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Los suicidios se dispara por la crisis

Fuentes: Rebelión

Parece ser que cada vez más, muchos ciudadanos/as ante la desesperante situación de no encontrar un empleo, de tener graves problemas económicos y después de haber agotado todas las vías de ayuda sociales y las que no lo son, recurren como última vía de escape a la solución más rápida, lo que les lleva a […]

Parece ser que cada vez más, muchos ciudadanos/as ante la desesperante situación de no encontrar un empleo, de tener graves problemas económicos y después de haber agotado todas las vías de ayuda sociales y las que no lo son, recurren como última vía de escape a la solución más rápida, lo que les lleva a ponerle punto y final a sus vidas a través del suicidio. Pero todavía es más grave ver como nuestros políticos miran para otro lado, apoyan a los Bancos y aprueban leyes para blindar jurídicamente a los desahucios que cada día se han cometido y se siguen produciendo en nuestro país. Y esto ocurre mientras los poderes políticos están ocupado repartiéndose las tarjetas «invisibles» y preocupados por mantener como auténticos ascetas sus puestos políticos.

Lamentable que hayan sido los propios ciudadanos/as españoles, la gran mayoría, entre otros ciudadanos/as de países vecinos, a los que hay que agradecer, que hayan tenido que recurrir las sentencias y quejarse ante el Tribunal de Bruselas para que intervenga en el Estado Español después de ver cómo en el último sexenio muchas familias hayan visto peligrar sus vidas tras ser desahuciadas de sus viviendas familiares desde antaño como residentes. En algunos casos se trata de personas que les faltaban menos del 25% de la hipoteca para terminar sus préstamos, y que se han visto sin empleo después de muchos años, incluso personas que en cualquier momento de su vida han podido dedicarse a algún tipo de economía sumergida para buscarse la vida. Pero parece que ni buscarse la vida uno/a puede hacerlo como se hacía antes; ¡Hacienda somos todos!, pero los capitales facturan en otros países, y las malversaciones públicas se llevan en bolsas a paraísos fiscales. Es decir, sólo los proletarios tienen que pagar, como si de la época romana se tratara bajo el lema « Panem et circenses» (pan y circo), para entretener al pueblo. Pero lo que no sabían esos pobres e ignorantes, es que lo que recibían era producto de sus propios impuestos que ellos mismos pagaban, que nadie les regalaba nada. Claro está, que hoy día podemos decir que nuestra sociedad está bien formada, y por lo tanto no es la sociedad de ignorantes que siempre se ha podido manipular por los gobernantes.

Igual de lamentable son nuestros políticos que intentan cubrir con otras noticias los desahucios, donde ahora se está haciendo a horas tempranas y a través del método policialmente conocido como «efecto sorpresa», donde la familia sabe que en cualquier momento puede ser desahuciada pero no sabe cuándo, de manera que suele ser a muy temprana hora, cuando no se lo esperen ni ellos ni los vecinos más solidarios que puedan al menos hacer una resistencia y mostrar apoyo a los perjudicados. Ya ni siquiera eso le queda al que todo pierde y nada gana, porque tan sólo tiene derecho a oír, ver y callar, mientras recoge sus últimas pertenencias para marcharse de la que durante casi toda su vida fue su morada. Y mientras esto ocurre los políticos siguen haciéndose fotos para que el resto de ciudadanos/as «conformados», se sigan creyendo que «todo va bien», que la economía se está remontando en un 0,1% del PIB y que Hacienda ha aprobado incluir la prostitución y la droga, lo que supondría un aumento del PIB de hasta cuatro veces más; ¡todos/as deberíamos dar saltos de alegría…!

Y todo esto ocurre mientras muchas familias ven peligrar sus vidas, no ven la luz al final del túnel y se agobian, y por lo tanto eligen el camino más rápido para dejar de existir de este mundo. Porque no existen recursos donde el ciudadano/a pueda buscar la ayuda que necesita, y ante esa carencia institucional se encuentra en un periplo, que al final terminan por elegir el del último adiós, el suicidio, ese acto provocado voluntariamente que el sociólogo Émile Durkheim describía en su obra. Y es verdad que «nadie muere por nadie», eso está más que superado con creces, porque al día siguiente la vida sigue, los políticos bromean, y siguen justificando los gastos de las tarjetas «invisibles» que vergonzoso es en época de crisis. Pero que muy bien saben defenderse de la corrupción política, que por cierto, ya podrían comparar este tipo de corrupción con la de la mafia, para que todos los ciudadanos/as podamos conocer cuál es más perjudicial y cómo repercute en la vida cotidiana de todos los ciudadanos/as, y quizás así podamos darnos cuenta de que ya no nos creemos sus discursos.

También podrían sacar a la opinión pública algunos de los estudios estadísticos de los suicidios en España, sobre todo los causados por los desastres políticos y económicos que han influido directamente en la vida de los ciudadanos/as. Pues no hay derecho que en tiempos de crisis sigan disfrutando de presupuestos desorbitados y que nos tengamos que enterar por otros medios de los últimos escándalos de corrupción. Me parece que cada vez somos más los ciudadanos/as que no nos conformamos, que no nos identificamos con gobernantes de esta envergadura y que cada vez más, somos multitudinarios los indignados que no compartimos esta realidad que nos hacen creer. Porque si los datos de suicidios salen a la luz, entonces nos daremos cuenta que las muertes en carretera se quedan en cifras mucho más baja que las personas que se suicidan. Y desde ese momento habrá que plantearse qué papel tienen nuestros representantes políticos ante una cifra de suicidios que siguen sumándose y nadie hace nada. Quizás también podríamos preguntarnos qué planes o estrategias han llevado a cabo nuestros mandatarios para disminuir los suicidios de esta índole.

Y es que quizás mañana pueda ser alguno de nosotros, alguno de los que en este momento no ha conocido la auténtica desesperación y la soledad que han sentido esos ciudadanos/as ante el abandono por parte de sus representantes políticos. Quizás mañana sea tarde para esa familia que ya sabe que tiene el auto judicial. Quizás haya alguien planteándose buscar una salida a su vida. Quizás sea demasiado tarde cuando lea esto… Quizás nunca deberíamos consentir que esto haya sucedido, pero quizás algún día lleguemos a comprender a los suicidados que dejaron de existir en este mundo por culpa de una incomprensión.

Andrés López Pérez. Licenciado en Antropología Social y Cultural.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.