«Atónito». Así se quedó el periodista de origen colombiano Hernando Calvo Ospina cuando supo que él era el culpable del desvío a Isla Martinica del vuelo 438 de Air France procedente de París con destino Ciudad de México. Su nombre aparecía en una lista de personas non gratas en Estados Unidos y no se le […]
«Atónito». Así se quedó el periodista de origen colombiano Hernando Calvo Ospina cuando supo que él era el culpable del desvío a Isla Martinica del vuelo 438 de Air France procedente de París con destino Ciudad de México. Su nombre aparecía en una lista de personas non gratas en Estados Unidos y no se le permitió siquiera sobrevolar el espacio aéreo del país. El caso ha vuelto a sacar a la luz un tema muy controvertido en el país norteamericano, la existencia de las ‘no fly list’, una lista de gente que no puede poner un pie en Estados Unidos, confeccionada por la administración Bush para impedir la entrada de sospechosos que pudieran resultar una amenaza para el país. La información al respecto es vaga, muy limitada, y ha llegado a rozar la leyenda urbana. Pero se volvió muy real el 18 de abril con el caso de Calvo Ospina y muestra como la paranoia antiterrorista puede convertir episodios de algunos ciudadanos aparentemente normales en verdaderas escenas de película.
¿Por qué apenas escuchamos hablar de estas listas? Lo cierto es que la mayor parte de las veces, las trabas sólo se le ponen a aquellos que van a viajar a Estados Unidos. Es decir, que a los incluidos en esa lista -más de 44.000 personas según las pocas filtraciones que se han dado sobre el asunto- los problemas les comienzan mucho antes de tomar el avión, cuando piden un permiso o visado para entrar en el país, que muchas veces no llega. La diferencia esta vez es que la persona ‘vetada’ en Estados Unidos no tenía intención de pisar el país, tan sólo sobrevolarlo para llegar hasta Nicaragua, haciendo escala en la capital mexicana, y las autoridades norteamericanas no advirtieron al avión de que no podría atravesar su espacio aéreo hasta el último momento.
Todo quedó en una anécdota, pero una anécdota muy molesta para los pasajeros que acompañaban a Ospina en la aeronave. Muchos perdieron sus enlaces debido al incidente, unos costes que Air France se vio obligado a asumir, y por los que la compañía estudia ahora emprender acciones legales contra las autoridades que dieron la orden de desviar el avión.
En cuanto al periodista, colaborador de Le Monde Diplomatique, nos cuenta que todavía hoy no conoce los motivos por los que se convirtió en terrorista por un día aunque, tal y como asegura, se los imagina. Clavo Ospina es autor de un libro, Bacardi: la guerra oculta, el que documenta la supuesta complicidad de las autoridades norteamericanas con ‘terroristas’ cubanos que operan en su territorio. Aunque le resulta incómodo aparecer en esa lista, el episodio no le ha traumatizado. Ospina asegura que los uniformados que le interrogaron a su paso por la isla caribeña fueron «amables» cuando le hicieron preguntas para averiguar si de verdad resultaba un peligro para la seguridad de Estados Unidos o cualquier otro país. La que más le llamó la atención, «¿es usted católico?», con la que presumiblemente intentaban averiguar si profesaba la religión musulmana.
Este episodio ha permitido que conozcamos otro más de los 44.000 nombres malditos, que sólo se desvelan cuando ocurren casos parecidos. El más sonado es quizá el del presidente de Bolivia, Evo Morales, que tiene vetada la entrada a Estados Unidos, aunque desde allí nunca se haya reconocido oficialmente. A las autoridades venezolanas les ocurre algo parecido desde la mítica intervención de Hugo Chávez en la Asamblea de las Naciones Unidas, en la que comenzó a llamar «Mister Diablo» al ex presidente Bush. Después de aquello, varios representantes del Ejecutivo de la república bolivariana han tenido problemas tanto para entrar como para salir, como le ocurrió al canciller, Nicolás Maduro, que aseguró que fue tratado como un «terrorista» al pasar por el JFK en 2006.
No menos embarazoso fue el descubrimiento en 2008 de que el ex presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, y otros miembros del Partido del Congreso Africano estaban en la lista negra. Todos fueron eliminados de la lista, con la correspondiente disculpa por parte del Ejecutivo estadounidense. La incógnita ahora es si la negativa de Estados Unidos a conceder el visado al cantante cubano Silvio Rodríguez, que tenía previsto acudir a un homenaje al también músico Pete Seeger, tiene que ver con este grupo de personas que no son bien recibidas en el país.
Otra perla de la ‘era Bush’
Los expertos coinciden en marcar el 11 de septiembre como el inicio de esta práctica. El primero en dar cuenta de la existencia de esta lista fue el periodista de la CBS, Steve Kroft, que elaboró un exhaustivo reportaje sobre el tema, obligando a las autoridades a hablar de la ‘no fly list’. Según la cadena de televisión estadounidense, todo comenzó como «un proyecto de la más alta prioridad», que se materializó en 2003 como una lista única de sospechosos de terrorismo unificando los listados de las distintas agencias de inteligencia del país, así como el FBI. Una vez confeccionado el inventario, se proporcionó una copia a las compañías aéreas y a la Administración de Seguridad en el Transporte (AST).
Todo se realizó bajo el más estricto secreto hasta que en 2006, cuando se filtró una copia de la polémica lista, causando estupor entre los que tuvieron acceso a ella por su magnitud: más de 540 páginas con nombres y apellidos de personas consideradas ‘peligrosas’ por Estados Unidos, cuando antes de los atentados contra las Torres gemelas sólo 16 personas se encontraban en esa categoría de non gratos. La recopilación iba acompañada de unos no menos impresionantes anexos con 75.000 nombres de personas que, si bien no se les iba a prohibir la entrada en el país, había que vigilar muy de cerca. El problema, reseñado por el reportero de la CBS, se ha agravado en los últimos tiempos porque muchos ciudadanos que se llaman igual o parecido a una de las personas en la lista, están comenzado a verse afectados cuando intentan entrar, moverse por Estados Unidos, o simplemente coger un avión que atraviesa su espacio aéreo.
La activista y conferenciante Naomi Wolf ha tomado el testigo de las investigaciones sobre unas prácticas que ella ha experimentado en sus propias carnes. Activista y defensora de distintas causas desde los ochenta -con la Guerra Fría como telón de fondo- Wolf comenzó a notar que cada vez que intentaba subir a un avión, aunque se tratase de un vuelo doméstico, era requerida por la ATS para ser interrogada en profundidad. La conferenciante cuenta en su libro Cómo se destruye una democracia: Carta de Advertencia a un joven Patriota, que las autoridades la paraban «nueve de cada diez veces», ante su cada vez mayor suspicacia. Un día descubrió el secreto: «Es que está usted en la lista», le espetó una agente.
El componente ideológico
Wolf denuncia que la lista no se limita a personas sospechosas de terrorismo, sino que poco a poco se va evidenciando que en ella también figuran «desde periodistas y académicos que han criticado a la Casa Blanca, hasta activistas y líderes políticos» contrarios a las doctrinas de Washington. Así, denuncia que «en América, donde se supone que nadie es detenido por sus creencias políticas», personalidades como el senador Ted Kennedy, «una espina en el costado de la administración Bush», fue detenido cinco veces en los aeropuertos de la Costa Este sólo en 2004.
Un escándalo parecido salió a la luz en el Reino Unido al desvelarse la existencia de una lista de los ‘menos queridos’ en el Reino Unido, en la que se encuentran personas que no son bienvenidas en la isla británica por supuestamente haber hecho proselitismo de ideas radicales en algún momento. Eso sí, se trata de una lista mucho más pequeña y de la que se conocen casi todos sus componentes, como el miembro de Hamás Yunis Al-Asta, el ex-Ku Klux Klan, Grand Wizard Stephen o el radical sionista Mike Guzovsky.
La aparición de esta lista recuerda a la polémica protagonizada por el diputado holandés Geert Wilders, al que le fue impedida la entrada en el Reino Unido porque iba a proyectar su documental Fitna, en el que demoniza al Islam en el Parlamento británico, a petición de los representantes más radicales de la Cámara.
http://www.soitu.es/soitu/2009/04/30/actualidad/1241090088_806379.html