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Los jordanos piden cambios

Fuentes: Al-Yasira

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

Los jordanos quieren un cambio: no persiguen un cambio de régimen sino cambios fundamentales en el régimen. En las protestas que han tenido lugar en todo el país todos los viernes de las últimas seis semanas no hay consenso respecto a que la monarquía hachemí, que ha gobernado el país desde 1921, deba ser reformada. Los manifestantes no lanzan consignas contra el rey sino que retan el alcance de sus poderes.

Las reivindicaciones de la oposición van desde cambiar una viciada ley electoral a la disolución de un Parlamento cuestionablemente elegido y al establecimiento de una monarquía constitucional donde el rey se convierta en un jefe de Estado sin poderes sobre el Ejecutivo.

Las promesas de una nueva era

El rey Abdulá, quien sucedió a su padre, el fallecido rey Husein, en 1999, ha respondido destituyendo al impopular gobierno de Samir Rifai y reuniéndose con los principales grupos de la oposición. En las reuniones, incluyendo una por vez primera con la influyente Hermandad Musulmana, el rey prometió una nueva era y expresó su disposición a atender las quejas y demandas de la gente. Según los que se reunieron con él, el rey parecía haber comprendido el mensaje enviado por las revoluciones de Túnez y Egipto -que los dirigentes árabes ya no pueden estar protegidos frente al aumento de la ira popular.

«Nos cogió por sorpresa. Tenía la intención de escuchar nuestras críticas y reivindicaciones. También parecía entusiasmado con el cambio», me decía un dirigente de la oposición explicando que el rey pareció entender que las reformas reales eran la clave para que el régimen se mantenga.

Los jordanos, en parte por temor a las represalias de los servicios de seguridad, han tratado durante años de limitar sus críticas al gobierno, evitando criticar de forma directa o indirecta hacia el rey. Pero la crisis actual ha cambiado esto y muchas figuras de la oposición jordana están cruzando la línea roja tradicional criticando al propio palacio. En una carta abierta al rey, Leiz Shubeilat, un islamista independiente, le advertía de que aunque el país seguía siendo leal al monarca, era imprescindible llevar a cabo cambios en el sistema para detener la amenazante tormenta. Una advertencia de este calado, formulada de manera más discreta por algunos partidos políticos, no se había escuchado desde la década de 1950, cuando la oposición de izquierda y panarabista desafió al poder hachemí considerado demasiado pro-occidental.

Sin embargo, Jordania ha cambiado desde aquellos tiempos. En 1989, el difunto rHusein restauró la vida parlamentaria y luego levantó la ley marcial que había estado vigente durante tres décadas allanando el camino para la legalización de partidos políticos y flexibilizando las restricciones a la libertad de expresión. Las reformas del rey Husein siguieron a un levantamiento limitado pero serio provocado por el aumento repentino de los precios debido a la suspensión de los subsidios al combustible dictada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que sacudió los cimientos del apoyo hachemí en el sur del país.

A ello siguió una nueva fase de apertura y libertad política, aunque las reformas fueron incompletas y dejaron leyes restrictivas al tiempo que permitieron a los cuerpos de seguridad e inteligencia seguir manteniendo un firme control sobre el país. Se da por hecho que ya no se confiscan pasaportes a los activistas pero la influencia de las fuerzas de seguridad sigue siendo de gran alcance, a veces, intrusiva.

Pérdida de confianza

Cabe señalar que, en un intento por calmar el resentimiento que se alza por las políticas económicas y la represión de la disidencia, Palacio aseguró que las fuerzas de seguridad no trataron de dispersar las protestas recientes, a pesar de la existencia de una ley que restringe esas reuniones. Sin embargo, la interrupción violenta en una protesta en el centro de Amán el pasado viernes de desconocidos vestidos de civil ha aumentado la preocupación de que algunos en el centro del poder se resisten a las llamadas para la reforma. La escena recordaba a la del «día de la ira» en Egipto, cuando matones pagados por el gobierno y policías encubiertos atacaron a los manifestantes que exigían la dimisión de Hosni Mubarak. Armados con palos, y bajo la atenta mirada de la policía jordana, los matones asaltaron a manifestantes pacíficos, hiriendo a varios activistas.

El gobierno de Maruf Bajit, el nuevo primer ministro jordano, ha ordenado una investigación sobre el incidente. Esta será una prueba importante para la credibilidad del nuevo gabinete que incluye un número de rostros respetados con un historial de apoyo a las libertades políticas y de prensa.

Parece que muchos jordanos están dando el gabinete la oportunidad de que lleve a cabo reformas, aunque permanecen las sospechas de que las medidas prometidas, como el levantamiento de la autorización requerida para las asambleas públicas, no serán suficientes para restaurar la credibilidad del gobierno. Aunque existe una larga historia de reivindicación popular de libertades políticas, la crisis actual refleja una pérdida real de la confianza popular en el Estado. Las políticas económicas neo-liberales, como las que han producido el aumento de precios, han enfurecido a amplios segmentos de la población que perciben que las instituciones gubernamentales han estado durante mucho tiempo dominadas por los intereses de una elite empresarial corrupta.

El factor israelí

Asimismo, hay un fuerte rechazo al tratado de paz de 1994 entre Jordania e Israel que incluye estipulaciones de asociación económica y coordinación en materia de seguridad. Husein Mjali, el nuevo ministro de Justicia de Jordania ya ha provocado la ira de Israel por pedir la liberación de un soldado jordano que mató a escolares israelíes en 1997. Los activistas han lanzado campañas y páginas de Facebook en apoyo del ministro alegando que los soldados israelíes siguen siendo inmunes a los crímenes que cometen contra los palestinos. Lo más sorprendente, sin embargo, es que Mjali no ha sido destituido, lo que indica que Palacio es muy consciente de los fuertes sentimientos anti-israelíes que sienten todos los segmentos de la sociedad jordana -ricos y pobres, transjordanos y de origen palestino por igual. De hecho, han sido transjordanos los que más han alzado la voz para exigir una revisión del acuerdo con Israel, y un grupo de oficiales retirados del ejército ya ha instado al rey a que trate a Israel como enemigo del país.

La furia popular contra Israel es una reacción al fracaso de las negociaciones palestino-israelíes para producir un Estado palestino independiente y una preocupación de que las políticas israelíes conduzcan a la creación de una patria substituta para los palestinos en Jordania. Al menos la mitad de la población jordana es de origen palestino y muchos temen que Israel obligará a los palestinos a trasladarse a Jordania en un intento de crear espacio para más asentamientos judíos ilegales en las ocupadas Cisjordania y Jerusalén Oriental.

En todo caso, la preocupación de que el colapso del régimen pudiera permitir a Israel aprovechar el vacío de poder subsiguiente ha operado a favor de Palacio. Sin embargo, la amenaza de Israel es también un gran aliciente para la oposición que busca reformas que protejan al país de su vecino.

Alentados por el éxito de las revoluciones en Túnez y Egipto, los jordanos están decididos a mantener la presión sobre su gobernante para garantizar que el régimen lleve a cabo cambios radicales que permitan compartir el poder. A diferencia de los dirigentes de otros países árabes, el rey de Jordania no se ha enfrentado a la exigencia de un cambio de régimen. Sin embargo, la ira de Jordania no se aplacará con unos cuantos cambios cosméticos. Puede que el rey tenga que ceder algunos poderes ejecutivos con el fin de restablecer la confianza en el Estado. El barómetro del descontento está aumentando y si el rey no, el empeoramiento de las condiciones económicas y la represión política podrían hacer que las protestas pacíficas se convirtieran en un movimiento popular a gran escala.

Fuente: http://english.aljazeera.net/indepth/opinion/2011/02/2011220105658153939.html#