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Memoria Histórica y contrapoder

Fuentes: Foro por la Memoria

Si hay un elemento diferencial, en lo que se refiere a la Memoria Histórica de la lucha antifascista, respecto al resto de Europa, es que, en España, se perdió la guerra contra el fascismo. En los países europeos, los estados, una vez terminada la II Guerra Mundial, pusieron manos a la obra e iniciaron un […]

Si hay un elemento diferencial, en lo que se refiere a la Memoria Histórica de la lucha antifascista, respecto al resto de Europa, es que, en España, se perdió la guerra contra el fascismo. En los países europeos, los estados, una vez terminada la II Guerra Mundial, pusieron manos a la obra e iniciaron un proceso inmediato de reconocimiento a las victimas, localización de desaparecidos, resarcimientos morales y económicos y persecución de aquellos que habían cometido crímenes contra la humanidad. El estado franquista hizo lo propio; reconoció, a lo largo de los casi cuarenta años que duró, a las víctimas del llamado «terror rojo»,localizó a los desaparecidos de su propio bando, los resarció moralmente, con creces, mediante homenajes constantes y monumentos; proporcionó todo tipo de pensiones y privilegios a las familias, y persiguió sin descanso a todos sus opositores políticos. Sin embargo, los leales a la II República, las personas de diferentes ideologías que defendieron la legalidad republicana, el sistema democrático y de libertades de que se había dotado el pueblo español a partir del 14 de abril de 1931, nunca tuvieron oportunidad de ser reconocidos y resarcidos y, los criminales que les encarcelaron, torturaron y asesinaron nunca fueron perseguidos.

Durante el periodo de transición, la correlación de fuerzas existentes facilitó el olvido y la impunidad. La Ley de Amnistía de 1977, se transformó en una «ley de punto y final» que, transcurridos los años, se ha mostrado como barrera para impedir el paso hacía una democracia avanzada, toda vez que vulnera todos los acuerdos internacionales respecto a la defensa de los Derechos Humanos, y ha corrompido nuestra sistema de valores, que se encuentra asentado sobre la impunidad de los crímenes franquistas.

La generación que en estos momentos estamos llegando a la madurez, no nos sentimos identificados con los valores de la «Transición». Lo vemos como un periodo intermedio, como algo provisional con lo que hay que terminar de una vez. La Ley de Amnistía de 1977 sirvió para generar, entre el bloque franquista, las contradicciones necesarias que abriesen el paso a negociar la absorción de la oposición democrática en un estado neofranquista, para dotarlo de una imagen de democracia moderna y, al mismo tiempo, legitimaba el control del poder real del estado por parte de las oligarquías españolas, que habían usado el franquismo para mantener su dominio. Con esta Ley de «punto y final» se ponían las bases para que las clases dominantes usasen la democracia de la misma forma que habían usado el franquismo para mantener sus privilegios de clase.

En estos momentos, somos ya muchos los que consideramos que ha llegado la hora de la «ruptura democrática» que no se produjo en aquellos años. La Ley de Amnistía de 1977, y toda la legislación posterior que se apoyó en la misma, están impidiendo, en la actualidad, le evolución hacía una democracia avanzada. En nuestro horizonte se encuentra una sociedad defensora de los Derechos Humanos y dispuesta a luchar contra la Impunidad de aquellos que los vulneran, la República como marco de una democracia participativa y real, tanto en lo económico, como en lo político y cultural, y una sociedad civil fuertemente organizada, impregnada ideológicamente de estos valores, constituida como contrapoder frente a los grandes poderes económicos, políticos y militares que, capitaneados por el imperialismo norteamericano y sus cómplices de la Comunidad Europea, controlan este mundo globalizado.

Lo que se ha dado en llamar «Recuperación de la Memoria Histórica» en nuestro País tiene esta función (entre otras): la de poner en evidencia la impunidad del franquismo, que no es otra cosa que poner de relieve como la represión y el asesinato de miles de militantes sociales, sindicales y políticos ha servido de base para mantener unos privilegios de clase, tanto durante el franquismo como después de la muerte del dictador. Pero también, situando los hechos en el contexto histórico actual, en un mundo globalizado, explicar que lo ocurrido en España sirvió de modelo para derrotar las causas populares por conseguir mejores condiciones de vida, en muchas partes del mundo. El paralelismo existente entre lo ocurrido en España y cualquier otro país en el que, en un momento determinado, los pueblos, constituidos en contrapoder, amenazaban con conquistar el poder del estado y, con ello, acabar con los privilegios de las clases dominantes, éstas han usado los mismos métodos coercitivos para impedirlo. Lo ocurrido en Chile, Argentina, Guatemala y un largo etcétera son una copia de lo ocurrido en España.

Nos parece bien que el Estado Español persiga los crímenes contra la humanidad, en cualquier parte del mundo pero, al mismo tiempo, nos repugna la doble moral de la que hace gala al cerrar los ojos ante lo que ha ocurrido en nuestro País. Creemos que esta doble moral está asentada sobre el mantenimiento de los privilegios de clase de los grandes poderes económicos, las oligarquías españolas y, sobre todo la defensa de la Corona, que participó activamente en el régimen de terror impuesto por el franquismo, que es heredera de todos sus valores y, al mismo tiempo, piedra fundamental sobre la que se sustenta toda la estructura de poder en nuestro País. Hay que recordar que cuando el Dictador caía enfermo, el entonces príncipe, Juan Carlos de Borbón, asumía las funciones de Jefe del Estado, sin olvidar el apoyo económico y político de Alfonso XIII a los militares golpistas, o el ofrecimiento de Juan de Borbón para combatir como voluntario en el ejército franquista.

Estamos convencidos que la Casa Real Española se encuentra detrás de todo impedimento para perseguir la impunidad del régimen franquista en nuestro País, que gran parte de la Magistratura participó de aquel régimen y está controlada por muchas de las fuerzas que lo mantuvieron vivo, que ocurre lo mismo con una buena parte del ejército y las fuerzas de orden público, así como con las altas jerarquías de la Iglesia Católica y, por supuesto, con los grandes poderes económicos y financieros. No hay más que ver como muchos de los archivos de la represión están secuestrados por el Ejército, la Policía, la Guardia Civil y el Poder Judicial que actúan, respecto a este tema, como si fuesen entidades privadas a las que no afectan las leyes, ni los acuerdos parlamentarios. Las fuerzas democráticas siguen viviendo con miedo esta situación, y si se vive con miedo es que el régimen franquista ha perdurado en el tiempo, a pesar de la aparente democracia. De ahí viene la gran contradicción en la que estamos inmersos, en la cual se persigue tenazmente la vulneración de los Derechos Humanos en cualquier parte del mundo, pero se mira hacía otro lado cuando se ponen en evidencia los crímenes urdidos por el franquismo en nuestro País. Sino, como podemos entender que el PSOE plantease una Proposición no de Ley para anular los consejos de guerra del franquismo, durante la legislatura anterior, en la que el PP (partido ideológicamente heredero del franquismo) tenía mayoría absoluta y, en esto momentos, en que cuenta con la mayoría parlamentaria suficiente par hacerlo, se niega a aprobarlo ante una solicitud similar. Vivimos una democracia de miedo e impunidad. La recuperación de la Memoria Histórica está luchando contra ambas cosas, pero está haciendo mucho más como pasaremos a contar a continuación.

Como decíamos al principio, los hechos diferenciales respecto al resto de Europa, marcan también la iniciativa de quienes están impulsando la recuperación de la Memoria Histórica. Mientras que en Europa fueron los estados los impulsores, en España, debido a la situación explicada, no es el Estado el que está asumiendo la función de recuperar la Memoria Histórica (al ser heredero del estado franquista), sino la sociedad civil que, poco a poco, trabajando con voluntad, sin apenas medios, atacada en numerosas ocasiones, coaccionada y, en algunos casos, amenazada, está obligando a muchas instituciones a involucrarse, generando con ello la destrucción del franquismo ideológico que subyace en la sociedad española y, sobre todo, en muchas de las estructuras del Estado. Por eso, frente a la Memoria Histórica pasiva que se ha desarrollado en Europa, institucionalizada desde el comienzo, asentada a lo largo de los años, en España se está desarrollando una Memoria Histórica activa, asentada en un movimiento popular que crece por días, articulada alrededor de un cada vez mayor número de organizaciones que van viendo como su labor está obligando a las instituciones a asumir muchas de las reivindicaciones que van surgiendo y tener que apoyar la tarea que han emprendido. El reto está en que la actividad desarrollada esté impregnada de valores e ideas contrarias al «pensamiento único» neoliberal, hegemónico, hoy en día, en nuestra sociedad.

A menudo, se dice que como hay miles de desaparecidos en fosas comunes, que es imposible realizar la tarea por parte de las asociaciones, que se van a tardar miles de años en hacerlo, que hay que conseguir que sea el Estado el que asuma toda la responsabilidad, etc, etc, etc… Sin embargo, algunos estamos convencidos que la tarea debe desarrollarse por todos. Foro por la Memoria, no tiene como objetivo que el Estado asuma la tarea de recuperar las fosas, sino recuperar ideas y valores allá donde realiza una actuación (sea una excavación, unas jornadas o cualquier otra actividad). Si se deja la exclusividad en manos del estado, no estaremos recuperando la Memoria Histórica. Si deseamos articular fuertemente a la sociedad civil alrededor de valores contrarios a los actualmente hegemónicos del neoliberalismo y dejamos en manos de las instituciones el trabajo, no estaremos combatiendo su hegemonía cultural, sino transformando la tarea en una actividad administrativa, científica o privada, es decir, estaremos apuntalando la hegemonía cultural de la ideología dominante en la actualidad. Basta con ver como se están realizando las actuaciones en Euzkadi o la recientemente penosa actuación de la Generalitat en Catalunya. En el primer caso, el gobierno de Euzkadi firma un acuerdo con una sociedad de ciencias, transformando las excavaciones en una actividad científica sin ninguna incidencia en la vida política y social. En el segundo, en Catalunya, todavía es peor ya que la Generalitat, después de realizar una excavación a escondidas, con un equipo científico, con ánimo de elaborar un protocolo, sale diciendo que no va a realizar más excavaciones porque crea problemas sociales. Se excavan fosas sin participación de la sociedad civil, de forma totalmente aséptica, por lo que, al final, no se recuperan valores, pensamientos, e ideas de los republicanos asesinados, sino sus restos mortales con «nocturnidad» para no levantar «ampollas».

Las excavaciones deben realizarlas las organizaciones de recuperación de la Memoria Histórica, con la participación de las familias, la sociedad civil organizada (asociaciones de las zonas en las que se trabaje), los partidos políticos democráticos, los sindicatos, etcétera y el apoyo de las instituciones, cuya obligación es aportar los recursos económicos necesarios.

Es lógico que una asociación de familiares de un tratamiento ideológico aséptico al tema, ya que sus objetivos son los de devolver los restos a los familiares y que, por tanto, su objetivo sea el de obligar al Estado a que solucione el problema, pero una organización impregnada de valores de la izquierda transformadora no puede tener como objetivo lo mismo.

Foro por la Memoria, en su «Protocolo de Excavaciones» enumera sus objetivos:

-Respeto al contexto cultural, histórico, político y religioso.

-Localización de las víctimas.

-Identificación, documentación e interpretación de los restos.

-Recuperación y exhumación.

-Devolución y asistencia psicológica a los familiares

-Reparación y reconocimiento histórico.

-Divulgación de los resultados.

-Judicialización de las actuaciones.

-Implicación de las instituciones.

-Implicación de los militantes y vecinos de la zona.

El conjunto de objetivos da respuestas a todos los aspectos que concurren en la Memoria Histórica. En ellos se ve la interrelación de especialistas, la necesidad de los equipos multidisciplinares, la implicación institucional, la política y la social. Con ellos estamos sumando familiares, historiadores, documentalistas, arqueólogos, antropólogos, psicólogos, abogados, instituciones, militantes y sociedad civil. Se produce en cada excavación una construcción social que realiza una actividad que nada tiene que ver con los valores del mercado.

Nuestro objetivo es transformar la sociedad, construir el «bloque histórico» para ganar la hegemonía cultural e ideológica frente a los valores culturales del«pensamiento único» neoliberal. Para ello debemos dar dirección política al movimiento. ¿Pero, qué significa dar dirección política? Dar dirección política significa, por un lado, aportar ideología, por otro, aportar cuadros capaces de coordinar las actuaciones. A primera vista parece sencillo, pero reviste de una gran complejidad.

Cuando hablamos de aportar ideología, significa entender la pluralidad ideológica de las personas que participan en la actividad y encontrar los planteamientos ideológicos y valores que puedan unirlas. Se debe intentar dar cohesión al grupo de trabajo alrededor del antifascismo, a continuación, hacer hincapié en el sentido de actividad cultural alternativa y buscar elementos que compartir todo durante el periodo que dure la excavación. Ésta debe girar sobre tres ejes: el pueblo, los especialistas y los militantes. La integración de unos con otros, alrededor de símbolos políticos unitarios y claros (la bandera tricolor es esencial), de actividades paralelas (homenajes, lugares de encuentro, etc) y de trabajo común, provoca cambios positivos en lo personal y en lo colectivo, e impregna a todos los que participan de valores distintos a los hegemónicos. La dirección política de una excavación debe compartir todas las vivencias del equipo, en todos los sentidos, si desea que se de un estallido de sentimientos, conocimientos y política durante el proceso de la excavación. No debe imponer sus criterios, sino crear las condiciones y aportar los elementos necesarios para que ese estallido se dé. Cuando esto es así, la Memoria Histórica se transforma en un elemento de construcción de sociedad civil organizada alrededor de valores culturales e ideológicos basados en la Solidaridad, la Justicia Social, la Libertad y la Generosidad más absoluta y, por tanto, se convierte en elemento fundamental para la construcción de lo que llamamos contrapoder.