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Los precios y otros horrores

Fuentes: Progreso Semanal

No hay momento en el día para que no se nos presente la desdicha de mirar a la billetera o a lo alto de los cielos. Esto último, como suelen hacer con más frecuencia nuestros peloteros, que sin haber pisado jamás una parroquia, cuando conectan un cuadrangular elevan sus brazos y ojos hacia lo infinito […]

No hay momento en el día para que no se nos presente la desdicha de mirar a la billetera o a lo alto de los cielos. Esto último, como suelen hacer con más frecuencia nuestros peloteros, que sin haber pisado jamás una parroquia, cuando conectan un cuadrangular elevan sus brazos y ojos hacia lo infinito del firmamento, dándole gracias al Señor todopoderoso.

Y esa es, precisamente, la gran diferencia. Unos agradecen y otros le reclaman la posibilidad monetaria de enfrentar la nueva mala contingencia.

«Todo ha subido» es la frase socorrida del dueño de un restaurante que ejemplifica cómo debe pagar a 40 pesos la libra de limón, hasta la de una señora, que en su más completa soledad, debe enfrentar el indispensable complemento que resulta de una visita a un mercado en divisas.

A la par, y ni las propias autoridades lo niegan, los salarios, pensiones y jubilaciones continúan bajos y no pocos se ven obligados a ciertas actividades consideradas como ilegales, que no responden a otra cosa que a un principio de subsistencia y no a la aspiración de convertirse en delincuentes y dejar de ser honrados.

Quien le roba al Estado veinte litros de petróleo para comercializarlo a unos 15 pesos cubanos cada uno, alega que lo hace para poder adquirir la libra de bistec de cerdo a 55 pesos. Y ese carnicero es quien afirma que el pienso está por las nubes, y debe abonar unos 220 pesos o diez CUC para, entre todos los vecinos, satisfacer la demanda de un individuo que cobra 100 CUC por limpiar la fosa del edificio donde vive. El operador de la fosa advierte en público que, fíjese si todo está caro, que el mecánico le está ofertando un nuevo hidráulico nada menos que por 300 CUC. Otro operario, como para sostener la carestía de la vida y los pocos escrúpulos de quienes comercializan en el mercado negro los medicamentos, jura como biblia en mano, que su mujer diabética debe pagar el blíster de glimenclamida a 30 pesos a otra persona, alarmada porque el cartón de 24 huevos le ha facturado 5 CUC o 120 pesos cubanos…

La historia de nunca acabar. El intranquilo perro mordiéndose él mismo la cola o, como suele decirse en el dominó, aquello de Songo le dio a Borondongo, Borongo a…

Y la economía, de primerísima responsable, arrinconada como pocas veces, contemplando el panorama desde la primera fila sin poder hacer mucho y sí exigiendo mayor productividad. Si no hay riqueza, muy poco puedo hacer, parece reflexionar consigo misma.

Tiempos difíciles que requieren también de decisiones de igual magnitud…

Fuente: http://progresosemanal.us/20190307/los-precios-y-otros-horrores/