Recomiendo:
0

La sociedad civil israelí, cómplice de un sistema basado en la opresión y el pillaje

Los verdugos voluntarios de Sión

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelion por LB

La sociedad civil israelí, cómplice de un sistema basado en la

Dejemos a un lado a esos israelíes cuya ideología apoya la desposesión del pueblo palestino porque «somos el pueblo elegido de Dios«. Dejemos a un lado a los jueces que encubren cualquier política militarista de asesinato y destrucción. Dejemos a un lado a los jefes militares que de forma deliberada encierran a una nación entera en jaulas rodeadas de muros, torres de observación fortificadas, ametralladoras, alambre de espino y proyectores cegadores. Dejemos a un lado a los ministros. A todos esos no los incluimos en el grupo de los colaboradores. Ésos son los arquitectos, los planificadores, los diseñadores, los ejecutores.

Pero hay otros. Historiadores y matemáticos, editores, estrellas mediáticas, psicólogos y médicos de familia, abogados que no apoyan a Gush Emunim ni a Kadima, profesores y educadores amantes de las excursiones campestres y las canturriadas, magos de la alta tecnología. ¿Dónde estáis? ¿Y qué hay de vosotros, investigadores del nazismo, el Holocausto y el Gulag soviético? ¿Es posible que todos vosotros estéis a favor de unas leyes que discriminan sistemáticamente? ¿De unas leyes que establecen que los árabes de Galilea ni siquiera deben recibir compensaciones por los daños provocados por la guerra en las mismas cantidades que tienen derecho a percibir sus vecinos judíos?

¿Es posible que todos vosotros estéis a favor de una Ley de Ciudadanía racista que prohíbe a un árabe israelí vivir con su familia en su propio hogar? ¿Que seáis partidarios de que se expropien más tierras y se destruyan más huertos para construir otro barrio judío u otra carretera de uso exclusivo para judíos? ¿Es posible que todos vosotros apoyéis el bombardeo y los ataques con misiles que matan a jóvenes y ancianos en la Franja de Gaza?

¿Es posible que todos estéis de acuerdo en que un tercio de Cisjordania (el Valle del Jordán) permanezca cerrado para los palestinos? ¿Que apoyéis la política israelí que impide a decenas de millares de palestinos que han obtenido la nacionalidad en algún país extranjero que regresen a con sus familias en los territorios ocupados?

¿Realmente es posible que tengáis el cerebro tan lavado con el pretexto de la seguridad, empleado para prohibir a estudiantes de Gaza que estudien terapia ocupacional en Belén y medicina en Abu Dis, y que impide a enfermos de Rafah recibir tratamiento médico en Ramala? ¿También vosotros hallaréis fácil esconderos tras la explicación de que «no teníamos ni idea«? No teníamos ni idea de que la discriminación que se perpetra a la hora de distribuir el agua -controlada exclusivamente por Israel- deja a miles de hogares palestinos sin agua durante los tórridos meses de verano; no teníamos ni idea de que cuando el ejército israelí bloquea la entrada de las aldeas también bloquea su acceso a manantiales y a tanques de agua.

Sin embargo, es imposible que no veáis en Cisjordania, a lo largo de la ruta 344, los portones de hierro que bloquean el acceso a esa carretera a los habitantes de las aldeas palestinas por las que pasa. Imposible que apoyéis la prohibición que impide a millares de campesinos palestinos acceder a sus tierras y heredades, imposible que apoyéis la cuarentena impuesta sobre Gaza que impide la entrada de medicinas para hospitales, los cortes del suministro de energía eléctrica y de agua a 1,4 millones de seres humanos, cerrándoles su única salida al mundo durante meses.

¿Es posible que ignoréis lo que está pasando a 15 minutos de vuestras facultades y oficinas? ¿Es plausible que apoyéis un sistema que permite a los soldados israelíes de los puestos de control instalados en el corazón de Cisjordania obligar a miles de personas a esperar durante horas bajo un sol de justicia, mientras realizan su selección: los vecinos de Nablus y Tulkarem no pueden pasar, las personas de 35 años para abajo, yallah!, vuelta a Jenin, los vecinos de la aldea de Salem ni siquiera están autorizados a estar aquí, una mujer enferma que se saltó la cola debe aprender la lección y será retenida deliberadamente durante horas… El sitio web de la organización Machsom Watch puede ser consultado por cualquiera. Allí se pueden encontrar innumerables testimonios de ese tipo y aún peores, una rutina que se repite todos los días. Pero es imposible que ésos que se sienten escandalizados ante cualquier svástica que aparece pintada sobre una tumba judía en Francia y ante el último titular antisemita publicado en cualquier diario local español no sepan cómo obtener esa información y no se sientan impactados e indignados ante ella.

En tanto que judíos disfrutamos de los privilegios que nos otorga Israel, lo cual nos convierte a todos en colaboradores. La cuestión es saber qué hacemos cada uno de nosotros de forma activa y diaria para minimizar la colaboración con un régimen de desposesión y eliminación que nunca acaba de saciarse. Firmar una petición y chasquear la lengua en señal de desaprobación no es suficiente. Israel es una democracia para sus judíos. Nuestras vidas no están en peligro, no van a encerrarnos en campos de concentración, no van a dañar nuestros medios de subsistencia y nadie nos va a negar la posibilidad de buscar esparcimiento en la naturaleza o en el extranjero. Por eso la carga de la colaboración y de responsabilidad directa que soportamos tiene un peso inconmensurable.

Texto original: http://www.counterpunch.org/hass08312006.html