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Una limitación de la libertad

Los gobiernos han elegido preservar el libre mercado antes que la vida humana

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Mario Cuéllar

El gobierno británico reconoce dos tipos de libertad. Está la libertad del ciudadano, que parece ser percibida como una amenaza al buen orden. Ha permitido (mediante la ley llamada Serious Organised Crime) a la policía o a los tribunales prohibir cualquier protesta pública. Esta introduciendo DNIs, restringiendo la inmigración, conteniendo el derecho de Habeas Corpus y ampliando las leyes de definen el comportamiento antisocial.

Después, está la libertad de los negocios. A través del Inland Revenue y Customs y Excise que ya son incapaces de lidiar con los defraudadores de impuestos, Gordon Brown va a recortar 10.000 personas de su personal. Tony Blair está intentando destruir la directiva de la Unión Europea sobre la jornada laboral, que evita que las compañías exploten a sus trabajadores. Las medidas draconianas en el discurso de la Reina limitando a los ciudadanos son seguidas inmediatamente por una promesa de desregulación de los negocios. El gobierno está preparado para controlarnos, mientras deja a los agentes más poderosos -las corporaciones- libres para controlarse ellas mismas.

Como los aristócratas en Coriolanus (1), Tony Blair «revocará diariamente cualquier acto sano que se establezca contra el rico, y dará más estatutos incisivos, para encadenar y limitar al pobre». Para que los negocios sean libres, tenemos que estar controlados.

Esto no es, según el patriarca de esta religión, como debía llevarse a cabo. Adam Smith sostenía que la libertad de mercado era deseable por una razón: Mejorar la vida de la población. Donde percibía que tenía el efecto contrario, pedía limitación. «Aquellos esfuerzos ejercidos en virtud de la libertad natural de unos pocos individuos, que pudieran poner en peligro a toda la sociedad, son, y deberían ser, limitados por las leyes de todos los gobiernos,» escribió (2) Los gobiernos tienen «la tarea de proteger, tanto como sea posible, a cada miembro de nuestra sociedad de la injusticia y de la opresión de otros miembros de ella».(3)

Pero, la contradicción más conmovedora de la semana pasada fue la petición de respeto del primer ministro. Petición para todos excepto para aquellos cuyas vidas estamos destruyendo. Podemos no tener permitido ponernos capuchas en los lugares públicos, pero seguimos teniendo libertad para matar a la población del sur de Asia.

Aunque Tony Blair está de acuerdo con que el cambio climático alterará radicalmente la existencia humana, (4) no hay nuevas propuestas para hacerle frente en el discurso de la Reina. Las cifras publicadas por la Oficina Nacional de Estadísticas la semana pasada muestran que las emisiones de gases invernadero de los vuelos de residentes en el Reino Unido casi se doblaron entre 1990 y 2003, mientras que las emisiones de los vehículos privados crecieron un 14%. (5) Se suponía que la producción de dióxido de carbono de Inglaterra debía caer un 80% en 2010 sobre los niveles de 1990, pero incluso antes de que las cifras del transporte aéreo sean contabilizadas, han crecido en los pasados dos años. Solo la intervención del gobierno podría ponernos de nuevo en el intento de mejorar la situación, pero Blair ya ha completado su programa de legislatura: Su contribución a resolver el problema será, parece, retórica.

No es sólo que seamos libres par matar a otra gente, sino que el libre mercado nos obliga a ello. La economía está tan organizada que es casi imposible hacer lo correcto. Si tu ciudad no tiene servicio público de transporte y no hay lugar seguro para montar en bicicleta, no tienes elección a pesar de la charla continúa sobre la libertad para conducir. Si los supermercados han cerrado todas las tiendas pequeñas, tienes que dar tu dinero a una compañía cuyas redes de distribución y compra parecen estar diseñadas para conseguir el máximo impacto medioambiental.

Así, somos animados por el mercado, pero se nos deja libertad por ley para infligir el daño mas doloroso que cualquier grupo de personas ha infligido nunca a otro. Hay varias buenas razones para suponer que el cambio climático, durante el transcurso de este siglo, colocará al mundo en un déficit alimentario. Los glaciares del Himalaya, que alimentan los grandes ríos que riegan las granjas que mantienen a Asia viva, están desapareciendo. Cuando las temperaturas crezcan, el crecimiento de las plantas en los trópicos es probable que se frene. Ya esto parece estar ocurriendo en los cultivos de arroz en Filipinas. (7) Las zonas de sequía se están expandiendo: incluso al principio de los 90 la población nómada con la que trabajé en el este de África se quejaba de que el ciclo de hambrunas cada 40 años se había comprimido a cuatro o cinco.

Ya con un excedente neto, 800 millones de personas están permanentemente mal nutridos. Con un déficit neto, esta cifra se elevaría a miles de millones de personas. Somos responsables de esto. En el momento que alcancemos el final de nuestra vida, cada uno de nosotros, amables, bondadosos y bien intencionados, habremos sidos responsables del equivalente, en términos de sufrimiento humano, de un acto de terrorismo de tamaño medio.

El cambio climático pone a la inversa el dictum central de Smith: Que «al perseguir su propio interés (un hombre) frecuentemente fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si de hecho intentase fomentarlo»(8). Ahora, los intereses de la sociedad global serán servidos ante todo por la limitación.

Todo lo que pensábamos que era bueno se ha convertido en malo. Es un acto de amabilidad viajar a la boda de tu primo. Ahora, es también un acto de crueldad. Es bueno iluminar las calles de noche. El cambio climático nos dice que mata a más gente que la que salva. Estamos matando gente por los medios más inocentes: Encender la luz, tomar un baño, conducir hasta el trabajo, ir de vacaciones. El cambio climático demanda un cambio de nuestro compás moral, para el que estamos plenamente inadaptados. No es nada sorprendente que ningún gobierno realmente quiere enfrentarse con nosotros. Esto se deja a Greenpeace, que ocupó la factoría de Range Rover la semana pasada, para limitar el ejercicio del libre mercado que Blair rehúsa tocar. (9)

Cuando Gordon Brown, el hombre que mantiene los mercados libres, dice, «lo que es moralmente incorrecto no puede ser económicamente correcto».(10) En relación a un PIB injusto, las «perfectas libertades» de Adam Smith son económicamente correctas. Ninguna persona que haya comprendido la amenaza del cambio climático podría no darse cuenta de que también están moralmente equivocados.

The Economist argumentaba recientemente que el mejor medio de resolver este problema es a través de una libertad de mercado mayor: Esto, por supuesto, es la cura que se prescribe a todos los enfermos, incluso antes de que se haya investigado la naturaleza de la enfermedad (11). El problema es que las muertes de las gentes de Bangladesh o Somalia no nos cuestan nada: No tenemos ningún incentivo financiero para hacerlas disminuir. El comercio de carbón, en su forma actual, recompensa a las compañías contaminadoras más responsables del problema. Recuerda el contrato ganado por Degusta, una compañía que había suministrado Zyklon B para las cámaras de gas, para dar una capa protectora del memorial del holocausto en Berlín: Están obteniendo beneficios dos veces mediante la muerte masiva antes y ahora.

Podemos enfrentarnos con el cambio climático sólo con la ayuda de los gobiernos, limitando los esfuerzos excesivos al ejercer nuestras libertades naturales. Hasta ahora, sin embargo, cuando confrontan la elección entre las dos materias primas sagradas -el libre mercado y la vida humana- lo que han escogido ha sido preservar el libre mercado.

NOTAS

1. Coriolanus, Act 1, Scene 1.

2. Adam Smith, 1776. The Wealth of Nations, Book II, Chapter II. Penguin Classics, London.

3. Adam Smith, 1776. The Wealth of Nations, Book IV, Chapter IX.

4. Speech on climate change, 14th September 2004. http://www.number-10.gov.uk/output/Page6333.asp

5. http://www.statistics.gov.uk/statbase/Expodata/Spreadsheets/D5690.xls

6. A report summarising recent trends in the Himalayas is published by the Worldwide Fund for Nature at http://www.panda.org/downloads/climate_change/himalayaglaciersreport2005.pdf

7. Fred Pearce, 29th June 2004. Rice yields plunging due to balmy nights. New Scientist.

8. Adam Smith, 1776. The Wealth of Nations, Book IV, Chapter II.

9. Paul Brown and Mark Milner, 17th May 2005. Protest halts Range Rover production. The Guardian.

10. Gordon Brown, 8th December 2004. The Pope Paul VI memorial lecture, CAFOD, London.

11. The Economist, 23rd April 2005. Rescuing Environmentalism.

Enlace original:
http://www.monbiot.com/archives/2005/05/24/a-restraint-of-liberty/#more-932