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Israel justifica la inminente reubicación de miles de beduinos palestinos caracterizándolos como invasores

Los invasores nativos de Israel

Fuentes: Al Jazeera

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El 24 de junio el «Plan Prawer para el Arreglo del Asentamiento Beduino-Palestino en el Néguev» pasó su primera lectura en el Parlamento israelí. Si se implementa, el Plan constituirá «el mayor acto de desplazamiento forzado de ciudadanos árabes de Israel desde los años cincuenta», expulsando a unos 40.000 beduinos palestinos de sus actuales viviendas.

El objetivo final del Plan es judaizar el Néguev israelí. A fin de lograrlo, sin embargo, deben transferirse 70.000 (de 200.000) beduinos que viven actualmente en aldeas clasificadas como «no reconocidas» por el gobierno israelí. El gobierno ya prohíbe que se conecten a la red eléctrica o a los sistemas de agua y alcantarillado.

Las regulaciones de construcción también se imponen enérgicamente y solo en 2011 unos 1.000 hogares y establos beduinos -a los que el gobierno se refiere usualmente como meras «estructuras»- se demolieron. No hay caminos pavimentados y los letreros desde las carreteras principales a las aldeas han sido removidos por autoridades gubernamentales. Las aldeas no aparecen en los mapas, ya que como asunto de geografía oficial, los sitios habitados por estos ciudadanos de segunda clase de Israel no existen.

La transformación de los nativos en invasores o en «colonos palestinos» es clave para comprender no solo el Plan Prawer, sino también la lógica misma del Estado de Israel.

Durante años, el gobierno ha argumentado que por el hecho de que esas personas viven en pequeñas aldeas repartidas en una zona relativamente grande, no puede suministrarles servicios básicos y por ello su objetivo ha sido concentrarlas en unas pocas localidades.

Consecuentemente, en 2009 el primer ministro Benjamín Netanyahu nombró a su jefe de política de planificación, Ehud Prawer, para que liberara la «tierra judía». La tarea principal de Prawer fue reubicar a los 70.000 beduinos que se han negado a trasferir sus derechos de propiedad al Estado y han seguido viviendo en sus «aldeas no reconocidas».

La lógica que informa el Plan se expresa mejor en «Existe una Solución», un informe de 2010 publicada por una ONG de colonos judíos llamada Regavim (el Trust de Protección Nacional de la Tierra), que ha trabajado en conjunto con varias agencias gubernamentales. El informe sostiene que los habitantes beduinos del Néguev «roban» al pueblo judío «la Tierra de Israel silenciosamente, sin el estruendo de la batalla y el clamor de la guerra».

«En este campo de batalla», sigue diciendo la organización, «las mezcladoras de cemento han reemplazado a los tanques, los arados a los cañones y civiles de apariencia inocente a los soldados uniformados… Acre tras acre, casa tras casa, la compra, la usurpación, el cultivo ilegal del suelo que no es suyo, a veces con astucia, otras veces con violencia, con inmensas sumas de dinero y firmemente respaldados por organizaciones antisionistas en Israel y en el extranjero, Israel está perdiendo su control sobre las tierras del pueblo judío».

Regavim afirma además que hasta ahora Israel ha «ofrecido ‘zanahorias’ a los beduinos, pero nunca un ‘garrote'», y sostiene que mediante su «actividad criminal» esos beduinos están colonizando la tierra y por lo tanto amenazan con «acabar con el futuro judío en la región meridional».

Citando la famosa declaración del primer ministro David Ben-Gurion de que «El Néguev es el test de la nación en Israel», Regavim ofrece una solución en cuatro etapas para contrarrestar esa amenaza, que incluye limitar «la construcción ilegal beduina», preparar a la población para trasladarla, evacuar todas las «poblaciones ilegales» y luego transferirlas a asentamientos legales.

Finalmente, el gobierno debe prepararse para «el día después» y no permitir que «las cosas vuelvan a su estado original». «Estado original» se refiere a la situación existente, que desde el punto de vista de Regavim se caracteriza por la invasión de espacio judío por «poblaciones ilegales palestinas». Según esta narrativa el espacio es judío por definición y por ello la presencia no judía es una forma de contaminación y lo que está en juego en el test de Ben-Gurion.

Este es precisamente el razonamiento detrás del garrote de Prawer y la forma en que han presentado y tratado a los beduinos palestinos en la esfera pública durante años. Respondiendo a una petición presentada al Tribunal Supremo contra la evacuación de aldeas beduinas cerca de la ciudad sureña de Arad, el vicealcalde de la ciudad dijo a los periodistas que las reivindicaciones de los «insolentes invasores no son sinceras».

Los beduinos acusan a Israel de planificar una nueva ciudad

Numerosos artículos han utilizado el término «invasor» para describir la actividad beduina en el sur de Israel, mientras una web popular de noticias señala que los beduinos han comenzado a invadir la región central del país. Incluso en un artículo de opinión de Haaretz, que apoyó el dictamen del Tribunal Supremo contra la práctica del gobierno de fumigar veneno sobre «campos agrícolas ilegales de los beduinos», el autor se refiere a la población beduina utilizando el término «invasores».

La transformación de los indígenas en invasores o en «colonos palestinos» -para usar la frase recientemente utilizada por el ministro adjunto de Eefensa Danny Danon- es crucial para comprender no solo el Plan Prawer, sino la lógica en sí del Estado de Israel. En un contexto en el cual los palestinos han sido sistemáticamente alienados y suprimidos de la historia y la geografía, la representación de un palestino autóctono como un sujeto ilegal o invasor extranjero sirve a la posibilidad de «judaizar» el país.

Los principios por los cuales ocurre todo esto se basan en el compromiso étnico de Israel de desposeer a los no judíos, que lo eleva cínicamente a un acto de autodefensa y, en última instancia, de justicia.

Neve Gordon es miembro del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton y autor de Israel’s Occupation. Se puede contactar con él en su web .

Nicola Perugini es antropólogo y profesor del Al Quds Bard Honors College de Jerusalén. Su trabajo se concentra en el colonialismo, el espacio y la ley. En la actualidad es académico visitante en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2013/07/201372134516963392.html

rCR