Washington consideró a Genaro García Luna el zar en México de su guerra contra las drogas. La imagen, frente al juzgado de Brooklyn el pasado día 21.
La justicia estadounidense se autocongratuló cuando un jurado declaró culpable a quien era la cara pública y el principal colaborador de Washington en la llamada guerra contra las drogas en México; un triunfo más de las autoridades estadounidenses contra narcotraficantes mexicanos, colombianos y otros que ahora están detrás de las rejas y/o cooperando con el Departamento de Justicia
“La condena de Genaro García Luna claramente demuestra que la DEA no se detendrá en nada para perseguir a oficiales políticos corruptos que se involucran en el narcotráfico y la violencia… y a organizaciones de trasiego de drogas que amenazan la seguridad y salud del pueblo estadounidense”, declaró la administradora de la agencia antinarcóticos, la DEA, Anne Milgram, cuando un jurado emitió su veredicto el pasado martes en el tribunal federal en Brooklyn.
La DEA, CIA, FBI, el Departamento de Estado y la oficina del zar antinarcóticos de la Casa Blanca, entre otros, han empleado ese mismo argumento un tanto infantil de que los estadounidenses inocentes son envenenados por narcotraficantes, y a veces gobiernos extranjeros, quienes inundan las calles de este país con sus drogas –o sea, dando a entender que no existiría el problema de drogas ilícitas sin estos traficantes trasnacionales–.
Pero en efecto, se puede argumentar que sin la demanda estadounidense, no habría negocio de narcotráfico en América Latina. Un jornalero mexicano en Florida hace unos años ofreció una explicación sencilla y lógica a La Jornada y, sin saberlo, citando las reglas del mercado libre: si quieren jitomate, enviamos jitomate, igual si hay demanda para mota o heroína, pues, les enviamos eso; todo lo que desean en Estados Unidos, nosotros se los brindamos incluyendo nuestra mano de obra. Nos deberían de agradecer.
Llama la atención que durante más de un siglo, y sobre todo desde que se anunció la guerra contra las drogas por Richard Nixon en 1971, las políticas antinarcóticos casi siempre han identificado a extranjeros –tanto migrantes como otros países– como el enemigo, por ejemplo: a inmigrantes chinos y mexicanos a lo largo de décadas, pasando por colombianos y centroamericanos como también gobiernos considerados como ad-versarios políticos como Cuba, Venezuela, Bolivia o Panamá (vale recordar que la invasión y derrocamiento de Manuel Antonio Noriega fue so pretexto del combate contra el narco), entre otros.
Que García Luna y El Chapo, entre otros, estén detrás de las rejas junto con tantos más de sus cómplices, compadres y socios a lo largo de los años recientes, no sólo ha tenido un efecto nulo sobre la producción, tráfico y uso de enervantes sino que hoy día hay más estupefacientes disponibles y más baratos que nunca en las calles de Estados Unidos y las muertes por sobredosis de opioides se han elevado a niveles sin precedente (más de 100 mil anuales en promedio) durante ese tiempo. En términos puramente empíricos, la guerra contra las drogas es un rotundo fracaso.
De hecho, se puede argumentar que la guerra contra las drogas conviene más que nada a dos sectores: los narcotraficantes porque el comercio ilícito está al centro de su negocio y sus enormes ganancias, y a los gobiernos, sobre todo el estadounidense, ya que con esa guerra justifican presupuestos masivos, ampliación de las fuerzas de seguridad, y legitiman el control y represión de sus pueblos dentro y fuera del territorio.
Esa guerra contra las drogas, diseñada en Washington e implementada por agencias estadounidenses junto con sus contrapartes en otros lugares del mundo, ha tenido consecuencias devastadoras tanto dentro como fuera de Estados Unidos (vale recordar que el comercio del opio casi anulado en Afganistán por el Taliban regresó a niveles récord con la invasión estadounidense). Hasta ahora, los encargados de esa política no han tenido que rendir cuentas por el fracaso ni por los masivos costos humanos, económicos y sociales.
Los responsables de ese fracaso estaban ausentes en el banquillo de los acusados en Brooklyn esa semana.
Por su cumpleaños este 26 de febrero: Johnny Cash. Man in Black. https://www.youtube.com/watch?v=oDd32K-mOVw. Johnny Cash. Cocaine Blues. Live at Folsom Prison. https://www.youtube.com/watch?v=0VZuA7iJY4Y.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2023/02/27/opinion/027o1mun