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Los cinco cubanos: Re-escribiendo Antígona

Fuentes: Rebelión

Traducción por M. Allais/C. Mota

«Cumpliré con mi deber, -y con el tuyo si no lo haces- para con un hermano. Nunca lo traicionaré» (1). Así dice Antígona, la protagonista de Sófocles. Oigan bien, luego de dos mil quinientos años, ésta, también es la voz de la humanidad.

«En este preciso instante, el mundo asiste a la más clara demostración de doble moral de un gobierno, que por un lado condena frenéticamente al terrorismo, desata guerras con el pretexto de combatir al terrorismo, y por el otro encarcela a cinco luchadores cubanos contra el terrorismo, y protege al principal terrorista en activo de este continente: Luis Posada Carriles…. En nombre de mis compañeros familiares, que ya no nos cabe más dolor aquí adentro, apelamos a la sensibilidad del generoso y noble pueblo norteamericano para impedir la vileza de que se libere a un terrorista…» voz de Carlos Alberto Cremata (2) en una conmemoración del atentado terrorista a la aeronave cubana en el que murieron más de 70 personas, incluyendo a su padre.

Casi con certeza, la mayoría del pueblo de los Estados Unidos y sus países aliados no han oído esta voz. La voz de la humanidad es aquella que regularmente censuran los medios corporativos cuando su mensaje es inconveniente para los intereses que ellos sirven y protegen. Los efectivos de las Naciones Unidas se hallan, una vez más, asesinando a gente inocente en Haití; Israel continúa su genocidio contra los Palestinos; continúa la agresión criminal contra civiles en Irak y Afganistán; los Estados Unidos y sus aliados nunca cesan de confabularse con las dictaduras desde Pakistán, a la Guinea Ecuatorial, a Egipto; sus aliados fascistas en Méjico asesinando y violan, con toda impunidad, a manifestantes pacíficos y desarmados en Oajaca.

En tan cruel contexto, quizá la suerte de los cinco cubanos antiterroristas (3), vilmente encarcelados por el moralmente corrupto, racista y cínico sistema judicial de los Estados Unidos, podría parecer insignificante. Con tan enorme injusticia sucediendo minuto a minuto en otros lugares, los intentos de enfocar la indignación justificable, y las protestas necesarias para la obtención de justicia para los cinco hombres, podrían parecer inútiles. Pero, quizá en verdad, uno debería pensar distinto de alguna manera. El mismo hecho de que los cinco hayan confrontado la grotesca banalidad de la hipocresía del gobierno de los Estados Unidos en sus propias calles, en el interior de su vacuo sistema legal, hace que su heroísmo sea tan efectivo, a su manera, como la resistencia en Oajaca, Palestina, Haití e Irak.

Enterrar a nuestros muertos

Antígona fue condenada a la muerte por hambre, tapiada en una celda. Su crimen fue tratar de enterrar a su hermano muerto de acuerdo con los ritos acostumbrados. Desde su arresto en septiembre de 1998, los Cinco Cubanos han sido tapiados en sus celdas, arrancados de sus familias. Anticipando nuevos ataques, sólo parte de su mision enfrentó a lo inminente cuando comenzaron originalmente a investigar las redes terroristas que apoyadas por el gobierno norteamericano, atacaban a su país.

Conscientes de que en cualquier momento podrían ser descubiertos y asesinados por los mismos verdugos a quienes ellos investigaban, el impacto simbólico de su valentía representa también un homenaje a los caídos. No sólo a las víctimas del atentado contra la aeronave que perecieron a manos de asesinos como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch: durante años, más de tres mil cubanos han sido asesinados por el terrorismo promovido por los Estados Unidos. El sacrificio de los Cinco Cubanos es tanto un homenaje a esos tres mil muertos como un reto para que su memoria sea debida y justificadamente honrada.

Su reto pone en tela de juicio la suprema hipocresía de los Estados Unidos en todas sus esferas oficiales. Su caso desacredita al sistema judicial norteamericano, tan seriamente como lo hacen también los cientos de casos de los presos en Guantánamo. El reciente colapso del burlesco juicio al guerrillero colombiano Simón Trinidad (4), nos recuerda que lo que  los Estados Unidos están presentando al mundo en todos estos casos, es una parodia judicial al estilo nazi o estalinista. Las autoridades norteamericanas quieren aparecer como inflexibles, calificadas, inequívocas; pero todo lo relacionado con su comportamiento despide un olor a todo lo falso, mentiroso y espurio de la ilegitimidad.

La globalización de la ilegalidad y de la inmoralidad

De alguna manera el caso de los Cinco es similar a los de los valientes prisioneros políticos norteamericanos, como Mumia Abu Jamal y Leonard Peltier (5) y muchos, muchos otros. Quizá la diferencia principal estribe en que, con respecto a los Cinco, el gobierno de los Estados Unidos intenta ganar otra presea de poder absoluto, arbitrario. El monstruo imperialista ya no está satisfecho con imponer una injusticia racista dentro de sus propias fronteras. Como lo demuestra la brutal ilegalidad del programa «rendición extraordinaria», el gobierno de los Estados Unidos quiere globalizar la abolición del habeas corpus paralelamente con la agresión militar «preventiva» en contra de víctimas estratégicamente útiles o ricas en recursos.

Pero al igual que le sucedió al tirano Creón en el drama de Sófocles, o a lo que pasó en la brillante representación de decadencia moral de Humphrey Bogart (6) al final de la película «Motín en el Caine», el mundo está abandonando a los Estados Unidos. Hace ya mucho, mucho tiempo que el liderazgo político del país cayó en el desprecio de la mayoría del mundo, tal como, con monótona regularidad, lo demuestran los votos en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Los líderes norteamericanos sólo se miran en el espejo de sus medios corporativos y aún siguen siendo informados de que ellos son los más poderosos y justos de todos. Al igual que un viejo vaquero pistolero en alguna película barata, hecha para la TV, el viejo homicida aún goza de cierto respeto forzado, exiguo. Pero en privado, sus enemigos tienen sus propias opiniones y miran con desdén cómo de una crisis a otra, el gigante norteamericano se tambalea sobre una moral de pies de barro.

Los amigos verdaderos de los Estados Unidos, personas como Carlos Alberto Cremata, como gente alrededor de todo el mundo, esperan que este monstruoso espectro desaparezca y se vuelva polvo, de modo que lo que ellos reconocen con toda sinceridad como el noble y generoso pueblo de los Estados Unidos pueda devolver la humanidad a su país. Las palabras de Antígona y Cremata llegan en hermandad a través del tiempo y de genocidas sanciones económicas, muros anti-inmigrantes y celdas de tortura de Guantánamo. Ellos reconocen la nobleza y generosidad que trasciende el ámbito de funcionarios, burócratas y jueces.

El pueblo noble y generoso se deja amordazar y atar por códigos basados en la fe, cuyas absoluta presuposiciones «que el gobierno actúa de buena fe, que el gobierno representa fielmente al pueblo» son claramente absurdas, y cuya bizantina interpretación permite cualquier tipo de maniobra engañosa, deshonesta e inmoral. Nadie se sorprende de que el gobierno norteamericano «republicano o demócrata» tome parte en cada paso para desacreditar la reputación de los Estados Unidos más y más profundamente. No hay fin a su criminalidad, por cuanto ellos también son malhechores que no reconocen más racionalidad que la que les permite su poder. Interpretan de nuevo el saqueo de Melos de Tucícides, como lo interpretaron Teddy Roosevelt y «Big Bill» Taft, Al Capone y Meyer Lansky, Lyndón Johnson o Richard Nixon, Anastasio Somoza y Papa Doc Duvalier, Sese Mobutu o Ferdinand Marcos, Dick Cheney y Donald Rumsfeld. El nombre es intercambiable e idéntico su legado: miseria, destrucción, muerte.

Posada Carriles: pieza clave del terrorismo

Uno sólo tiene que recordar que la administración de Bush y sus aliados, como las de John Howard y Tony Blair, son tan cínicas, que exponen a miles de sus propios efectivos a la contaminación por radiación, aunque saben muy bien que datos científicos confiables han demostrado sin duda alguna los espantosos efectos que produce a corto y largo plazo la exposición a las municiones de uranio empobrecido. Esos políticos son absolutamente amorales. Si le hacen eso a sus propios soldados, sin duda perpetrarán cualquier horror sobre los pueblos que se opongan a su voluntad. Se comportan como si fuesen superhombres nietzcheanos más allá del bien y el mal,  cruzando los cielos en aviones oficiales muy por encima de las multitudes humanas atrapadas abajo en el pantano de la realidad. Desde Irak a Nueva Orleáns a Haití o a Palestina, la vida humana nada significa para esta élite global fraudulenta, a menos que fuere de una variedad que, manipulada y engañada. pudiese llevarlos al poder, de una elección a la otra por medio del voto.

Una persona simbólica de la sádica práctica política de la élite global es la siniestra figura de Luis Posada Carriles, confeso genocida, torturador y organizador, junto con Oliver North y otros personeros del gobierno norteamericano, de la campaña de terror en contra de Nicaragua, luego de escaparse de la prisión en Venezuela en 1983. Posada Carriles está actualmente bajo arresto en los Estados Unidos acusado de inmigración ilegal. Su propio caso está íntimamente ligado con el de los Cinco Cubanos. Quizá lo más extraordinario acerca de Posada Carriles sea la razón por la que los Estados Unidos protegen a este asesino. Todos los acuerdos legales pertinentes que los Estados Unidos ha firmado con otros países indican que Posada Carriles debería ser devuelto a Venezuela a someterse a juicio por el asesinato de más de 70 pasajeros civiles a bordo de una aeronave cubana que despegó de Caracas en 1976.

¿Qué tiene Posada Carriles sobre el gobierno norteamericano que hace que no los envíen de vuelta a Venezuela?  Una de las teorías conspirativas más plausibles acerca del asesinato de J. F. Kennedy en Dallas en 1963 coloca a exiliados cubanos anti-castristas dentro del marco que explicara la infame «bala mágica» supuestamente disparada por el mismo Lee Harvey Oswald. Para ese momento Posada Carriles y sus compinches acababan de salir de la debacle de Bahía de Cochinos. ¿Es esto lo que asesinos como Posada Carriles y Orlando Bosch, quienes se pasean libremente en Miami desde hace tiempo, tienen sobre la mafia política tejana, de la cual la familia de Bush es faro guiador? (8) Eso ciertamente explicaría las repetidas acciones por parte de diferentes miembros de la familia Bush durante décadas a fin de proteger a  Posada Carriles y a Orlando Bosch, así como el perverso tratamiento propinado a los Cinco Cubanos.

Los 5 y la «guerra contra el terrorismo»

Apartando tales especulaciones, son impresionantes la cruel artimaña y la reiterativa embestida leguleya y revanchista contra los Cinco. Es como si el régimen de Bush estuviese desahogando en los Cinco y sus familias toda la bilis concentrada y acumulada durante casi cincuenta años de patéticos fracasos de un gobierno norteamericano tras otro para derrotar a la revolución cubana. Cientos de atentados anti-Castro, miles de ataques terroristas indiscriminados, y casi 50 años de sanciones económicas criminales han sido deliberadamente lanzadas contra la población cubana. A pesar de ello, Cuba se halla ahora por encima de México con respecto al Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, burlándose del nauseabundo paquete chileno promocional del «libre mercado», propagado indefinidamente por los medios de comunicación de las transnacionales. Fidel celebró su 80º cumpleaños en La Habana, siendo respetado por la mayoría en el mundo como un emblemático y humanitario símbolo de resistencia a la rapaz codicia del fracasado capitalismo corporativo.

Los infatigables abogados de los Cinco, liderados por Leonard Weinglass (9), se han negado a sucumbir a la consternación, de cara a la implacable deshonestidad de los fiscales ideológicamente influenciados por el régimen de Bush y al vaivén de decisiones judiciales que oscilan entre la exculpación y la condena y viceversa. Fuera de los Estados Unidos, el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de las Naciones Unidas decretó en el 2005 que el gobierno norteamericano debería actuar para remediar las injusticias patentes en el primer juicio. El 9 de agosto de ese mismo año, un tribunal de apelaciones, de acuerdo con la opinión del Grupo de Trabajo, revirtió las condenas y ordenó un segundo juicio. Esa decisión fue también revisada y un dictamen de agosto de este año devolvió el caso al tribunal de apelaciones, de modo de que los Cinco se enfrentan a un largo y atroz proceso de argumentaciones legales que podría durar dos años o más.

El supervisor del enjuiciamiento es el Fiscal General Alberto González, arquitecto del sofisma legal  que permite el uso de la tortura y el desdén por parte del régimen de Bush por  las Convenciones de Ginebra y de otras normas humanitarias internacionales de larga data. De modo que existe un enlace directo entre la «guerra contra el terrorismo» y el teatro del juicio a los Cinco. Ambos son completamente falsos. Ambos han sido diseñados para facilitar objetivos ideológicos políticos y económicos más amplios. El asalto de la administración de Bush a la integridad física y moral de los Cinco cubanos anti-terroristas, obviamente se desprende  de la ética terrorista profundamente arraigada en el gobierno norteamericano: «haz lo que nosotros queremos o atente a las consecuencias».

La imperecedera distinción de los Cinco es su admirable dignidad y la ausencia de odio que consistentemente han demostrado. Son implacables en su integridad, al igual que el régimen de Bush es incorregible en su miserable hipocresía. Los Cinco están re-escribiendo la Antígona de Sófocles. Mientras más fuertemente trabajan los lacayos del régimen de Bush para tapiar a los Cinco en sus celdas, sometiéndolos a salvajes medidas punitivas ilegales y negándoles las visitas de sus familiares, más aislado y despreciable se vuelve el gobierno norteamericano ante la opinión mundial. Quizá, no muy tarde, la mayoría de los ciudadanos estadounidenses finalmente despertará al desastre doméstico social y económico y al colapso de la catastrófica política exterior impuesta por su monopolismo corporativo. Cuando por fin despierten, Antonio, Fernando, Gerardo, Ramón y René serán, probablemente, los primeros en saludarlos.

Notas:

(1) «Antigone», por Sophocles. Tomado de la traducción de R.C.Jebb.

(2) http://www.ain.cubaweb.cu/2006/febrero/07edcarta.htm

(3) www.freethefive.org / www.counterpunch.org/alarcon08272005.html / www.counterpunch.org/alarcon07232005.html

(4) http://www.anncol.org/es/site/doc.php?id=2637 / http://upsidedownworld.org/main/content/view/474/1/

(5) Para Leonard Peltier – www.freepeltier.org – y para Mumia Abu Jamal – www.mumia.org

(6) www.filmsite.org/cain.htm

(7) En su historia de la Guerra del Peloponeso, Tucidides reporta a los delegados atenienses diciendo a la asolada ciudad de Melos, «Los poderosos hacen lo que su poder les permite. Los débiles aceptan lo que deben aceptar».

(8) http://milfuegos.blogspot.com/2006/04/jfk-assassination-and-bushs-refusal-to.html

(9) www.counterpunch.org/weinglass01132006.html / www.counterpunch.org/pertierra04272006.html

(10) www.trabajadores.cubaweb.cu/antiterrorists_ingles/historia/official.htm