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Palabras en el recuerdo

Manuel Fernández Márquez, 45 años después

Fuentes: Rebelión

1. Recordemos Salvador Espriu y La pell de brau: «A vegades és necessari i forçós que un home mori per un poble però mai ho ha de ser que un poble mori per un sol home». Espriu decía verdad en el 2º verso, no tanto en el 1º (aunque captemos su intención). Nadie, ningún ciudadano, […]

1. Recordemos Salvador Espriu y La pell de brau: «A vegades és necessari i forçós que un home mori per un poble però mai ho ha de ser que un poble mori per un sol home». Espriu decía verdad en el 2º verso, no tanto en el 1º (aunque captemos su intención).

Nadie, ningún ciudadano, debería morir por un pueblo, por ningún pueblo. No, por supuesto, Manuel Fernández Márquez que con 72 años debería estar aquí, entre nosotros, esta mañana del mes de abril, tan cercana a nuestro 14 de abril y al también nuestro 25 de abril (sempre!). Nadie, ningún ciudadano decente, tiene que vivir sólo 27 años; nadie tiene que ser asesinado a esa edad… ni a ninguna otra.

2. ¿Qué pasó? Ustedes lo recuerdan. Se lo recuerdo ahora con palabras de su nieta, Ainhoa Fernández: «Los obreros de la central Térmica, unos 2.000, habían hecho una parada en el trabajo protestando por la subida de los precios. Pedían un aumento de salario de 4.000 pesetas al mes (que son unos 24 euros de ahora), 40 horas de trabajo en lugar de las 56 que hacían, cobrar el salario íntegro en caso de enfermedad, y tener derecho a reunirse en la empresa». U na brigada de policía especial, un destacamento de policía nacional a caballo y un grupo de guardias civiles apostados en las dos torres de la central componían la tropa de vigilancia. Los trabajadores pretenden entrar al centro de trabajo en grupo; la dirección de la empresa les ordena: han de hacerlo de cinco en cinco; l os trabajadores se niegan. Algunos cortan la vía del tren de cercanías y entonces se desencadena la represión. En la tercera carga, la policía ametralla a los trabajadores. Serafín Villegas Gómez, 25 años, es herido de bala y Manuel Fernández Márquez cae abatido mortalmente a su lado. Tenía 27 años, como les decía, y un hijo de 2 años, hacía solo tres meses que vivían en Santa Coloma de Gramenet (¿tiene alguna calle que le recuerde?) . «Mi abuela Carmen – la esposa de Manuel- me ha contado que ella no entendió nunca que esto le pasara a mi abuelo porque él no era violento ni se enfrentaba nunca con nadie», de nuevo es la nieta de Manuel quien habla.

3. Su historia, muy brevemente. MFM nació en  Badajoz en 1946. Como miles de extremeños (también andaluces, gallegos, castellanos o aragoneses), tuvo que emigrar huyendo de la asfixia económica y moral del cortijo donde vivían. Con su familia recaló en tierras catalanas. Junto a su padre y su hermano trabajó primero en las minas de Figols Berguedà, y luego como montador en COPISA, una de las empresas que construía la central térmica del Besòs, propiedad de FECSA-Endesa.

4. El poema que no pudo decirse el día que debió decirse: «Martes 3 de abril de 1973 / Ese día murió / Manuel Fernández Márquez, / Obrero. / Pero no de cansancio, Como morimos muchos./ Pero no de accidente de trabajo,/ Como seguimos muriendo. / Pero no de hambre y de miedo, / Como quisieran que muriésemos. / Murió por gritar / que no quería morir por nada de eso.» Son los versos de ‘ Murió por gritar ‘, un poema que un compañero de trabajo, cuyo nombre no he logrado averigurar, de Manuel intentó leer durante su entierro en el cementerio del Pomar de Badalona. Fue imposible. Ni en eso tuvieron piedad.

5. Pero el olvido está lleno de memoria, de nuestra memoria. De nuevo su nieta: «Mi abuelo era de Extremadura y solo llevaba tres meses en Santa Coloma. Años después le dedicaron una calle en Sant Adrià del Besós, la calle Manuel Fernández Márquez, una calle normal y corriente que tiene nombre de persona normal y corriente porque está dedicada a la memoria de un trabajador, como muchos otros, que la policía del régimen de Franco mató sin que nadie entendiera por qué«.

6. ¿Qué hacíamos nosotros aquel día? Mi caso por ejemplo. Los estudiantes de Exactas nos concentramos y manifestamos en plaza Universidad. Las autoridades cerraron la facultad. La policía intervino con contundencia. Nada que ver con imágenes recientes (digan lo que digan, cuenten lo que cuenten). Era un asesinato, el de Manuel, que se sumaba a otras muertes obreras. La de Ruiz Villalba, la de los compañeros de El Ferrol, la de Puig Antich un años después, la de los fusilados el 27S… Y la de tantos otros y otras que deben seguir estando en nuestra memoria. ¿Dónde si no, cómo si no?

7. No habitará nuestro olvido ni en este ni en otros crímenes. No por venganza sino por justicia y dignidad. Por hacer y sentir lo que debemos hacer y sentir. Viviendo, sintiendo, comprendiendo, lo mucho que nos une a todos. Somos uno/una con todos los compañeros y compañeras que han venido de otros lugares de España (mis padres por ejemplo), con los ciudadanos-trabajadores de Zaragoza, Sevilla, Madrid, Donostia o el Ferrol, combatientes, como nosotros, en una difícil y arriesgada lucha por la justicia, la equidad y un proyecto de país fraternal en paz con la naturaleza y con nosotros mismos. No hay muros que nos puedan separar

8. ¿Por qué estamos aquí, en la plaça del Mercat de Sant Adrà del Besòs esta mañana? Pues por eso: por dignidad, por respeto, por humanidad, porque está en nuestra cultura, porque es un deber estar aquí, porque es un honor hacerlo con todos ustedes compañeros. Y porque no vamos a permitir, desde luego que no, que habite en él, y en tantos otros, nuestro olvido. No en nuestro nombre. No estamos hechos de esa pasta, no son esos nuestros memes, no son esos nuestros descuidos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.