En días recientes se publicó en Estados Unidos un libro escrito por un cubano que hizo carrera como mercenario al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y desempeñó disímiles papeles en acciones de esa organización criminal vinculadas, no solo a la batalla Washington contra su país natal, sino también a otros planes infames […]
En días recientes se publicó en Estados Unidos un libro escrito por un cubano que hizo carrera como mercenario al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y desempeñó disímiles papeles en acciones de esa organización criminal vinculadas, no solo a la batalla Washington contra su país natal, sino también a otros planes infames de la agencia en otras partes del mundo y en los propios Estados Unidos, incluyendo entre estos últimos, al magnicidio de John F. Kennedy.
La revista norteamericana Newsweek, en su número de 28 de mayo de 2017, publica una reseña del periodista Jefferson Morley sobre el libro «Entrenado para matar: Los Secretos de la CIA sobre sus planes contra Castro, Kennedy y Che», escrito por su ex agente operativo Antonio Veciana.
Las «hazañas» terroristas de este mercenario eran ampliamente conocidas en Cuba y reconocidas por la prensa estadounidense, pero el valor de las infamias que confiesa Veciana radica en que agrega elementos a las múltiples versiones acerca del papel rector de la CIA en el asesinato de Kennedy.
Según Veciana, en 1960, él trabajaba como funcionario del gobierno cubano cuando, teniendo ya como proyecto subvertirlo desde dentro, robó fondos oficiales y utilizó el dinero para financiar ataques contra oficinas, fábricas y almacenes del gobierno.
Dos años más tarde, utilizó su posición en el gobierno para distribuir propaganda anunciando falsamente que el gobierno planeó tomar la custodia de niños en edad escolar, con el propósito de provocar pánico en las familias cubanas y hacer que algunas enviaran a sus hijos a Estados Unidos, donde serían acogidos por la Iglesia Católica en el sur de la Florida. La operación fue llamada «Peter Pan», separó a 14 mil niños cubanos de sus familias y fue descrita en la prensa como «esfuerzo desinteresado para rescatar a las víctimas de la opresión comunista».
Controlador de Veciana para la operación era «Maurice Bishop» cuyo verdadero nombre era David Atlee Phillips, quien llegaría a ser Jefe de la División de la CIA para el Hemisferio Occidental hasta su retiro en 1975.
Tras el fracaso de Bahía de Cochinos, en Playa Girón, Phillips manifestó su desprecio por Kennedy, explica Veciana. Luego de la conclusión pacífica abogada por JFK para la crisis de los misiles, Phillips le creó Alpha-66, organización terrorista para atacar objetivos cubanos que se convirtió en instrumento de la CIA para presionar a Kennedy con sus acciones.
En marzo de 1963, Veciana y su grupo atacaron un buque mercante ruso que se dirigía a Cuba, generando titulares en todo el mundo. Phillips buscaba con ello humillar a los rusos y avergonzar a JFK para que tomara acciones más agresivas contra Cuba. Pero Kennedy restó importancia al tema y «los enemigos de Castro, incluyendo a Phillips, se pusieron más furiosos aún», dice Veciana.
Veciana confirma cómo conoció al supuesto asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, en el vestíbulo del Centro Southland, el edificio más alto de Dallas, donde le fue presentado por Bishop.
«Aquello estaba lleno de gente, pero Bishop, de pie en un rincón, hablaba con un hombre joven, pálido, insustancial. Cuando me lo presentó no recuerdo si lo hizo por su nombre (podría haber dicho: ‘Tony, este es Lee. Lee, este es Tony’). Pero de lo que estoy seguro es de que Lee no dijo nada.»
Tras el asesinato en Dallas el 22 de noviembre de 1963, Oswald fue arrestado, y su rostro transmitido en la televisión. «Lo reconocí inmediatamente,» escribe Veciana. «Era, sin lugar a dudas el mismo hombre joven, pálido e insignificante que había visto once semanas antes» en compañía de Maurice Bishop».
Veciana recuerda que, temprano en 1964, el hombre de la agencia le preguntó si un primo suyo que era oficial de inteligencia cubano, estaría dispuesto a declarar que él había conspirado con Oswald antes de que JFK fuera asesinado. Phillips le ofreció pagar por tal testimonio, pero Veciana le respondió que su primo era comunista y no podía ser comprado.
Una década más tarde, en 1975, cuando la investigación JFK se reabrió, un investigador del Congreso, sabiendo que Veciana había trabajado para la CIA, se acercó a él para conocer más sobre cómo la agencia colaboraba con los exiliados cubanos. Veciana le contó la historia de su trabajo con Bishop, incluida la reunión con Oswald. Se hicieron arreglos para que un artista hiciera un dibujo de Bishop basado en descripción de Veciana y el resultado fue un retrato que se parecía mucho a Phillips. Veciana fue entonces llevado a Washington para una reunión con Phillips, pero éste fingió no conocer a Veciana quien, por miedo a represalias de la CIA negó que Bishop y Phillips fueran la misma persona. «Una mentira que hasta hoy mantuve», subraya Veciana.
Ciertamente, en las confesiones de este sanguinario terrorista hay elementos que aportan datos al esclarecimiento de algunas medias verdades y manipulaciones en la historia criminal de EEUU.
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