La empresa propietaria del parque Zucotti cancela su plan de desalojar a los acampados
Euforia en el parque Zuccotti. Los indignados de Wall Street se apuntaron este viernes una victoria después de que las autoridades de Nueva York aplazaran el desalojo de la plaza donde llevan acampados casi un mes, una iniciativa arriesgada que hubiera podido degenerar en un enfrentamiento.
Todo estaba listo para la confrontación: los indignados habían anunciado que resistirían; los policías, esposas de plástico al cinto, se preparaban a desalojar a los manifestantes; cientos de simpatizantes habían acudido de refuerzo. A las 6.20 de la mañana, 40 minutos antes del supuesto inicio de las operaciones, los propietarios del parque, Brookfield Financial Properties, anunciaron que cancelaban la limpieza que habían previsto y con la que esperaban vaciar el emplazamiento de sacos de dormir, mesas y tiendas de campaña.
Hubo algunos altercados posteriores, en los que se produjeron una quincena de detenciones, pero se evitó el enfrentamiento. La presencia de una decena de camiones de TV, que retransmitían en directo los eventos de Zuccotti, y la presión de las organizaciones vecinales, que apoyan a los manifestantes, hicieron que Brook-field diera marcha atrás.
El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, había asegurado que los indignados podrían retomar la plaza una vez limpiada, pero ellos no se fiaban. Bloomberg, que hasta ahora ha respaldado el derecho de los manifestantes, reconocía que habían sido «pacíficos» pero se quejaba del coste de la constante presencia policial, una factura de unos dos millones de dólares: «Cuanto más se queden, peor será para la economía de la ciudad».
Zuccotti festejó su victoria con alegría y alivio, pese a la hora matinal: cantos, manifestaciones y desayunos gratuitos. «Es un gran logro» decía entusiasmado, escoba en mano, Dominick, un estudiante que había ido a ayudar antes de sus clases. «Esto nos da más energía, nos ayuda a mantener el interés; sólo hay que ver todas las personas que vinieron con nosotros para estar aquí al alba».
Algunos seguían desconfiando. «Nos desalojarán cuando la prensa no esté», decía Nicole, que lleva 20 días durmiendo en el parque, mientras volvía a poner el enorme colchón que había ocultado en un edificio cercano por si había enfrentamientos. «El problema es que por la noche no cabemos, somos demasiados, deberíamos repartirnos por otros sitos de la ciudad y sé que es una de las estrategias que se están barajando, pero no vamos a decir cuáles, de momento, para no alertar a la Policía».
No ha habido conversaciones directas entre representantes de Occupy Wall Street y los dueños del parque o la alcaldía, asegura uno de los portavoces del movimiento, Mark Bay. Confirma que en las asambleas y los grupos de trabajo en los que se toman las decisiones se ha hablado de desplazar el «centro de operaciones» a otro lugar. No va a ser fácil encontrar un parque como el Zuccotti, cuya normas son mucho más permisivas al ser propiedad privada. Puede estar abierto 24 horas, al contrario de los parques públicos que, por ley, cierran por la noche.
Protestas de solidaridad
Que las autoridades neoyorquinas y los propietarios de Zuccotti cambiaran finalmente de opinión ilustra hasta qué punto Occupy Wall Street se ha convertido en un movimiento popular. El peligro de desalojo ha dado más publicidad al movimiento, al provocar protestas de solidaridad en más de 140 ciudades, especialmente en las universidades de todo el país.
Muchos estadounidenses están indignados por que el rescate financiero del Gobierno haya beneficiado a los bancos mientras sigue subiendo la cifra de parados, más de 14 millones. «Hablan de limpiar el parque cuando lo que deberían limpiar es Wall Street» «Multimillonarios, ha llegado vuestra hora», rezaban algunos de los carteles de la plaza. Incluso los obreros de la construcción de la Zona Cero, que miraban desde la barrera a los manifestantes, no podían evitar un gesto de solidaridad. «Hay que subir los impuestos a los ricos», se atrevía a decir uno de ellos.