«Para el que quiere dominar no hay fidelidad ni vínculo sagrado alguno.» Quinto Ennio [1] Una de las elucubraciones más repetidas y concluyentes de los apologistas del imperio mundial estadounidense desde aproximadamente una década, es el de asemejarlo en variados aspectos a las peripecias, glorias y decadencia del muy recordado Imperio Romano, […]
«Para el que quiere dominar no hay fidelidad ni vínculo sagrado alguno.»
Una de las elucubraciones más repetidas y concluyentes de los apologistas del imperio mundial estadounidense desde aproximadamente una década, es el de asemejarlo en variados aspectos a las peripecias, glorias y decadencia del muy recordado Imperio Romano, sin duda antepasado directo del occidente actual. De allí han emergido extensas comparaciones, citas, parangones, relacionando los acontecimientos actuales con los avatares de quienes dominaron el oeste de Europa unos dos mil años atrás. Inadvertidamente el Fatum tenido por los romanos como la personificación divina del destino, el cual se impone a los mismos dioses, pareciera haber devenido en el ‘destino manifiesto’ estadounidense de mediados del siglo XIX, del cual hoy el planeta siente penosamente su materialización.
No son estas simples cavilaciones de fantasiosos hinchas que se encuentran en las graderías del escenario mundial. Académicos neoconservadores y militares ensimismados alentando los planes del gobierno central de Washington, son exultantes en sus conceptos sobre el momento histórico presente y las similitudes con el imperio nacido en las orillas del Tiber:
«Vivimos en un mundo sin precedentes desde la época de los emperadores romanos… El paralelismo con los romanos salta a la vista«. [2]
«Después de Tito Livio, cabe incluso imaginar que Vietnam será recordado dentro de cien años como un oscuro conflicto fronterizo en los confines del imperio estadounidense de la guerra fría.» [3]
No faltan los parangones bélicos realizados mediante simplificaciones históricas sorprendentes pasando por alto milenios, continentes y civilizaciones:
«Quizá desde los tiempos del imperio romano no había habido una fuerza militar capaz de imponerse a cualquier adversario posible.« [4]
Hasta desde los predios de la débil izquierda estadounidense se hacen alusiones en el mismo sentido:
«Desde los tiempos de Roma, ningún otro país se ha mostrado tan amenazante a los ojos de los demás.» [5]
Las premisas para lanzar tales conceptos tienen por supuesto un inicial sustento en la realidad. Es palpable la preponderancia sobre todo militar del gobierno de Washington en el planeta convertido por el desarrollo de las comunicaciones en un Mare Nostrum.
No obstante, la nación llamada Estados Unidos de América, en el consenso de eruditos y profanos dista mucho de ser la de tan sólo una década, la del optimismo ilimitado en el mundo unipolar, y aún así la situación de fuerza le permite ejercer preponderancia mundial en el aspecto político, económico y sobre todo bélico, como una especie de efecto de inercia resultante de su decadencia apreciable a simple vista. Todavía «Estados Unidos impone el <
Las consecuencias del deterioro de la influencia política en el mundo, en favor de desnudas estrategias sustentadas en la mera prepotencia militar, y la búsqueda de explicación a este supuesto momento contradictorio, inducen a las citadas comparaciones entre el estado dominador en el occidente europeo hace dos mil años y el que hoy afronta problemas inexorablemente conducentes a contemplar decisiones ya sea de abandono de su usual arrogancia a instancias de una parte creciente e informada de su pueblo, o sencillamente imponer sus intereses globales mediante misiles y fuerzas de ocupación propias o cipayas, incrementado la represión y el control social a límites no conocidos en su propio país.
Dichos parangones parecen constituir una justificación histórica más de las acciones diplomáticas y de fuerza de las agencias del gobierno gringo. En suma, «Roma se ha convertido en el espejo lejano pero obsesivo de las élites americanas [7] «.
No hay lugar a duda que las similitudes de los dos imperios simbolizados por águilas son evidentes en muchas situaciones. El afán de los EE.UU. por evitar el contagio de la independencia y la autonomía, llamada por los doctrinantes reaccionarios como ‘nacionalismo radical’, puesto de manifiesto cruelmente durante el siglo XX por ejemplo en Vietnam de 1955 a 1975, o en la actualidad en la invasión y ocupación de Afganistán e Iraq y las múltiples maneras de control violento en otras naciones mediante el apoyo irrestricto a gobiernos ostensiblemente cipayos como Puerto Rico o Colombia, tiene su equivalente en la Roma de los primeros emperadores cuando el astuto general romano Gneo Julio Agrícola durante una campaña en la isla de Britania llega la costa occidental de la misma y observa la existencia de pueblos libres del dominio imperial en la isla de Hibernia, hoy Irlanda. Su reflexión es la de un imperialista de todos los tiempos: se debe ocupar esta isla no por sus riquezas sino por el mal ejemplo irradiado por los nativos a los sojuzgados habitantes de Britania con su permanencia fuera del dominio del emperador [8] . Quien haya vivido los años sesenta puede dar fe de los motivos argumentados hasta la saciedad por los habitantes de entonces de la Casa Blanca: un Vietnam soberano conduciría a más desafíos al poder de Washington en la región o en el mundo, favoreciendo la expansión del comunismo. Es la teoría geopolítica simplista del dominó. En este orden de ideas Agrícola puede ser un predecesor del arrepentido Robert McNamara y un Lyndon B. Johnson, en este aspecto, representaría una versión moderna del emperador Domiciano.
No obstante, los romanos al parecer eran absolutamente sinceros en la apreciación de sus oprobiosas acciones. El historiador Cornelio Tácito en la obra dedicada a su suegro Agrícola, reconoce la conquista imperial en la forma de lo que llamaríamos hoy penetración cultural, como una manera de dominio destinada al sojuzgamiento y la esclavitud; Hablando del trabajo de Agrícola como general, Tácito relata una técnica durante la campaña de Britania en el presente considerada por algunos como una ‘novedosa’ operación psicológica de cuarta generación:
«Además, incitaba a los hijos de los jefes en las artes liberales; prefería el talento natural de los britanos a las técnicas aprendidas por los galos, con lo que poco antes rechazaban la lengua romana se apasionaban por su elocuencia. Despues empezó a gustarles nuestra vestimenta y el uso de la toga se extendió. Poco a poco se desviaron hacia los encantos de los vicios, los paseos, los baños y las exquisiteces de los banquetes. Ellos ingenuos, llamaban civilización a lo que constituía un factor de su esclavitud.» [9] (El subrayado es nuestro)
En este último párrafo, existe un reconocimiento expreso de la villanía a la cual se sometía a los pueblos conquistados por Roma, manifestado por uno de los más celebres historiadores romanos, algo que en el nuestros tiempos no tiene equivalente en los altos círculos del poder estadounidense, en los cuales se repite incesantemente que la fuerza de sus armas respaldando múltiples depredaciones por el mundo, es la materialización de « la mayor fuerza del bien en el mundo [10] » . J ustamente quienes aluden al paralelo con la historia de Roma, son los más proclives a declarar que las invasiones, bombardeos, bloqueos, ayudas resultantes en empobrecimiento, bases militares, etc., son manifestaciones de aquella bondad. Algo así como hay que destruirlos para salvarlos.
Si se tiene incertidumbre sobre la visión de célebres voceros de la oligarquía romana sobre sus propias aventuras imperiales debemos leer este otro texto, esta vez del geógrafo e historiador Plinio El Viejo, donde califica sin eufemismos los procederes del paradigma del conquistador romano, Julio Cesar:
«Pues yo no pondría de ningún modo entre sus títulos de gloria, además de sus victorias sobre ciudadanos, haber matado un millón ciento noventa y dos mil hombres en los combates, un daño tan grande producido al genero humano…» [11] (El subrayado es nuestro)
En este punto encontramos a su vez una diferencia entre el imperio que forjó Europa occidental y el que irrumpió indemne luego de la Segunda Guerra Mundial erigiéndose como primera potencia en el fin del siglo XX. Es tal vez la razón por la cual se le tiene admiración a una cultura como la romana, equilibrando su carácter de instrumento de dominación de muchos pueblos en aquella época; esto es el hecho de haber surgido de su seno una visión crítica de sus propios procederes oprobiosos, proveniente de filosofías como la estoica, la cual atacaba el absolutismo estatal a la vez que a la institución sustentadora de la organización social de la antigüedad: la esclavitud, esgrimiendo para ello la igualdad entre los hombres y propendiendo por el cosmopolitismo, lo cual se verá reflejado en muchos de los principios jurídicos de entonces, aún presentes en los ordenamientos legales dominantes.
Para una parte de la élite romana cultivada existía una conciencia muy influenciada por el estoicismo acerca del carácter humano de todos los hombres como habitantes del planeta. Por tanto, si bien las conquistas imperiales constituían la base de esta civilización como tal, en el aspecto de la solidaridad humana, tan tenida de presente por el estoicismo, significaba en determinados momentos el reconocimiento de la realización de verdaderos crímenes contra la especie por parte del imperio.
El tema adquiere tales dimensiones que se ve reflejado en los textos de historia de escritores de la antigüedad como Dión Casio, en los cuales se deja entrever una tácita comprensión de los problemas de expansionismo militar de los inicios de la decadencia imperial, por parte de los soldados-emperadores en medio de su desbocada cabalgata bélica [12] . Al parecer, unos pocos tuvieron plena conciencia del destino que depararía la persistente orientación de Roma hacia el camino sin salida del soporte del imperio en lo castrense.
La misma máquina de guerra romana de efectividad sin igual en el mundo occidental antiguo, la legión, en su origen y desarrollo fue sencillamente una muy organizada comunión de hombres equiparables ligados por una formación escolar única para la época, donde las decisiones eran mucho más consensuadas de lo que se las describe en estos tiempos. Podemos observar las constantes rebeliones de las legiones, algunas de ellas vívidamente descritas en obras como los Anales de Tácito, en plena época del esplendor imperial, a manera de conscientes y armonizados actos colectivos de descontento de una soldadesca con un nivel cultural inusual para el momento histórico [13] . En este aspecto tan sólo reseñamos como «al estado romano le iba como le ha ido y le irá siempre al estado cuyos ciudadanos se pasan la vida leyendo ‘desde el dintel de su casa hasta el retrete´. [14] »
La liberalidad de las autoridades del Palatino respecto a los cultos religiosos al interior de los múltiples pueblos sometidos, es desconcertante para este tiempo de cristianismos renacidos, tele evangelistas dogmáticos e iracundos y demás sucedáneos; Roma no conoció las persecuciones religiosas per se, pues cualquier deidad podía ser compatible con la visión universalista del imperio, siempre y cuando reconociese aquello de que ‘al César lo que es del César…» Bueno, hasta que llegó el cristianismo y se tomó el Estado, para perseguir otros cultos y las herejías dentro del propio.
No obstante, con todo y el aspecto de hartazgo crítico de algunos miembros de la misma oligarquía, a la vez no debemos perder de vista el carácter despótico, avasallador y brutal del gobierno de los emperadores, quienes no dudaban en aplicar tormentos, como el muy conocido de la crucifixión, a manera de castigo ejemplarizante previo a la muerte de los insumisos. Hoy este podría tener su equivalente sofisticado en el aislamiento de sospechosos o en el ‘submarino’, prácticas ya erigidas en verdaderas políticas de tratamiento de los rebeldes del siglo XXI, etiquetados como terroristas, fanáticos, radicales, etc., como mucho antes en Roma pudieron ser llamados sediciosos otros a causa de proclamarse hijos de alguna deidad asiática redimidora de su pueblo bajo dominio romano, y con ello desafiar la autoridad del César.
En el mismo sentido Montesquieu al estudiar las costumbres romanas también encuentra toda una cadena de actos contrarios a cualquier ética y asevera refiriéndose a la intromisión abusiva de los romanos en los asuntos de otros pueblos:
«Estas costumbres de los romanos no eran hechos aislados, ocurridos por casualidad; eran principios constantes.» [15]
Es inevitable llegar a la conclusión de que si lo que se pretende es la dominación, se hace indispensable no acatar regla alguna, así sea las implantadas como esenciales en la civilización de donde surge la clase con ambición de tomar a mundo por asalto. A causa de esto protestas multitudinarias, resoluciones de las Naciones Unidas, rechazo de intelectuales humanistas, normas de la Convención de Ginebra y demás, no constituyen un dique efectivo contra las tropelías del imperio contemporáneo, sino en situaciones excepcionales y de conveniencia.
Se presenta la somera percepción de que los problemas sociales de la antigua Roma no están tan distanciados de los de la era de los misiles inteligentes como se piensa. Quejas llegadas al presente desde aquella época permiten observar un descontento por los abusos que traspasa el tiempo; las súplicas parecen ser escritas apenas hace unos días, si cambiamos algunos términos como Procurador por Ministro de Finanzas o Secretario del Tesoro, y Arrendatario por Banqueros:
«ayúdanos; somos pobres campesinos que ganamos cotidianamente nuestro cotidiano pan con el trabajo de nuestras manos y no podemos obtener de tu procurador, justicia contra el arrendatario, el cual goza con su favor por que le hace grandes presentes y está en estrechas relaciones con él por la continua renovación de los arriendos y por su gran condición de arrendatario; apiádate, pues, de nosotros y dígnate ordenar por medio de un rescripto*.» [16] (* Decisión del emperador que resolvía una consulta o petición)
Ante la aguda injusticia la amenaza de huelga se esgrime como arma compensatoria tanto como lo es en el presente:
«Huiremos adonde podamos vivir como hombres libres.« [17]
Aunque nos pueda sorprender, también en algún sentido acerca de la explotación de la naturaleza se tuvo conciencia en aquella era de dominio imperial romano; dos milenios antes del saber concreto de la destrucción del planeta, empujado por la voracidad y el despilfarro capitalista, Séneca decía:
«¿Qué necesidad hay de tantas técnicas al servicio del vientre? ¿Qué necesidad de los negociantes? ¿Qué necesidad de asolar los bosques? ¿Cuál de escudriñar las profundidades? Por doquier se encuentran alimentos que la naturaleza a distribuido por todos los lugares; pero pasan por su lado como ciegos y recorren todas las regiones, cruzan los mares y, pudiendo aplacar su hambre con poco, la exacerban con mucho.» [18]
La conciencia estoicista del carácter incipiente del conocimiento humano es algo así mismo destacable en algunos pasajes de pensadores de entonces:
«Llegará un día en que el tiempo y la diligencia humana resolverán los problemas que ahora son oscuros. Divididos desigualmente los pocos años de nuestras vidas en estudio y vicio, y por ello será necesaria la labor de múltiples generaciones para explicar fenómenos tales como los siderales. Los hombres de nuestra posteridad se sorprenderán de que nosotros ignoremos las causas de las cosas que para ellos serán patentes… nos creemos que estamos iniciados en los secretos de la naturaleza, más en realidad estamos tan sólo en el umbral del templo.» [19]
Esto dista mucho de la prepotencia de las autoridades y científicos estadounidenses ligados al gobierno, quienes pretenden poseer todas las respuestas habidas y por haber y antiéticamente están prestos a ejecutar cualquier investigación permisiva del sojuzgamiento y la eliminación mediante la tecnología de unos seres humanos por otros.
Es pertinente aquí recordar la actitud del emperador Tito Flavio Vespasiano cuando le fue ofrecido un invento para trasportar grandes columnas a bajo costo, rechazándolo de plano, aduciendo dejar sin sustento a los obreros dedicados a ello [20] . Una conducta impensable para los habitantes de la Casa Blanca en cualquier época.
Muchos podrán esgrimir como aspecto positivo del estado actual de la única potencia militar del orbe, que el gobierno en Roma poseía un carácter evidentemente dictatorial y sólo buscaba el beneficio del gobernante y una pequeña oligarquía mediante el ejercicio de una fuerza brutal, lo cual es absolutamente cierto. Mientras la forma actual de mando dirigida desde Washington, está basada en la democracia íntegra y la libertad. ¿Pero acaso las diferencias son tan abismales en estos aspectos?
El lema ocultante de la dominación esgrimido por estos días contra los rivales del dominio estadounidense o a cualquier nación renuente a este es el de la propagación de la democracia, lo cual resulta muy curioso, dada la práctica de esta forma de organización social y política en este país. Desde ya los años 50 del siglo XX los EE.UU. fueron analizados como «más una democracia política de tipo formal que una estructura social democrática,» que incluso evidenciaba tener problemas tan graves como para firmar de que «el mecanismo político formal es débil«. [21]
La Constitución estadounidense en sus orígenes y desarrollo ha poseído ostensibles elementos antidemocráticos como la admisión de la esclavitud, las limitaciones al sufragio, un intricado sistema electoral dificultante del control directo de los gobernantes y permisivo del mando corporativo; si bien en algunos campos modificado y atenuado mediante veinte y siete enmiendas [22] , mantiene en la practica una forma de gobierno tutelado por el gran capital con restricciones efectivas y crecientes sobre la acción solidaria del pueblo. El problema ha empeorado de manera notoria en el siglo apenas iniciado pero proviene de mediados del siglo XX cuando es impuesto un estado de Seguridad Nacional de tendencia imperial [23] .
Apreciaciones como las anteriores se ven agravadas con las crisis del capitalismo que tiene a ese país como su punto de referencia y a la vez afilado guardián. Cuando ocurren crisis del sistema en lo relacionado a su funcionamiento, es más visible aún aquello dicho por Howard Zinn, de que el capitalismo siempre ha sido una calamidad para los pobres, sólo que ahora se ensaña con las manipulables y frágiles capas medias. Hablar de democracia en Estados Unidos es difícil cuando se evidencia el dominio de la ínfima minoría de financistas y jugadores de casino de Wall Street sobre Washington en todas sus dependencias federales, como dijo expresamente un congresista: «Los bancos se han enseñoreado de este lugar» [24] . Ya antes irreprochables patriotas del estilo de Dwight Eisenhower habían advertido del control creciente del complejo militar-industrial, con lo cual puede completarse la triada oligárquica de los EE.UU., es decir banca-industria bélica-militares.
Un punto en el cual podrían existir aspectos en común dentro de nuestros paralelos, es el relacionado con el crisol de pueblos del mediterráneo, es decir Europa, Asia y África constitutivos del crecimiento del imperio romano por la conquista, en el mundo conocido con certeza para aquel momento, frente a la sobreviniente expansión y repoblamiento de los EE. UU. al occidente, a costa del genocidio de los originarios habitantes de ese territorio y al previo secuestro y explotación de millones de africanos. No obstante, el trato discriminatorio a gentes de otro color de piel o de otra cultura, no parece haber sido parte de los valores imperiales romanos, si hemos de tener en cuenta los relatos existentes, a diferencia de la bien definida exclusión motivada en prejuicios étnicos y culturales, los cuales a pesar de luchas incesantes, no han sido derribados hasta el punto en el cual exista una igualdad real, luego de transcurridos más de 200 años de la declaración universal de los derechos del hombre y de la disposición de todos los elementos materiales para establecer un elevado nivel cultural en la población. Leyes estaduales prohibitivas del uso de idiomas diferentes al inglés, o la penalización por no ser caucásico son apenas unos ejemplos actuales de la discriminación en Estados Unidos.
Una vez es disuelta la Unión Soviética el júbilo permite a los más que juiciosos comentaristas, entusiastas apologistas del imperio estadounidense lanzar con el deseo cánticos de alabanza a las fuerzas liberadas de enfrentar tan odioso rival:
«Eliminada la amenaza soviética, Estados Unidos quedó con las manos libres para intervenir prácticamente en cualquier lugar y momento que lo considere oportuno.» [25]
De acuerdo con esto, un gobierno absoluto había tomado para sí el globo terráqueo. Sin embargo, pueblos y gobiernos en varios continentes han hecho caso omiso de las amenazas de fuerza del poder imperial, haciendo ver sus actos de presión diplomática en el papel de exteriorizaciones de su egoísmo histérico, y sus ataques e invasiones como respuesta decadente de quien va perdiendo el dominio de la situación.
A pesar de tan extraordinarios poderes anunciados y la correspondiente existencia de un músculo bélico templado durante 45 años, paradójicamente el planeta tierra no parece ser un lugar tranquilo para quienes dominan a esta nación teóricamente ocupante de un lugar indisputado de supremo gobernante del orbe. La Pax Americana equivalente de la Pax Romana no aparece en ningún continente. Unos pocos años después del optimismo enunciado en el centro capitalista, se da paso intempestivamente a la narración de un presente y un futuro especialmente sombríos, un mundo dominado por la nación más armada y sin aparentes enemigos de peso y al mismo tiempo depositario de incesantes incertidumbres y letales sobresaltos. Un defensor del poder imperial presente dice:
«Será difícil que los estados y los gobiernos locales protejan físicamente a sus ciudadanos… De ahora en adelante el mapa del mundo nunca será estático… será una representación siempre mutante del caos.» [26]
Las razones de fondo para la ocurrencia de tales hechos en un momento como este son misteriosas para la inmensa mayoría de los mortales. La obvia pregunta emanada de tan intimidante afirmación no puede ser otra que ¿Y como enfrentar este caos, este maremágnum universal?
Hay una explicación dirigida a la galería, al populacho, a las masas, que somos todos aquellos no pertenecientes a los círculos plutocráticos y a las burocracias del alto gobierno en Washington. Es la de que el caos se enfrenta con medidas duras pero necesarias de recorte o supresión de las libertades, junto con el correlativo aumento de los poderes represivos a todos los niveles, a la vez que la sospecha se cierne sobre los inconformes, los críticos, los dubitativos o los meros escépticos, sean activos o no. De allí el lema repetido de ¡Seguridad! ¡Seguridad!
Pero en el plano de los postulados reales elaborados por quienes trabajan para los opulentos, el tema es tratado a nivel mundial con ideas recicladas que se van materializando día a día:
» La manera más lógica para enfrentar el caos, y la que se empleó con más frecuencia en el pasado, es la colonización. Se necesita una nueva forma de imperialismo para imponer el orden y la organización… El mundo postmoderno debe acostumbrarse a aplicar dos pesos y dos medidas» . [27]
Esta profecía imperialista de autocumplimiento esta en perfecta concordancia con el acentuado militarismo del capitalismo estadounidense y en conjunción de con los planes de acumulación de capital de las corporaciones, unos y otros ya establecidos como señores de la guerra en el exterior [28] . La seguridad debe garantizar el despojo y disfrute practicado por los opulentos, la más o menos disimulada recolonización del mundo es el método.
Regresando a Roma dentro de nuestro ejercicio comparativo, a medida que fueron eliminados aceleradamente las tradiciones de los contrapesos institucionales, el autoritarismo se hizo más patente. Los legionarios terminaron por adueñarse del gobierno desde los tiempos de Septimio Severo hacia el año 193 de nuestra era, siendo muy distintos en la manera de justificar su gobierno frente a patricios y plebeyos de la era de la república, aquella de Escipión el Africano, Mario, Sila, Julio Cesar, o de la era imperial de Trajano, Adriano o Marco Aurelio, quienes poseían una aceptación basada en alguna forma en su prestigio como oradores, estrategas, prudentes administradores más que guerreros, e incluso filósofos; aquellos gobernantes de la llamada Anarquía Militar y su fundador Septimio Severo (asimilable étnicamente al Presidente trigueño y actual residente de la Casa Blanca), soportaban su mando fundamentalmente en el enriquecimiento de sus tropas, a la manera como hoy se sustenta el gobierno imperial de Washington en el enriquecimiento de las corporaciones financieras, la industria militar y las tropas.
A los pocos años de iniciado este periodo en Roma se otorga la ciudadanía a todos los habitantes libres del imperio, pero era ya notable la diferenciación de clases entre unos pocos ciudadanos Honestiores y las masas de ciudadanos denominados Humiliores. Así, la ciudadanía tuvo unos bien diferenciados grados en su ejercicio aunque nominalmente se pregonaba su universalidad, la cual, no se puede pasar por alto, excluía de por sí a los esclavos y las mujeres.
La similitud con la pregonada ‘globalización’ actual limitada cuidadosamente a los bienes, capitales y personas del primer mundo y la consecuente discriminación y segregación de dos terceras partes de la población planetaria es evidente, pareciendo seguir un patrón de protocolos y solemnidades maquillantes de una estructura real de control social al servicio del capital. Los dineros fluyen de un extremo a otro del mundo sin barreras de ningún tipo y a la vez los muros, alambradas y leyes de exclusión se van erigiendo en los puntos de contacto entre el sur pobre y el opulento norte. Ayer se extiende la ciudadanía y sin embargo son aumentadas las legiones por el peligro de invasiones de bárbaros y el estado de guerra es permanente. En el segundo milenio de nuestra era en el teórico mundo homogenizado el presupuesto estadounidense para la guerra supera al de todos los restantes países; las zonas de conflicto se encuentran por doquier para Washington.
El pensamiento social romano es muy difundido en el presente, debido a sus notables ingredientes conservadores respecto al poder, los cuales mantienen vigencia para la élite que nos domina. Uno de los aspectos de aquel, el más importante y practicado en la actualidad con lujo de detalles, es la creencia oligárquica y despectiva, de que al pueblo debe mantenérsele sumiso, calmado y leal, a través del binomio alimentos mínimos y diversión gratuita, denominado en Roma ‘Pan et Circenses’. El pan era entregado allí a los ciudadanos por cuenta del estado, los circenses, es decir el ‘circo’, poseía una acepción limitada y se refería esencialmente a los espectáculos de los juegos, las carreras, acrobacias con animales, etc., y estaba a cargo de los hombres ricos.
El pan entregado al pueblo llegó a conformar una institución sólida llamada Annona, dentro de la cual se evolucionó hasta dar a la población gratuitamente o subsidiada junto con el pan, carne de cerdo y aceite de oliva [29] ; es decir, en determinados momentos se generó una especie de estado de bienestar en manos del más despótico gobierno de la antigüedad. Paradójicamente el bienestar social universal y gratuito ha sido constituido en el paradigma de lo detestable por parte del feroz dogma del credo neoliberal, la ideología oligárquica desde el siglo XX hasta nuestros días.
Sin embargo, en justicia, es observable la utilización de distracciones institucionalizadas en la forma de manipulación de tensiones sociales como las descritas, ya por parte del historiador griego Heródoto por lo menos medio milenio antes de nuestra era [30] . En otras palabras, los romanos siguieron costumbres anteriores sobre el control social no violento, pero actuando también con un bienestar nada desinteresado, el cual es cuidadosamente ocultado en la actualidad por alentadores de la tesis del parangón exacto entre Roma y los EE.UU.
En la época de las legiones, actividades que hoy significan diversión para los contemporáneos como las artes, son en el caso de la literatura vistas con suma desconfianza por quienes detentan el gobierno en Roma; los líbelos anónimos etiquetados por las clases dominantes como ofensivos y escandalosos, pululan durante la era republicana y algunos años del principado y el imperio. Historiadores y en general autores de relatos poco favorables a los personajes renombrados de entonces como Tito Labieno, Aulo Cremucio Cordo, Aufidio Baso, o Quinto Asconio, no son nada conocidos en la actualidad pues sus escritos no se conservan hasta el presente, siendo estimados como los ‘historiadores de la libertad’; muchos de sus textos fueron quemados. Otros escritos de seguidores de quienes controlan el régimen si se han conservado, como es el caso de los de Valerio Máximo, Curcio Rufo, Veleyo Paterculo; en consecuencia se nos ha legado una literatura para su época ya empobrecida, tornándose árida, erudita, artificiosa, declamatoria, adulatoria [31] , asunto relacionado con el control de aquella por parte de la oligarquía romana en la forma de una represión conducente al arte de la adulación y el ocultamiento. Esto nos acerca al significado histórico de las contemporáneas maneras de diversión y su ropaje tecnológico, emitiendo su reiterada banalidad y cursilería de casi todas las horas de ocio, con su redundante carácter de alabanza expresa o tácita de quienes ejercen el mando y la forma de organización capitalista, sin tener en cuenta sus aciagos resultados
En el fondo queda expuesto aquello ya mencionado por David Hume de que la minoría mantiene a raya a la mayoría por medio de la opinión o de lo contrario su dominio se desvanecería. [32]
A partir del siglo XX se ha percibido con claridad que
«Desde arriba se moldea continuamente al pueblo porque así es necesario hacerlo para mantener el sistema económico general imperante, y la medida de energía utilizada en este proceso es función directa del grado de capacidad de la gente para apartarse del camino que se le quiere imponer . [33] »
Para ello se fabrican verdaderos bulos propagandísticos moldeantes de las creencias comunes. Un buen ejemplo de ello en América Latina, lo significó la construcción del mito del «Milagro Brasileño«, una materialización entre otras tantas, de una táctica de control de la población mediante el engaño, como resultado de la lucha por el poder de los elementos oligárquicos nativos brasileños en estrecha alianza con los del centro del poder imperial [34] , en desmedro de amplias capas de la población pauperizada. De tal forma, las mayorías fueron manipuladas al presentárseles el enriquecimiento de unos pocos y sus congruentes obras suntuosas y faraónicas como destinadas a aquellas, con el ropaje de actos de beneficencia hacia la sociedad entera.
De su lado, las calzadas romanas, los foros, puentes, termas, coliseos, anfiteatros fueron expuestos como obras comunes de la civilización romana, hazañas del denominado S.P.Q.R. ( Senatus Populus-Que Romanus ), es decir en nombre del senado y el pueblo romano, cuando fundamentalmente fueron materializaciones del dominio y la expansión de una oligarquía esclavista hacia pueblos bajo su dominio o fuera de él, es decir sojuzgados o por serlo. Ya nos referimos al significado del circo en la sociedad romana, y sabemos que la extensa red de vías dentro del imperio era el resultado de planes de expansión y aseguramiento tanto en la era de la república como en la del imperio.
El tema de las comunicaciones es vital para los gobiernos y los poderes establecidos que les respaldan. Decía el escritor Manuel Vásquez Montalbán acerca de la existencia un monopolio de los medios de comunicación en cabeza de quienes se han atribuido el dominio de la sociedad: «A medida que se complica la máquina de comunicar, la capacidad de dar un proyecto alternativo al sistema es cada vez menor. [35] «. A un líbelo anónimo en pergamino de papiro, o una pintada en una pared de una calle en una ciudad de la antigüedad, era posible enfrentarle otras sencillas acciones de difusión de ideas. Hasta no hace mucho ante una imprenta se le oponía otra imprenta. Con los satélites y demás artilugios sofisticados en extremo, es mucho más difícil competir y desvirtuar la hegemonía comunicacional [36] . Esta si es una importante diferencia entre lo que tenemos en el siglo apenas iniciado y la antigüedad.
Existe una razón fundamental por la cual la clase dominante se aferra al control de los aparatos de comunicación en las dos épocas. La misma concentración del poder junto con un empleo en su exclusivo provecho ante los ojos de las mayorías desposeídas, resulta indefectiblemente en la deslegitimación de quienes ejercen el mando, es decir, es evidenciado lo espurio del gobierno, generando un descontento en veces activo. A la par, se debe tener en cuenta también que no siempre es conveniente la utilización de la fuerza bruta para contener una agitación transformada en consciente insumisión, cuando las correlaciones de fuerza y las consecuencias de su uso son inciertas. Por ello se debe suplir esta crónica ilegitimidad y carencia de consenso hacia quienes ejecutan el papel de líderes frente a la población, gobernando en secreto o mediante falacias encubridoras de la verdadera situación política de ilegitimidad [37] .
Dicho engaño social, es decir carencia total o parcial de reconocimiento de los gobernantes como agentes del bienestar común, dentro de las reglas occidentalmente llamadas democráticas, puede llegar a extremos que para muchos resultan irreales, pero que ya han sido detectados como de usual ocurrencia en el siglo XX, cuando el fascismo, como mencionaba Toynbee, ha llevado la máscara de democracia [38] . En el presente sufrimos en todo el planeta la existencia de una organización social que en su etimología lleva implícito el teórico mandato de los componentes de la sociedad en general, dirigido a la creación y mejoramiento de un determinado nivel de vida con la cultura y la ciencia de nuestro tiempo y no obstante, en los hechos escuetos, deviene en el cultivo y profundización de una «rapacidad sin obstáculos ni impedimentos«, y en el ejercicio sistemático «de la avaricia y la inmoralidad…« [39]
Vemos como desde la antigüedad es sabido que quienes dirigen el sistema social, para sostenerse en el poder deben realizar una incesante labor de acondicionamiento de aquellos a los cuales deben su posición y la padecen, una mezcla de seducciones, gratificaciones minúsculas y limitadas (el pan y el circo), y no puede faltar la represión, para dar forma a un ideal de ser humano, al cual se le da el papel de masa, en la forma de ser idéntico y consumidor anodino, o marginado indiferente y conformista. Esto es el ser humano ‘normalizado’ al cual se dirige la comunicación deslumbrante e instantánea para prolongar su pasividad. La obtención de este modelo ideal de mujer u hombre aceptante resignado de la pauperización y mengua de sus capacidades humanas, e indolente ante la violencia ejercida hacia ella o él para aquellos propósitos, no es de ninguna manera pacífica sea cual sea el momento histórico:
«Lo que denominamos «normal» es un producto de represiones, negaciones, escisiones, proyecciones, introyecciones y otras formas de acción destructora sobre la experiencia.» [40]
De allí emerge el control en veces poco disimulado de nuestras vidas y políticamente concretado hoy en día como la entrega total de poder a los gobernantes, quienes sencillamente son acuciosos gendarmes del gran capital mundial. Para que ello ocurra sin contratiempos todos y cada uno de los aspectos de la vida biológica y social deben caer bajo el dominio de aquellos [41] , con lo cual y dados los instrumentos tecnológicos desplegados en este tiempo, continuando con nuestra analogía, el ejercicio de gobierno de Nerón, Calígula o Cómodo podrían resultar ser modelo de liberalidad y garantismo ciudadano, frente a nuestro ambiente social.
Poco a poco va emergiendo la percepción de la existencia de un gobierno formal y uno real, uno que es quien desempeña un rol actoral en el decorado escenario de la política y sus luces y grandilocuencia, y otro callado y en la penumbra, y no por ello menos despiadado, el cual toma decisiones [42] ; además de costear a los actores este gobierno se anuncia preferentemente a través de un lenguaje economicista de postulados monetarios y de producción, junto con una retórica social repetidamente vaga e inaplicada. El gobierno real de los plutócratas al ir permanentemente y en ascenso contra de los intereses sociales aplicando impasiblemente mandatos oligopólicos, hace que el gobierno tramoyístico resulte profundamente impopular y sometido a grandes tensiones sociales, a medida que los planes de despojo de la riqueza común son ejecutados implacablemente. En momentos y a veces periodos enteros de la historia, las distintas manipulaciones destinadas a la apatía política resultan precarias, en este instante se retorna a la certeza de que todos los métodos son válidos: se regresa al predominio de la fuerza, pero sin olvidar la indispensable utilización del circo, el fraude y las falacias en diversas cantidades y circunstancias.
El caso del circo si se le mira con detenimiento, es una obviedad recurrente; nuestras preferencias resultan ser semejantes a las de quienes se instalaban en la graderías del Coliseo Flavio o del Circo Máximo; ayer los habitantes de la antigüedad acudían a presenciar a compañías de gladiadores de tal o cual estilo versus los de otro, o a observar circular aurigas de color azul, rojo o verde, unos y otros tenidos como objetos incluso de devoción. Hoy en el Santiago Bernabeu u Old Trafford son exhibidos atletas blancos rojos o azules, en Imola o Lemans se ven circular vehículos con pilotos; jugadores y corredores son venerados como deidades por muchedumbres delirantes. La continuidad de esta manera de aquietar y despolitizar es evidente.
La identificación de este tipo de actividades de control social a nivel general y masivo, resulta ser compleja pues teniendo en cuenta los antecedentes históricos del siglo XX, no puede hablarse sino de la constante readaptación silenciosa pero efectiva de la manipulación, el terror y la mentira, junto con la constante circense.
El tema fue retomado muchos siglos después de Roma por Maquiavelo:
«No creo que se den casos en que la fuerza por si sola sea suficiente, pero se verá en muchas ocasiones, que el fraude por sí solo es bastante.» (Discursos)
Mediante el engaño se efectúa una cuidadosa identificación del control con la seguridad y la falta de novedad en la vida social, lo cual sólo puede ser catalogado como un dominio totalitario de las sociedades [43] , que haría rabiar de envidia al más ególatra y excéntrico de los emperadores.
Tanto en la antigüedad como ahora el poder emerge de cualquier lugar donde la gente se reúna y actúe en concierto [44] , sin justificación alguna pues es un atributo inherente a la existencia misma de las comunidades políticas [45] . En consecuencia debemos tener en cuenta que el poder como tal siempre requiere de mucha gente, mientras que el empleo de la violencia para hacer que la población acate los mandatos, puede permitirse el prescindir de esta [46] , pues depende simplemente de implementos, lo cual pone de presente por su carácter instrumental [47] . Ante la inmensidad de los desequilibrios sociales, la voracidad de los oligarcas de todas las nacionalidades, y no existiendo manera alguna de la obtención de legitimidad a causa de la carencia del poder en algún momento entregado por las masas, se sucede un fenómeno respecto a la violencia como opción irrenunciable por parte de la oligarquía, explicado por Hannah Arendt así:
«cuando la violencia carece de apoyo y del freno del poder, se opera la famosa inversión de medios y fines. Entonces, los medios destructivos determinan el fin con la consecuencia de que el fin será la destrucción de todo poder.» [48]
Es decir una consecuencia de la crónica pérdida de poder de los gobernantes:
«La pérdida de poder se convierte en una tentación de sustituirlo por la violencia y que en tales casos la violencia misma resulta impotente.» [49]
Ha arribado el terror, las poblaciones de África, América Latina y Asia saben mucho de esto. Al respecto, dos milenios atrás se decía que «toda ferocidad procede de la debilidad. [50] »
De allí que aquellas tácticas de dominio de la población cuando el poder se ha menguado, desde el circo a las mentiras, creciendo hasta llegar al terror, o en combinación de todas para mayor efectividad, cuando se carece casi totalmente del poder entregado por la población, es una práctica a la cual hemos asistido cotidianamente desde el inicio de nuestras vidas.
Ahora bien, en perfecta correlación con la naturaleza de artimaña de aquello de que el gobierno hace las veces de mandatario de nuestra voluntad, cuando realmente es una herramienta de dominio de la acaudalada minoría, quienes ejercen los cargos de mando político han de poseer unas características personales de minusvalía en sus capacidades mentales y éticas, facilitantes de la obediencia irrestricta al gobierno real, a la par de unas dotes histriónicas naturales o adicionadas para la manipulación hacia la simpatía dentro de la opinión pública.
El poeta romano Juvenal describe certeramente el fraude de entonces, dejándonos ver así la magnitud de lo padecido en estos días. Podemos cambiar el nombre del emperador y del filósofo por otros dependiendo el país:
«Si se posibilitaran al pueblo elecciones libres, ¿Quién sería tan perdido que vacilara en preferir un Séneca a un Nerón? [51]
Lo anterior se puede sintetizar manifestando la existencia dentro de los extremos de dominación de la fuerza bruta y persuasión, de otros niveles intermedios muy recurridos, en los cuales de acuerdo a las circunstancias son empleados el timo, la corrupción o/y el circo, procurando el debilitamiento y la paralización de aquello que ha sido definido previamente como enemigo [52] al ser potencialmente insumiso. Ello sucedió en el pasado tanto como en estos momentos sucede.
Son puestas ante nuestros ojos estas prácticas como un plácido ejercicio propio de la naturaleza del homo sapiens, casi un hecho ineludible de nuestra existencia, cuando es sencillamente un producto del manejo amañado del poder en el presente que ya no puede como en épocas de Virgilio, Cátulo, Marco Aurelio o Plotino, abiertamente crucificar, torturar, descuartizar a los levantiscos como quisiera, aunque esto ya puede ser revaluado (Bush y su sucesor Obama, abren un inquietante interrogante, verbi gracia con su poco disimulada implantación de la tortura como forma de intimidación, y su impunidad subsecuente), y no tiene otra alternativa por ahora, que reconocer lo contraproducente de la utilización de la fuerza bruta indiscriminada sobre todo en los lugares donde se aposenta el centro del capitalismo. Justamente allí entra en ejecución la meliflua persuasión de la propaganda (ideada originalmente para difundir precisamente la ideología preilustrada jerárquica y metafísica de la fe católica), como vehículo de difusión de censuras, medias verdades, mentiras absurdas, insensibilidades, etc.
Pero tampoco en estos aspectos se descubrió nada que ya no hubiese sido explorado en la antigüedad por personajes de la talla de Aristóteles o Cicerón; desde aquel entonces es sabido de la persuasión como prueba de la credibilidad del orador, empleando hasta las emociones para conmover a la audiencia. Nada de misterioso en ello encontraron aquellos pensadores en la utilización de estas argucias, pues obedecen a principios claramente establecidos [53] . Los mercenarios de la comunicación de nuestro tiempo, a contrario de la historia se autopostulan como genios vanguardistas, cuando nada de novedoso ejecutan.
De igual forma, debemos tener en cuenta que el dominio social no se basa en medios superiores de cohesión como tal, sino en una organización superior del poder; esto significa en la práctica una abigarrada solidaridad de parte de los amos [54] . Por ello no debemos sorprendernos ni estimar como de mero protocolo y rutina simbólica las permanentes reuniones de jefes de estado y organismos internacionales, o la existencia de clubs y frecuentes encuentros de los ricos del planeta; se requiere una extremada sincronización en la ejecución de planes de dominio global, previendo la ocurrencia de que algún desorientado gobernante u organismo plutócrata pueda mostrar accidentalmente alguna faceta de humanismo y desafinar en la cohesión y desarrollo de la explotación del globo y en el marginamiento de las mayorías. Los emperadores así mismo frecuentemente hacían a sus cónsules, gobernadores, sátrapas, etc., para acudir a recibir instrucciones, en medio de un protocolo de aparente futilidad, el cual sin embargo, ayer como hoy, permite ver la pesada carga de las jerarquías, las órdenes, los chantajes, las dádivas, etc., como ritual de dominación.
Dentro de nuestro paralelo es de resaltar también un par de curiosidades históricas del imperio estadounidense como teórico legatario del romano, enfrentado desde hace tres décadas a la república de Irán, real descendiente de pueblos persas con una cultura de cuatro mil años de antigüedad. Al igual que los emperadores romanos respecto de la dinastía Parta, los gobernantes de Washington procuran subvertir el orden social y político para llevar leales a sus intereses en Irán en un futuro nuevo orden. Irán como Partía, busca unificar los propósitos de sus múltiples etnias y preservar su independencia luego de sufrir el régimen de Mohammad Reza (Sha) sustentado por EE.UU. Roma nunca pudo logar un control duradero sobre tierra parta y siempre debió luego de sus costosas guerras pactar ceses de hostilidades; no faltó el emperador derrotado decisivamente a manos partas.
Respecto del poder, el gobierno real en el actual Irán es ejercido por un líder religioso y un Consejo de Guardianes; el Presidente, los ministros y el Parlamento se encuentran subordinados al veto de aquellos. Su mandato es tutelado. De su parte los estadounidenses excepcionalmente saben que su gobierno está directamente controlado por las corporaciones y otros entes plutocráticos y de allí la imposibilidad por el momento de cambios fundamentales; ningún documento lo establece así, pues es una situación de facto. En Irán la tutoría es abierta, se encuentra en la Constitución. En EE.UU es objeto de una simulación.
Retomando nuestra semejanza, de las citas de romanos renombrados mencionadas, se desprende la visión de un hastío pesimista de parte de las élites cultivadas en la literatura de la Roma imperial, respecto al carácter brutal, despótico y simplista que va adquiriendo esta. El problema es que en aquella era no se encontraba opción humanística realizable, hoy el tema posee muchas variantes que el lector puede llevar su mente en este instante. Empero, si los apologistas del poder imperial exploraran desapasionadamente el pensamiento romano encontrarían que hasta insignes proimperialistas de entonces sabían que:
«No hay en realidad poder tan grande que dure mucho tiempo bajo la presión del miedo.» [55] .
El mayor logro de esta civilización de la antigüedad entre otros, es el haber permitido el establecimiento de una visión distinta a la de los gobernantes y sus mentores, como ideal de comunidad humana, el cual a pesar de todo parece haberse transmitido al presente. Gracias a ello sabemos con certeza de la ausencia de escrúpulos en los proyectos de avasallamiento de los seres humanos y el planeta. Esta compresión distinta de la realidad ‘oficial’ permite vislumbrar una constante en los pueblos de la antigüedad y en los que formamos parte en este siglo: los sometidos tercamente no dan descanso a los amos en la búsqueda del bienestar que en cada época estiman digno. Por ello surgen los imperios actuando sin miramiento alguno.
Notas
[1] Citado por Cicerón en Sobre los Deberes. Ediciones Altaya S.A. Barcelona 1994. Pag.16
[2] Michael Ignatieff. El Nuevo Imperio Americano. Ediciones Paidos Ibérica S.A. Barcelona 2003. Pag.11
[3] Robert D. Kaplan. El Retorno de la Antigüedad. Ediciones B S.A. Barcelona 2002. Pag.73
[4] Wesley K. Clark. ¿Qué ha Fallado en Irak? Crítica S.L. Barcelona 2004. Pag.158
[5] Joseph Nye. Citado por Michael Mann. El Imperio Incoherente. Pag.23.
[6] Edward Said. Cultura E Imperialismo. Editorial Anagrama S.A. Barcelona 1996. Pag.441
[7] Juan Luis Conde. La Lengua del Imperio: La Retórica del Imperialismo en Roma y la Globalización. Alcalá Grupo Editorial. Alcalá 2008. Pag.23
[8] Cornelio Tácito. Vida de Agrícola. Editorial Planeta de Agostini. Madrid 1999.Pag.76. Tariq Ali también se refiere al tema en el mismo sentido. Bush en Babilonia: La Recolonización de Irak. Alianza Editorial S.A. Madrid 2004. Pag.16.
[9] Cornelio Tácito. Vida de Agrícola. Editorial Planeta de Agostini. Madrid 1999.Pag.74
[10] Declaración del entonces candidato a la presidencia de los EE.UU., y senador John McCain en 2008.
[11] Historia Natural. Libro VII, 92. Ediciones Gredos S.A. Madrid 2003. Pag.47
[12] Historia Romana. I- XXXV. Traducción y comentarios Domingo Plácido Suarez. Editorial Gredos S.A. Madrid 2004. Pag.74 ss.
[13] Basta agregar un par de detalles a la sazón: para ser legionario raso era indispensable saber leer y escribir, pues las consignas se hacían por escrito; o el que el Centurión (eje de la Legión, invariablemente de estrato popular) más antiguo de cada legión tenía derecho propio para asistir a los consejos de Legados, Tribunos o Generales donde se decidían las tácticas de batalla, algo sin parangón en los ejércitos contemporáneos.
[14] Teodoro Mommsen. El Mundo de los Césares. Fondo de Cultura Económica. México 1945. Pag.704.
[15] Grandeza y Decadencia de los Romanos. Calpe. Barcelona-Madrid 1920. Pag.60
[16] Pasaje de una carta de agricultores al Emperador Cómodo (180-193 dne). M. Rostovtzeff. Historia Social y Económica del Imperio Romano. Espasa-Calpe S.A. Madrid 1937. Pag.250.
[17] Ibidem
[18] Diálogos. Ediciones Altaya S.A. Madrid 1994. Pag. 394
[19] Seneca. Citado por Salvador Giner. Historia del Pensamiento Social. Editorial Ariel S..A. Barcelona 1982. Pag.124.
[20] Suetonio. Vida de los Doce Césares. Libro VIII. 18. Editorial Planeta Colombiana S.A. 1998. Pag.172
[21] C. Wright Mills. Elite Del Poder. Fondo de Cultura Económica. México 1957. Pag.258
[22] Robert A. Dahl. ¿Es Democrática la Constitución de los EE.UU.? Fondo de Cultura Económica S.A. Buenos Aires 2003. Pag. 28 ss.
[23] Gore Vidal. El Último Imperio. Editorial Síntesis S.A. Madrid 2002. Pag.185
[24] Senador Richard Durbin. Ralph Nader. Los Bancos son Los Propietarios del Congreso. CounterPunch. En Rebelión. Abril 5 de 2010. http://rebelion.org/noticia.
[25] Robert Kagan. Poder y Debilidad. Europa en el Nuevo Orden Mundial. Taurus. Madrid 2003. Pag.43
[26] Robert D. Kaplan. La Anarquía que Viene. Ediciones B, S.A. Barcelona 2002. Pag.65, 67.
[27] Así habla Robert Cooper, asesor de Tony Blair, aliado incondicional de George W. Bush en su aventura imperial «contra el terrorismo». The New Liberal imperialism. Observer.co.uk. 7 de abril 2002. http://www.guardian.co.uk/
[28] C. Wright Mills. Elite Del Poder. Fondo de Cultura Económica. Méjico 1957. Pag.259
[29] Fergus Millar. El Imperio Romano y sus Pueblos Limítrofes. Siglo XXI de España. México 1988. Pag. 16
[30] Los Nueve libros de Historia. Vol. 1. Hyspánica Ediciones Argentina. S.A. Ediciones Orbis S.A. Barcelona 1988. Pag. 57.
[31] Plutarco. Cuestiones Romanas.
[32] Ensayos Políticos. Ediciones Orbis S.A. Barcelona 1985. Pag.60, 61
[33] Horkheimer. Teodor W. Adorno. Personalidad Autoritaria. Editorial Proyección. Buenos Aires 1965. Pag 908
[34] Armand Mattelart. Cultura Como Empresa Multinacional. Ediciones Era S.A. México 1979. Pag.108
[35] Manuel Vásquez Montalbán. La Aldea de Babel. Pag. 25
[36] Manuel Vásquez Montalbán. La Aldea de Babel. Pag. 26
[37] C.Wright Mills. Elite del Poder. Fondo de Cultura Económica 1957. Pag. 294
[38] Arnold J. Toynbee, Disak Ikeda. Escoge la vida. Emece Editores. Buenos Aires 1980. Pag. 218
[39] Edward Said. Cultura e Imperialismo. Editorial Anagrama S.A. Barcelona 1996. Pag.437
[40] Ronald D. Laing. La Experiencia de la Alienación en la Vida Contemporánea. Editorial Paidos 1971. Pag.25
[41] Hannah Arendt. Los Orígenes del Totalitarismo. Alianza Editorial 1982. Pag. 588, 589.
[42] Hannah Arendt. Los Orígenes del Totalitarismo. Alianza Editorial 1982. Pag. 524
[43] Hannah Arendt. La Condición Humana. Pag.V
[44] Hannah Arendt. Sobre la Violencia. Editorial Joaquín Mortíz S.A. Méjico 1970. Pag.48
[45] Ibidem.
[46] Hannah Arendt. Sobre la Violencia. Editorial Joaquín Mortíz S.A. Méjico 1970. Pag.39
[47] Hannah Arendt. Sobre la Violencia. Editorial Joaquín Mortíz S.A. Méjico 1970. Pag.43
[48] Hannah Arendt. Sobre la Violencia. Editorial Joaquín Mortíz S.A. Méjico 1970. Pag.50
[49] Ibidem.
[50] Séneca. Sobre la Felicidad. En Diálogos. Pag.230
[51] Sátiras. VIII. 210. Editorial Planeta Colombiana S.A. 1998. Pag. 232
[52] Antonio Gramsci. Citado por Perry Anderson. Fuerza y Consentimiento. En New Left Review 17. Septiembre-Octubre 2002. Tarik Allí. Bush en Babilonia. Alianza Editorial S.A. Madrid 2004. Pag. 256
[53] Anthony Pratkanis, Elliot Aronson. La Era de la Propaganda. Ediciones Paidos. Barcelona 1994. Pag. 40 ss.
[54] Hannah Arendt. Sobre la Violencia. Editorial Joaquín Mortíz S.A. Méjico 1970. Pag.47
[55] Cicerón. Sobre los Deberes. Pag. 95
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