Cuando Barack Obama asumió la presidencia, el 20 de enero de 2009, con Edward Kennedy como una especie de padrino a su lado, nadie pronosticaba que un año después él y sus aliados estarían defendiendo desesperadamente el escaño del legendario senador y que estaría en jaque la prioridad legislativa de ambos y tal vez el […]
Cuando Barack Obama asumió la presidencia, el 20 de enero de 2009, con Edward Kennedy como una especie de padrino a su lado, nadie pronosticaba que un año después él y sus aliados estarían defendiendo desesperadamente el escaño del legendario senador y que estaría en jaque la prioridad legislativa de ambos y tal vez el destino político de su partido.
Pero la elección especial para determinar al sucesor de Kennedy -quien ocupó ese escaño durante casi 47 años, hasta morir, en agosto del año pasado- en el Senado, realizada en el estado de Massachusetts, se transformó de un esperado triunfo casi automático en una explosión política
, que más bien podría ser una implosión para los demócratas y su presidente, al concluir con el triunfo del republicano Scott Brown.
La derrota de la candidata demócrata Martha Coakley tiene consecuencias políticas a nivel nacional, ya que estaba en juego nada menos que el control demócrata del Senado y el futuro de la prioridad legislativa del primer año de Obama como el sueño eterno de Kennedy, la reforma de salud.
Con la derrota los demócratas pierden la supermayoría
de 60 (de 100) votos requerida para garantizar que prospere toda iniciativa legislativa. A la vez otorga un triunfo contundente a los republicanos, al ganar nada menos que el escaño conocido como el de Kennedy
, lo cual podría ser aviso alarmante de lo que les espera en las elecciones legislativas de noviembre.
¿Cómo es posible que un presidente que llegó con un enorme capital político, fruto de una elección histórica, se encuentre en una situación tan políticamente frágil un año después?
La dinámica en Massachusetts revela una combinación de ira popular ante la situación del país y frustración ante la respuesta de los políticos en el poder, sean del partido que sean, lo cual se manifiesta a lo largo del país. Los republicanos han logrado capitalizar esa ira y frustración popular y presentarse como su mensajero. O sea, precisamente lo que hizo Obama para ganar su elección a través de un voto abrumador en repudio a George W. Bush y sus aliados, como por su mensaje poderoso aunque a la vez poco definido de un cambio
.
El desencanto
Las expectativas eran formidables al inicio de la presidencia de Obama, tanto aquí como por todo el mundo. Un año después cunde cierta desilusión entre los que votaron y celebraron su triunfo. Los que votaron en contra de las políticas bélicas se encuentran con que Obama ha movilizado más efectivos en su primer año que en los últimos de Bush, a la vez que ha solicitado un presupuesto militar no sólo superior al de su antecesor, sino el más grande de la historia.
Lo mismo ha sucedido en los otros frentes, como la reforma de salud, donde la diluida propuesta ha provocado hasta la oposición de algunos sectores que promovían la medida y, según la última encuesta de ABC News/Washington Post, se ha desplomado el apoyo público a la iniciativa. Asimismo, la desilusión entre latinos e inmigrantes, ambientalistas, defensores de derechos humanos, que esperaban un cambio mayor en las relaciones internacionales y otros que perciben que Obama no ha cumplido con lo esperado.
Pero para efectos políticos y sociales, el rubro más importante es la economía, y dentro de ello, el factor clave es el empleo. Todo analista político entiende que las fortunas políticas en este país se determinan por la economía (vale recordar el lema del equipo electoral de Bill Clinton: es la economía, estúpido
). De ella fundamentalmente brota la ira popular y la frustración con Washington, el cual está hoy día controlado por los demócratas.
Sin embargo, Obama tampoco está en crisis política, y de hecho su nivel de aprobación ha subido en estas últimas semanas para llegar a 50 por ciento (más bajo que al inicio de su presidencia, cuando superaba 80 por ciento, pero parecido al de varios de sus antecesores después de su primer año en el puesto). En todo caso, la percepción pública de su desempeño revela las razones del desencanto popular que ahora amenaza a los políticos electos en Washington.
Según la encuesta más reciente de CBS News, el 59 por ciento cree que Obama no ha cumplido con su promesa fundamental de generar el cambio
en Washington, y sólo el 35 por ciento opina que sí. Además, el 49 por ciento opina que el presidente ha favorecido demasiado a los bancos, mientras el 54 por ciento cree que ha hecho muy poco por la clase media y el 60 por ciento cree que no ha hecho lo suficiente por la pequeña empresa.
Pero aunque parezca contradictorio, la misma encuesta tiene noticias positivas para Obama: el 39 por ciento cree que sus políticas han ayudado a la economía, sólo el 25 por ciento piensa que la ha dañado; una mayoría relativa cree que ha hecho más por unir al país, y el 80 por ciento aprueba su respuesta al sismo en Haití.
A la vez, según encuesta de ABC News/Washington Post, sólo el 37 por ciento cree que el país avanza en la dirección correcta.
La ira no sólo se dirige hacia los gobernantes: el 70 por ciento de los estadunidenses dicen estar molestos
por los bonos a ejecutivos en Wall Street, y el 37 por ciento están enojados
por ello.
Estrenan estrategia
La gente está frustrada y enojada. Tienen toda la razón. Lo entiendo
, reconoció el propio Obama este fin de semana al intentar movilizar a sus bases en Massachusetts en apoyo a la candidata demócrata. Y al reconocer esta dinámica, Obama y los demócratas estrenan la estrategia que emplearán a lo largo de este año electoral: competir directamente con los republicanos por ser los representantes del hombre común
ante los poderosos, o sea, voceros de la ira popular.
Hemos tenido un año para superar ocho (en referencia a los años de Bush). No ha sido rápido, no ha sido fácil
, dijo Obama, y subrayó: hemos empezado a cumplir con el cambio por el cual ustedes votaron
. Y llamó a sus bases a votar por los demócratas con un mensaje populista: Los banqueros no necesitan otro voto en el Senado de Estados Unidos. Ya tienen muchísimos
.
Robert Gibbs, vocero de la Casa Blanca, aseguró que éste será el mensaje de 2010. La gente tendrá que decidir si el gobierno está del lado de proteger a los grandes bancos, si está del lado de proteger a las grandes petroleras, si está del lado de proteger a las aseguradoras, o si está del lado del pueblo
, reportó el Washington Post.
Pero otros han argumentado que el cambio
no Obama, sino la expresión popular que lo llevó al poder. El historiador Howard Zinn y el filósofo político Cornel West, entre otros, han repetido que Obama no podrá ser un gran presidente, y mucho menos un presidente progresista, si no existe un movimiento popular que lo obligue a serlo.
O sea, tal vez es igual de importante calificar los logros, y fallas, de quienes lo llevaron a la Casa Blanca como lo que Obama ha logrado o no en su primer año como presidente.
Fuente original: http://www.jornada.unam.mx/2010/01/20/index.php?section=mundo&article=023n1mun