Se acabaron los bajos salarios, la discriminación y la prohibición de organizarse en un sindicato: los trabajadores de una factoría de IKEA en los Estados Unidos han ganado una batalla contra la multinacional sueca.
Los trabajadores de una fábrica estadounidense en Danville (Virgina) han ganado una larga batalla de tres años contra IKEA. En una votación el pasado miércoles una mayoría del 77% de los 300 trabajadores se pronunció a favor de una organización sindical y con ello a la negociación de acuerdos colectivos.
La dirección de esta fábrica operada por Swedwood, sucursal de IKEA, había sido repetidamente acusada de sabotear sistemáticamente la labor sindical. Se contrató a un bufete de abogados conocida por su tarea antisindical con la intención de evitar por todos los medios la aparición de toda actividad sindical en la empresa.
Lo cierto es que IKEA ha abdicado de su propio código de conducta, conocido como «Iway», en el que se formula expresamente la prohibición de obstaculizar el trabajo sindical. Este código debería ser en principio válido para todas las filiales y proveedores de la multinacional. Los sindicatos suecos acusan desde hace tiempo a IKEA de infringir sus propias reglas repetidamente en Danville. Acogiéndose a una ley estadounidense se le prohibió al sindicato acercarse a menos de 100 metros de la fábrica, según denuncia Bill Street, del sindicato industrial IAMAW.
Discriminación, bajos salarios, imposición de horas extras
En la fábrica se dan, según Street, graves abusos. La dirección es acusada de discriminación racial, pagar salarios miserables e imponer horas extras a sus trabajadores. El que se queja es amenazado con el despido. Los trabajadores son aterrorizados, despedidos sin ningún motivo y se encuentran desprotegidos sin ninguna organización sindical.
Después de que la prensa internacional informase de los abusos en Danville, IKEA se ocupó de mejorar las relaciones. Creó una comisión de investigación y el sindicato pudo organizar una votación. «Se trata de una enorme victoria», declaró Street.
Los sindicatos suecos reclaman que IKEA muestre una mínima consideración hacia los derechos sindicales, que debería tener un valor universal y no sólo en Suecia. Alke Boessiger, de la central sindical UNI, critica que IKEA se comporta públicamente de manera diferente en diferentes países del mundo, orientándose solamente a cumplir con los mínimos legales exigidos por cada país.
Reinhard Wolff es periodista del diario alemán Tageszeitung.