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Cada uno en su tierra de origen y con su tribu, la división étnica y territorial ha surgido

Majimbo en Kenya

Fuentes: Rebelión

Majimbo es una palabra en suahili. Se puede traducir como autogobernarse, regionalismo o federalismo. Majimbo lo podemos entender también como el »Café para todos» español de la transición. Pero también hay quien lo interpreta como cada uno en su casa y cada tribu en su tierra de origen. Si hace falta a golpe de machete. […]

Majimbo es una palabra en suahili. Se puede traducir como autogobernarse, regionalismo o federalismo. Majimbo lo podemos entender también como el »Café para todos» español de la transición. Pero también hay quien lo interpreta como cada uno en su casa y cada tribu en su tierra de origen. Si hace falta a golpe de machete.

El plan de Raila Odinga, jefe de la oposición en Kenya, se basa en la división de la nación en 13 regiones que a su vez estarían divididas en distritos. Cada distrito tendría un gobierno, presupuesto y parlamento propio. El Gobierno central se encargaría de instituciones como las Fuerzas Armadas, Universidades, hospitales o autopistas.

El Gobierno de Mwai Kibaky culpa a este plan y a la Oposición de desestabilizar el país y crear violencia entre las distintas tribus al intentar dividir el país en regiones autónomas. A pesar de las acusaciones, la violencia estalló primero por unas elecciones que observadores internacionales reconocieron que no fueron muy regulares.

El panga, el cuchillo tradicional de Kenya de unos 40 centímetros, pronto apareció en las calles. Gobierno y oposición, cada cual con sus medios, con las fuerzas del orden, con mafias o grupos de delincuentes juveniles, organizaron las primeras cacerías humanas para perseguir sus objetivos políticos. Para el Gobierno la violencia servía para reprimir la oposición, acallar las voces en contra de unas elecciones fraudulentas y acusar al ODM, Orange Democratic Movement, de desestabilizar el país. La oposición utilizaba el conflicto en las calles para provocar y desprestigiar a Kibaky y atraer la atención de la comunidad internacional.

Mientras Kibaky y Reila se reunían con Kofi Annan intentado trazar una solución y posaban juntos tomando café para la prensa llenándose la boca de discursos de paz, miles de personas ajenas al resultado de las elecciones eran asesinadas de forma brutal o perdían sus casas y se convertían en refugiados en su propio país. Las victimas mortales aumentaron. La sangre corría, sobretodo y como siempre pasa, donde están los mas pobres. La violencia post electoral también se convirtió en excusa para resolver rencillas personales o económicas y especialmente disputas tribales. La sombra de la limpieza étnica comenzó a cubrir el país. Problemas no resueltos desde la independencia de Kenya en diciembre de 1963 se desempolvaron y aparecieron debajo de la alfombra. Corrupción, favoritismos tribales, división antinatural de territorios por los antiguos colonos y pobreza. Las elecciones fraudulentas servían para exponer que además de la corrupción en Kenya hay una multitud de temas espinosos enquistados que nunca se han puesto sobre la mesa.

A favor o en contra de la idea de un Majimbo radical, de cada uno en su tierra de origen y con su tribu, la división étnica y territorial ha surgido. El juego de poder y manipulación, la corrupción de los políticos en Kenya, la impasividad o inoperancia de la comunidad internacional y las Naciones Unidas, han provocado que la nación conocida como la mas estable y pacifica de África empieze a resquebrajarse. No ha sido el plan de regionalismo o federalismo. No han sido los miles de personas que han perdido sus casas. Ni tampoco los que decidieron, por las razones que fueran, salir a la calle y enfrentarse al vecino o a aquel que no habla su lengua o no tiene un apellido de su tribu. Las diferencias tribales y la pobreza estaban allí desde la independencia de Kenya. Las clases dirigentes han utilizado una sociedad empobrecida y sin recursos para hacer saltar la chispa que puede servir sus objetivos. La violencia sigue latente sobretodo en las zonas donde viven los mas pobres de Kenya.

Al final después del gran esfuerzo de Kofi Annan, para intentar resolver el conflicto y dejar la impresión que sus años de director general de las naciones Unidas han servido para algo, se ha llegado a un acuerdo para compartir el poder en Kenya. EL Sr. Kibaki y el Sr. Odinga intentaran repartirse el pastel sin pelearse. Los mas de 600.000 desplazados seguirán lejos de sus hogares y los mas de 1500 muertos enterrados.

*Raul Gallego Abellán es periodista y estuvo cubriendo el conflicto en Kenya para Associated Press Television News