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Los artistas «enviados» por Israel no deben gozar de inmunidad

Fuentes: Rebelión

«Me conmocionó cómo el gobierno israelí y el establishment apoyaron la película. Entiendo que pretenden demostrar que este país es plural, y de paso que el Ejército no ejecutó la masacre». «Cuando presenté la película en el Festival de Cannes, mucha gente no sabía que los israelíes no dispararon directamente contra los palestinos en Chabra […]

«Me conmocionó cómo el gobierno israelí y el establishment apoyaron la película. Entiendo que pretenden demostrar que este país es plural, y de paso que el Ejército no ejecutó la masacre». «Cuando presenté la película en el Festival de Cannes, mucha gente no sabía que los israelíes no dispararon directamente contra los palestinos en Chabra y Chatila». «El Gobierno me ha enviado a promocionar la película por todo el mundo. No todo es malo. Esta sociedad es mucho más abierta y libre que las de los países vecinos». Son declaraciones de Ari Folman, autor de Vals con Bashir, a Juan Miguel Muñoz en El País, Babelia, 14 de febrero de 2009 (1).

¿Es suficiente para declarar Vals con Bashir merecedor y objeto de boicot?

El 14 de febrero en Gaza aún se estaban contando los muertos por los bombardeos del ejército israelí. Es el momento de promocionar una buena película (antibelicista, además) o una canción por la coexistencia y la paz camino de Eurovisión. Por esos días Israel, el país plural y moderno que no tiene constitución ni fronteras reconocidas­, necesita más que nunca limpiar su imagen sanguinaria y Ari Folman, Noa y otros, son enviados por su gobierno para participar en eventos culturales que legitimen las ilegalidades y crímenes cometidos. Ari Folman ha triunfado en todo el mundo. Él, que se considera de «extrema izquierda», es portador del mensaje «No todo es malo» y deja claro en su película que los israelíes no fueron autores de las matanzas de Chabra y Chatila (aunque estaban a las puertas de los campamentos palestinos y lanzaron bengalas para iluminar la masacre, los soldados y oficiales del ejército israelí no fueron responsables de nada).

Vals con Bashir ha tenido un lanzamiento de lujo: la crítica ha sido unánime: «es una obra de arte»; «nunca se había hecho nada igual con la animación».

Se ha proyectado en salas comerciales, en cine-fórum, festivales de animación y, lo más sorprendente, ha sido divulgada por personas y círculos pro-palestinos; quizás porque es una ocasión para el debate o, simplemente, porque se trata de una obra de arte.

No he querido ver Vals con Bashir pero sí fui a una proyección de Los limoneros (otro producto israelí y burda propaganda sionista) en un Centro Cultural. Mi intención, claro, era intervenir en el coloquio; excepto tres opiniones críticas, el público pretendía sólo hablar de cine y arte sin más complicaciones.

El mensaje que percibió la gente es que el sistema judicial israelí es justo y democrático; que la sociedad israelí es más moderna que la palestina. De nuevo, el «no todo es malo». Los organizadores habían pagado por la copia 200 euros.

Mientras debatimos somos contabilizados como parte del éxito; somos público y entramos en la rueda publicitaria. Tanto si pagamos como si no, contribuimos a la buena marcha del negocio de las productoras (Vals con Bashir es una coproducción de Israel, Francia y Alemania) y del ministerio israelí correspondiente; son ingresos económicos o morales de los que Israel saca buen provecho.

Lisa Taraki escribía hace unos días sobre el Boicot Académico y Cultural:

«Si los productores israelíes de tomates no deben quedar al margen del boicot, no hay ninguna razón para que las universidades tengan una inmunidad especial» (2).

Creo que los artistas «enviados» por Israel tampoco deben gozar de inmunidad. Estos productos culturales financiados o promocionados por el estado sionista son mucho más peligrosos que los tomates.

Los que trabajamos por Palestina debemos tenerlo claro, más claro.

(1)http://www.elpais.com/articulo/semana/baile/horror/elpepuculbab/20090214elpbabese_3/Tes

(2) Lisa Taraki es profesora de Sociología en la Universidad de Bir Zeit, en Palestina. Es una de las fundadoras de la Campaña Palestina por el Boicot Académico y Cultural contra Israel, la cual forma parte de la Campaña BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones). http://www.rebelion.org/noticia.php?id=86665