y racionar su propia electricidad. «Un barrio podría funcionar esencialmente como una pequeña isla de electricidad», apunta. Cuando la red más grande se caiga debido a catástrofes naturales, una comunidad podría mantener en funcionamiento las infraestructuras básicas, los hospitales y otros equipamientos esenciales con electricidad de proximidad.
Von Meier indica que a menudo se queda sin electricidad debido a los cortes de suministro, y el pasado otoño estuvo sin electricidad en su casa, situada en las colinas de la zona de la bahía, durante la temporada de incendios. «Con una red local, en lugar de tener estos cortes de electricidad rotativos tan torpes, en los que un barrio entero se queda sin suministro por completo, nuestro barrio podría haber mantenido al menos lo básico en funcionamiento». «Lo que ha ocurrido en California y Texas debería ponernos en estado de alerta», indica Nateghi. «Son señales de que tenemos que actuar ya, y replantearnos nuestros sistemas».
Traducido por Emma Reverter.