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Juventud Sin Futuro lanza la campaña "no nos vamos, nos echan"

Más de 200.000 jóvenes, convertidos en exiliados económicos

Fuentes: Diagonal

Con la mayor tasa de paro juvenil de toda Europa, el Gobierno impulsa una mayor precariedad en la contratación.

«Si acabas una carrera aquí tienes tres salidas: por tierra, mar y aire». Este mensaje, escrito sobre un cartón y exhibido en una de las primeras manifestaciones del 15M, resume perfectamente el sentir de muchos de los titulados universitarios que se han cansado de no encontrar trabajo, mucho menos uno acorde a su cualificación, dentro de las fronteras del Estado español. Las estadísticas de desempleo juvenil de este segmento son contundentes. Actualmente, 374.600 jóvenes (de hasta 29 años) con formación superior se encuentran en paro. En 2008, los jóvenes en esta misma situación eran 178.200. Y no ha crecido la población en la misma proporción.

¿Estudiamos por encima de nuestras posibilidades? Para Ignacio Álvarez, economista de Econonuestra, no es así. «El problema no es que la gente estudie demasiado y que los jóvenes accedan a titulaciones universitarias, el problema es la estructura productiva que ha tenido en las últimas dos décadas nuestra economía, que demandaba empleos de muy baja cualificación y bajos salarios durante ese periodo». Incluso para empleos para los que no era necesaria cualificación, accedía antes quien mayor cualificación tuviera, resume Álvarez, «como el acceso se privilegiaba, a mayor educación, mayor acceso».

El 91% del empleo destruido en los últimos cuatro años ha sido de puestos de trabajo que ocupaban menores de 35 años, tal y como publica la Encuesta de Población Activa (EPA). El 57,6% de los menores de 25 años que busca empleo no lo encuentra, algo que sigue suponiendo el dato de paro juvenil más alto de la UE, según Eurostat. Además, de los que tienen trabajo en esta franja de edad, un 61,7% tiene un contrato temporal.

Tradicionalmente el desempleo juvenil ha sido superior al desempleo total. Para Ignacio Álvarez, «es una cuestión estructural, que tiene que ver con el tipo de modelo productivo y con la realidad demográfica», aunque matiza que «hay un componente normativo legal que ha hecho que eso se acentúe con los años».

No obstante, lo que sí es una novedad respecto a la serie histórica es que la población joven se está viendo afectada por el desempleo de larga duración, ya que un 40% de los jóvenes parados en 2012 se encuentran en esta situación. La incapacidad de este grupo para lograr la independencia económica debido a la inestabilidad contractual y los bajos salarios ha profundizado la desigualdad y la pobreza. El 38% de los 11,6 millones de personas en situación de pobreza o en riesgo de caer en ella tiene entre 18 y 35 años, según datos de la Red contra la Pobreza y la Exclusión Social.

Planes de empleo

Con este panorama, el 28 de febrero, los 27 ministros europeos de Trabajo establecieron el «acuerdo político» de fijar para el próximo año la garantía de que cualquier menor de 25 años reciba una oferta de empleo «de buena calidad», un aprendizaje o prácticas que le permitan incorporarse al mercado laboral a los cuatro meses de haber abandonado el sistema educativo o haber dejado su anterior puesto. Se trata de una recomendación y no un acuerdo vinculante, lo que no ha impedido a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, afirmar que tenemos «los deberes hechos» para aplicar la «garantía juvenil», gracias a la recientemente aprobada Estrategia de Emprendimiento y Empleo.

Esta medida, aprobada vía Real Decreto el 22 de febrero, se centra en bonificar las cuotas de la Seguridad Social a las empresas que contraten menores de 30 años sin experiencia laboral previa bajo la fórmula del contrato a tiempo parcial con vinculación a la formación. El Gobierno se comprometió a destinar 3.500 millones de euros en los próximos cuatro años (un 30% de esa cantidad procederá del Fondo Social Europeo), de los cuales hasta la fecha sólo están presupuestados 1.750 millones.

Para Adoración Guamán, profesora de Derecho en la Universidad de Valencia, esta batería de reformas «nos lleva a una situación en la que una persona cuando cumple los 16 años puede entrar en una dinámica de encadenamiento contractual que le lleve hasta los 30 enganchando contrato formativo tras contrato formativo y después incluso contrato en prácticas«, lo cual supone una precariedad continua, ya que, como explica Guamán, «los contratos de formación y aprendizaje tienen un salario menor que el fijado por convenio porque su jornada tiene una parte que se dedica a la formación y otra al trabajo efectivo en la empresa, y esta formación puede impartirse allí, por lo que es difícilmente controlable que sean horas de formación y no de trabajo».

En los contratos en prácticas, para los que se requiere haber alcanzado alguna titulación, universitaria o no, se permite que ese título sea haya obtenido por el contrato anterior de formación y aprendizaje, es decir, «se elimina el ámbito de tiempo entre tu finalización de los estudios que daba derecho al contrato en prácticas, lo que quiere decir que mientras seas menor de 30 años podrán decir que estás poniendo en práctica estudios adquiridos», explica Guamán. Hasta los 30 es posible ser contratado como becario aunque se termine la carrera a los 21 o el módulo a los 18.

Para Ignacio Álvarez, el problema del desempleo no reside en el marco legal, sino en el modelo productivo. «Hay una ausencia total de propuestas en este terreno, y por la vía de las políticas de ajuste se refuerza un modelo productivo basado en la baja cualificación, los bajos salarios. Es lo que el Gobierno actual pretende, que la economía se siga especializando fundamentalmente en turismo y hostelería».

El plan de empleo, según Guamán, va «en la línea de volver a la máxima de que cualquier empleo, en cualquier condición, es mejor que un no empleo. Repetimos errores del pasado, que nos han llevado a que el desempleo juvenil sea estructural, y la temporalidad también«. El presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera de la CEOE, José Luis Feito, dejó claro este concepto al afirmar, ahora hace un año, que «un parado debe aceptar cualquier trabajo, aunque sea en Laponia». El ministro de Educación, José Ignacio Wert, también se pronunció en este sentido al afirmar el pasado verano que «la fuga de cerebros no es algo negativo».

«Que se vayan ellos»

Marina del Corral, secretaria general de Inmigración y Emigración, dijo que la emigración de jóvenes españoles no se debe sólo a la crisis que acosa al país, sino, «por qué no decirlo, al impulso aventurero de la juventud».

Ignacio Álvarez no cree que «el espíritu aventurero de los jóvenes se haya desarrollado de la noche a la mañana con la llegada de la crisis, sino que asistimos fundamentalmente a una migración de carácter económico». Amparo González, investigadora del CSIC en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía, cree que es una pérdida «si se trata de la población joven en las edades más productivas, como todo apunta, por su edad y por la expansión que el acceso a la educación ha tenido en las últimas décadas. No es muy arriesgado decir que se trata de gente más formada que la que se queda, que hemos invertido más en ella y en principio deberían ser más productivos si hubiera correspondencia entre los estudios y la productividad».

González no se atreve a dar una cifra exacta de los que han salido, ya que, explica, muchos migrantes no se dan de alta hasta que no necesitan hacer algún trámite. «La falta de fuentes fiables provoca que cada uno diga las cifras que quiere, pero lo más importante no es la cifra, que nunca se va a poder medir exactamente. Sabemos seguro que 220.000 personas se han marchado, es un mínimo, pero no sabemos exactamente cuántos».

Los jóvenes de entre 18 y 25 son los que en números absolutos se marchan más, pero, según Amparo González, también era así antes de la crisis: «Durante este periodo, los que más han incrementado su salida respecto a su peso poblacional son los mayores de 30 y 35 años, adultos jóvenes, gente que ya había terminado su periodo de formación, que ya había trabajado un tiempo pero que ve que se le pasa la vida y que las opciones que tiene aquí no le permiten estabilizarse, formar una familia, tener un sueldo digno. Esta es la gente, fijándonos en el perfil de la edad, que está saliendo más durante la crisis».

El imaginario televisivo también ha contribuido a forjar una imagen de la emigración un tanto idealizada. Programas como Madrileños por el Mundo muestran a personas que han tenido suerte en su emigración y que viven con comodidades. Sin embargo, Ignacio Martín, de Ju­ven­tud Sin Futuro, cree que «el mayor problema es que la realidad al emigrar nos angustia, pues descubrimos que el modelo precariedad-desempleo no es exclusivo de aquí y que el empleo fuera de nuestro país no es ese empleo soñado y exótico, sino que en muchos casos es el trabajo triste al que podemos optar en el mejor de los casos en casa, pero desarraigados. Hacer la maleta con prisas para trabajar como mano de obra no cualificada y barata no es lo que nadie ha soñado nunca», apostilla.

#NoNosVamos NosEchan

El 26 de febrero, Juventud Sin Futuro lanzaba a las redes la web www.nonosvamosnosechan.net, un portal pensado para visibilizar las historias de jóvenes que han tenido que migrar por razones económicas o piensan hacerlo. El primer día, tras conseguir situar el hashtag #NosEstánEchando como trending topic mundial, es decir, como el tema más comentado de Twitter, la página, con un mapa del mundo interactivo en el que cada historia personal de emigración se marca con una chincheta, recibió más de 4.000 casos personales de emigrantes.

La finalidad de la campaña es humanizar y visibilizar estos casos, además de poner en contacto y «tejer vínculos entre las personas que se encuentran viviendo la precariedad en el exilio y que buscan la manera de luchar conjuntamente por cambiar su situación, construyendo juntas iniciativas contra la precariedad», según apuntan en la web. Desde el colectivo insisten en seguir denunciando que «este no es país para jóvenes: su austeridad, sus políticas y su crisis nos obligan a irnos, cada día de una forma más evidente».

Para visibilizar esta problemática, desde Juventud Sin Futuro se ha propuesto el 7 de abril, en el segundo aniversario de la primera manifestación que convocó este colectivo, para salir a la calle bajo el lema «que se vayan ellos». El colectivo convoca manifestación en Madrid y otras ciudades del Estado y están poniendo en contacto a los emigrados para que realicen concentraciones simbólicas delante de las embajadas y consulados para denunciar que «estamos cansadas de que nos roben el futuro».

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/panorama/mas-de-200000-jovenes-convertidos-en-exiliados-economicos.html