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Manifestación en Ramala…(y mordazas)

Fuentes: rompiendo-muros.blogspot.com

Centro de Ramala. Sábado 5 de febrero. Un reguero de vecinos camina urgente por el centro de la ciudad, con sus mandados, sus problemas, sus paraguas contra la lluvia intermitente. Parece un día cualquiera. En la plaza Al Manara siguen pasando los coches endiabladamente acelerados, los peatones cruzan por donde se les antoja, los vendedores […]

Centro de Ramala. Sábado 5 de febrero. Un reguero de vecinos camina urgente por el centro de la ciudad, con sus mandados, sus problemas, sus paraguas contra la lluvia intermitente. Parece un día cualquiera. En la plaza Al Manara siguen pasando los coches endiabladamente acelerados, los peatones cruzan por donde se les antoja, los vendedores pregonan su mercancía a la puerta de sus tiendas. Vida de centro urbano puro. Como falta media hora para la cita, sólo se ven un par de parejas de policías y seis o siete periodistas extranjeros. A las dos hay convocada una manifestación en apoyo de la revolución egipcia, la cuarta en una semana. Todas las anteriores, celebradas ante el Consulado de Egipto, fueron disueltas al minuto de comenzar, sin incidentes, sin violencia; la presencia policial fue suficiente para amedrentar a los asistentes.

Pero la de hoy es distinta. Quizá porque la situación en El Cairo se ha enquistado tras el triunfo popular inicial y se hace más necesario presionar en contra del aún presidente Hosni Mubarak. Quizá porque la solidaridad entre los árabes, extendida como la pólvora a Yemen o Jordania, ha llegado al fin también a Palestina, y la necesidad de estar unidos es mayor. Quizá porque hay baluartes de la causa palestina que han confirmado su presencia, como Hanan Ashrawi o Mustafa Barghouti, y eso arrastra a más gente. Lo cierto es que llegan las dos y un centenar de personas ya se concentra en la plaza, tímidamente, bajo la mirada curiosa de los chavales y ancianos que comparten cigarrillos apoyados en una valla, las señoras cargadas de niños que vienen del mercado, los taxistas que casi detienen el tráfico para ver qué pasa. Como todas las protestas, ésta también necesita un tiempo para armarse. Pasados 2o minutos, son casi 400 los concentrados. Y el rumor se convierte en grito. Y los abrigos y los paraguas invernales se engalanan con pegatinas con la bandera egipcia. Y en las manos, más banderas y bordados y bufandas con los colores de Egipto y Palestina, y carteles recién escritos con lemas de apoyo al pueblo vecino, y fotografías de Gamal Abdel Nasser, cuyo panarabismo reivindican a voz en grito.

Ashrawi, solícita, ejerce de traductora improvisada: «Están gritando: ¡Viva Egipto, viva el pueblo egipcio! ¡Que se vaya Mubarak y que se vayan los colonos de Israel!», explica gritando ella misma, coreando las mismas consignas que sus vecinos. La multitud la arrastra, los medios la reclaman, y entonces toma su relevo Musa, un fotógrafo jordano: «Ahora dicen: ¡Esta es la fuerza del pueblo árabe. Nos hemos levantado y no nos dejaremos caer nunca más!», añade. Se acerca Omar, abogado, y da el visto bueno a la traducción. «Lo que queremos es que el mundo escuche lo que pide el mundo árabe, que se atienda a la petición del pueblo de más democracia y más libertad. No queremos que un dictador o que Estados Unidos nos marque el camino, porque es el nuestro y de nadie más… ¡Mubarak, vete, el pueblo no te quiere!», termina bramando.


Hay gritos, hay consignas, pero también hay paz. No hay cargas ni víctimas, como en las protestas hermanas convocadas en Belén y Jerusalén Este, donde ayer se registraron cuatro heridos. Hay enfado cuando comienzan a circular esos datos, y más aún cuando alguien dice que Hamás ha parado en seco una manifestación más en Gaza. Allí no se puede abrir la boca. Nadie sabe por qué esta vez la ANP no ha parado la marcha. Por eso aprovechan, hasta que dure el permiso. La concentración, parada ante la fuente con cuatro leones que corona la plaza, aumenta de tamaño y de voz, los cánticos se repiten ya con una intensidad y un ardor que parece un mantra. Sólo se detiene cuando dos chavales, con el rostro tapado, se encaraman en la fuente y prenden fuego -al tercer intento, que los mecheros no quieren funcionar- a una bandera de Estados Unidos, ante un público dividido entre el aplauso (menor) y el abucheo (mayoritario).

Ese frenazo decide a los cabecillas de la protesta. Hay que moverse. Así que toman la calle más próxima, allí donde se concentran las tiendas de ropa, el «Stars and Bucks», los cibercafés, y caminan arriba y abajo durante dos horas más, dos horas festivas, en las que los jóvenes protagonizan el pasacalles, inventando nuevos lemas que nacen de improviso y se apuntan rápido en un papel. Todo es color, unidad, hermandad. Se incorporan banderas tunecinas a la marcha, mientras un grupo de voluntarios del ISM termina de dibujar una nueva pancarta, inspirada en «La libertad guiando al pueblo». Los vecinos, desde los balcones, se suman con palmas. Algunos manifestantes se arrancan a bailar, haciendo dibujos en el aire con su kufiyya. Sólo unos pocos se animan a hablar con la prensa. Y sólo para mostrar su apoyo a Egipto y Túnez. Cuando se pregunta por la posibilidad de una revuelta similar en los Territorios Palestinos (contra las detenciones arbitrarias e incluso violentas que denuncian algunas ONG, contra la falta de garantías judiciales, la corrupción administrativa, el amiguismo o los recortes a la libertad de prensa), llega la despedida. Alguno alcanza a decir: «No son casos comparables. Nuestra meta ahora es luchar contra la ocupación y, cuando seamos un Estado, pediremos cuentas a nuestros gestores». Es lo que afirma Yazmin, secretaria en una gestoría. Nada más.

La protesta regresa a la plaza Al Manara, y entonces se viven los momentos más tensos de la mañana. Varios chicos, a los que no se había visto en toda la marcha, se suben a hombros de sus compañeros y comienzan a cantar alabanzas en favor de la ANP. Cada vez gritan más, cada vez se mueven más rápido, cada vez son más. Ellos protagonizan ya la manifestación. Los políticos se marchan, también parte de los vecinos. Su grupo se reconcentra y toma el poder. Tres chicas, compañeras de instituto, les gritan desde lejos, les piden que abandonen esas consignas. Que no es el momento. Una de ellas se envalentona y se cuela en el centro del huracán que han creado los chicos, levanta las manos. ¿Qué dice? «Les reprocha que defiendan a Fatah cuando no hace lo suficiente por el pueblo palestino. Les dice que también nosotros deberíamos levantarnos contra el Gobierno de Mahmud Abbas… Nosotras somos simpatizantes de Marwan Barghouti«, explica una de sus compañeras. Y entonces todo se desata: manojos de banderas de Fatah llegan, de pronto, en una forgoneta negra; se reparten carteles con el rostro de Abbas y Yaser Arafat; se enarbolan paraguas amarillos -casi un arma en manos de algún enfebrecido manifestante- con el escudo de la formación. Las chicas son las primeras en alejarse. No quieren pelea. La riada de partidarios de Fatah se mueve como un único hombre, de un lado al otro, rápidamente, con el nombre de Abbas en la boca. Un par de hombres más se les encaran, interviene un policía de incógnito, los separa. No han llegado a tocarse siquiera, pero el conato de incidente hace que la manifestación se rompa completamente. Sólo quedan ya en la plaza los partidarios de Fatah, ya no se nombra a Egipto, sino a Israel. Ya nadie se acuerda de la plaza Tahrir. Así se quedan otra media hora, hasta que se vuelven ronco, hasta que les puede el cansancio o el aburrimiento.

La lluvia se lleva por delante las pancartas, tiradas en el suelo. Quedan, prendidas entre alambres, unas cuantas banderas palestinas. En las farolas, en los postes de la luz, en las señales de tráfico, lucen las pegatinas con las banderas de Egipto. Vuelve la calma al centro de Ramala, se retoman las prisas, los negocios, las citas. Hasta nueva orden. También en Palestina, al menos durante tres horas, ha latido con intensidad la hermandad árabe, ese chispazo de lucidez y sueños que ha levantado a los oprimidos de tantos años.

Fuente:http://rompiendo-muros.blogspot.com/2011/02/manifestacion-en-ramalay-mordazas.html