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Entre lo recortado están las ayudas para alimentos, cuidados de salud para niños pobres, ancianos indigentes e impedidos, préstamos a estudiantes y cuidados adoptivos

Los republicanos logran aprobar una disminución de cincuenta mil millones de dólares destinados a programas sociales

Fuentes: Progreso Semanal

Otra vez con lo mismo. Cualquiera que haya tenido esperanzas de que las imágenes que se vieron después del huracán Katrina, que hizo patente la pobreza en Estados Unidos y dramatizó las consecuencias de vida y muerte por la desigualdad, estremecieran la conciencia del partido en el poder, estaba equivocado. Totalmente equivocado. La semana pasada, […]

Otra vez con lo mismo. Cualquiera que haya tenido esperanzas de que las imágenes que se vieron después del huracán Katrina, que hizo patente la pobreza en Estados Unidos y dramatizó las consecuencias de vida y muerte por la desigualdad, estremecieran la conciencia del partido en el poder, estaba equivocado. Totalmente equivocado.

La semana pasada, después de sufrir la embarazosa derrota de su principal propuesta presupuestaria, la dirigencia republicana en la Cámara de Representantes logró hacer aprobar $50 mil millones en reducciones de «gastos discrecionales internos». Esa es la clave para programas tales como sellos para alimentos, cuidados de salud para niños pobres, ancianos indigentes e impedidos, préstamos a estudiantes y cuidados adoptivos. Esto es lo que queda de la débil y remendada red de seguridad que esta sociedad -la menos generosa de todas las naciones ricas con sus desposeídos- entrega a los más vulnerables de nosotros.

Está bien claro quienes son los afectados por las reducciones de gastos. El Centro para el Presupuesto y las Prioridades Políticas (http://www.cbpp.org/) informó que el proyecto de ley del Partido Republicano recientemente aprobado «niega sellos de alimentos a más de 220 000 personas de bajos ingresos cada mes hasta 2008, y reduciría la ayuda básica de alimentos en casi $700 millones en un lapso de cinco años». Anticipando quizás que muchos de los pobres pudieran enfermarse debido a la desnutrición, la medida de la Cámara de Representantes también «permite a los estados imponer sustanciales tasas de pagos y de primas a millones de beneficiarios de bajos ingresos de Medicare, y reducir sustancialmente los servicios de cuidados de salud que brinda el programa Medicaid.»

¿Qué tienen los republicanos en contra de los pobres que de manera tan persistente y salvaje buscan castigarlos, incluso ante el tipo de sufrimiento evidente revelado por los hechos catastróficos de Nueva Orleáns?

La pregunta es aún más irritante si se considera que la amplia mayoría de los miembros republicanos del Congreso se autoproclaman cristianos, pero sus decisiones de política consistentemente contradicen principios básicos de la fe.

Por ejemplo, en 1986 los obispos católicos norteamericanos proclamaron:

«Como individuos y como nación… se nos pide que hagamos una ‘opción (fundamental) por los pobres’. La obligación de evaluar la actividad social y económica desde el punto de vista de los pobres y los indefensos surge de la orden radical de amar al prójimo como a uno mismo. Los que están marginalizados y cuyos derechos son denegados tienen exigencias privilegiadas si la sociedad va a proveer justicia para todos. Esta obligación está firmemente enraizada en la creencia cristiana».

William Quigley, profesor de Derecho en la Universidad de Nueva Orleáns, define aún más esta opción por los pobres, la cual los obispos consideran que está firmemente enraizada en la creencia cristiana, no sólo católica. «La opción preferencial por los pobres significa varias cosas: mantener la solidaridad con los pobres e indefensos; ver y evaluar toda acción económica, política e institucional y las instituciones desde la perspectiva de los pobres; y tener un compromiso constante con la acción en nombre de la justicia».

Los «cristianos» republicanos que manejan el Congreso y el presidente «cristiano» que ocupa la Casa Blanca consistentemente ponen exactamente de cabeza este principio fundamentalmente cristiano. Lo hacen no sólo por medio de reducciones presupuestarias que agreden a los pobres, sino también por medio de generosos recortes de impuestos que benefician a los ricos.

Si los republicanos quisieran reducir el inflado déficit presupuestario federal -la razón por la que los republicanos aseguran que necesitamos recortar los programas internos -podrían hacerlo de manera más eficaz y sería coherente con su fe declarada. Sólo la cancelación de dos reducciones de impuestos para los ricos, señaladas para entrar en vigor el 1 de enero de 2006, ahorraría $70 mil millones. Eso es 40 por ciento más de lo que se ahorra destrozando los programas sociales.

En su lugar, a fin de dar a los más avariciosos un enorme regalo de Nuevo Año, los republicanos están dispuestos a dar un golpe devastador contra los más necesitados y además, agregar $20 mil millones al déficit. Verdaderamente es un ejemplo de caridad cristiana fiscal y de conservadurismo fiscal.

Lo que hace la situación aún más flagrante es hasta donde la política fiscal de Bush ya entrega regalos colosales a los ricos. Una vez más, el Centro para el Presupuesto y las Prioridades Políticas:

«El muy respetado Centro de Política Fiscal del Instituto Urbano-Institución Brookings informa que los hogares con ingresos de más de $1 millón al año -el 0,2 por ciento más rico de la población de EE.UU.- ya está recibiendo reducciones de impuestos que promedian este año $103 000, antes de que estas dos nuevas reducciones entren en vigor. El Centro de Política Fiscal considera que las dos medidas en cuestión de reducción de impuestos dará a estos ‘millonarios’ casi $20 000 dólares adicionales al año en reducciones de impuestos una vez que entren totalmente en vigor todas las fases de las medidas».

En Rerum Novarum, el Papa León XIII aseguró que los «derechos deben ser religiosamente respetados donde quiera que se encuentren… Sin embargo, cuando sea cuestión de proteger los derechos de los individuos, los pobres y los indefensos tienen un reclamo de especial consideración».

¿Por qué el Representante Rick Santorum, ese parangón de la virtud católica, no ha renunciado al Partido Republicano?

Quizás Santorum y otros «cristianos» razonan que como los ricos tienen tanta posibilidad de entrar al cielo como un camello la de pasar por el ojo de una aguja, es el deber cristiano del Partido Republicano brindarles el Reino de los Cielos aquí en la tierra.

El último ataque republicano contra los «pobres e indefensos» fue tan cruel y desvergonzado que 14 republicanos soportaron la presión de los líderes de su partido en la Cámara y votaron en contra siguiendo su conciencia. Ileana Ros-Lehtinen, esa campeona de los «viejitos» de la Pequeña Habana, no estaba entre ellos. ¿Como es posible que la Representante Ileana Ros-Lehtinen, cuyo distrito incluye a pocos millonarios, pero sí a muchos ciudadanos pobres de la tercera edad y niños que serán las víctimas principales de las pervertidas prioridades personificadas en el presupuesto republicano, haya votado a favor de estas desvergonzadas reducciones?

Los electores pueden llamarla a su distrito (305-275-1800) o a su oficina en Washington (202-225-3931) y preguntar.