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COVID-19 en California

Los latinos que “mantienen al estado en marcha” tienen una tasa de mortalidad 5 veces mayor que la del resto

Fuentes: Democracy Now!

En el contexto del actual aumento de casos y hospitalizaciones por coronavirus en todo Estados Unidos, las comunidades latinas se ven especialmente afectadas en lugares como California, donde mucha gente latina realiza trabajos esenciales en establecimientos agropecuarios y plantas empacadoras de carne. “La gente latina y de color básicamente hace el trabajo duro y poco reconocido que mantiene al estado en marcha y sostiene su economía, pero accede a muy pocos recursos”, dice el Dr. David Hayes-Bautista, director del Centro para el Estudio de la Salud y Cultura Latina de la Escuela de Medicina David Geffen de la UCLA.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! El informativo de la cuarentena. Soy Amy Goodman, junto a Juan González. Mientras estados como California registran un aumento en los casos y hospitalizaciones por coronavirus —de hecho, California acaba de superar a Nueva York en el número de contagios, aunque tiene una cuarta parte de las muertes en ese estado—, la comunidad latina se ha visto particularmente afectada.

Un nuevo informe revela que los latinos de California, de entre 50 y 64 años de edad, han muerto a un ritmo cinco veces mayor que las personas blancas de la misma edad. El informe de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) vincula esa tendencia al hecho de que los trabajadores latinos constituyen la mayor parte de la mano de obra del sector agrícola, por lo cual son trabajadores esenciales que corren un alto riesgo.

En un documental del programa Frontline de la cadena PBS, titulado COVID’s Hidden Toll, la trabajadora agrícola Sinthia Hernández describe que padece de cáncer y diabetes, lo cuál la pone en mayor riesgo de tener complicaciones si llegase a contraer COVID-19, y que el contratista para el que trabaja le exige que traiga su propia máscara.

SINTHIA HERNÁNDEZ: Todos los campesinos estamos haciendo un sacrificio grande, por necesidad, sobretodo es por necesidad, por hambre, por ver a nuestra familia comer y por tener dónde vivir… Nosotros, que estamos trabajando y tenemos tantas deudas y cuentas que pagar, el dinero a veces no nos alcanza ni para comprar una sola mascarilla, que en la tienda nos la dan… una sola mascarilla [por] 3, 4 dólares. Y es desechable.

AMY GOODMAN: Del mismo modo, un informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades halló que el 87% de los trabajadores que contrajeron el virus en las plantas procesadoras de carne son personas de color. Debido al aumento de casos en Los Ángeles, la ciudad podría enfrentar pronto una segunda orden de quedarse en casa. Esto sucede al tiempo que una fábrica de la compañía Los Angeles Apparel, en la que la fuerza laboral, en su mayoría latina, elabora tapabocas, ha sido cerrada después de que inspectores sanitarios encontraron “violaciones flagrantes” de las órdenes de control de infecciones. Más de 300 trabajadores en dicha fábrica dieron positivo por COVID. Cuatro murieron. La compañía está dirigida por Dov Charney, ex director ejecutivo de American Apparel, quien fue destituido en medio de acusaciones de malversación de fondos y denuncias de acoso sexual. Los trabajadores dijeron que la compañía no les informó claramente cuando otros se estaban enfermando ni hizo cumplir el distanciamiento social.

Para más información, nos acompaña el Dr. David Hayes-Bautista, distinguido profesor de medicina y director del Centro para el Estudio de la Salud y Cultura Latina en la Escuela de Medicina David Geffen de la UCLA.

Es muy grato tenerlo con nosotros, Dr. Hayes-Bautista.

DR. DAVID HAYES-BAUTISTA: Es un gusto estar aquí. Un placer estar aquí.

AMY GOODMAN: ¿Puede comenzar hablando sobre Los Angeles Apparel, donde 300 trabajadores dieron positivo por coronavirus, cuatro han muerto, al menos hasta ahora? ¿Qué sabe sobre esa situación, además de la de los trabajadores agrícolas?

DR. DAVID HAYES-BAUTISTA: Bueno, en realidad, ambas están relacionadas, porque estas son situaciones estructurales. Lo que hemos notado es que tan pronto como el estado de California entró en confinamiento por primera vez a principios de marzo, se le dijo a la gente que trabajara desde casa, que sacara a sus hijos de la escuela para que los niños tomaran clases desde su casa, y que salieran solo para comprar víveres o solo lo necesario. Entonces nos dimos cuenta de que, luego de un mes y medio más o menos, los trabajadores esenciales no eran solo el personal de enfermería y los médicos, quienes, por cierto, están entrenados para enfrentar situaciones de riesgo. Cuentan con equipos de protección personal. Están entrenados para usarlo. El problema era simplemente que recibieran los suficientes equipos. Pero otros trabajadores también eran esenciales para que las familias de mayores ingresos se aislaran en sus casas, comenzando con los trabajadores agrícolas, quienes, por supuesto, no pueden plantar fresas desde casa. Tienen que salir al trabajo. Trabajan en grandes grupos. Son transportados en autobuses. Algunos de ellos duermen en barracas.

Miremos entonces la cadena de alimentos: los camioneros, los trabajadores de las empacadoras, los trabajadores de los mataderos, los empleados que reponen los estantes de las tiendas de comestibles, los cajeros de los supermercados —¡por Dios!, una cajera en una tienda posiblemente ve varios cientos de personas que pasan a muy poca distancia de la caja registradora—, y durante dos meses ni siquiera se les ofreció equipos de protección personal. Ahora estamos viendo esto a un nivel más industrial. Tal es el caso de las empresas de indumentaria, donde, de nuevo, durante mucho tiempo hemos visto costureras trabajando en la parte inferior, por así decirlo, de la cadena económica, a quienes se les paga muy poco, rara vez se les ofrece seguro de salud, rara vez se les educa sobre lo que está sucediendo. Y ahora estamos viendo los efectos de todo esto. Entonces lo que vemos, a gran escala, es que los latinos y las personas de color básicamente realizan el trabajo duro que mantiene al estado y a su economía en marcha, pero obtienen muy poco de los recursos de dicha economía, muy poco pago, muy poca cobertura médica, muy poco acceso a servicios de atención. Y esta pandemia en particular ahora está exponiendo estas inequidades.

JUAN GONZÁLEZ: Dr. Hayes-Bautista, en términos de [la edad], dado que la población latina de los Estados Unidos es significativamente más joven que la población blanca o la población afroestadounidense y que esta enfermedad golpea especialmente fuerte, en términos de fatalidad, a las personas de edad avanzada, se esperarían tasas de mortalidad mucho más bajas entre los latinos, solo porque gran parte de la población es joven. Sin embargo, usted está viendo… Está hallando, al menos en el rango de edad de 50 a 65 años en especial, una enorme disparidad en cuanto al número de muertes entre los latinos. ¿Considera usted que parte de esto es resultado de las condiciones laborales a las que son sometidos? ¿Qué tanto de esto se debe a las condiciones de salud subyacentes, ya sea diabetes o hipertensión u otras condiciones de salud que padecen muchos latinos?

DR. DAVID HAYES-BAUTISTA: La población mayor siempre tiene tasas de mortalidad más altas en casi cualquier situación si se compara con las poblaciones más jóvenes. Pero lo que es importante aquí es que, sí, los latinos más jóvenes tienen una tasa de mortalidad más baja que los latinos mayores; sin embargo, cuando comparamos a los latinos más jóvenes con los blancos no hispanos más jóvenes, los latinos tienen una tasa de mortalidad de cuatro a cinco veces mayor que la de los blancos. Así que, claramente, algo no está funcionando incluso entre dicha población más joven. Y de nuevo, esto tiene mucho que ver con las condiciones de trabajo y de vida. Hemos descrito algunas de ellas. Pero quisiera ahondar un poco más.

Los latinos, incluso después de Obamacare, tienen el doble de probabilidades de no tener seguro de salud. Los latinos, por varias razones, se enfrentan a una gran escasez de médicos, y en especial de médicos que hablen español. Y por cierto, los servicios médicos han sido provistos en español en California durante 251 años. Así que esto no es de repente un nuevo problema que hemos descubierto. Esto ha sido un problema desde 1848.

Si recuerdan los primeros días de la pandemia, Hollywood pudo acceder a las pruebas de diagnóstico casi de inmediato. Los jugadores de los L.A. Lakers obtuvieron sus pruebas de inmediato. Aquellos que tenían acceso a lo que se conoce como medicina boutique obtuvieron sus pruebas de inmediato. Bueno, algunas de estas pruebas pueden costar hasta 2.000 dólares, dependiendo del lugar dónde se consigan. Si alguien no tiene seguro de salud y escucha que una prueba puede costar cientos o miles de dólares, no tiene acceso a servicios médicos, o particularmente uno con el que se pueda comunicar, esto crea un problema.

Y temprano en la pandemia, el Departamento de Salud de California envió una nota de aviso —en español, Dios los bendiga por eso— que decía “si presentas los síntomas, tienes temperatura alta o tos seca, habla con tu médico, ahora”. Pero, ¿qué pasa si no tienes un médico o no sabes cómo vas a pagar por un médico? Así que muchas personas no pudieron hacerlo. Y por lo tanto continuaron trabajando sin el equipo de protección personal. Fueron expuestos al coronavirus en tasas mucho más altas que las personas que pudieron refugiarse en casa. Y, como era de esperar, empezamos a ver el aumento en las tasas de contagios, particularmente después de unas seis semanas de la pandemia de coronavirus. Y ahora está empeorando, con casos completos de la enfermedad de COVID-19, y, por supuesto, la mortalidad. Entonces, eso en cuanto al trabajo.

Pero luego está la parte doméstica. La vivienda es cara en California. No hay duda al respecto. Y los latinos realizan esos trabajos en industrias que pagan muy, muy poco y no les proporcionan seguro de salud por lo general. Por eso, para subsistir, los latinos tienden a tener más personas por cada hogar. Y este ha sido un patrón clásico. De este modo también hay más hogares multigeneracionales. Por lo tanto, podría ser que, sí, los niños ya no están en la escuela, están en la casa, están los abuelos, está la familia. Pero también hay otro factor. Y es que, debido a los bajos salarios y los altos costos de la vivienda, hay más hogares con múltiples salarios. Es decir, los adultos, en mayor medida, salen a trabajar simplemente por necesidad, porque es difícil vivir aquí. Y esto significa que, aunque el resto de la familia puede estar en confinamiento, los trabajadores salen y se exponen al coronavirus y lo traen consigo a sus hogares. Y ahora, estamos ante el resultado de todos estos problemas combinados.

La escasez de médicos latinos es tan grande en California que, al ritmo en que todas las escuelas de medicina del estado gradúan a profesionales latinos, tomará 500 años para compensar la escasez del año 2015. Imaginémonos un caso, el de la “señora Gómez”, quien dice: “Tengo la temperatura alta. Tengo tos seca. Necesito ver al médico”. “Pase, señora Gómez. Oh, ¿tiene los síntomas? Tome asiento y el médico la verá dentro de 500 años”. Por eso tenemos un problema.

AMY GOODMAN: Quiero tocar el tema de los empacadores de carne. Por ejemplo, la planta procesadora de carne de JBS en Greeley, Colorado, el lugar en donde se registró el brote más mortífero de COVID-19 en ese estado, donde al menos 286 trabajadores dieron positivo por la enfermedad y seis de ellos murieron. El Sindicato de Trabajadores de la Industria de Alimentos y del Comercio (UFCW) instaló dos vallas publicitarias en Greeley para recordar a los fallecidos. Esta semana, JBS acordó un aumento salarial de 1,85 dólares por hora, luego de que muchos de los trabajadores cesaron actividades a principios de julio. La sección local 7 de UFCW respondió con un llamado a JBS para mejorar las medidas de protección y poner fin a lo que llamó su “cultura de ir a trabajar enfermo”. Esa es una compañía en un estado. El presidente Trump trató de prevenir el cierre de las plantas empacadoras de carne. Y hay, en todos los estados, miles y miles y miles de empacadores de carne que están contrayendo COVID-19, muchos de ellos muriendo. ¿Puede hablar de esto, Dr. Hayes-Bautista?

DR. DAVID HAYES-BAUTISTA: Bueno, sí, no solo los empacadores de carne. Cualquier producción en la que se deba tener muchos trabajadores de pie sin mantener una distancia física, ya sea entre ellos o con los clientes (tal es el caso de los cajeros de las tiendas de comestibles) sin proporcionarles la educación, sin proporcionar el equipo de protección personal, sin proporcionarles seguro de salud o salarios suficientes para que pudieran pagar un seguro de salud, presenta las condiciones óptimas para una rápida propagación del virus. Y ya vemos que está sucediendo.

JUAN GONZÁLEZ: Doctor, quería preguntarle, sobre el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell. Cada palabra que ha salido de su boca las últimas semanas ha sido que un nuevo proyecto de ley del Congreso para abordar la crisis de la pandemia debe incluir la eliminación de responsabilidades por parte de los empleadores, en cuanto a la enfermedad de sus trabajadores. Dada la realidad de que OSHA, la agencia federal a cargo de la seguridad en el trabajo, es prácticamente inexistente en estos días en términos de las funciones que realiza, ¿cree que es aconsejable para los demócratas el aceptar eliminar la responsabilidad de los empleadores si no protegen adecuadamente a sus trabajadores?

DR. DAVID HAYES-BAUTISTA: Bueno, no solo no es aconsejable. Si recuerda, la primera LeyCARES, la ley de ayuda por COVID, excluyó específicamente a cualquier hogar en el que al menos un miembro no fuera ciudadano. Ahora, no estamos hablando de indocumentados, estamos hablando de no ciudadanos. Así que, si había un residente legal que quizás haya estado aquí por 20, 30 años, aún sin dar el último paso para naturalizarse, toda la familia sería penalizada. No obtuvieron ninguno de los subsidios que todos temían que fueran a caducar para los demás. Las empresas latinas obtuvieron muy poco de la ayuda para los negocios.

Entonces, tenemos una población que recibe muy poco de las fuentes de apoyo, y ahora, sin embargo, incluso la ruta legal se está cerrando, si en efecto sus empleadores quedan libres de responsabilidad. Y me pregunto cuántos de estos empleadores, por cierto, se toman aunque sea la molestia de ofrecer un seguro de salud, y generalmente tales empleadores no lo hacen. Esa situación está poniendo en riesgo a toda esta población. No obstante, y permítame señalar muy rápido, los 60 millones de latinos en Estados Unidos, dos años atrás, crearon la octava economía más grande del mundo de 2,3 billones de dólares. Y eso incluso con todos los obstáculos, todas estas barreras, todos los insultos. Ahora imagine si realmente invirtiéramos de la misma forma en que invertimos en el resto del país.

AMY GOODMAN: Dr. David Hayes-Bautista, su estado, California, ha excedido a nuestro estado, superó a Nueva York, en número de infecciones por COVID. Desde luego no conocemos realmente el número total de casos de COVID en cualquier parte de este país. La cifra actual es considerada un subregistro. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, es casi 24 veces mayor. ¿Podría explicar qué está pasando? Además, ¿podría hablar sobre lo que acontece en la frontera con las comunidades que viven a lo largo de esta? Usted mencionó a los indocumentados, ¿qué puede comentar en específico sobre el acceso de personas indocumentadas en este país a la asistencia sanitaria? Y por último, el hecho de que la Administración Trump no ha hecho uso de los 7.000 millones a 8.000 millones de dólares que fueron asignados por el Congreso para pruebas de diagnóstico, tapabocas y demás, cuando hay una escasez increíble, grave, de todas estas cosas ahora mismo. ¿Cómo afecta esto particularmente a la comunidad latina?

DR. DAVID HAYES-BAUTISTA: Este es un caso puntual. Si recuerda los primeros días del confinamiento en todo el país, a principios o mediados de marzo, principios de abril, la gente corrió a los supermercados y hubo una gran demanda de ciertos productos, como, recuerde, toallas de papel y papel higiénico, y la gente peleaba en los pasillos por pacas de estos productos. En California, el 100% de la mano de obra agrícola es latina. Es 100% inmigrante. Y probablemente del 60 al 80% son indocumentados. Ahora, lo interesante es que, desde el inicio, los trabajadores agrícolas fueron considerados empleados esenciales. De hecho, se les dieron cartas que les permitirían desplazarse a sus trabajos sin ser detenidos. Y, sin embargo, también podían ser deportados en cualquier momento.

Entonces, entre las deportaciones, la COVID-19 y todo lo demás, si a estos trabajadores agrícolas no se les permite al menos la oportunidad de vivir, ¿quién va a cultivar la comida? ¿Y pensamos que estábamos peleando por toallas de papel y papel higiénico? Supongamos que estamos peleando por el último saco de papas en la tienda. Eso podría suceder si esta fuerza laboral no estuviera aquí. Sin embargo, la criminalizamos. Ponemos obstáculos para el acceso a la atención. Y luego nos preguntamos si vamos a tener escasez de alimentos.

AMY GOODMAN: ¿Y las barreras lingüísticas, Dr. David Hayes-Bautista, cuando se trata de obtener información sobre COVID-19?

DR. DAVID HAYES-BAUTISTA: Se han proporcionado servicios médicos… De hecho, tuvimos la primera campaña de vacunación contra la viruela en 1803 en California en español. Éramos parte de España en ese entonces. Se han brindado servicios médicos en California en español por 251 años. Llegamos a ser parte de Estados Unidos como un estado bilingüe. El español era uno de los idiomas oficiales. Y, sin embargo, es menos probable que los latinos encuentren un médico que hable español. La escasez es tremenda.

Pero no es porque sea un problema nuevo. Esto es California. Lo que hemos hecho durante 160 años es elegir dar la espalda a esta población, no permitirles el acceso a las inversiones que estábamos haciendo en otras poblaciones, ya sea para educación o asistencia sanitaria, y luego preguntarnos por qué hay un problema.

AMY GOODMAN: Dr. David Hayes-Bautista, quiero agradecerle mucho por estar con nosotros, distinguido profesor de medicina y director del Centro para el Estudio de la Salud y la Cultura Latina en la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Soy Amy Goodman, con Juan González. Cuídense.


Traducido por Gabriela Barzallo. Editado por Iván Hincapié.

Fuente: https://www.democracynow.org/es/2020/7/22/california_covid_19_latinx_community