Las manifestaciones de mediados de Noviembre han marcado un punto de inflexión en la lucha contra el denominado «Plan Bolonia» tanto en Madrid como en el resto del Estado. Una lucha que se lleva encadenando desde el llamado «Informe Bricall» en 2000, la posterior LOU del PP y en breve contra la LOU del PSOE […]
Las manifestaciones de mediados de Noviembre han marcado un punto de inflexión en la lucha contra el denominado «Plan Bolonia» tanto en Madrid como en el resto del Estado.
Una lucha que se lleva encadenando desde el llamado «Informe Bricall» en 2000, la posterior LOU del PP y en breve contra la LOU del PSOE que comenzaba a implementar el Plan Bolonia en el Estado Español. Movilizaciones durante las cuales no faltó la represión y los montajes policiales como en el caso de Manu, Isra, Marcos y Federico. Durante los últimos años y pese a las limitaciones de calendario en las luchas estudiantiles, el conflicto no ha cesado.
En Mayo tuvimos las últimas grandes movilizaciones del curso pasado (ver seguimiento). Las cuales incluyeron encierros en varias facultades madrieñas y una multitudinaria manifestación que los medios de comunicación burgueses trataron de silenciar. Una vez pasado el verano las asambleas han vuelto al «trabajo». Prueba de ello es el estado actual de la movilizaciones y la preocupación de las «autoridades»:
Hace poco rectores y políticos acusaban a los que se oponían a este plan de alarmistas y mal informados. Hoy con nuevos planes de estudio implantados en diversas facultades, unas tasas que cada vez expulsan de la universidad a más hij@s de trabajadores, becas convertídas en préstamos bancarios unido a la destrucción y «adaptación» de gran parte de las titulaciones al antojo del gran capital, sobran más que nunca motivos para luchar.
Es ahora cuando estos rectores piden ayuda al gobierno central, y comienzan a amenazar con expedientes masivos y represión a los que se sigan oponiendo a un proceso en el que nunca se ha consultado a los estudiantes y profesores.
El conflicto ha estallado. Sólo queda ver cual es el desenlace y quien consigue imponerse en este conflicto. Si aquellos que conciven la universidad como una escuela de formación profesional para las empresas. O por el contrario aquellos que defienden una universidad popular al servicio de la sociedad y no de los intereses de los capitalistas y sus siervos: políticos, el aparato burocrático de las universidades y los sindicatos mayoritarios entre otros. De momento en Barcelona hay 29 expedientados (amparándose en una ley fraquista) y las amenazas de represión para acabar con el movimiento no han hecho sino comenzar.
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