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Los derroteros de la política migratoria cubana (I)

Fuentes: Rebelión

Las enrevesadas regulaciones migratorias establecidas en Cuba, han extendido la percepción que el gobierno no permite a sus ciudadanos viajar libremente al extranjero. Aunque no están proscriptas las salidas al exterior, los múltiples trámites a sortear convierten lo que en otro país se resuelve con recursos, un pasaporte visado. A casi 50 años de oficializado […]

Las enrevesadas regulaciones migratorias establecidas en Cuba, han extendido la percepción que el gobierno no permite a sus ciudadanos viajar libremente al extranjero. Aunque no están proscriptas las salidas al exterior, los múltiples trámites a sortear convierten lo que en otro país se resuelve con recursos, un pasaporte visado.

A casi 50 años de oficializado el control de los flujos migratorios, una gran parte de la sociedad actual no teme decir que la permanencia de normativas que dificultan las salidas y entradas de los ciudadanos cubanos, constituyen a estas alturas una limitación excesiva a las libertades individuales.

Varios investigadores alegan que la implantación de una política migratoria restrictiva respondió al «estado de necesidad», surgido cuando Washington manipuló el tema migratorio como parte de sus planes para socavar y desprestigiar el proceso de cambios que se adelantaba en su antigua neocolonia.

La historia poco contada

Desde los primeros meses de 1959 EE.UU. dio asilo a cientos de asesinos y torturadores vinculados a los órganos represivos de la dictadura de Fulgencio Batista y a sus colaboradores más cercanos. En enero de 1961 Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Cuba y el 16 de abril del propio, Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la revolución que encabezaba, a escasas horas de iniciarse la invasión por Bahía de Cochinos.

El clima de conflagración y la gradual eliminación de la propiedad privada, detonaron el éxodo de la alta y mediana burguesía, a la que pertenecían la mayoría de los médicos, profesores, técnicos y profesionales, claves para el desarrollo de la nación. Así las cosas, el control de la migración fue oficializado el 6 de diciembre de 1961 con la puesta en vigor la Ley 989, mediante la cual el Ministerio de Gobernación (hoy de Relaciones Exteriores) traspasaba la regulación de los procesos migratorios al Ministerio del Interior (MININT).

Según la investigadora Nivia Marina Brismat , la Ley 989 vincula la emigración con un sector social específico: la burguesía cubana; identifica el acto de migrar como traición a la patria» y ordenaba la nacionalización de las propiedades de aquellos que pertenecían «a las clases afectadas por las medidas revolucionarias, con imperdonable desdén a la Patria, abandonan el país». Ese texto legal estableció además que las entradas y salidas serían normadas por el MININT, que consideraría otorgar o no la autorización de retorno a los que permanecieran en el exterior más del tiempo acordado.

Sobre el tema el académico cubano Esteban Morales, [2010], apunta que «al diseñar su política migratoria, Cuba ha debido tomar siempre en consideración que la cuestión migratoria es un instrumento de la política agresiva hacia la Isla y que tal situación se ha reafirmado a cada paso, en los últimos 50 años de relaciones conflictivas entre ambos países.»

El mecanismo de la válvula de escape

A consecuencia del aumento de las salidas ilegales, en octubre de 1965 se abrió el puerto de Camarioca (Matanzas) por donde partieron a la Florida cerca de 2 700 personas. Este acontecimiento propició la realización de la primera reunión entre Washington y La Habana para tratar el tema migratorio, que concluiría con la firma de un memorándum que dio paso a la creación de un puente aéreo (Vuelos de la Libertad) por el que emigraron más de 268 mil ciudadanos.

Un año después es echado por tierra el acuerdo alcanzado entre ambos gobiernos al ser sancionada la Ley de Ajuste Cubano, gracias a la cual los cubanos que arriban ilegalmente a territorio estadounidense reciben un tratamiento diferenciado y se les concede la residencia permanente a los 366 días de su llegada. Se calcula que entre 1960 y 1976 se asentaron en los Estados Unidos cerca de 750 mil cubanos.

La Ley de Ajuste -aún vigente- es el principal aliento a la emigración ilegal y ha segado la vida de miles de personas que han tratado de alcanzar las costas de la Florida. Sus «beneficios» han alentando los secuestros de aeronaves y embarcaciones.

Los permisos de entrada y salida no garantizaron la total hermeticidad de nuestras fronteras, por donde entraron clandestinamente miles de los hombres que con el apoyo logístico de la CIA, tomaron parte en las bandas paramilitares que entre 1960 y 1965 asolaron la sierra del Escambray.

Tampoco impidieron la ola de sabotajes dinamiteros que en 1997 sacudió varias instalaciones turísticas de La Habana y segó la vida del joven italiano Fabio Di Celmo. Planificados por Luis Posada Carriles , los ataques fueron ejecutados por mercenarios centroamericanos, a los que solo bastó una visa turística para arribar a Cuba.

Moscú no creía en lágrimas

Telón de acero, fue un término popularizado en 1946 por el primer ministro británico Winston Churchill, cuando los países bajo la égida de Moscú limitaron los viajes de sus ciudadanos a las naciones ajenas a la influencia soviética.

Aunque no fue posible acceder a la legislación emitida por el Kremlin en materia migratoria, un artículo publicado en Wikipedia revela algunos de los pasos a seguir por los ciudadanos de la antigua Unión Soviética que pedían viajar al exterior por asuntos personales, debían solicitar una carta de invitación a un familiar residente el país de destino, la que se redactaba ante notario público y debía plasmar el compromiso del anfitrión a correr con la manutención del invitado.

Antes de informar su intención de salir del país a los factores a los que estaba vinculado, el solicitante debía acudir al OVIR (la oficina de visados del Ministerio del Interior) para contestar algunos cuestionarios y planillas. Era obligatoria la presentación de una especie de carta de recomendación del jefe de su lugar de trabajo, más la constancia de que no tenía adeudos económicos. Todo lo anterior se entregaba nuevamente a la OVIR que emitía su respuesta en un plazo mínimo de seis meses.

Anastasia Martynova (26 años), salió por primera vez de Rusia en 1995. Pese a que su familia era de clase media, sus padres y abuelos no habían salido antes de la URSS.

«Algunas personas me han dicho que cuando alguien quería viajar al extranjero, debía hacerlo primero a países socialistas como Bulgaria, Polonia o Hungría. Si no había problemas era posible visitar países capitalistas, después de cumplir con el dilatado proceso del permiso de salida.», comentó Anastasia vía correo electrónico.

Como en la Unión Soviética la tenencia de dinero extranjero era considerada un delito, los autorizados a viajar solo podían comprar una limitada cantidad de divisas para sus gastos diarios. Por eso muchos de los afortunados llevaban vodka y artesanías rusas para venderlos en otros países y comprar equipos electrónicos y ropa de corte occidental.

«Sin embargo, los soviéticos podían ver una sexta parte de la Tierra sin necesidad de visas o divisas extranjeras. No alcanzaba una vida entera para ver toda la URSS, y todos podían hacerlo», dijo al final de su mensaje la joven rusa.

A imagen y semejanza

Durante el proceso de institucionalización iniciado en 1971, se intentó adaptar a las condiciones de Cuba algunas de las formas de organización del estado soviético. En septiembre de 1976 entró vigor la Ley de Migración (No. 1312) , pues -como plantea en sus fundamentos- la legislación precedente era inadecuada de cara a las transformaciones económicas que experimentaba el país y al desarrollo de sus vínculos con otras naciones.

Sin embargo, el artículo 1 de ese cuerpo legal ratificó las líneas generales de su predecesora, la Ley 989/61, al dictar que «los que poseyeran pasaporte corriente (expedidos para viajes de carácter privado), deberán obtener el correspondiente permiso de entrada o de salida, otorgado por el Ministerio del Interior.»

El 31 de julio de 1978 es publicado en la Gaceta Oficial el «Reglamento de la Ley de Migración (Decreto No. 26), justo cuando comenzaban a normalizarse las visitas de los comunitarios, término con el que se identificó a los emigrados que llegaron a Cuba para ver a sus familiares.

El nuevo decreto fue un calco al carbón de las disposiciones existentes en la URSS ya que estableció que al solicitar el permiso de salida por asuntos particulares, los ciudadanos cubanos deben entregar a la Dirección de Inmigración una carta invitación legalizada en un consulado cubano, y una comunicación del centro de trabajo o estudio, suscrita por la administración o dirección del mismo. La invitación es en la práctica, una declaración jurada en la debe aparecer expresamente el compromiso del anfitrión a la manutención incluyendo el pago de los pasajes de ida y vuelta del convidado.

La sovietización de la política migratoria no concibió la posibilidad de que los nacionales viajaran al exterior como turistas, ni siquiera en el caso de tener los recursos financieros para hacerlo. En esa época los viajes a los países del campo socialista formaban parte de becas estudiantiles, intercambios académicos y culturales, así como premios o estímulos a trabajadores destacados. Si bien se trataba de viajes subsidiados por el gobierno, era una de las escasas posibilidades de salir al exterior.

El éxodo de 1980

A finales de 1978 con la celebración en La Habana del primer Encuentro Nación Emigración, se inicia el acercamiento y el intercambio con la diáspora cubana. La autorización a emigrar por reunificación familiar y la regularización de las visitas de los emigrados desde 1979, fueron dos de los resultados positivos que propició ese espacio de diálogo.

En la primavera de 1980 individuos deseosos de abandonar la Isla por cualquier vía, entraron por la fuerza a la embajada de Perú en La Habana, hecho en el que fue ultimado uno de los escoltas de la sede diplomática. Las autoridades cubanas decidieron aplicar por segunda vez el mecanismo de la válvula de escape y fue habilitado el puerto del Mariel, por donde marcharon a los Estados Unidos más de 125 mil ciudadanos.

La llegada de los Marielitos cambió el tejido social de la comunidad cubana asentada en el sur de la Florida. El escritor Jesús Arboleya Cervera considera que «a diferencia de los primeros emigrados, representativos de los sectores más privilegiados de la sociedad cubana pre-revolucionaria, desde 1980 emigran de Cuba personas de origen popular, formados dentro del proceso revolucionario y por tanto, ajenos al proyecto restaurador neocolonialista que ha caracterizado a la contrarrevolución.»

«Gracias a ellos -continúa Arboleya- se ha transformado, al menos en parte, la base social que ha sustentado al movimiento contrarrevolucionario en el exterior del país. No importa cuáles sean sus diferencias con el régimen de Cuba, en el caso de la nueva emigración no estamos en presencia de un conflicto de naturaleza clasista, donde las posiciones de ambos bandos resultan irreconciliables.»

Luego de los acontecimientos de El Mariel, la Casa Blanca instrumentó una política migratoria más restrictiva hacia los cubanos y el 14 de diciembre de 1984 se rubricó un acuerdo de normalización de las relaciones migratorias en el que se comprometían a la entrega de 20 mil visas anuales por motivos de reunificación familiar.

Solo las personas enjuiciadas por delitos contra la seguridad del Estado aplicarían al estatus de refugiado político. Cuba recibiría de vuelta a 2746 ciudadanos considerados como «excluibles» por las leyes norteamericanas. Empero, en casi diez años solo concedieron 11 mil visas de las 200 mil acordadas, mientras que Radio Martí alentaba la inmigración ilegal.

A partir de 1980 los flujos migratorios desde la Mayor de las Antillas comenzaron a tener un marcado carácter económico y en menor grado político. Los insulanos comienzan a dejar su tierra en busca del American dream.

Desde entonces «es imposible que la sociedad cubana identifique al emigrado como el enemigo, tal y como ocurría en los primeros años.», precisa Arboleya. No obstante, Esteban Morales alerta que «el hecho de que la política migratoria de la Isla incluya una serie de aspectos, la mayoría vinculados a razones de seguridad nacional, produce tensiones y una tendencia restrictiva, que sólo ha comenzado a flexibilizarse en años recientes.

Fuentes citadas

Ajá Díaz, Antonio: La emigración cubana hacia Estados Unidos a la luz de su política inmigratoria. Centro de Estudios de la Migración Internacional (CEMI) 2000.

Arboleya, Jesús: La problemática actual de la política migratoria cubana

Brismat, Nivia Marina: La política migratoria cubana: génesis, evolución y efectos en el proceso migratorio insular.

Decreto No. 26 «Reglamento de la Ley de Migración»: en Gaceta Oficial del 31 de julio de 1978.

Ley 989: en Gaceta Oficial del 6 de diciembre de 1961

Ley No. 1312. Ley de Migración

Morales, Esteban: Prólogo del libro Al cruzar las fronteras de Antonio Aja Díaz

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.