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Los pasos de Guillermo Cabrera Infante

Fuentes: Cubarte

Un pequeño revuelo electrónico se ha armado con motivo de la reciente publicación de Sobre los pasos del cronista, resultado de una investigación emprendida por Carlos Velazco y Elizabeth Mirabal. Los autores procedieron a un minucioso estudio de las fuentes documentales y de los testimonios de coetáneos residentes en la Isla y fuera de ella, […]

Un pequeño revuelo electrónico se ha armado con motivo de la reciente publicación de Sobre los pasos del cronista, resultado de una investigación emprendida por Carlos Velazco y Elizabeth Mirabal. Los autores procedieron a un minucioso estudio de las fuentes documentales y de los testimonios de coetáneos residentes en la Isla y fuera de ella, a fin de reconstruir los años de Caín antes de su salida de Cuba. Tan riguroso trabajo condujo al acopio de materiales de distinta naturaleza. Por una parte, dio lugar al ensayo, elaborado con buena técnica narrativa que ahora conocemos y, por otra, a un significativo cúmulo de entrevistas aun inéditas en su mayoría. En ellas se recoge una diversidad de puntos de vista, de experiencias personales y de anécdotas que contribuyen a iluminar una época en un extenso tejido de relaciones de individuos, grupos y tendencias que la matizan.

El abordaje se centra en lo que pudiera considerarse la prehistoria de un novelista, sus vínculos con la vida cultural de la época, su perfil periodístico y su papel protagónico en el suplemento del periódico Revolución. Profundiza en las contradicciones políticas y estéticas de las familias intelectuales que intervinieron en un tiempo de cambios radicales y de intensa creatividad en el campo de las ideas. Entre los testimoniantes no figuran todos los participantes. Algunos ya no están. Otros prefieren expresar sus criterios a través de otros medios.

Al margen del intercambio de disparos entre francotiradores atrincherados en posiciones anacrónicas, justo es reconocer la importancia de una investigación de esta índole, atenida a indiscutibles principios éticos. Transcurrido más de medio siglo desde el triunfo de la Revolución cubana, corresponde a la madurez alcanzada la relectura de un proceso cultural extraordinariamente complejo. Se trata, por lo demás, de un derecho inalienable de las nuevas generaciones apremiadas por establecer sus propias coordenadas.

Importa destacar también que Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco no tuvieron reparos en introducirse en un terreno todavía minado. La insuficiencia de investigaciones serias sobre el transcurrir histórico y cultural de la República durante la primera mitad del siglo XX es un lastre que precisa superarse. Al parecer, no ha sido tarea priorizada por los centros especializados en la materia. En el ámbito de la creación artística seguimos dando vueltas, sin modificar las premisas esenciales, a fenómenos relevantes que emergen como islotes en un mar muerto. El análisis de las instituciones que surgieron a contrapelo de las circunstancias, ha motivado algunas tesis académicas sumergidas en el silencio de los archivos. Los valores, las ideas, la visión del mundo, los prejuicios y muchos conflictos interpersonales nacieron en los cuarenta y los cincuenta del pasado siglo para una generación que desempeñó un papel activo en la vida de la Revolución. El periodismo en Carteles, los intentos por crear una cinemateca, la brevísima etapa de Nueva Generación, los vínculos con Nuestro Tiempo y con el Instituto Nacional de Cultura integran el contexto del muy joven Guillermo Cabrera Infante.

Esa búsqueda acuciosa de información dilucida antecedentes de lo que habrá de suceder más tarde. En el trasfondo, aparecen las diferencias de puntos de vista dentro de la Revolución, entre quienes procedían del PSP y los que integraron el Movimiento 26-7, pergeñados en los artículos que publicara entonces Euclides Vázquez Candela en el periódico Revolución. Porque Mirabal y Velazco tuvieron la perspicacia de no detenerse tan solo en el suplemento cultural, sino de abocetar el perfil del órgano de prensa que lo acogía.

Guillermo Cabrera Infante sigue siendo un personaje controvertido, a pesar del reconocimiento, en la iIla y fuera de ella, de sus valores literarios. Tras la obra del escritor, sobrevive la imagen de la persona, su modo de proyectarse y su conducta política. Exiliado, mantuvo viva la pasión, matizada por la rabia alimentada por un sentimiento de pérdida nunca cicatrizado. Tal fue la tónica de sus artículos periodísticos después de haber traspasado las fronteras de la isla.

Con esas contradicciones, radicalizadas a lo largo de un proceso revolucionario profundo, animadas por las razones de la historia y de la política, se va construyendo una cultura. Corresponde a los coetáneos dejar testimonio de su experiencia de vida. En cambio, las nuevas generaciones demandan, para su propio crecimiento, una relectura del relato de sus mayores. Es una tarea riesgosa, por cuanto entran en un campo donde los contendientes se aferran a posturas inquebrantables y sustituyen el análisis por la descalificación.

Carlos Velazco y Elizabeth Mirabal aceptaron el desafío. Con paciencia revisaron periódicos maltrechos. Entrevistaron a los supervivientes de la época. Con habilidad narrativa, construyeron su propio relato atenido a una cronología lineal. el perfil de Guillermo cabrera Infante contrapuntea con la época desde sus años de formación hasta el momento de su partida.

La cámara sigue los pasos del cronista. En el campo visual aparece un contexto ajustado al entorno de la figura estudiada, revelador de datos destacados de una memoria borrosa y de cuanta investigación pendiente está al alcance de nuestras manos. En sus orígenes, la generación del cincuenta constituyó quizás un clan disperso. Careció de los almuerzos sabatinos que unieron por algún tiempo a los minoristas de la vanguardia. Luego, las circunstancias polarizaron grupos instalados en órbitas diferentes y aun antagónicas. Por eso se entrecruzan las miradas de quienes vivieron años duros y pródigos, compartieron lecturas y concurrieron a los mismos espectáculos. Por necesidad del tema, Velazco y Mirabal se centran en la atmósfera de Lunes y soslayan otros focos de creatividad. Mi visión del acontecer político es más matizada. En un rejuego de contragolpes, Cuba iba marchando en la práctica hacia el socialismo desde que, entre agosto y octubre de 1960, se produjeron las grandes nacionalizaciones. En vísperas de Girón, la definición del proyecto era el modo de dejar constancia del alcance de cuanto se estaba defendiendo en aquellos días. Mi percepción de Palabras a los intelectuales se sitúa en otra perspectiva.

Pero, no soy estatua de sal. Tengo el privilegio de vivencias intransferibles, lo que implica compromisos con mi propia historia. Aplaudo a quienes, en tiempos de desidia y banalidad, optan por el esfuerzo intelectual y la rigurosa disciplina de los investigadores. La cultura cubana lo agradece, ella tan llena de registros en espera de una mirada curiosa.

Fuente:http://www.cubarte.cult.cu/periodico/letra-con-filo/los-pasos-de-guillermo-cabrera-infante/20193.html