Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Introducción del editor de TomDispatch
Los titulares lo dicen todo. Mi periódico local presentó las noticias de un modo bastante suave como «Los despidos se extienden a más sectores de la economía»; el Washington Post eligió algo un poco más fuerte: «Los despidos hieren en lo más vivo a la economía», Los Angeles Times eligió «Diluvio de despidos afectan la economía de EE.UU.,», el Indianapolis Star, «50.000 nuevas cartas de despido se acumulan»; y el San Jose Mercury, «Lunes sangriento: Firmas en EE.UU. reducen 50.000 empleos.» En una conferencia de prensa, el nuevo presidente recitó rápidamente nombres seleccionados de la fila de las mejores compañías que estaban desechando cuerpos y terminando vidas: «Durante los últimos días hemos sabido que Microsoft, Intel, United Airlines, Home Depot, Sprint Nextel, y Caterpillar están eliminando cada una miles de puestos de trabajo. No son sólo números sobre una página. Como en el caso de los millones de puestos de trabajo perdidos en 2008, se trata de hombres y mujeres trabajadores cuyas familias han sido desestabilizadas y cuyos sueños han sido postergados.»
Mientras tanto, el cálculo diario de la cantidad de despidos, dependiendo de cómo se cuente y si uno habla del ámbito global o nacional, afectó a todo el mundo – más de 40.000, 50.000, 55.000, más de 60.000, 71.400, 76.000. Véase como se quiera, son cuentas asombrosas que, como escribió Econowhiner en su blog, dio a la frase «Lunes sangriento» un nuevo significado en nuestro mundo.
Súmese la posibilidad de que el diluvio de embargos pueda llegar a ser posiblemente mayor de lo imaginado y que, como indica Nick Turse en su último artículo, que «bloody» ya no sea una metáfora. [«bloody» significa «sangriento» pero en lenguaje coloquial se usa como ‘maldito’, N. del T.]. Cada vez más los, «sangrientos» despidos y los «sangrientos» embargos llevan a hechos «sangrientos» en la vida de EE.UU. Es una historia crucial que Turse comenzó a cubrir en octubre en un artículo: «Comienzan a medir la catástrofe financiera en EE.UU. no sólo en dólares y centavos, sino en sangre» que exploró informes locales de prensa de todo el país sobre actos extremos de estadounidenses angustiados y desesperados. Como su serie «Fallen Legion» de la era de Bush – un historial invaluable de los íntimos del gobierno que «cayeron» mientras luchaban por mantener la línea contra el gobierno lejos del infierno – es un tema al que TomDispatch tendrá que volver regularmente. Después de todo, como deja demasiado en claro el «Lunes sangriento», el sangriento recuento de actos extremos en EE.UU. probablemente aumentará durante mucho, mucho tiempo. Tom
Colapso financiero y mental
Los costes humanos de la crisis económica
El recuento del número de víctimas sigue aumentando. Durante meses y meses, marcados por bancarrotas, embargos, desalojos, y despidos, el colapso económico total ha cobrado un precio alto a los estadounidenses. Como reacción, una serie de actos extremos, incluyendo suicidios, heridas auto-infligidas, e incendios intencionales han aparecido en las noticias locales. En octubre de 2008, un análisis de informes de prensa a escala nacional indicó que una epidemia de tragedias provocadas por la crisis financiera ya se había propagado de Pasadena, California, a Taunton, Massachusetts, de Roseville, Minnesota, a Ocala, Florida.
En los tres meses desde entonces, el sufrimiento ha esta migrando hacia arriba. Un número creciente de los ricos del mundo han llegado a los titulares por prominentes suicidios por motivos financieros. Como el «millonario financista» nacido en Nueva Zelanda quien saltó delante de un tren expreso en Gran Bretaña o el «magnate alemán» quien hizo lo mismo en su patria. Han aparecido, con creciente regularidad, en las primeras planas en todo el mundo. Un ejemplo sería el administrador financiero basado en Nueva York,
René-Thierry Magnon de la Villehuchet, quien se cortó las venas después de «perder más de 1.000 millones de dólares de dinero de clientes, incluyendo gran parte de, si no toda, la fortuna de su propia familia.» A fin de cuentas, fue una víctima más del timo Ponzi de 50.000 millones de dólares del estafador financiero
Bernard Madoff’.
Un número desconocido pero creciente de trabajadores menos acaudalados, pero claramente pudientes, del campo financiero, también se han matado como resultado de la crisis económica – con menos cobertura en la prensa. Tomemos, por ejemplo a un ex analista en Bear Stearns, de 51 años. Al saber que lo despedirían después que JPMorgan Chase adquirió a su fracasado empleador, se «tiró por la ventana» de su apartamento en el piso 29 en Fort Lee, Nueva Jersey. O consideremos al corredor de propiedades comerciales de 52 años de Chicago suburbano quien «se quitó la vida en una reserva natural» sólo «un mes después que se preocupó en público por un mercado retador,» o el «socio administrador en Leeward Investments» de San Carlos, California, de 50 años, quien fue aniquilado «en los mercados» y «se sofocó hasta morir.»
La psicóloga clínica de Beverly Hills, Leslie Seppinni, describió en cierto modo nuestra situación cuando dijo a la revista Forbes que era «la primera vez en sus 18 años de carrera que hombres de negocios la llamaban con impulsos suicidas por su condición financiera.» Sólo en los últimos tres meses, «ha intervenido en por lo menos 14 casos de hombres que consideraban seriamente en quitarse la vida.» Seppini brindó la siguiente observación: «Se sienten culpables y avergonzados porque piensan que debieran haber sabido lo que se venía en el mercado o que debieran haberse salido más rápido.»
A pesar de ello, es sobre todo en la Calle Mayor, no en Wall Street, donde la gente se ve impulsada a extremos que en otros tiempos hubieran sido inimaginables. Y aunque es siempre imposible conocer la miríada de factores, incluyendo algunos profundamente personales, que contribuyen a actos drásticos, violentos u otros, muchos de los publicados recientemente están indudablemente vinculados, o por lo menos en parte, a la manera como se ha desbaratado la economía.
Como resultado, siguen borboteando en la superficie los informes sobre gente impulsada a cualquier cosa, desde robos armados a suicidios con motivos financieros como reacción a las nuevas realidades fiscales. Y ya que sólo un cierto porcentaje de esos actos recibe cobertura mediática, el repiqueteo de lo que aparece en las noticias tiene que ser considerado alarmante.
Ganándose la caja
En septiembre de 2008, una mujer de 23 años de West Norriton, Pennsylvania, asaltó un banco, informó la policía, para pagar el arriendo. Según el detective de East Norriton sargento Peter Mastrocola: «Ella dijo que el motivo por el cual fue al PNC Bank y cometió el robo fue porque estaba atrasada en dos meses con su alquiler y que iban a desalojarla.» En los hechos, después de robar 1.410 dólares, la joven dijo a la policía que «tomó el dinero del robo y fue a otro banco donde compró un cheque bancario por 1.410 dólares pagadero a Westover Village Apartments…»
El siguiente mes, en Northampton, Pennsylvania, informan que una mujer de 49 años robó un banco y, sólo 18 minutos después, «llegó a un negocio de cambio de cheques e hizo varias órdenes de pago – en total por 1.090 dólares – para pagar una parte del alquiler que debía a su propietario.» Según papeles del tribunal, un «informante confidencial» dijo a la policía que la mujer le había confiado que «iba a robar el banco para cumplir con unos 1.800 dólares en alquiler atrasado.» La policía informó que «estaba a punto de ser desalojada.»
No se trata, sin embargo de un fenómeno peculiar de Pennsylvania. Como informó hace poco Los Angeles Times: «Otra señal de los malos tiempos económicos… robos de bancos, que habían estado disminuyendo desde hace años, aumentaron en 2008 en el sur de California… [en un] 22% en comparación con 2007.» En
Orange County, el aumento fue especialmente agudo, un salto de 41% a 145 robos. De la misma manera,
Inland Empire News Radio informó que las autoridades atribuyeron un aumento de un 13% de los robos de bancos en los distritos Riverside y San Bernardino al «pobre estado de la economía.»
«Ciertamente hemos visto un aumento en los robos de bancos en todo el país, particularmente en nuestras áreas metropolitanas,» señaló recientemente el Agente Especial del FBI Scott Wilson. «La tasa de robos de bancos ha aumentado dramáticamente.»
El año pasado, según el Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York, los robos de bancos en esa ciudad aumentaron a más de 430, un aumento de un 54% por sobre 2007. Sólo el 29 de diciembre, señaló CNN, «ladrones atacaron cinco bancos en la Gran Manzana, algunos atacando a plena luz del día y cerca de hitos famosos.» Entrevistado por el New York Times, un cliente de uno de los bancos robados describió lo obvio: «Me hace pensar que la recesión hace que la gente llegue a medidas extremas.» El profesor de economía de la Universidad Wesleyan de Illinois, Mike Seeborg está de acuerdo. Comentando un parecido aumento local de la criminalidad, dijo a una estación de televisión de Central Illinois: «Hay una relación obvia en todo el país: cuando la economía está en mal estado, cuando el desempleo comienza a aumentar, si la gente pierde sus puestos de trabajo y la producción disminuye, los crímenes contra la propiedad aumentan especialmente.»
Tendencias suicidas
Por los menos 33 personas decidieron cometer suicidio en parques nacionales en 2008. Y parecía haber un componente económico en por lo menos algunos de los casos. Por ejemplo, una información de Associated Press señaló que un «constructor de 49 años culpó a la economía en una nota que dejó para su ex esposa y su abogado antes de matarse al borde de un bosque en el Parque Nacional Battlefield de Kennesaw Mountain en Georgia.» De la misma manera, en octubre, Bruce J. Colburn, «ex ejecutivo empresarial, recién desempleado» de Reading, Pennsylvania, viajó al escénico Parque Nacional Glacier de Montana donde «se disparó en el pecho con una pistola, según funcionarios del parque.»
Otros se quedaron más cerca de casa.
El 14 de octubre de 2008, una mujer en Bogart, Georgia, «debía ir al tribunal para una audiencia de desalojo.» En lugar de hacerlo, llamó a la policía e informó que estaba pensando en matarse. Poco después, se disparó en la cabeza. El 29 de octubre, un hombre de 47 años de Blount County, Tennessee, «se mató cuando agentes del alguacil trataron de desalojarlo de su casa alquilada.» El mes siguiente, según Mike Witzky, director ejecutivo del Consejo de Salud Mental y Recuperación en Union County, Ohio, dos hombres del lugar se suicidaron por problemas financieros, mientras otro falló en el intento.
El 5 de diciembre de 2008, Ricky Guseman de West Palm Beach, Florida, debía ser desalojado. En su lugar, funcionarios locales dijeron al Sun-Sentinel de South Florida, se «parapetó en un remolque… incendió el lugar y se disparó en la cabeza con una escopeta.»
En diciembre, investigadores del investigador de muertes violentas en Kern County, California, revelaron que «estaban presenciando una ola de gente que se suicida por estrés financiero,» un aumento de entre 5 y 10% por sobre 2007.
Un análisis de los «informes de muertes» en 2008 en Milwaukee County, Wisconsin, de la afiliada local de ABC televisión WISN-TV, estableció que «la presión financiera en una economía difícil ha llevado a medidas desesperadas.» De 108 suicidios – un aumento de un 20% sobre cualquiera de los últimos tres años – por lo menos un 25% de las víctimas «tenían problemas financieros.» Por ejemplo, el residente de Wauwatosa, Tom Brisch, padre de dos hijos, enfrentó tiempos difíciles después que su esposa de 20 años, Sherry, perdió su trabajo. Al mismo tiempo su trabajo como vendedor de coches Ford sólo a comisión, fue víctima del apático mercado automotor. Como Sherry resumió la situación después de su suicidio: «El cuadro económico con un niño que va a la universidad, otro que comienza la escuela secundaria… era bastante triste y teníamos dificultades.» Volvió un día a casa para descubrir que su marido se había colgado. En el bolsillo de su camisa había una nota en la que «pide perdón y escribe que no podía arreglárselas para cubrir sus necesidades.»
WISN-TV descubrió numerosas tragedias similares, incluyendo:
- Un hombre de Milwaukee de 21 años quien se disparó en la cara «después que se le acabó el [seguro de] desempleo.»
- Un hombre de West Allis de 43 años que se colgó con una correa en el sótano. «Los pagos de la hipoteca están atrasados,» dijo su amiga a la policía. «Hay cuentas médicas astronómicas.»
- Una mujer de Milwaukee de 40 años que tomó una sobredosis después de tener «problemas financieros.»
- Un hombre de Milwaukee de 24 años, «despedido de su trabajo tres semanas antes,» quien se sofocó con film de Saran.
- Y un hombre de Milwaukee quien se disparó en la cabeza. Había perdido su trabajo seis semanas antes.
En enero, a menos de una hora en coche al sur de Milwaukee, el coche de Staci Paul de 37 años, fue sacado del Lago Michigan, pero no pudieron encontrar el cuerpo de la mujer de Kenosha, Wisconsin. Como señaló, sin embargo, un artículo en Kenosha News, amigos «dijeron que las cosas no iban bien para Paul. Como madre soltera, trabajaba duro para conseguir trabajos y al empeorar la economía, especularon sus amigos, Paul podría haber tenido algunos problemas financieros. Los antecedentes del tribunal también muestran que Paul había sido desalojada de su casa en octubre.»
Señales de alarma
Al parecer Paul pensó que tenía que arreglárselas sola. Otros, sin embargo, han pedido ayuda. Según un informe del 9 de enero en Pittsburgh Post-Gazette, la policía local recibió un llamado telefónico respecto a un residente de Westview, Pennsylvania, de 64 años, quien estaba «aparentemente perturbado por perder su casa.» Cuando llegaron a la casa, lo encontraron «sentado en una reposera en su entrada de auto, con un rifle bajo su mentón.» Fue detenido y enviado a una clínica psiquiátrica para «evaluación.»
Cada vez más almas desesperadas también han llamado a la Línea de Prevención Nacional del Suicidio, que registró un récord de 568.437 llamados en 2008. (El año anterior hubo sólo 412.768 llamados semejantes.) Del mismo modo, una reciente investigación de Marilyn Elias de USA Today estableció que los teléfonos de emergencia para suicidios en Dallas, Pittsburgh, San Francisco suburbano, Hyattsville (Maryland), Georgia, Delaware, y Detroit han informado todos de «aumentos en los llamados desde la caída de la economía.» El informe agregó:
«En Boston, más llamados de personas con problemas de salud mental a los teléfonos de emergencia mencionan pérdidas de puestos de trabajo, desalojos o temores de perder sus casas, dice Roberta Hurtig, directora ejecutiva de Samaritans Inc. [una organización de voluntarios sin fines de lucro dedicada a reducir la incidencia de suicidios.]
En Kalamazoo, Mich[igan], y otros locales, las personas que llaman con enfermedades mentales como ser desorden bipolar dicen que la pérdida del seguro y los recortes en los programas de salud pública les impiden conseguir medicamentos.
«En el Centro de Crisis en Gary Ind [iana], aumentan los llamados de personas con tendencias suicidas con preocupaciones económicas, y su depresión es más severa, dice Willie Perry, coordinador de programas de la línea de emergencia.»
En Franklin County, Ohio, los voluntarios de la línea de emergencia están «registrando más llamados de personas en dificultades financieras, dice Mary Brennen-Hofmann, coordinador de servicios de prevención de suicidios en North Central Mental Health Services en Columbus.» Siguió diciendo: «Hemos visto muchos más llamados relacionados con problemas financieros, desalojos, embargos y pérdidas de puestos de trabajo.»
Análogamente, la Hopeline of North Carolina Inc.en Raleigh experimentó un salto de un 50% en la cantidad de llamados en octubre y noviembre. «Recibimos llamados de personas con tendencias suicidas porque el mercado bursátil ha bajado,» dijo la directora ejecutiva Courtney Atwood. «Han perdido dinero y no pueden mantener a su familia.»
En Los Angeles, los llamados a «la línea de emergencia para suicidas más activa» de la ciudad aumentaron en hasta un 60% el año pasado. «Hace un año, muchos de los llamados que recibíamos eran de personas con enfermedades mentales,» comentó Sandri Kramer, directora de programas del centro que opera la línea de emergencia. «Ahora muchos de los llamados son de gente que ha perdido su casa, o su trabajo, o que todavía tiene trabajo pero que no puede hacer frente al coste de la vida.»
Problemas domésticos
No es sorprendente que el colapso total de la economía haya contribuido también a tensiones en los matrimonios y, según expertos, a un aumento en la violencia doméstica. Retha Fielding, portavoz de la Línea Nacional de Emergencia para Violencia Doméstica, señala que los llamados aumentaron un 18% entre octubre de 2007 y octubre de 2008 y atribuye el aumento a la mala situación de la economía. «Produce un aumento del estrés y de la violencia en los hogares. La violencia doméstica tiene que ver con control. Si se pierde el trabajo, es control que no se tiene, así que se puede desear tener más control en casa.»
Algunas veces la violencia exacerbada económicamente puede volverse letal.
El 9 de diciembre, por ejemplo, Thomas Garrett, de 59 años, de Midwest City. Oklahoma, asesinó a su mujer. Según el Jefe de la policía de Midwest City, Brandon Clabes, «Garrett dijo a los policías que mató a su mujer porque no sabía cómo explicar que habían sido desalojados de su casa mientras ella estaba en el hospital.» Aparentemente también tenía la intención de matarse, pero se lo impidió la policía.
Eryn Allegra, de treinta y un años, había perdido su casa, así como su trabajo, y según informes de prensa, había estado pensando en suicidarse durante semanas. Según las informaciones, el día de Navidad, la residente de Port St. Lucie, Florida, se registró en un hotel, dio a su hijo de 8 años medicinas sin receta para hacerlo dormir, y luego lo sofocó. Después se cortó sus propias venas en un intento de suicidio fracasado.
Al ver la camioneta de reparto de un hombre en su entrada de auto a una hora en la que normalmente se encontraba en el trabajo, vecinos en un «vecindario exclusivo» en Manteca, Georgia, entraron a su casa que un banco había aprobado hace poco para una venta en descubierto. (Una venta en descubierto tiene lugar frecuentemente cuando un comprador atrasado en los pagos trata de evitar la ejecución hipotecaria.) Según el Manteca Bulletin, lo encontraron «yaciendo en el vestíbulo de la casa… muerto por una herida de bala.» Al llegar a la escena poco después, la policía descubrieron el cuerpo de su mujer cerca de allí» y encontraron un arma de fuego cerca de los dos cuerpos.»
El 11 de enero, la policía de Pinole, California, que respondía un llamado sobre problemas domésticos encontró a Kimberly Petretti de 43 años sentada en el borde de la acera frente a su casa. La iban a desalojar esa mañana. Dentro de la casa, que «no mostraba señales de preparativos para la mudanza,» encontraron a la madre de la mujer, Claudia Petretti, de 62 años, muerta – de tiros en la cabeza con un rifle de asalto. Según el fiscal de distrito adjunto Harold Jewett, una carta de dos páginas encontrada en la escena indicó un plan de asesinato-suicidio relacionado con las dificultades financieras de la familia. «Fue un acontecimiento significativo en sus vidas lo que puede haber precipitado este acto trágico y desesperado,» dijo.
En octubre pasado, un hombre en Los Angeles, atormentado por problemas financieros, mató a tiros a su mujer, su suegra, y a tres hijos antes de usar el arma contra sí mismo. Una escena misteriosamente similar se volvió a reproducir esta semana, cuando otro residente de Los Angeles aparentemente mató a su esposa y cinco hijos – una niña de 8 años, dos niñas mellizas de 5, y dos niños mellizos de 2 – antes de enviar por fax una carta una estación local de televisión y de matarse. «Fue un problema financiero y relacionado con su puesto de trabajo el que condujo a los asesinatos,» dijo el jefe adjunto de policía, Kenneth Garner, http://latimesblogs.latimes.
«En estos tiempos económicos difíciles, existen otras opciones. En mis 32 años, nunca he visto algo semejante.»
Mientras el mundo arde
El 15 de diciembre, un hombre de Dubuque, Iowa, de 41 años «usó pre-shave líquido para incendiar su apartamento porque pensó que lo iban a desalojar.»
El 21 de diciembre, una mujer de 31 años que había sido desalojada de su apartamento en Orange Park, Florida, «inició un incendió durante el fin de semana que causó lo que se estima en 500.000 dólares en daños» al complejo habitacional que era su antiguo hogar. El mismo día, una mujer en St. Augustine, Florida, «fue acusada de incendio premeditado… después de desocupar una casa de la que fue desalojada y que posteriormente fue incendiada.»
El 5 de enero de 2009, Bobby Crigler, gerente de la propiedad de Holly Street Apartments en Fayetteville, Arkansas, dijo: «Fui y tuve una confrontación con [arrendatarios por una noticia de desalojamiento], y se pusieron beligerantes.» Después de eso, envió al encargado de mantenimiento de la propiedad, su hijo, Kent Crigler, de 49 años, a cambiar la cerradura del apartamento de otro inquilino. Cuando amigos del inquilino que enfrentaba el desalojamiento vieron a Kent, supusieron, según Bobby, que había ido a desalojar a su compinche. Cayeron sobre Kent, golpeando y pateando al padre de cuatro hijos hasta matarlo, según un informe en Northwest Arkansas Times.
Generalmente, sin embargo, si uno no era un multimillonario resuelto a suicidarse, lo que uno haya hecho a su casa, a su esposo, a su mujer, su hijo, su banco, sus vecinos, su propietario, o a uno mismo, siguió siendo una historia claramente local, un momento pasajero en la gaceta del vecindario o un periódico regional. Y para una serie de esos actos, a diferencia de las estadísticas deportivas, no existen bases de datos centralizadas que hagan sumas y estén al tanto de los resultados. De vez en cuando, sin embargo, un acto espectacular de desesperación extrema logra salir del vecindario y llega a las noticias nacionales.
Uno de ellos ocurrió en enero de este año, aunque los medios en general lo presentaron como una historia de locos sensacional, más que como otro acto extremo resultante de la crisis económica. En diciembre, Marcus Schrenker, administrador financiero y piloto acrobático ocasional, escribió una carta que decía, en parte: «Tiene que saberse que soy insolvente financieramente… Tengo la intención de presentar la bancarrota en 2009 si mis condiciones financieras se siguen deteriorando.» Lo hicieron.
A medida que el asesor de inversiones de Indiana se desesperaba más por escapar sus crecientes dificultades financieras y problemas financieros resultantes de acusaciones de fraude de inversiones, supuestamente urdió un plan que fue difundido por toda la televisión nacional a medida que se realizaba. Según las noticias, escenificó un escape de su vida en rápido deterioro al estilo de Hollywood, completo con falsa llamada de socorro en el aire, salto en paracaídas sobre Alabama, y una falsa muerte en un avión que había colocado en autopiloto que se estrelló en un pantano cerca de un área residencial en Florida Panhandle. Schrenker entonces se escapó corriendo en una motocicleta cuidadosamente guardada previamente, antes de ser descubierto por alguaciles federales justo después de haberse cortado las venas en un camping en Florida. Recientemente se declaró inocente ante un tribunal federal por acusaciones de haber destruido intencionalmente un avión y hecho un falso llamado de socorro.
Llegando a extremos
En todo EE.UU., la gente ha estado reaccionando a circunstancias calamitosas con actos extremos, incluyendo asesinatos, suicidios e intentos de suicidio, heridas auto-infligidas, robos de bancos, escapes de la ley, e incendios premeditados, así como resistencia contra desalojos y autodefensa armada. Y sin embargo, aunque se han introducido e implementado varios planes de rescate para bancos y corporaciones gigantescas, no se ha bosquejado, presentado al debate público, para no hablar de implementado por Washington, ningún plan significativo para tomar medidas enérgicas a fin de combatir las circunstancias calamitosas que afectan a los estadounidenses de a pie.
Casi no se ha hablado de perdón de deudas o hipotecas, o de una versión realzada y masivamente reforzada del plan de ingreso garantizado de Nixon (que pagaría estipendios a los más necesitados), o de comprar y entregar a los sin vivienda el excedente de viviendas en el mercado, con adecuados fondos de reacondicionamiento, o de algún gesto significativo hacia incluso la más modesta redistribución de la riqueza. Hasta entonces, para muchos, la esperanza no será más que un eslogan, los recuentos de víctimas aumentarán, y los estadounidenses indudablemente seguirán llegando a extremos.
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Nick Turse es editor asociado y director de investigación de Tomdispatch.com. Ha escrito para Los Angeles Times, San Francisco Chronicle, Adbusters, the Nation, y regularmente para Tomdispatch.com. Una edición en rústica de su primer libro: «The Complex: How the Military Invades Our Everyday Lives,» una exploración del nuevo complejo militar-corporativo en EE.UU., será publicada esta primavera por Metropolitan Books. Su sitio en la red es: Nick Turse.com
[Nota: Hay que presentar un saludo especial a los subvalorados periódicos de las pequeñas localidades y estaciones locales de televisión en todo el país que han hecho el trabajo básico para cubrir los trágicos resultados de la crisis económica global en sus propias comunidades. Siguen ofreciendo un verdadero servicio al público al documentar cómo individuos en ciudades y pueblos en EE.UU. están sufriendo y lo que ese sufrimiento los lleva a hacer. Mediante un artículo en Newsweek sobre «Killer Economy?» [¿Economía asesina?] me di cuenta de un excelente recurso sobre algunas de las consecuencias humanas de la crisis financiera, «Greenspan’s Body Count» [Recuento de víctimas de Greenspan] una información continua en el W.C. Varones Blog. Desde inicios de 2008, ha suministrado un historial invaluable de «suicidios relacionados con hipotecas» y otras «víctimas de Alan Greenspan (ex presidente de la Reserva Federal.)»]
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